Todo de un golpe: mediante un simple decreto, sin siquiera tomar la opinión del congreso pripánicamente controlado, el ocupante de Los Pinos se otorgó a sí mismo (a través de su dependiente, el secretario de Salud) facultades discrecionales para aislar individuos, allanar casas y locales, hacer compras cuantiosas sin licitación pública y suspender concentraciones públicas (¡Aguas: llegó la SS!). Además, la crisis provocada por la influenza opacó y desequilibró las campañas electorales en puerta, incrementó la desesperanza cívica, introdujo el virus de la desconfianza y elevó el del conservadurismo en la plaza normalmente liberal del Distrito Federal, colocó en las calles de esta capital del país a soldados en misiones hoy solamente sanitarias, permitió que por televisión abierta de alcance nacional (Televisión Azteca) se transmitieran misas católicas y tendió una cortina de humo viral sobre temas polémicos en curso como las cuentas públicas de Fox, la propuesta felipista del estado militar de emergencia, las amenazas de represión neoporfirista en Cananea y el escándalo de la Lotería Nacional en Campeche (donde Germán alegremente reinstaló como coordinador de la campaña panista a uno de los acusados por el caso de soborno).El tapabocas político y social tiene como antecedentes los manejos tramposos que los mismos dictaminadores de hoy han hecho en temas como el narcotráfico, la crisis económica y los préstamos recientes (sólo ayer, 205 millones de dólares del Banco Mundial). La suspicacia colectiva va de los diez mil muertos por asuntos de drogas al riesgo de fallecimientos por una epidemia tardíamente detectada y mal manejada; del catarrito de Carstens y la fanfarronería original de Calderón a la influenza porcina que en otras latitudes no ha provocado el estremecimiento que en México; de la buena fe y la evidencia mediática de que el problema es real al temor de que esté siendo utilizado políticamente por los siempre desesperados ocupantes ilegítimos del poder mexicano, deseosos de trastocar los escenarios electorales que en estos momentos les auguraban derrotas sonoras en comicios federales y locales; de la creencia en las intenciones más o menos buenas de los gobernantes a La doctrina del shock, el libro en que Naoime Klein (No logo) demuestra “que el capitalismo emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo acompañadas de otras formas de shock no tan metafóricas: el golpe de la porra de los policías, las torturas con electroshocks o la picana en las celdas de las cárceles”.Hechos públicos, intenciones privadas (aunque, ¿cuán comprobable es lo que hasta ahora las autoridades federales y capitalinas han mantenido en el controlado ámbito de las declaraciones a los medios, sin dar datos específicos de los muertos, sin permitir que especialistas independientes analicen los reportes médicos y tengan acceso a evidencias biológicas de la epidemia?). Desgracia pública, negocios privados. Catástrofe de temporada, apocalipsis de fin de semana, adiós momentáneo pero augural a la convivencia táctil (no a los saludos de mano y de beso) y el médico guanajuatense Córdova saliendo al paso, junto con el trastabillante semisecretario de Educación, Alonso Lujambio, que habría reprobado un Enlace de primero de primaria por no saber contar ni el número de días que no habrá clase (tres y pico, dijo el funcionario), y el sargento Javier Lozano, que para compensar los malos tratos a los obreros se desvivió en amabilidad hacia los empresarios para ver si les da su regalada gana atender las circunstancias difíciles del país y no aprovechan la situación para correr o castigar a quienes falten al trabajo o lleguen tarde.¿1984 con el Big Brother epidémico o los preparativos para filmar una versión local del guión de los hermanos Wachowski que acá se llamaría Con D de Desconfianza o el 666 conmemorativo del segundo año de la legalización del aborto en el Distrito Federal (regreso a clases, el 6 de mayo; dinero disponible para enfrentar el problema, 6 mil millones de pesos; número de tapabocas repartidos en el D.F., 6 millones)? El desamor en los tiempos de la influenza a partir de los tapabocas de azul panista. Ciudadanos sometidos a la dictadura de la miseria institucionalizada, con sistemas de salud abatidos por la corrupción de funcionarios y empresarios y por el pensamiento neoliberal todavía dominante en las élites. Cuerpo social extenuado que de pronto se encuentra con los anuncios de fin de mundo mientras, por ejemplo, en Estados Unidos, los casos son pocos, controlados y sin muertes. En Washington se declaró ayer el “estado de emergencia de salud pública”, pero ello no es sino un mecanismo usual para destrabar fondos que permitan enfrentar oportunamente determinadas incidencias susceptibles de empeorar. Y ayer mismo, John Brenman, el asistente de la Casa Blanca para asuntos de seguridad interna, negó (y con ello le dio fuerza a la especulación) que lo sucedido en México fuese un “bioterrorismo” y aseguró que es “muy temprano” para saber si hubo una acción premeditada para generar el brote de influenza porcina.Pero, mientras son peras o son porcinos, el panorama político y social cambia en México, con el virus del miedo reproduciéndose aceleradamente y con analistas atentos en las alturas a las reacciones de la sociedad y los opositores al poder ante decisiones que avanzan en la instalación de mecanismos de amedrentamiento colectivo que inhiban participaciones electorales, que ante el peligro real o exagerado fomenten el conservadurismo, que vayan arrinconando incluso la idea de lo electoral y lo democrático y que permitan continuar con formas de control arbitrarias, con prolongados estados de excepción, sea por razones médicas, militares o sociales. ¡Hasta mañana!Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Entretenidos como estuvimos con el asunto de la extradición de la francesita Florence, tal vez no pusimos suficiente atención a un negocio high tech que acabó de armarse durante la reciente visita del presidente Sarkozy a México. Es un negociazo, consiste en la producción masiva del antídoto que neutraliza la influenza. Por muchos años México fue autosuficiente en diversas vacunas. Una empresa paraestatal, Birmex, abastecía al mercado. Sin embargo, nuestros políticos encontraron que era más jugoso restarle apoyo y, al mismo tiempo, importar vacunas. El IMSS gasta millonadas en ese renglón. En el marco de la estancia de Sarkozy se anunció que Sanofi-Pasteur –compañía francesa líder en su giro– invertirá 100 millones de euros en Ocoyoacac, estado de México, para producir antígenos contra la enfermedad. Hubo firma de convenio con la Secretaría de Salud a cargo del hoy temporalmente famoso doctor José Ángel Córdova. Según se dijo, o nos explicaron a medias, porque andaban con la calentura de ver con ropa a madame Sarkozy, ya que Carla Bruni era ampliamente conocida au natural gracias al abundante material gráfico que circula en Internet, México se sumaría a un selecto grupo de países productores. La empresa producirá el antígeno (sustancia activa) de la vacuna, para luego entregarlo a Birmex, donde se realizará el terminado, que comprende el mezclado, llenado, etiquetado y empaquetado. En otras palabras, la antes orgullosa compañía paraestatal mexicana se convertirá en maquiladora. La fábrica podría estar lista en 2010 para incorporar su inauguración al programa de festividades del bicentenario. Lo malo es que el virus no quiso esperar hasta entonces y ya está aquí.
El otro jinete
Aunque no está incluido entre los jinetes del Apocalipsis, la influenza ha dejado una huella terrible a su paso por el planeta:
1918. Se conoce a la epidemia como influenza española, aunque los primeros brotes se registraron en América, porque en España recibió más atención de los medios, sometidos a censura por la guerra mundial. El virus fue identificado como H1N1, distinto al que hoy golpea a México y Estados Unidos. Se calcula que causó la muerte a 40 o 50 millones de personas.
1957: La epidemia de este año fue conocida como flu asiático. El virus fue identificado como H2N2 y el primer brote se registró en China. Causó la muerte de 2 millones de seres humanos.
1968: La más reciente epidemia surgió en Hong Kong y se le bautizó con su nombre: Fiebre de Hong Kong. El virus fue identificado como H3N2. Mató a un millón de terrícolas.
Irresponsable demora
Si con espots de televisión pudiera contenerse un problema como el que enfrentamos hoy, ¡venga una triple dosis! Mas no es así. Se está enfrentando con demora y ya cobró un número importante de vidas. Desde 2006, expertos de la Organización Mundial de la Salud advirtieron del peligro. Localmente, Birmex entregó al gobierno a fines de 2007 un proyecto que contemplaba el riesgo de una epidemia. Preveía un desastre. Sin embargo, se pichicateó el presupuesto. Es indignante, pero de octubre del año pasado a este día la reserva internacional –no del Banco de México, como dicen, tal si el dinero fuera de ellos, sino la reserva de divisas propiedad del pueblo de México– ha sido saqueada con más de 25 mil millones de dólares, vendidos o subastados a banqueros cuya identidad se guarda como secreto de Estado, pero que se presume son amigos o socios de altos funcionarios del panismo. Sin embargo, no hubo dinero suficiente para el proyecto de Birmex. Hasta el año en curso la Cámara de Diputados aprobó una erogación de 781 millones de pesos. ¿Y cómo se van a manejar? Este es un momento oportuno para que lo expliquen. Por lo visto el secretario de Salud no está vacunado contra el flu de los negocios.
El otro jinete
Aunque no está incluido entre los jinetes del Apocalipsis, la influenza ha dejado una huella terrible a su paso por el planeta:
1918. Se conoce a la epidemia como influenza española, aunque los primeros brotes se registraron en América, porque en España recibió más atención de los medios, sometidos a censura por la guerra mundial. El virus fue identificado como H1N1, distinto al que hoy golpea a México y Estados Unidos. Se calcula que causó la muerte a 40 o 50 millones de personas.
1957: La epidemia de este año fue conocida como flu asiático. El virus fue identificado como H2N2 y el primer brote se registró en China. Causó la muerte de 2 millones de seres humanos.
1968: La más reciente epidemia surgió en Hong Kong y se le bautizó con su nombre: Fiebre de Hong Kong. El virus fue identificado como H3N2. Mató a un millón de terrícolas.
Irresponsable demora
Si con espots de televisión pudiera contenerse un problema como el que enfrentamos hoy, ¡venga una triple dosis! Mas no es así. Se está enfrentando con demora y ya cobró un número importante de vidas. Desde 2006, expertos de la Organización Mundial de la Salud advirtieron del peligro. Localmente, Birmex entregó al gobierno a fines de 2007 un proyecto que contemplaba el riesgo de una epidemia. Preveía un desastre. Sin embargo, se pichicateó el presupuesto. Es indignante, pero de octubre del año pasado a este día la reserva internacional –no del Banco de México, como dicen, tal si el dinero fuera de ellos, sino la reserva de divisas propiedad del pueblo de México– ha sido saqueada con más de 25 mil millones de dólares, vendidos o subastados a banqueros cuya identidad se guarda como secreto de Estado, pero que se presume son amigos o socios de altos funcionarios del panismo. Sin embargo, no hubo dinero suficiente para el proyecto de Birmex. Hasta el año en curso la Cámara de Diputados aprobó una erogación de 781 millones de pesos. ¿Y cómo se van a manejar? Este es un momento oportuno para que lo expliquen. Por lo visto el secretario de Salud no está vacunado contra el flu de los negocios.
Por demás expedito y generoso ha sido el gobierno federal en atender las urgencias de las grandes empresas altamente endeudadas en dólares o con vencimiento de corto plazo en divisa foránea. Por instrucciones del inquilino de Los Pinos, en línea con lo ordenado por sus antecesores, todo el aparato financiero del sector público ha sido puesto a disposición de tales urgencias. Miles de millones del erario se han puesto al servicio de tal fin; voluminosas cantidades han sido negociadas en calidad de línea de crédito” con el FMI o “swaps” con la Reserva Federal de Estados Unidos. Y como lo dijo el gobernador del Banco de México, por si alguien dudara de tales recursos, el propósito es claro: “proveer financiamientos a participantes del sector privado que enfrenten presiones para obtener recursos en dólares a plazo”, en el entendido que las necesidades de los mexicanos pueden esperar aún más.
Pues bien, el problema es que al dadivoso cuan veloz gobierno calderonista se le juntó roto con descocido, falta de agua con sequía: a la crisis financiera (aquel idílico “catarrito”, según versión oficial) se suma una emergencia sanitaria de gran proporción, que tiende a ser nacional, que afecta sanitaria y psicológicamente a la población en su conjunto, que trata de ser “atenuada” con la misma fallida “estrategia” utilizada para efectos de la sacudida económica, y para la cual no hay recursos con qué responder, porque todo se lo quemaron en el más reciente “rescate” de los de siempre.
Más allá de los voluminosos créditos que la banca de desarrollo (del Estado) otorgó a esas selectas empresas para librar las primeras complicaciones, en primera instancia el Banco de México puso a disposición del gran capital 4 mil millones de dólares de la “línea swap” para satisfacer sus urgencias de dólares, independientemente de “apoyos” fiscales, facilidades, cortesías y conexos. Todo para las necesidades privadas.
Para las urgencias sociales, las propinas, si bien va. Así, como el gobierno calderonista ya no tiene un peso, porque todo se lo dio a los de siempre, debió negociar un crédito con el Banco Mundial: 25 millones de dólares, de desembolso inmediato, para la “compra de medicinas, suministros médicos y equipo epidemiológico” para detectar y diagnosticar la influenza porcina en México. Adicionalmente, 180 millones de billetes verdes, que se entregarán a mediano plazo “para tratar los aspectos operacionales y capacidad institucional” relativas a dicha enfermedad, según detalló en Washington el secretario de Hacienda, Agustín Carstens (además anunció otro por mil 500 millones de dólares para desarrollo social).
El balance resulta espeluznante: alrededor de 54 mil millones de pesos, en un primer tramo, para evitar la quiebra o moratoria de las grandes empresas, y 0.6 por ciento (cerca de 337 millones, en crédito otorgado por institución externa) de esa cantidad para enfrentar la emergencia sanitaria que se extiende por el país. Todo, en medio de un discurso oficial que contradice las razones por las cuales el Banco Mundial otorgó el citado crédito, porque el inquilino de Los Pinos asegura que “tenemos en México los medicamentos suficientes para atender los casos que se puedan presentar. Esto es muy importante; la enfermedad es curable y tenemos los medicamentos para ello”, mientras Carstens sostiene que el financiamiento del BM será, precisamente, para “comprar medicinas, suministros médicos y equipo epidemiológico” para detectar y diagnosticar la influenza porcina en nuestro territorio.
Y todo ello se da en el contexto de un alarmante cuan peligroso decreto del inquilino de Los Pinos, publicado el sábado en el Diario Oficial de la Federación, que utiliza la emergencia sanitaria como pretexto para violentar la Constitución y ordenar, sin mayor trámite, “el ingreso a todo tipo de local o casa habitación para el cumplimiento de actividades dirigidas al control y combate de la epidemia”, no sin antes advertir que evitará “congregaciones de personas en cualquier lugar de reunión, incluyendo la clausura temporal de locales o centros de espectáculo”.
Tal proceder trae a la memoria aquella película del cine mexicano (El año de la peste, 1978), dirigida por Felipe Cazals, con guión de Gabriel García Márquez y Juan Arturo Brennan, basado en la novela Diario del año de la peste (1722) del inglés Daniel Defoe, y diálogos de José Agustín y los propios García Márquez y Brennan, cuya síntesis más o menos es así: “en una ciudad mexicana se presenta un brote epidémico, sin que las autoridades hagan caso de las advertencias de los especialistas. Ante la magnitud de los daños, el gobierno decide controlar la información y organizar brigadas represivas disfrazadas de grupos de fumigación, entre otras medidas para distraer la atención y evitar el pánico entre la población. Por su parte, la sociedad finge que no pasa nada, mientras la ciudad se llena de cadáveres” (cinemexicano.mty. itesm.mx/front.html).
No vaya a ser la de malas que, más allá de demostrar que de nueva cuenta lo agarraron con los dedos en la puerta, el gobierno calderonista le tome gusto a ese tipo de prácticas.
Las rebanadas del pastel
Para berrinche de Germán Larrea y pianista que lo acompaña, los mineros sindicalizados informaron ayer que el juez segundo de distrito en materia laboral en el Distrito Federal “resolvió conceder suspensión definitiva para el efecto de que no se ejecute el ilegal laudo dictado el 14 de abril, que pretendía terminar la relación de trabajo, colectiva e individual, de los trabajadores con Mexicana de Cananea, como parte de la irracional y empecinada persecución política que el gobierno mantiene hace tres años contra nosotros. Por tanto, las declaraciones de la Secretaría del Trabajo, que auguraban que ello no ocurriría, vuelven a ser desafortunadas, por decir lo menos. La huelga sigue vigente y fue declarada legal. Los mil 200 trabajadores sindicalizados están bien protegidos legalmente, y ninguna fuerza federal o estatal puede desalojarlos, so pena de violar la suspensión otorgada hasta en cinco ocasiones por diversos jueces, en una de ellas de manera definitiva. En esas condiciones, y aun cuando un importante número de elementos de la PFP se retiraron de Cananea, al país le ha costado una fortuna mantenerlos ahí para intentar desalojar a los trabajadores, en vez de dedicarlos a atacar la delincuencia. Es un gasto absurdo cuando el país se encuentra en crisis de seguridad y económica” (y epidemiológica)
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Pues bien, el problema es que al dadivoso cuan veloz gobierno calderonista se le juntó roto con descocido, falta de agua con sequía: a la crisis financiera (aquel idílico “catarrito”, según versión oficial) se suma una emergencia sanitaria de gran proporción, que tiende a ser nacional, que afecta sanitaria y psicológicamente a la población en su conjunto, que trata de ser “atenuada” con la misma fallida “estrategia” utilizada para efectos de la sacudida económica, y para la cual no hay recursos con qué responder, porque todo se lo quemaron en el más reciente “rescate” de los de siempre.
Más allá de los voluminosos créditos que la banca de desarrollo (del Estado) otorgó a esas selectas empresas para librar las primeras complicaciones, en primera instancia el Banco de México puso a disposición del gran capital 4 mil millones de dólares de la “línea swap” para satisfacer sus urgencias de dólares, independientemente de “apoyos” fiscales, facilidades, cortesías y conexos. Todo para las necesidades privadas.
Para las urgencias sociales, las propinas, si bien va. Así, como el gobierno calderonista ya no tiene un peso, porque todo se lo dio a los de siempre, debió negociar un crédito con el Banco Mundial: 25 millones de dólares, de desembolso inmediato, para la “compra de medicinas, suministros médicos y equipo epidemiológico” para detectar y diagnosticar la influenza porcina en México. Adicionalmente, 180 millones de billetes verdes, que se entregarán a mediano plazo “para tratar los aspectos operacionales y capacidad institucional” relativas a dicha enfermedad, según detalló en Washington el secretario de Hacienda, Agustín Carstens (además anunció otro por mil 500 millones de dólares para desarrollo social).
El balance resulta espeluznante: alrededor de 54 mil millones de pesos, en un primer tramo, para evitar la quiebra o moratoria de las grandes empresas, y 0.6 por ciento (cerca de 337 millones, en crédito otorgado por institución externa) de esa cantidad para enfrentar la emergencia sanitaria que se extiende por el país. Todo, en medio de un discurso oficial que contradice las razones por las cuales el Banco Mundial otorgó el citado crédito, porque el inquilino de Los Pinos asegura que “tenemos en México los medicamentos suficientes para atender los casos que se puedan presentar. Esto es muy importante; la enfermedad es curable y tenemos los medicamentos para ello”, mientras Carstens sostiene que el financiamiento del BM será, precisamente, para “comprar medicinas, suministros médicos y equipo epidemiológico” para detectar y diagnosticar la influenza porcina en nuestro territorio.
Y todo ello se da en el contexto de un alarmante cuan peligroso decreto del inquilino de Los Pinos, publicado el sábado en el Diario Oficial de la Federación, que utiliza la emergencia sanitaria como pretexto para violentar la Constitución y ordenar, sin mayor trámite, “el ingreso a todo tipo de local o casa habitación para el cumplimiento de actividades dirigidas al control y combate de la epidemia”, no sin antes advertir que evitará “congregaciones de personas en cualquier lugar de reunión, incluyendo la clausura temporal de locales o centros de espectáculo”.
Tal proceder trae a la memoria aquella película del cine mexicano (El año de la peste, 1978), dirigida por Felipe Cazals, con guión de Gabriel García Márquez y Juan Arturo Brennan, basado en la novela Diario del año de la peste (1722) del inglés Daniel Defoe, y diálogos de José Agustín y los propios García Márquez y Brennan, cuya síntesis más o menos es así: “en una ciudad mexicana se presenta un brote epidémico, sin que las autoridades hagan caso de las advertencias de los especialistas. Ante la magnitud de los daños, el gobierno decide controlar la información y organizar brigadas represivas disfrazadas de grupos de fumigación, entre otras medidas para distraer la atención y evitar el pánico entre la población. Por su parte, la sociedad finge que no pasa nada, mientras la ciudad se llena de cadáveres” (cinemexicano.mty. itesm.mx/front.html).
No vaya a ser la de malas que, más allá de demostrar que de nueva cuenta lo agarraron con los dedos en la puerta, el gobierno calderonista le tome gusto a ese tipo de prácticas.
Las rebanadas del pastel
Para berrinche de Germán Larrea y pianista que lo acompaña, los mineros sindicalizados informaron ayer que el juez segundo de distrito en materia laboral en el Distrito Federal “resolvió conceder suspensión definitiva para el efecto de que no se ejecute el ilegal laudo dictado el 14 de abril, que pretendía terminar la relación de trabajo, colectiva e individual, de los trabajadores con Mexicana de Cananea, como parte de la irracional y empecinada persecución política que el gobierno mantiene hace tres años contra nosotros. Por tanto, las declaraciones de la Secretaría del Trabajo, que auguraban que ello no ocurriría, vuelven a ser desafortunadas, por decir lo menos. La huelga sigue vigente y fue declarada legal. Los mil 200 trabajadores sindicalizados están bien protegidos legalmente, y ninguna fuerza federal o estatal puede desalojarlos, so pena de violar la suspensión otorgada hasta en cinco ocasiones por diversos jueces, en una de ellas de manera definitiva. En esas condiciones, y aun cuando un importante número de elementos de la PFP se retiraron de Cananea, al país le ha costado una fortuna mantenerlos ahí para intentar desalojar a los trabajadores, en vez de dedicarlos a atacar la delincuencia. Es un gasto absurdo cuando el país se encuentra en crisis de seguridad y económica” (y epidemiológica)
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Como medida preventiva, se han pospuesto o suspendido todas las actividades artísticas y culturales en el valle de México; entre ellas, el concierto que daría el Trío de Eugenio Toussaint el pasado 25 de abril en la sala Carlos Chávez de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las autoridades todavía no saben si éste se va a reprogramar o si definitivamente será cancelado. Los que tengan boletos podrán pedir informes, a partir del lunes 27, al teléfono 5622-7113.
Se suspendió también la presentación de Entre nosotros, el décimo larga duración de Argelia Fragoso, una de las más grandes cantantes que ha dado Cuba (y mira que si de algún lado han salido buenas voces, es de la isla). Este cedé se iba a presentar el domingo 26 en el Museo de Culturas Populares, en Coyoacán. Pero no te quedes con las ganas y cómpralo. Realmente vale la pena.
Para esta grabación, Argelia entró en contacto con el trío de jazz de Javier Colina, contrabajista español que ha navegado esto de la síncopa y la fusión al lado de Tete Montoliú, Chano Domínguez y Bebo Valdés (nomás), para armar un disco en el que el sabroso y añejo contubernio entre el bolero y el jazz alcanza dimensiones de leyenda.
En medio de la sobreoferta musical de estos días (trátese del género que sea), la de Argelia es una voz de excepción, y no sólo por la pureza y la profundidad de sus registros de contralto… ella sonríe discreta, canta sin sobresaltos, sin aspavientos, pero con una extraña y poderosa intensidad que te estremece sin remedio. Mueve los mares alzando apenas la vista, susurrando un compás.
Más allá de los motes que le han endilgado sus publicistas (La voz de oro de Cuba o La dama de la canción), la técnica vocal de Argelia es grande, es evidente y reposada. Los elementos todos están a su favor: la genética cubana, el Conservatorio alemán, la residencia española, las tablas del mundo.
Entre nosotros es editado en México por Discos Pentagrama. Está armado con 11 temas de antología y una enésima versión de La flor de la canela que no parece embonar del todo en el proyecto, aunque aun ahí la voz de Argelia es contundente: entra, sale, juega con los tiempos y los compases. Luego llegan cosas tan atractivas como Una semana sin ti, de Vicente Garrido, en la que Javier Colina ensambla un soberbio solo de contrabajo; o He perdido contigo, en la que la canción de Luis Cárdenas es tomada en un dueto de voz y contrabajo, o Te extraño, que nos permite disfrutar a Armando Manzanero en un impecable arreglo de tango-jazz. Un disco excelente.
A pesar de los pesares y las crisis, los festivales de jazz se siguen dando en todos lados. Por tercer año consecutivo, Baja California celebró el Festival Chinto Mendoza en cuatro de sus principales ciudades: Mexicali, Tijuana, Ensenada y Tecate y, según todos los reportes, el éxito fue total.
Ahí se presentaron grupos de México y Estados Unidos, como Juan Alzate, Verónica Ituarte, Héctor Espinoza, Proyecto 13, Francisco Mela Melao, Oscar Stagnaro, Alex Han y Alex Brown. Si alguien se quiere apuntar para el año entrante, comuníquese a info@institutobajajazz.com. Salud.
amalacara@prodigy.net.mx
Se suspendió también la presentación de Entre nosotros, el décimo larga duración de Argelia Fragoso, una de las más grandes cantantes que ha dado Cuba (y mira que si de algún lado han salido buenas voces, es de la isla). Este cedé se iba a presentar el domingo 26 en el Museo de Culturas Populares, en Coyoacán. Pero no te quedes con las ganas y cómpralo. Realmente vale la pena.
Para esta grabación, Argelia entró en contacto con el trío de jazz de Javier Colina, contrabajista español que ha navegado esto de la síncopa y la fusión al lado de Tete Montoliú, Chano Domínguez y Bebo Valdés (nomás), para armar un disco en el que el sabroso y añejo contubernio entre el bolero y el jazz alcanza dimensiones de leyenda.
En medio de la sobreoferta musical de estos días (trátese del género que sea), la de Argelia es una voz de excepción, y no sólo por la pureza y la profundidad de sus registros de contralto… ella sonríe discreta, canta sin sobresaltos, sin aspavientos, pero con una extraña y poderosa intensidad que te estremece sin remedio. Mueve los mares alzando apenas la vista, susurrando un compás.
Más allá de los motes que le han endilgado sus publicistas (La voz de oro de Cuba o La dama de la canción), la técnica vocal de Argelia es grande, es evidente y reposada. Los elementos todos están a su favor: la genética cubana, el Conservatorio alemán, la residencia española, las tablas del mundo.
Entre nosotros es editado en México por Discos Pentagrama. Está armado con 11 temas de antología y una enésima versión de La flor de la canela que no parece embonar del todo en el proyecto, aunque aun ahí la voz de Argelia es contundente: entra, sale, juega con los tiempos y los compases. Luego llegan cosas tan atractivas como Una semana sin ti, de Vicente Garrido, en la que Javier Colina ensambla un soberbio solo de contrabajo; o He perdido contigo, en la que la canción de Luis Cárdenas es tomada en un dueto de voz y contrabajo, o Te extraño, que nos permite disfrutar a Armando Manzanero en un impecable arreglo de tango-jazz. Un disco excelente.
A pesar de los pesares y las crisis, los festivales de jazz se siguen dando en todos lados. Por tercer año consecutivo, Baja California celebró el Festival Chinto Mendoza en cuatro de sus principales ciudades: Mexicali, Tijuana, Ensenada y Tecate y, según todos los reportes, el éxito fue total.
Ahí se presentaron grupos de México y Estados Unidos, como Juan Alzate, Verónica Ituarte, Héctor Espinoza, Proyecto 13, Francisco Mela Melao, Oscar Stagnaro, Alex Han y Alex Brown. Si alguien se quiere apuntar para el año entrante, comuníquese a info@institutobajajazz.com. Salud.
amalacara@prodigy.net.mx
EPIDEMIA CRISIS Y POBREZA
En la jornada de ayer el brote de influenza porcina que surgió en nuestro país parece haber saltado a diversas naciones: en Canadá, España, Francia, Nueva Zelanda e Israel se reportan casos de personas posiblemente infectadas con el virus de ese padecimiento; se confirman, en Estados Unidos, una veintena de casos, y el gobierno de ese país declara una emergencia de salud pública, en tanto que en diversas naciones centro y sudamericanas se monitorea a pacientes que podrían presentar contagio. En México, el brote de influenza se extiende a Hidalgo y Veracruz; en Jalisco y Nuevo León se estudia la posible presencia de casos de la enfermedad y se informa que el número de muertes confirmadas asciende a 103 en todo el territorio nacional. Asimismo, el gobierno federal anuncia que dos tercios de los enfermos en todo el país han sido dados de alta.
El inevitable contraste entre las muertes registradas en México y los cuadros provocados por el mismo virus en Estados Unidos, que parecieran mucho más benignos, tiene una explicación inevitable: la pobreza.
A lo largo de cinco lustros, cuando menos, sucesivas administraciones federales han porfiado en políticas económicas de adelgazamiento del Estado (incluidos, por supuesto, los servicios de atención sanitaria y educativa a la población), en medidas que favorecen a los capitales especuladores –especialmente los extranjeros–, en detrimento del resto de los sectores económicos, y que propician la concentración de la riqueza nacional en unas cuantas manos y la condena de millones de personas a estadios de insuficiencia en materia de ingreso, vivienda, transporte, alimentación, salud y educación.
Si algo ha impedido que la devastación neoliberal desembocara en una completa desestabilización del país ha sido el flujo migratorio hacia el país vecino del norte. Sin embargo, la perspectiva del éxodo económico parece haber llegado, en el actual contexto de crisis económica global, al límite de sus posibilidades como válvula de escape al maltrato social y económico de sucesivas administraciones a la mayoría de la población.
En el contexto así creado y agravado por los gobiernos neoliberales que van de 1988 al presente, el surgimiento de un brote viral largamente anunciado ha de ser obligadamente desastroso y, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y en diversas naciones europeas, mortal para muchos de los infectados.
Ahora, independientemente de las medidas adoptadas por los gobiernos federal y locales para tratar de contener el inicio de epidemia, el primero exhibe de nueva cuenta su falta de interés por el nuevo desastre económico que se cierne sobre los sectores más desprotegidos de la población. Cabe preguntarse cuántos miles de pequeños negocios personales y familiares –que dan sustento a gente que vive con las ganancias del día–, por no hablar de empresas pequeñas y medianas, se han vuelto ya inviables o lo harán en los días próximos; en qué porcentaje se disparará el desempleo ante el cierre de fuentes de trabajo o la imposibilidad de muchos empleados de asistir a sus centros laborales.
Sin ánimo de descalificar las disposiciones oficiales orientadas a minimizar los contagios, es obvio que éstas tendrían que haber ido acompañadas, desde un principio, de medidas de atenuación a éstos y otros impactos económicos devastadores para un amplio sector de la población del valle de México que padece los efectos de tres crisis superpuestas: la crisis en la que la política económica neoliberal lo ha mantenido sumido desde hace dos décadas o más; la crisis mundial que afecta al mundo, y la derivada de la paralización de actividades dictada por la necesidad de enfrentar el brote de influenza porcina.
Como hecho ilustrativo de esa proverbial indiferencia del gobierno ante las penurias de la población, apenas ayer por la tarde el secretario de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, admitió que la propagación de la enfermedad puede tener un impacto importante en la economía, pero consideró que era demasiado pronto para dar una opinión más completa.
En la actual circunstancia es urgente que las autoridades, además de empeñar las acciones pertinentes para evitar una mayor difusión del nuevo virus, empiecen de una vez por todas a preocuparse por rescatar a los sectores mayoritarios de la población del desastre causado por décadas de políticas económicas antipopulares; que presenten un plan real y coherente destinado a auxiliar a la ciudadanía, antes que a las grandes empresas, a los contratistas y a los grupos de interés corporativos, y que apliquen, con transparencia y honestidad, una parte suficiente del blindaje financiero recientemente obtenido para financiar acciones concretas de apoyo a asalariados, jubilados y desempleados; a deudores, a consumidores, a usuarios de servicios básicos, a causantes, a inquilinos, a estudiantes sin recursos. A fin de cuentas, las reservas monetarias del país, así como los préstamos contratados con gobiernos y organismos financieros internacionales, son dinero de la sociedad, no de los grandes empresarios ni de los funcionarios.
En la jornada de ayer el brote de influenza porcina que surgió en nuestro país parece haber saltado a diversas naciones: en Canadá, España, Francia, Nueva Zelanda e Israel se reportan casos de personas posiblemente infectadas con el virus de ese padecimiento; se confirman, en Estados Unidos, una veintena de casos, y el gobierno de ese país declara una emergencia de salud pública, en tanto que en diversas naciones centro y sudamericanas se monitorea a pacientes que podrían presentar contagio. En México, el brote de influenza se extiende a Hidalgo y Veracruz; en Jalisco y Nuevo León se estudia la posible presencia de casos de la enfermedad y se informa que el número de muertes confirmadas asciende a 103 en todo el territorio nacional. Asimismo, el gobierno federal anuncia que dos tercios de los enfermos en todo el país han sido dados de alta.
El inevitable contraste entre las muertes registradas en México y los cuadros provocados por el mismo virus en Estados Unidos, que parecieran mucho más benignos, tiene una explicación inevitable: la pobreza.
A lo largo de cinco lustros, cuando menos, sucesivas administraciones federales han porfiado en políticas económicas de adelgazamiento del Estado (incluidos, por supuesto, los servicios de atención sanitaria y educativa a la población), en medidas que favorecen a los capitales especuladores –especialmente los extranjeros–, en detrimento del resto de los sectores económicos, y que propician la concentración de la riqueza nacional en unas cuantas manos y la condena de millones de personas a estadios de insuficiencia en materia de ingreso, vivienda, transporte, alimentación, salud y educación.
Si algo ha impedido que la devastación neoliberal desembocara en una completa desestabilización del país ha sido el flujo migratorio hacia el país vecino del norte. Sin embargo, la perspectiva del éxodo económico parece haber llegado, en el actual contexto de crisis económica global, al límite de sus posibilidades como válvula de escape al maltrato social y económico de sucesivas administraciones a la mayoría de la población.
En el contexto así creado y agravado por los gobiernos neoliberales que van de 1988 al presente, el surgimiento de un brote viral largamente anunciado ha de ser obligadamente desastroso y, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y en diversas naciones europeas, mortal para muchos de los infectados.
Ahora, independientemente de las medidas adoptadas por los gobiernos federal y locales para tratar de contener el inicio de epidemia, el primero exhibe de nueva cuenta su falta de interés por el nuevo desastre económico que se cierne sobre los sectores más desprotegidos de la población. Cabe preguntarse cuántos miles de pequeños negocios personales y familiares –que dan sustento a gente que vive con las ganancias del día–, por no hablar de empresas pequeñas y medianas, se han vuelto ya inviables o lo harán en los días próximos; en qué porcentaje se disparará el desempleo ante el cierre de fuentes de trabajo o la imposibilidad de muchos empleados de asistir a sus centros laborales.
Sin ánimo de descalificar las disposiciones oficiales orientadas a minimizar los contagios, es obvio que éstas tendrían que haber ido acompañadas, desde un principio, de medidas de atenuación a éstos y otros impactos económicos devastadores para un amplio sector de la población del valle de México que padece los efectos de tres crisis superpuestas: la crisis en la que la política económica neoliberal lo ha mantenido sumido desde hace dos décadas o más; la crisis mundial que afecta al mundo, y la derivada de la paralización de actividades dictada por la necesidad de enfrentar el brote de influenza porcina.
Como hecho ilustrativo de esa proverbial indiferencia del gobierno ante las penurias de la población, apenas ayer por la tarde el secretario de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, admitió que la propagación de la enfermedad puede tener un impacto importante en la economía, pero consideró que era demasiado pronto para dar una opinión más completa.
En la actual circunstancia es urgente que las autoridades, además de empeñar las acciones pertinentes para evitar una mayor difusión del nuevo virus, empiecen de una vez por todas a preocuparse por rescatar a los sectores mayoritarios de la población del desastre causado por décadas de políticas económicas antipopulares; que presenten un plan real y coherente destinado a auxiliar a la ciudadanía, antes que a las grandes empresas, a los contratistas y a los grupos de interés corporativos, y que apliquen, con transparencia y honestidad, una parte suficiente del blindaje financiero recientemente obtenido para financiar acciones concretas de apoyo a asalariados, jubilados y desempleados; a deudores, a consumidores, a usuarios de servicios básicos, a causantes, a inquilinos, a estudiantes sin recursos. A fin de cuentas, las reservas monetarias del país, así como los préstamos contratados con gobiernos y organismos financieros internacionales, son dinero de la sociedad, no de los grandes empresarios ni de los funcionarios.
o peor es el olvido, me dice el novelista Lyonel Trouillot mientras contemplamos el anochecer que se alza como una tenue humareda sobre Puerto Príncipe, sentados en la terraza del Ibo Lele, un hotel cuyo glamur perdido atestiguan las fotos de estrellas de Hollywood alineadas en el bar, rostros que ya no dicen nada ni al más empecinado de los cinéfilos. A la mesa está con nosotros el poeta Jorge Castera, y los dos sufren con humor las heridas abiertas de su país. Reírse de las heridas abiertas es una manera de no olvidar.
El olvido. Nadie recuerda ya entre los jóvenes quién fue Françoise Papa Doc Duvalier, el médico rural que se proclamó presidente vitalicio de Haití y heredó el trono a su hijo, un adolescente de 300 libras de peso, Baby Doc Duvalier, fríos asesinos ambos que mataron a miles en nombre del sacrosanto poder mantenido gracias a su banda de sicarios, los Tonton Macutes, también ahora olvidados.
Yo les digo que en Nicaragua los jóvenes tampoco saben ya que hubo una dinastía Somoza de medio siglo, pero además, según las encuestas, dentro de los mayores de 40 años un alto porcentaje anhela al último de los Somoza y piensan que fue un gran presidente, mientras muchos de los jóvenes no tienen idea de que para derrocar a Somoza fue necesaria una revolución.
La risa de Trouillot relampaguea como el filo de un alegre cuchillo. Papa Doc escribió él mismo un Catecismo de la revolución, con oraciones que debían ser rezadas a él y a su mujer Simone. Para su esposa, una Salutación angélica, como si fuera la Virgen María. Para él, un Padre nuestro, y lo recita: “Doctor nuestro que está para siempre en el Palacio Nacional, alabado sea tu nombre por las presentes y futuras generaciones. Que se haga tu voluntad así en Puerto Príncipe como en el resto de las provincias. Danos hoy nuestro nuevo Haití, y no perdones nunca las ofensas de los antipatriotas que escupen cada día sobre nuestra patria. Déjalos caer en tentación bajo el peso de sus babas venenosas, y no los libres de ningún mal, amén”.
Extraño, digo, que Duvalier creyera que estaba haciendo una revolución. Una revolución negra, dice Castera, para él la raza fue siempre un sustento filosófico. La supremacía negra, como a lo largo de la historia de Haití, desde la independencia. La filosofía convertida en crimen, y las creencias religiosas manipuladas a su antojo.
Papa Doc creía, o dejaba que se creyera, que él mismo era la encarnación del loa barón Samedi, el dios de la muerte del panteón vudú, invisible y ubicuo, que recorre de noche los cementerios, siempre vestido de negro riguroso, como el mismo Papa Doc se vestía, y quien es fama que celebraba ritos nocturnos con los cadáveres de sus enemigos.
A un militar antiguo aliado suyo, alzado en rebelión, una vez capturado ordenó cortarle la cabeza, que fue transportada hasta el Palacio Nacional conservada en hielo, y la colocó sobre su escritorio para hacerle consultas de ultratumba sobre el destino de su poder. Por eso es que sus enemigos, para contrarrestar su trato con los loas, desenterraron el cadáver de su padre y lo cubrieron de excrementos.
Y yo les cuento de la cabeza de Pedrón Altamirano, lugarteniente de Sandino, asesinado a traición por órdenes del viejo Somoza, llevada a Managua dentro de un saco de cal viva para ser expuesta por días, ya maloliente, en el cuartel del Campo de Marte. Conté ese episodio en mi novela ¿Te dio miedo la sangre?
Jean Bertrand Aristide, el sacerdote salesiano dos veces presidente y dos veces derrocado, no ha pasado, en cambio, al olvido, y exiliado en Sudáfrica surge en las conversaciones como un fantasma inquieto. Les pregunto sobre Aristide. Ya ha caído la noche, que se llena con el canto de los coquís, las pequeñas ranitas melodiosas que entonan su coro en la oscuridad.
“El autoritarismo, la concentración de poder bajo un solo hombre que termina creyéndose predestinado, ha sido un mal constante para Haití desde la independencia”, dice Trouillot. “Hay frases de Duvalier y de Aristide sacadas de sus discursos que vienen a ser iguales. Ambos vieron lo mismo, la inmensa pobreza y el desamparo, pero sus respuestas fueron mesiánicas, y equivocadas.” Y yo no puedo sino responder que si coloco un espejo frente al rostro de Haití, el reflejo me devuelve el rostro de Nicaragua.
Detrás de cada líder que surge en la historia están siempre los loas para encumbrar su destino o despeñarlo. El 11 de septiembre de 1988 el padre Aristide decía misa en su humilde iglesia de San Juan Bosco cuando entraron los Tonton Macutes en su busca, y asesinaron a decenas de feligreses, pero él logró escapar. La mano de la divinidad estaba ya sobre su cabeza para protegerlo, y luego, para perderlo.
La mole blanca del Palacio Nacional, coronada por tres cúpulas, y que parece encendida en un brillo sobrenatural, ejerce un encantamiento imperioso sobre quienes trasponen su umbral como presidentes. Se sienten indefensos y urden mecanismos de poder que los llevan a la ruina; así, el padre Aristide inventó Las Quimeras para que lo defendieran, bandas juveniles armadas que terminaron ejecutando en las calles a los enemigos de su revolución.
Los únicos que tienen buena memoria son los loas del panteón vudú, que no olvidan repetir a cada paso la historia, con mano implacable.
http://www.sergioramirez.com
El olvido. Nadie recuerda ya entre los jóvenes quién fue Françoise Papa Doc Duvalier, el médico rural que se proclamó presidente vitalicio de Haití y heredó el trono a su hijo, un adolescente de 300 libras de peso, Baby Doc Duvalier, fríos asesinos ambos que mataron a miles en nombre del sacrosanto poder mantenido gracias a su banda de sicarios, los Tonton Macutes, también ahora olvidados.
Yo les digo que en Nicaragua los jóvenes tampoco saben ya que hubo una dinastía Somoza de medio siglo, pero además, según las encuestas, dentro de los mayores de 40 años un alto porcentaje anhela al último de los Somoza y piensan que fue un gran presidente, mientras muchos de los jóvenes no tienen idea de que para derrocar a Somoza fue necesaria una revolución.
La risa de Trouillot relampaguea como el filo de un alegre cuchillo. Papa Doc escribió él mismo un Catecismo de la revolución, con oraciones que debían ser rezadas a él y a su mujer Simone. Para su esposa, una Salutación angélica, como si fuera la Virgen María. Para él, un Padre nuestro, y lo recita: “Doctor nuestro que está para siempre en el Palacio Nacional, alabado sea tu nombre por las presentes y futuras generaciones. Que se haga tu voluntad así en Puerto Príncipe como en el resto de las provincias. Danos hoy nuestro nuevo Haití, y no perdones nunca las ofensas de los antipatriotas que escupen cada día sobre nuestra patria. Déjalos caer en tentación bajo el peso de sus babas venenosas, y no los libres de ningún mal, amén”.
Extraño, digo, que Duvalier creyera que estaba haciendo una revolución. Una revolución negra, dice Castera, para él la raza fue siempre un sustento filosófico. La supremacía negra, como a lo largo de la historia de Haití, desde la independencia. La filosofía convertida en crimen, y las creencias religiosas manipuladas a su antojo.
Papa Doc creía, o dejaba que se creyera, que él mismo era la encarnación del loa barón Samedi, el dios de la muerte del panteón vudú, invisible y ubicuo, que recorre de noche los cementerios, siempre vestido de negro riguroso, como el mismo Papa Doc se vestía, y quien es fama que celebraba ritos nocturnos con los cadáveres de sus enemigos.
A un militar antiguo aliado suyo, alzado en rebelión, una vez capturado ordenó cortarle la cabeza, que fue transportada hasta el Palacio Nacional conservada en hielo, y la colocó sobre su escritorio para hacerle consultas de ultratumba sobre el destino de su poder. Por eso es que sus enemigos, para contrarrestar su trato con los loas, desenterraron el cadáver de su padre y lo cubrieron de excrementos.
Y yo les cuento de la cabeza de Pedrón Altamirano, lugarteniente de Sandino, asesinado a traición por órdenes del viejo Somoza, llevada a Managua dentro de un saco de cal viva para ser expuesta por días, ya maloliente, en el cuartel del Campo de Marte. Conté ese episodio en mi novela ¿Te dio miedo la sangre?
Jean Bertrand Aristide, el sacerdote salesiano dos veces presidente y dos veces derrocado, no ha pasado, en cambio, al olvido, y exiliado en Sudáfrica surge en las conversaciones como un fantasma inquieto. Les pregunto sobre Aristide. Ya ha caído la noche, que se llena con el canto de los coquís, las pequeñas ranitas melodiosas que entonan su coro en la oscuridad.
“El autoritarismo, la concentración de poder bajo un solo hombre que termina creyéndose predestinado, ha sido un mal constante para Haití desde la independencia”, dice Trouillot. “Hay frases de Duvalier y de Aristide sacadas de sus discursos que vienen a ser iguales. Ambos vieron lo mismo, la inmensa pobreza y el desamparo, pero sus respuestas fueron mesiánicas, y equivocadas.” Y yo no puedo sino responder que si coloco un espejo frente al rostro de Haití, el reflejo me devuelve el rostro de Nicaragua.
Detrás de cada líder que surge en la historia están siempre los loas para encumbrar su destino o despeñarlo. El 11 de septiembre de 1988 el padre Aristide decía misa en su humilde iglesia de San Juan Bosco cuando entraron los Tonton Macutes en su busca, y asesinaron a decenas de feligreses, pero él logró escapar. La mano de la divinidad estaba ya sobre su cabeza para protegerlo, y luego, para perderlo.
La mole blanca del Palacio Nacional, coronada por tres cúpulas, y que parece encendida en un brillo sobrenatural, ejerce un encantamiento imperioso sobre quienes trasponen su umbral como presidentes. Se sienten indefensos y urden mecanismos de poder que los llevan a la ruina; así, el padre Aristide inventó Las Quimeras para que lo defendieran, bandas juveniles armadas que terminaron ejecutando en las calles a los enemigos de su revolución.
Los únicos que tienen buena memoria son los loas del panteón vudú, que no olvidan repetir a cada paso la historia, con mano implacable.
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os conocidos gremios sellaron recientemente los festejos de la reforma petrolera y su logro máximo: la nueva refinería. Uno, el sindicato nacional de trabajadores petroleros, expresó en un desplegado su más amplio reconocimiento al presidente Calderón por su afortunada decisión de construir la refinería en Tula, Hidalgo”. El líder de ese sindicato, Carlos Romero Deschamps (muy apreciado por Felipe Calderón), agregó que “todos debemos prepararnos para que unidos y fortalecidos como país, emprendamos el reto que está por iniciarse”. Otro, el Colegio de Ingenieros Civiles de México, AC y su comité de energía, reconocen en un desplegado al licenciado Calderón y al director de Pemex “por la trascendental decisión al anunciar la construcción de la nueva refinería, pues promoverá el desarrollo energético nacional, la generación de empleo y la reactivación de la ingeniería civil mexicana, la cual reitera su compromiso con México”. Eso mismo hubieran dicho ambas agrupaciones de ser Cozumel el sitio elegido.
También están muy agradecidos en Salamanca por no tener allí la refinería. Y es que esta ciudad padece serios problemas ambientales. Aunque el gobernador de Guanajuato asegura que es “el único municipio petrolero que está monitoreando intensamente la contaminación, y ha demostrado que en más de un año tiene cero días de contaminación por dióxido de azufre”, muy distinto opinan en la secretaría federal del medio ambiente y en los centros de investigación que analizan la calidad del aire.
La dependencia que preside el ingeniero Elvira afirma que la refinería de Salamanca emite cada año 46 mil toneladas de compuestos de azufre. Agréguese una enorme cantidad de otros contaminantes, como partículas suspendidas y óxido de nitrógeno, provenientes de las plantas industriales que funcionan en la zona. No en vano Salamanca figura en los reportes oficiales como la ciudad más contaminada del país. Sin embargo, no hay estudios puntuales para medir el daño que esto ocasiona a la población local y a la que vive en el corredor fabril del Bajío. Tampoco existen para otras áreas altamente afectadas por la actividad petrolera y petroquímica, como Coatzacoalcos-Minatitlán-Cangrejera-Cosoleacaque, en el sur de Veracruz. Y mucho menos para la región de Tula.
Mientras el gobernador de Hidalgo pide “la unidad de todos los habitantes de la entidad para afrontar el reto que significa la nueva refinería”, se divulgan datos que muestran el grave deterioro ambiental que allí existe, fruto de la actividad petrolera y el funcionamiento de una termoeléctrica. Ese deterioro afecta incluso a los habitantes de la zona metropolitana de la ciudad de México, hasta donde llega el bióxido de azufre producido en la vecina entidad.
Pero ese negro panorama pronto acabará, pues las autoridades anuncian que vigilarán la instalación y el funcionamiento de la nueva y modernísima refinería a fin de que tenga un “desempeño ambiental sustentable”. Hasta un Proaire, como el de la ciudad de México, planean para Hidalgo, así como purificar los suelos y las aguas. El edén con todo y gigantes de piedra. Seguramente también se resolverán los problemas que origina abastecer de agua a la nueva refinería, así como a las demás actividades que trae su funcionamiento.
Un informe oficial advierte que tanto el manto freático como las corrientes superficiales están sobrexplotadas en Hidalgo. Lo estarán más, como anota Judith Domínguez Serrano, investigadora de El Colegio de México, porque las refinerías demandan una enorme cantidad de agua, además de que el acuífero de Tula está ligado al del valle de México y gigantesca la carga de contaminantes que hoy soporta dicha región. Pero no seamos aguafiestas. En el próximo milenio todo será distinto.
Francisco Toledo es nuevamente objeto en Oaxaca de una soez campaña mediática orquestada desde el poder. El motivo: la defensa que el pintor, mecenas y promotor cultural hace del agua y el bosque de esa entidad, lo cual afecta intereses inconfesables pero inmediatamente reconocibles.
Nuestra solidaridad con su lucha.
Bernardo Bátiz V.: Delincuencia: causas y efectos
Nuestros senadores y diputados siguen discutiendo iniciativas que les envía el impugnado titular del Ejecutivo federal, en las que para combatir a la delincuencia organizada o bandas de narcotraficantes se proponen recetas que se acumulan unas sobre otras y que son ya un verdadero laberinto que poco entienden, porque todavía no se termina de discutir una ley cuando ya está llegando la nueva iniciativa, todas, según sus autores, indispensables y urgentes para salvar a México de los delincuentes.
Lo lamentable es que las recetas que se proponen están siempre relacionadas con la fuerza, nuevos tipos penales, aumento a los años de cárcel, sanciones más severas, espionaje e incremento a las facultades de las fuerzas represivas. Esto es, quieren vendernos tranquilidad y seguridad a costa de nuestras libertades y derechos, pero no van al fondo de la cuestión, al porqué del fenómeno sociológico de la cultura delincuencial.
La Secretaría de Gobernación defiende la más reciente iniciativa aduciendo que es resultado de una amplia discusión entre diversas instancias gubernamentales relacionadas con la lucha en contra de las bandas criminales y que se propone fortalecer a las instituciones que participan en esa lucha. En realidad, al menos en parte, las nuevas medidas son para justificar acciones que ya han sido y siguen siendo puestas en práctica, aun antes de que se aprueben las leyes, como ha sucedido en otros casos.
En opinión del senador Pablo Gómez, el presidente Felipe Calderón pretende adjudicarse la facultad de suspender parcialmente las garantías, decretando una especie de estado de sitio como medida para la lucha contra el narcotráfico.
Nuevamente, se trata de acciones que se ocupan y preocupan de la persecución, de más facultades a soldados y a policías, de fuerza y más fuerza y de escaladas de violencia, pero se olvidan otra vez de combatir las fuentes de las que surge el fenómeno delincuencial; nunca han pensado los funcionarios que con tanto entusiasmo y poco éxito proclaman la guerra contra el narco, ¿por qué estas fuerzas oscuras cuentan con verdaderos ejércitos de personas, en especial jóvenes dispuestos a incorporarse como integrantes de las bandas?
La respuesta es que si no combatimos las causas que propician y facilitan ambientes delincuenciales, podemos estar ampliando cárceles y encerrando a nuevas generaciones de muchachos, por años y años, sin resultados apreciables.
Hace unos días, en la sede de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, tuvo lugar una reunión de diversas personas interesadas en los problemas de la seguridad y la justicia, en la que tuve la oportunidad de escuchar al padre Luigi Ciotti, quien en Italia ha encabezado diversos grupos civiles, por supuesto no gubernamentales, pero frecuentemente cercanos a las acciones de gobierno que se han ocupado del tema.
La exposición del sacerdote Ciotti, organizador del Grupo Abele y fundador del Movimiento Libera, fue sumamente interesante. Destacó que cada vez es mayor el número de personas civiles que, con mucho valor y a pesar de las amenazas de las mafias de su país, se organizan para buscar que se sancione con energía a los delincuentes, pero también que no se olvide a las víctimas y a los familiares de las víctimas directas; en su opinión, la respuesta en contra de la delincuencia debe tener dos caminos: uno es la sanción y la persecución, pero el otro, fundamental, es buscar las causas del problema social.
En su opinión, no se puede tener éxito en esa batalla sin buscar la justicia, y en especial remarcó la justicia social; esto es, que si en la sociedad hay un fondo de injusticia estructural y un contexto de de-sigualdades económicas, culturales, educativas, que es necesario revertir, por cada delincuente que enviemos a los reclusorios, si no modificamos las estructuras injustas, aparecerán dos, tres o más dispuestos a ocupar su lugar.
No defiende, por supuesto, a los delincuentes; en una profunda expresión dice que “es incompatible la acción criminal con el Evangelio”; por ello, todos los laicos y los religiosos interesados en formar comunidades y asociaciones en contra de la criminalidad deben ocuparse, en primer lugar, de saber, de tener conocimientos para poder dar respuestas a quienes forman parte del mundo de la droga y del delito; deben también actuar no sólo con “responsabilidad”, sino principalmente con “corresponsabilidad”. La agrupación Abele, fundada por él, no es otra cosa que una red de agrupaciones que se apoyan unas a otras y que, para cambiar la cultura del delito por otra de concordia y respeto, usan todas las herramientas a su alcance: el deporte, la cultura, la convivencia social, el estudio, etcétera.
Principalmente es necesario buscar en forma colectiva la justicia, que comienza, según expresión del padre Ciotti, con la justicia social, que no es sólo la legalidad, sino que es equidad y sensibilidad ante los problemas de pobreza y marginación; en su opinión, la mafia se alimenta de la injusticia social.
Nuestras autoridades, que tanto se inquietan y agitan por los hechos terribles que los medios de comunicación nos ponen demasiado insistentemente ante nuestros ojos, deberían encauzar sus reflexiones a este otro punto de vista del problema: al combate eficaz de las causas de la descomposición social y no nada más a sus efectos, que se expresan en forma truculenta en homicidios, tiroteos y venganzas, que son terribles y que hay que sancionar, pero que no cesarán si no cegamos la fuente de injusticia de la que provienen.
jusbbv@hotmail.com
También están muy agradecidos en Salamanca por no tener allí la refinería. Y es que esta ciudad padece serios problemas ambientales. Aunque el gobernador de Guanajuato asegura que es “el único municipio petrolero que está monitoreando intensamente la contaminación, y ha demostrado que en más de un año tiene cero días de contaminación por dióxido de azufre”, muy distinto opinan en la secretaría federal del medio ambiente y en los centros de investigación que analizan la calidad del aire.
La dependencia que preside el ingeniero Elvira afirma que la refinería de Salamanca emite cada año 46 mil toneladas de compuestos de azufre. Agréguese una enorme cantidad de otros contaminantes, como partículas suspendidas y óxido de nitrógeno, provenientes de las plantas industriales que funcionan en la zona. No en vano Salamanca figura en los reportes oficiales como la ciudad más contaminada del país. Sin embargo, no hay estudios puntuales para medir el daño que esto ocasiona a la población local y a la que vive en el corredor fabril del Bajío. Tampoco existen para otras áreas altamente afectadas por la actividad petrolera y petroquímica, como Coatzacoalcos-Minatitlán-Cangrejera-Cosoleacaque, en el sur de Veracruz. Y mucho menos para la región de Tula.
Mientras el gobernador de Hidalgo pide “la unidad de todos los habitantes de la entidad para afrontar el reto que significa la nueva refinería”, se divulgan datos que muestran el grave deterioro ambiental que allí existe, fruto de la actividad petrolera y el funcionamiento de una termoeléctrica. Ese deterioro afecta incluso a los habitantes de la zona metropolitana de la ciudad de México, hasta donde llega el bióxido de azufre producido en la vecina entidad.
Pero ese negro panorama pronto acabará, pues las autoridades anuncian que vigilarán la instalación y el funcionamiento de la nueva y modernísima refinería a fin de que tenga un “desempeño ambiental sustentable”. Hasta un Proaire, como el de la ciudad de México, planean para Hidalgo, así como purificar los suelos y las aguas. El edén con todo y gigantes de piedra. Seguramente también se resolverán los problemas que origina abastecer de agua a la nueva refinería, así como a las demás actividades que trae su funcionamiento.
Un informe oficial advierte que tanto el manto freático como las corrientes superficiales están sobrexplotadas en Hidalgo. Lo estarán más, como anota Judith Domínguez Serrano, investigadora de El Colegio de México, porque las refinerías demandan una enorme cantidad de agua, además de que el acuífero de Tula está ligado al del valle de México y gigantesca la carga de contaminantes que hoy soporta dicha región. Pero no seamos aguafiestas. En el próximo milenio todo será distinto.
Francisco Toledo es nuevamente objeto en Oaxaca de una soez campaña mediática orquestada desde el poder. El motivo: la defensa que el pintor, mecenas y promotor cultural hace del agua y el bosque de esa entidad, lo cual afecta intereses inconfesables pero inmediatamente reconocibles.
Nuestra solidaridad con su lucha.
Bernardo Bátiz V.: Delincuencia: causas y efectos
Nuestros senadores y diputados siguen discutiendo iniciativas que les envía el impugnado titular del Ejecutivo federal, en las que para combatir a la delincuencia organizada o bandas de narcotraficantes se proponen recetas que se acumulan unas sobre otras y que son ya un verdadero laberinto que poco entienden, porque todavía no se termina de discutir una ley cuando ya está llegando la nueva iniciativa, todas, según sus autores, indispensables y urgentes para salvar a México de los delincuentes.
Lo lamentable es que las recetas que se proponen están siempre relacionadas con la fuerza, nuevos tipos penales, aumento a los años de cárcel, sanciones más severas, espionaje e incremento a las facultades de las fuerzas represivas. Esto es, quieren vendernos tranquilidad y seguridad a costa de nuestras libertades y derechos, pero no van al fondo de la cuestión, al porqué del fenómeno sociológico de la cultura delincuencial.
La Secretaría de Gobernación defiende la más reciente iniciativa aduciendo que es resultado de una amplia discusión entre diversas instancias gubernamentales relacionadas con la lucha en contra de las bandas criminales y que se propone fortalecer a las instituciones que participan en esa lucha. En realidad, al menos en parte, las nuevas medidas son para justificar acciones que ya han sido y siguen siendo puestas en práctica, aun antes de que se aprueben las leyes, como ha sucedido en otros casos.
En opinión del senador Pablo Gómez, el presidente Felipe Calderón pretende adjudicarse la facultad de suspender parcialmente las garantías, decretando una especie de estado de sitio como medida para la lucha contra el narcotráfico.
Nuevamente, se trata de acciones que se ocupan y preocupan de la persecución, de más facultades a soldados y a policías, de fuerza y más fuerza y de escaladas de violencia, pero se olvidan otra vez de combatir las fuentes de las que surge el fenómeno delincuencial; nunca han pensado los funcionarios que con tanto entusiasmo y poco éxito proclaman la guerra contra el narco, ¿por qué estas fuerzas oscuras cuentan con verdaderos ejércitos de personas, en especial jóvenes dispuestos a incorporarse como integrantes de las bandas?
La respuesta es que si no combatimos las causas que propician y facilitan ambientes delincuenciales, podemos estar ampliando cárceles y encerrando a nuevas generaciones de muchachos, por años y años, sin resultados apreciables.
Hace unos días, en la sede de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, tuvo lugar una reunión de diversas personas interesadas en los problemas de la seguridad y la justicia, en la que tuve la oportunidad de escuchar al padre Luigi Ciotti, quien en Italia ha encabezado diversos grupos civiles, por supuesto no gubernamentales, pero frecuentemente cercanos a las acciones de gobierno que se han ocupado del tema.
La exposición del sacerdote Ciotti, organizador del Grupo Abele y fundador del Movimiento Libera, fue sumamente interesante. Destacó que cada vez es mayor el número de personas civiles que, con mucho valor y a pesar de las amenazas de las mafias de su país, se organizan para buscar que se sancione con energía a los delincuentes, pero también que no se olvide a las víctimas y a los familiares de las víctimas directas; en su opinión, la respuesta en contra de la delincuencia debe tener dos caminos: uno es la sanción y la persecución, pero el otro, fundamental, es buscar las causas del problema social.
En su opinión, no se puede tener éxito en esa batalla sin buscar la justicia, y en especial remarcó la justicia social; esto es, que si en la sociedad hay un fondo de injusticia estructural y un contexto de de-sigualdades económicas, culturales, educativas, que es necesario revertir, por cada delincuente que enviemos a los reclusorios, si no modificamos las estructuras injustas, aparecerán dos, tres o más dispuestos a ocupar su lugar.
No defiende, por supuesto, a los delincuentes; en una profunda expresión dice que “es incompatible la acción criminal con el Evangelio”; por ello, todos los laicos y los religiosos interesados en formar comunidades y asociaciones en contra de la criminalidad deben ocuparse, en primer lugar, de saber, de tener conocimientos para poder dar respuestas a quienes forman parte del mundo de la droga y del delito; deben también actuar no sólo con “responsabilidad”, sino principalmente con “corresponsabilidad”. La agrupación Abele, fundada por él, no es otra cosa que una red de agrupaciones que se apoyan unas a otras y que, para cambiar la cultura del delito por otra de concordia y respeto, usan todas las herramientas a su alcance: el deporte, la cultura, la convivencia social, el estudio, etcétera.
Principalmente es necesario buscar en forma colectiva la justicia, que comienza, según expresión del padre Ciotti, con la justicia social, que no es sólo la legalidad, sino que es equidad y sensibilidad ante los problemas de pobreza y marginación; en su opinión, la mafia se alimenta de la injusticia social.
Nuestras autoridades, que tanto se inquietan y agitan por los hechos terribles que los medios de comunicación nos ponen demasiado insistentemente ante nuestros ojos, deberían encauzar sus reflexiones a este otro punto de vista del problema: al combate eficaz de las causas de la descomposición social y no nada más a sus efectos, que se expresan en forma truculenta en homicidios, tiroteos y venganzas, que son terribles y que hay que sancionar, pero que no cesarán si no cegamos la fuente de injusticia de la que provienen.
jusbbv@hotmail.com
Gonzalo Martínez Corbalá: Afecta la crisis a las instituciones internacionales
arece ser que la crisis mundial va a pasar a la historia del planeta, por más de una característica que se está dando y que ha afectado no sólo a México de varias maneras, que ya no es necesario repetir machaconamente, y no se diga de la influencia que ha tenido, agravando los efectos de la situación política generada por los cambios que se están dando en Bolivia con Evo Morales, o en Venezuela, donde también parece que se han tomado nuevos rumbos, impuestos indirectamente quizás, por la baja drástica en los precios del petróleo, o en Ecuador, donde Rafael Correa está en medio de la vorágine de un proceso electoral en el que se juega la presidencia de la República, o en Nicaragua, donde parece que Daniel Ortega no ha sido todo lo productivo y eficiente que se esperaba, dados sus antecedentes de participación en la revolución sandinista, y así sucesivamente hasta llegar al cono sur.
Argentina está siendo objeto de síntomas de agravamiento muy fuertes que se reflejan en su situación política, y no todo puede atribuirse a la crisis económica actual, sino que hay mucho polvo de aquellos lodos de regímenes pasados. En todo caso se le desea a la señora Kirchner que sus esfuerzos por andar a la moda en el vestido y el peinado le produzcan buenos resultados a los graves problemas políticos que tiene en su función como presidenta de la República.
México está entre la espada y la pared con la presión de nuestros vecinos al sur de la frontera, que es una región que espera –ojalá se cumplan sus deseos– que México, el gran país de la frontera norte para ellos, pueda ayudarlo en materia de energía eléctrica e inmigraciones, entre otras. Mientras, nosotros esperamos la comprensión de Barack Obama y un mejor trato del que recibimos en nuestra frontera norte por el ex presidente Bush, de mala memoria, torturador implacable y afecto a “resolver” por las armas los problemas internacionales.
De cualquier manera estamos viviendo otro momento que seguramente será histórico, no solamente con un presidente de Estados Unidos que incluso ha dado alguna esperanza de que se resuelvan los graves y añejos problemas que han afectado desde la invasión de Bahía de Cochinos a Cuba, la hermana Cuba, que no siempre recibió, incluso por parte de México, el trato fraterno y cortés de un presidente que desde que entró a la Presidencia y salió de ella nunca supo los nombres de Rafael de la Colina, Luis Padilla Nervo, Manuel Tello ni de tantos otros embajadores que trazaron la brillante trayectoria mexicana, que fue tradición obligada.
Afortunadamente y en buena hora, la nueva canciller Patricia Espinosa, con cautela y mesura ha tratado de reinstalar nuestra cancillería con modestia y seriedad, y por lo menos da la impresión de que conoce la historia y la tradición de nuestra política exterior: de respeto a la soberanía de todos los países, incluyendo, por supuesto, a nuestros vecinos del sur del Golfo y del Norte, haciendo valer también el respeto a nuestro derecho histórico indiscutible de la autodeterminación y de la soberanía nacional, sin faltar a las consideraciones pragmáticas del momento de mutuo respeto y colaboración indispensable para con nuestro vecino del norte, sobre todo en lo que se refiere al combate al narcotráfico.
Los signos que alientan la economía de Estados Unidos son básicos para el trazo que pueda dibujarse en la nuestra, golpeada por los efectos de la propia crisis y de lo que nos proyecta el poderoso vecino del norte, el que parece ser que ha abandonado la ruta de las cárceles secretas de tortura y de las invasiones a base de misiles, tanques y portaviones, ya que ha ofrecido considerar como un hecho el retiro paulatino de los soldados estadunidenses de Irak, entre otros avances que se han podido percibir, y que Obama expresa con suavidad y firmeza en sus giras por todo el mundo. Igualmente, la secretaria de Estado Hillary Clinton es sin duda la otra cara de la moneda de su antecesora, Condoleezza Rice, quien se distinguió por el ejercicio del derecho de la fuerza.
Últimamente, en noticias aparecidas en El País (15/4/09) se observan ligeros signos de recuperación de la economía estadunidense y desde la Casa Blanca se detectan mejoras en la construcción y el consumo, lo cual para México es de gran importancia por el comercio internacional, así como posibilidades de revertir los signos ominosos de la disminución en las actividades de nuestra industria en diversas ramas, lo que provoca el doloroso despido de trabajadores mexicanos, que esta vez no habrán de contar con el recurso de emigrar en búsqueda de más y mejores fuentes de trabajo hacia el norte, pues junto con el reforzamiento de la frontera para evitar el contrabando de armas también se rigidiza el paso de trabajadores mexicanos indocumentados, a quienes debemos esforzarnos por crearles aquí fuentes de trabajo.
Mientras tanto, en el no tan lejano como solía ser en otros tiempos, ni tan viejo mundo, en Europa, la crisis afecta a fondo la confianza en las instituciones de la Unión Europea y dificulta la unidad de los 27 países que la constituyen, generando una pérdida de confianza que se está traduciendo en un desinterés hacia las próximas elecciones de la Unión Europea, especialmente del Parlamento Europeo, según detectó el “eurobarómetro”: solamente 34 por ciento de los ciudadanos votará en los comicios. De modo que también Europa se encuentra afectada por la crisis mundial que nos lastima a los mexicanos, especialmente en el Reino Unido, en Austria, en Alemania y Francia.
gonzalotoribio@prodigy.net.mx
arece ser que la crisis mundial va a pasar a la historia del planeta, por más de una característica que se está dando y que ha afectado no sólo a México de varias maneras, que ya no es necesario repetir machaconamente, y no se diga de la influencia que ha tenido, agravando los efectos de la situación política generada por los cambios que se están dando en Bolivia con Evo Morales, o en Venezuela, donde también parece que se han tomado nuevos rumbos, impuestos indirectamente quizás, por la baja drástica en los precios del petróleo, o en Ecuador, donde Rafael Correa está en medio de la vorágine de un proceso electoral en el que se juega la presidencia de la República, o en Nicaragua, donde parece que Daniel Ortega no ha sido todo lo productivo y eficiente que se esperaba, dados sus antecedentes de participación en la revolución sandinista, y así sucesivamente hasta llegar al cono sur.
Argentina está siendo objeto de síntomas de agravamiento muy fuertes que se reflejan en su situación política, y no todo puede atribuirse a la crisis económica actual, sino que hay mucho polvo de aquellos lodos de regímenes pasados. En todo caso se le desea a la señora Kirchner que sus esfuerzos por andar a la moda en el vestido y el peinado le produzcan buenos resultados a los graves problemas políticos que tiene en su función como presidenta de la República.
México está entre la espada y la pared con la presión de nuestros vecinos al sur de la frontera, que es una región que espera –ojalá se cumplan sus deseos– que México, el gran país de la frontera norte para ellos, pueda ayudarlo en materia de energía eléctrica e inmigraciones, entre otras. Mientras, nosotros esperamos la comprensión de Barack Obama y un mejor trato del que recibimos en nuestra frontera norte por el ex presidente Bush, de mala memoria, torturador implacable y afecto a “resolver” por las armas los problemas internacionales.
De cualquier manera estamos viviendo otro momento que seguramente será histórico, no solamente con un presidente de Estados Unidos que incluso ha dado alguna esperanza de que se resuelvan los graves y añejos problemas que han afectado desde la invasión de Bahía de Cochinos a Cuba, la hermana Cuba, que no siempre recibió, incluso por parte de México, el trato fraterno y cortés de un presidente que desde que entró a la Presidencia y salió de ella nunca supo los nombres de Rafael de la Colina, Luis Padilla Nervo, Manuel Tello ni de tantos otros embajadores que trazaron la brillante trayectoria mexicana, que fue tradición obligada.
Afortunadamente y en buena hora, la nueva canciller Patricia Espinosa, con cautela y mesura ha tratado de reinstalar nuestra cancillería con modestia y seriedad, y por lo menos da la impresión de que conoce la historia y la tradición de nuestra política exterior: de respeto a la soberanía de todos los países, incluyendo, por supuesto, a nuestros vecinos del sur del Golfo y del Norte, haciendo valer también el respeto a nuestro derecho histórico indiscutible de la autodeterminación y de la soberanía nacional, sin faltar a las consideraciones pragmáticas del momento de mutuo respeto y colaboración indispensable para con nuestro vecino del norte, sobre todo en lo que se refiere al combate al narcotráfico.
Los signos que alientan la economía de Estados Unidos son básicos para el trazo que pueda dibujarse en la nuestra, golpeada por los efectos de la propia crisis y de lo que nos proyecta el poderoso vecino del norte, el que parece ser que ha abandonado la ruta de las cárceles secretas de tortura y de las invasiones a base de misiles, tanques y portaviones, ya que ha ofrecido considerar como un hecho el retiro paulatino de los soldados estadunidenses de Irak, entre otros avances que se han podido percibir, y que Obama expresa con suavidad y firmeza en sus giras por todo el mundo. Igualmente, la secretaria de Estado Hillary Clinton es sin duda la otra cara de la moneda de su antecesora, Condoleezza Rice, quien se distinguió por el ejercicio del derecho de la fuerza.
Últimamente, en noticias aparecidas en El País (15/4/09) se observan ligeros signos de recuperación de la economía estadunidense y desde la Casa Blanca se detectan mejoras en la construcción y el consumo, lo cual para México es de gran importancia por el comercio internacional, así como posibilidades de revertir los signos ominosos de la disminución en las actividades de nuestra industria en diversas ramas, lo que provoca el doloroso despido de trabajadores mexicanos, que esta vez no habrán de contar con el recurso de emigrar en búsqueda de más y mejores fuentes de trabajo hacia el norte, pues junto con el reforzamiento de la frontera para evitar el contrabando de armas también se rigidiza el paso de trabajadores mexicanos indocumentados, a quienes debemos esforzarnos por crearles aquí fuentes de trabajo.
Mientras tanto, en el no tan lejano como solía ser en otros tiempos, ni tan viejo mundo, en Europa, la crisis afecta a fondo la confianza en las instituciones de la Unión Europea y dificulta la unidad de los 27 países que la constituyen, generando una pérdida de confianza que se está traduciendo en un desinterés hacia las próximas elecciones de la Unión Europea, especialmente del Parlamento Europeo, según detectó el “eurobarómetro”: solamente 34 por ciento de los ciudadanos votará en los comicios. De modo que también Europa se encuentra afectada por la crisis mundial que nos lastima a los mexicanos, especialmente en el Reino Unido, en Austria, en Alemania y Francia.
gonzalotoribio@prodigy.net.mx
León Bendesky: Epidemia y sociedad
El mismo anuncio de la emergencia decretada por el gobierno federal contra la influenza provocó ya un estado de alerta entre la población. Se reconoció a altas horas de la noche del jueves 23 la gravedad del mal que tiene la forma de epidemia, es decir, este mal que se propaga entre la población de manera rápida y afecta a gran número de personas. No fue la mejor manera de anunciar el problema y empezar a ejecutar las medidas de contención requeridas.
Provoca un efecto muy extraño esta situación de fragilidad colectiva e incertidumbre. Los expertos dicen que la enfermedad se puede controlar si se atiende a tiempo y no tiene, pues, que ser mortal. La nueva variedad del virus de la influenza, en este caso una mutación de tipo porcina, es capaz de contagiarse entre los humanos. De ahí su gravedad y los problemas de contención que exige. Además, afecta a grupos de la población que en otras variedades de la enfermedad no eran los más vulnerables, es decir, los jóvenes (y no primordialmente los niños y los más viejos).
Este nuevo brote de gripe sigue los fuertes casos de tipo aviar que se presentaron no hace mucho tiempo, principalmente en Asia y África. Las autoridades sanitarias y los organismos internacionales del campo de la salud pública deben haber adquirido alguna experiencia técnica y de gestión para enfrentar las modalidades de este nuevo brote.
Se habla de la posibilidad de una pandemia, una enfermedad epidémica que se extiende ampliamente, atacando a muchos individuos en distintas regiones. Hay, sin duda, una gran preocupación entre los responsables de controlar este nuevo mal en el país y a escala mundial.
La primera responsabilidad es con la población. Las medidas de prevención parecen a primera vista demasiado sencillas para enfrentar un mal que, de no ser atendido oportunamente, puede ser mortal. Pero eso es lo que hay y tienen que exponerse de modo amplio y persistente entre todos.
Las formas de atención tienen que ser eficaces en los centros de salud y los hospitales públicos y privados, sin que se generen diferencias extremas entre quienes pueden acceder a uno u otro servicio. Hay aquí una fuerte responsabilidad del gobierno central y de los estados para garantizar el acceso a quienes tienen menos recursos para poder atenderse. Está ahora a prueba el sistema de control sanitario en conjunto y la capacidad de gestión del gobierno.
El aislamiento se ha propuesto como una manera privilegiada de prevención. Las clases se han cancelado varios días en todas las escuelas y se han cerrado centros de reunión pública. No es una situación médica ni social conocida por muchas generaciones de mexicanos.
Sería bueno una mayor explicación oficial de cómo se trata técnicamente un caso de epidemia como el que enfrentamos, es decir, cómo se aísla y controla su propagación. Igualmente, tienen que ser claras las medidas para organizar la respuesta social para contribuir al control de la misma.
No será nunca excesiva la información veraz, bien transmitida y a tiempo sobre la evolución de las condiciones médicas y de las acciones públicas que se emprendan. Los medios de comunicación tienen un papel esencial que cumplir, sin minimizar las condiciones según vayan cambiando y sin crear pánicos. Ambas cosas sólo harán más problemática la acción pública y la reacción social.
Hasta ahora el gobierno ha decidido no afectar la actividad productiva del país. En ese terreno la situación es ya suficientemente frágil y debe esperarse que la epidemia no afecte de modo más grave a las empresas y se puedan mantener los puestos de trabajo y los ingresos de las familias. La influenza aparece ahora, como dice el dicho: lloviendo sobre mojado.
Se abrió un nuevo frente en el panorama nacional que claramente complica las cosas para el gobierno y para la población en general. Además de la difícil situación económica, que tiende incluso a deteriorase, aparte de la gravedad de la confrontación con las fuerzas del narcotráfico y la inseguridad pública que se manifiesta a lo largo del país, ahora hay que atender de modo urgente la epidemia de influenza. Todo esto repercute de modo severo sobre la debilidad de las estructuras y las formas de la débil cohesión social en el país.
De la misma forma, la extensión de este mal va a requerir la acción conjunta con los gobiernos de otros países, especialmente el de Estados Unidos, de donde parece que proviene el virus en cuestión, y con el que se tiene un enorme número de corrientes diarias de la población de uno al otro lado. También la cooperación internacional se pondrá a prueba, pues nadie está exento de contagio.
No debe perderse de vista que el caso de la gripe aviar no se convirtió finalmente en una pandemia, a pesar de que se podía transmitir a grandes distancias por las aves silvestres migratorias. Ahí se puso en evidencia que había virus gripales compartidos entre aves y humanos. En el tipo de mutación de la gripe porcina que define la situación actual, puede ocurrir el mismo modo de control. En todo caso la sociedad en todas partes debe presionar a las autoridades a combatir esta epidemia.
leon@jornada.com.mx
El mismo anuncio de la emergencia decretada por el gobierno federal contra la influenza provocó ya un estado de alerta entre la población. Se reconoció a altas horas de la noche del jueves 23 la gravedad del mal que tiene la forma de epidemia, es decir, este mal que se propaga entre la población de manera rápida y afecta a gran número de personas. No fue la mejor manera de anunciar el problema y empezar a ejecutar las medidas de contención requeridas.
Provoca un efecto muy extraño esta situación de fragilidad colectiva e incertidumbre. Los expertos dicen que la enfermedad se puede controlar si se atiende a tiempo y no tiene, pues, que ser mortal. La nueva variedad del virus de la influenza, en este caso una mutación de tipo porcina, es capaz de contagiarse entre los humanos. De ahí su gravedad y los problemas de contención que exige. Además, afecta a grupos de la población que en otras variedades de la enfermedad no eran los más vulnerables, es decir, los jóvenes (y no primordialmente los niños y los más viejos).
Este nuevo brote de gripe sigue los fuertes casos de tipo aviar que se presentaron no hace mucho tiempo, principalmente en Asia y África. Las autoridades sanitarias y los organismos internacionales del campo de la salud pública deben haber adquirido alguna experiencia técnica y de gestión para enfrentar las modalidades de este nuevo brote.
Se habla de la posibilidad de una pandemia, una enfermedad epidémica que se extiende ampliamente, atacando a muchos individuos en distintas regiones. Hay, sin duda, una gran preocupación entre los responsables de controlar este nuevo mal en el país y a escala mundial.
La primera responsabilidad es con la población. Las medidas de prevención parecen a primera vista demasiado sencillas para enfrentar un mal que, de no ser atendido oportunamente, puede ser mortal. Pero eso es lo que hay y tienen que exponerse de modo amplio y persistente entre todos.
Las formas de atención tienen que ser eficaces en los centros de salud y los hospitales públicos y privados, sin que se generen diferencias extremas entre quienes pueden acceder a uno u otro servicio. Hay aquí una fuerte responsabilidad del gobierno central y de los estados para garantizar el acceso a quienes tienen menos recursos para poder atenderse. Está ahora a prueba el sistema de control sanitario en conjunto y la capacidad de gestión del gobierno.
El aislamiento se ha propuesto como una manera privilegiada de prevención. Las clases se han cancelado varios días en todas las escuelas y se han cerrado centros de reunión pública. No es una situación médica ni social conocida por muchas generaciones de mexicanos.
Sería bueno una mayor explicación oficial de cómo se trata técnicamente un caso de epidemia como el que enfrentamos, es decir, cómo se aísla y controla su propagación. Igualmente, tienen que ser claras las medidas para organizar la respuesta social para contribuir al control de la misma.
No será nunca excesiva la información veraz, bien transmitida y a tiempo sobre la evolución de las condiciones médicas y de las acciones públicas que se emprendan. Los medios de comunicación tienen un papel esencial que cumplir, sin minimizar las condiciones según vayan cambiando y sin crear pánicos. Ambas cosas sólo harán más problemática la acción pública y la reacción social.
Hasta ahora el gobierno ha decidido no afectar la actividad productiva del país. En ese terreno la situación es ya suficientemente frágil y debe esperarse que la epidemia no afecte de modo más grave a las empresas y se puedan mantener los puestos de trabajo y los ingresos de las familias. La influenza aparece ahora, como dice el dicho: lloviendo sobre mojado.
Se abrió un nuevo frente en el panorama nacional que claramente complica las cosas para el gobierno y para la población en general. Además de la difícil situación económica, que tiende incluso a deteriorase, aparte de la gravedad de la confrontación con las fuerzas del narcotráfico y la inseguridad pública que se manifiesta a lo largo del país, ahora hay que atender de modo urgente la epidemia de influenza. Todo esto repercute de modo severo sobre la debilidad de las estructuras y las formas de la débil cohesión social en el país.
De la misma forma, la extensión de este mal va a requerir la acción conjunta con los gobiernos de otros países, especialmente el de Estados Unidos, de donde parece que proviene el virus en cuestión, y con el que se tiene un enorme número de corrientes diarias de la población de uno al otro lado. También la cooperación internacional se pondrá a prueba, pues nadie está exento de contagio.
No debe perderse de vista que el caso de la gripe aviar no se convirtió finalmente en una pandemia, a pesar de que se podía transmitir a grandes distancias por las aves silvestres migratorias. Ahí se puso en evidencia que había virus gripales compartidos entre aves y humanos. En el tipo de mutación de la gripe porcina que define la situación actual, puede ocurrir el mismo modo de control. En todo caso la sociedad en todas partes debe presionar a las autoridades a combatir esta epidemia.
leon@jornada.com.mx
Javier Flores: Influenza y capacidades científicas
pesar de que el tono del mensaje del licenciado Felipe Calderón, transmitido ayer, estuvo orientado a infundir tranquilidad a la población (lo cual me parece correcto, en comparación con la primera versión generadora de pánico), no estamos todavía en el terreno de las buenas noticias. El número de nuevos casos en nuestro país no ha declinado y los datos parecen oscurecerse, mientras los reportes sobre personas infectadas en Estados Unidos, Canadá y algunas naciones europeas muestran que la infección por el virus de la influenza porcina comienza a tomar proporciones pandémicas.
Una pregunta que resulta inquietante es: ¿cómo surgió este problema sanitario? Hoy, a los ojos del exterior, el origen es México. Significaría que la mutación del virus de la influenza porcina ocurrió aquí, transmitiéndose inicialmente entre personas en nuestro país, y de ahí se diseminó al mundo. Pero esto no es necesariamente cierto. Se trata de una excesiva simplificación. La globalización, que implica un intenso intercambio de personas y mercancías, hace muy difícil determinar con precisión los orígenes de una epidemia. Pero esta incógnita se irá resolviendo a mediano y largo plazos, mediante estudios orientados a responder a esta pregunta, que incluyen la caracterización precisa del virus, al parecer ya confirmado como la mutación del A/H1N1, uno de los más frecuentes en las granjas porcinas de Norteamérica. Pero desafortunadamente estamos lejos de participar como protagonistas de estas explicaciones.
En el mensaje de Calderón llama la atención un compromiso: en las próximas 72 horas, dijo, el país contará con laboratorios especializados para confirmar el tipo de virus presente de los casos de influenza porcina. Antes afirmó otra cosa muy interesante: señaló que originalmente especialistas mexicanos habían detectado al agente viral, pero que esto fue confirmado por los laboratorios más avanzados de Canadá y Estados Unidos. No tengo ninguna duda de que México cuenta con los expertos del más alto nivel para realizar esos estudios, pues conozco la capacidad de los científicos mexicanos. Pero lo que queda claro es que estamos tratando de resolver un problema de carencias que lleva varias décadas, por la escasa atención, e incluso el desprecio gubernamental hacia las actividades científicas y tecnológicas, lo cual, como vemos, nos hace completamente dependientes del exterior aun ante problemas en los que está en juego la vida de muchos mexicanos.
Otro ejemplo es el de las vacunas. Producir una vacuna no es tarea sencilla. Implica contar con muy altas capacidades científicas y técnicas. En la actualidad los laboratorios farmacéuticos trasnacionales se benefician de las carencias en la creación de conocimientos de las naciones en desarrollo. Los costos de la prevención resultan cada vez más altos, al grado de que compiten ya con los de la atención médica en el tercer nivel (hospitales especializados). Ante la epidemia de influenza que nos aqueja, estamos cruzados de brazos esperando que de algún lado surja una nueva vacuna específica contra este mal. En otros artículos he propuesto crear proyectos de cooperación internacional, por conducto de las academias de ciencias y de medicina, con sus homólogos de naciones que comparten problemas con nosotros, en particular en la región latinoamericana, con el fin de producir nuestras propias vacunas. Lo anterior resulta válido también para la producción de medicamentos antivirales.
Creo que una de las grandes lecciones de esta epidemia de influenza porcina es que nos muestra desnudos. Contamos con grandes capacidades en el área médica. Tenemos un buen sistema de vigilancia epidemiológica y un sistema de salud pública de primera línea, construido con gran esfuerzo a lo largo de muchos decenios. Pero las debilidades tan grandes que mostramos en el área científica y tecnológica nos hace dependientes del extranjero, cuyos expertos dirán la última palabra sobre el origen de esta pandemia y cómo prevenirla en el futuro.
Nota final. He recibido muchas preguntas y comentarios sobre uno de los temas tratados en mi artículo de ayer. Al respecto quiero decir que no está confirmada la utilidad de la aspirina como auxiliar entre las modalidades de prevención ante una epidemia como la que nos aqueja. La aspirina se ha ensayado en algunas experiencias clínicas en casos de influenza estacional. Por lo tanto, como ya lo he expresado, pido a los lectores ceñirse a las recomendaciones de las autoridades de Salud.
pesar de que el tono del mensaje del licenciado Felipe Calderón, transmitido ayer, estuvo orientado a infundir tranquilidad a la población (lo cual me parece correcto, en comparación con la primera versión generadora de pánico), no estamos todavía en el terreno de las buenas noticias. El número de nuevos casos en nuestro país no ha declinado y los datos parecen oscurecerse, mientras los reportes sobre personas infectadas en Estados Unidos, Canadá y algunas naciones europeas muestran que la infección por el virus de la influenza porcina comienza a tomar proporciones pandémicas.
Una pregunta que resulta inquietante es: ¿cómo surgió este problema sanitario? Hoy, a los ojos del exterior, el origen es México. Significaría que la mutación del virus de la influenza porcina ocurrió aquí, transmitiéndose inicialmente entre personas en nuestro país, y de ahí se diseminó al mundo. Pero esto no es necesariamente cierto. Se trata de una excesiva simplificación. La globalización, que implica un intenso intercambio de personas y mercancías, hace muy difícil determinar con precisión los orígenes de una epidemia. Pero esta incógnita se irá resolviendo a mediano y largo plazos, mediante estudios orientados a responder a esta pregunta, que incluyen la caracterización precisa del virus, al parecer ya confirmado como la mutación del A/H1N1, uno de los más frecuentes en las granjas porcinas de Norteamérica. Pero desafortunadamente estamos lejos de participar como protagonistas de estas explicaciones.
En el mensaje de Calderón llama la atención un compromiso: en las próximas 72 horas, dijo, el país contará con laboratorios especializados para confirmar el tipo de virus presente de los casos de influenza porcina. Antes afirmó otra cosa muy interesante: señaló que originalmente especialistas mexicanos habían detectado al agente viral, pero que esto fue confirmado por los laboratorios más avanzados de Canadá y Estados Unidos. No tengo ninguna duda de que México cuenta con los expertos del más alto nivel para realizar esos estudios, pues conozco la capacidad de los científicos mexicanos. Pero lo que queda claro es que estamos tratando de resolver un problema de carencias que lleva varias décadas, por la escasa atención, e incluso el desprecio gubernamental hacia las actividades científicas y tecnológicas, lo cual, como vemos, nos hace completamente dependientes del exterior aun ante problemas en los que está en juego la vida de muchos mexicanos.
Otro ejemplo es el de las vacunas. Producir una vacuna no es tarea sencilla. Implica contar con muy altas capacidades científicas y técnicas. En la actualidad los laboratorios farmacéuticos trasnacionales se benefician de las carencias en la creación de conocimientos de las naciones en desarrollo. Los costos de la prevención resultan cada vez más altos, al grado de que compiten ya con los de la atención médica en el tercer nivel (hospitales especializados). Ante la epidemia de influenza que nos aqueja, estamos cruzados de brazos esperando que de algún lado surja una nueva vacuna específica contra este mal. En otros artículos he propuesto crear proyectos de cooperación internacional, por conducto de las academias de ciencias y de medicina, con sus homólogos de naciones que comparten problemas con nosotros, en particular en la región latinoamericana, con el fin de producir nuestras propias vacunas. Lo anterior resulta válido también para la producción de medicamentos antivirales.
Creo que una de las grandes lecciones de esta epidemia de influenza porcina es que nos muestra desnudos. Contamos con grandes capacidades en el área médica. Tenemos un buen sistema de vigilancia epidemiológica y un sistema de salud pública de primera línea, construido con gran esfuerzo a lo largo de muchos decenios. Pero las debilidades tan grandes que mostramos en el área científica y tecnológica nos hace dependientes del extranjero, cuyos expertos dirán la última palabra sobre el origen de esta pandemia y cómo prevenirla en el futuro.
Nota final. He recibido muchas preguntas y comentarios sobre uno de los temas tratados en mi artículo de ayer. Al respecto quiero decir que no está confirmada la utilidad de la aspirina como auxiliar entre las modalidades de prevención ante una epidemia como la que nos aqueja. La aspirina se ha ensayado en algunas experiencias clínicas en casos de influenza estacional. Por lo tanto, como ya lo he expresado, pido a los lectores ceñirse a las recomendaciones de las autoridades de Salud.
Hermann Bellinghausen: Tortura y mentira en Chiapas
Con brutalidad judicial y mediática, que no se veía desde la virtual dictadura militar establecida en Chiapas en los gobiernos de Ernesto Zedillo y Roberto Albores Guillén, el actual gobierno ha dado un salto al vacío al inventar cargos contra luchadores sociales, adherentes de la otra campaña y bases de apoyo del EZLN, difundirlos masivamente sin el menor pudor y sostener una política de tortura y terror sin sentir la necesidad de ofrecer explicaciones, ya no digamos disculpas.
No sólo Ulises Ruiz Ortiz y Enrique Peña Nieto son gobernadores que confunden impunemente orden y crimen. También Juan Sabines Guerrero y su secretario de Gobierno, Noé Castañón (resuscitado del alborismo por su protector, el secretario de Gobernación calderonista, Fernando Gómez Mont), pertenecen a esa casta de mandatarios que con una sonrisa golpean, torturan y encarcelan a ciudadanos inocentes. Busca allanar el paso a una autopista que los campesinos del trayecto rechazan.
Los ejidatarios de San Sebastián Bachajón, municipio de Chilón, desmintieron nuevamente el 24 de abril las acusaciones del gobierno contra ocho indígenas, “arraigados, acusados de delincuentes, asaltantes y narcotraficantes” de manera gratuita. Más bien han participado en acciones para controlar los asaltos y robos a turistas en las cascadas de Agua Azul. En cambio, los policías sectoriales “no sirven de nada, porque ellos lo utilizan como su negocio cuando detienen algún asaltante y después lo dejan en libertad”.
Los comisionados del ejido acusan al gobierno de invadir “el territorio de los pueblos indígenas con sus malos proyectos, autopista y hoteles”. También denuncian a la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (Opddic) de delinquir al cobijo de autoridades estatales y federales. Recuerdan que el 17 de abril ingresaron 800 policías en la región autónoma San José en Rebeldía, para desalojar a los indígenas que bloqueaban la carretera en demanda de la liberación de los detenidos.
Ese día, los agentes, “guiados por miembros de Opddic”, derribaron la caseta de cobro, robaron un radio de comunicación (que sería mostrado en la prensa como “prueba” contra los detenidos), archiveros y 115 mil pesos en efectivo. Policías que participaron en el desalojo intentaron violar a dos mujeres en Crucero Agua Azul; robaron mercancías de una tienda, propiedad de Juana Silvano García, amenazaron con violarla, y le robaron 20 mil pesos.
El día 19, miembros de Opddic y policías sectoriales ocuparon el banco de grava del ejido, en la ranchería Jol Huk’um. El 23, ejidatarios de Opddic del municipio Sitalá quisieron desalojar a indígenas de la ranchería Mojón Tzuy, “por ser adherentes de la otra campaña”. En ambas ocasiones los encabezaba Pedro Álvaro Hernández.
Los ejidatarios de la otra campaña exigen el retiro inmediato de los policías de Agua Azul y Xanil. Los agentes “sólo sirven para fabricar conflictos entre indígenas”.
La Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT) manifestó “seria preocupación” por la detención arbitraria, los malos tratos, tortura, violaciones a las garantías judiciales y el arraigo de ocho personas de las comunidades tzeltales San Sebastián Bachajón, Xanil y Crucero Agua Azul. Un día antes lo hizo Amnistía Internacional.
La acción represiva ha sido acompañada por una intensa campaña mediática del gobierno de Chiapas, que criminaliza sin fundamento a indígenas a quienes públicamente se había comprometido a respetar. Ahora, la prensa local da por “resuelto” un presunto “conflicto de dos años” entre indígenas de la localidad, lo cual, como por arte de magia, habría permitido “reanudar” el flujo de turistas a las cascadas de Agua Azul (que nunca se interrumpió), “gracias” a la presencia masiva de policías.
Los indígenas, dice la OMCT, “fueron forzados por los agentes para que se declararan asaltantes de la carretera”. Con malos tratos y torturas los obligaron a estampar sus huellas digitales “en unas hojas sin conocer su contenido”.
Los detenidos se encuentran en la siniestra casa de arraigo Quinta Pitiquitos, en Chiapa de Corzo, a solicitud de la Fiscalía Especializada Contra la Delincuencia Organizada, de la Procuraduría General de Justicia del Estado. La OMCT demandó a las autoridades garantizar la seguridad e integridad personal, así como la liberación inmediata de los arraigados, si no se pueden acreditar los delitos que les atribuyen; investigar las violaciones cometidas, e indemnizar y rehabilitar a los “arraigados”.
Ricardo Raphael
Con brutalidad judicial y mediática, que no se veía desde la virtual dictadura militar establecida en Chiapas en los gobiernos de Ernesto Zedillo y Roberto Albores Guillén, el actual gobierno ha dado un salto al vacío al inventar cargos contra luchadores sociales, adherentes de la otra campaña y bases de apoyo del EZLN, difundirlos masivamente sin el menor pudor y sostener una política de tortura y terror sin sentir la necesidad de ofrecer explicaciones, ya no digamos disculpas.
No sólo Ulises Ruiz Ortiz y Enrique Peña Nieto son gobernadores que confunden impunemente orden y crimen. También Juan Sabines Guerrero y su secretario de Gobierno, Noé Castañón (resuscitado del alborismo por su protector, el secretario de Gobernación calderonista, Fernando Gómez Mont), pertenecen a esa casta de mandatarios que con una sonrisa golpean, torturan y encarcelan a ciudadanos inocentes. Busca allanar el paso a una autopista que los campesinos del trayecto rechazan.
Los ejidatarios de San Sebastián Bachajón, municipio de Chilón, desmintieron nuevamente el 24 de abril las acusaciones del gobierno contra ocho indígenas, “arraigados, acusados de delincuentes, asaltantes y narcotraficantes” de manera gratuita. Más bien han participado en acciones para controlar los asaltos y robos a turistas en las cascadas de Agua Azul. En cambio, los policías sectoriales “no sirven de nada, porque ellos lo utilizan como su negocio cuando detienen algún asaltante y después lo dejan en libertad”.
Los comisionados del ejido acusan al gobierno de invadir “el territorio de los pueblos indígenas con sus malos proyectos, autopista y hoteles”. También denuncian a la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (Opddic) de delinquir al cobijo de autoridades estatales y federales. Recuerdan que el 17 de abril ingresaron 800 policías en la región autónoma San José en Rebeldía, para desalojar a los indígenas que bloqueaban la carretera en demanda de la liberación de los detenidos.
Ese día, los agentes, “guiados por miembros de Opddic”, derribaron la caseta de cobro, robaron un radio de comunicación (que sería mostrado en la prensa como “prueba” contra los detenidos), archiveros y 115 mil pesos en efectivo. Policías que participaron en el desalojo intentaron violar a dos mujeres en Crucero Agua Azul; robaron mercancías de una tienda, propiedad de Juana Silvano García, amenazaron con violarla, y le robaron 20 mil pesos.
El día 19, miembros de Opddic y policías sectoriales ocuparon el banco de grava del ejido, en la ranchería Jol Huk’um. El 23, ejidatarios de Opddic del municipio Sitalá quisieron desalojar a indígenas de la ranchería Mojón Tzuy, “por ser adherentes de la otra campaña”. En ambas ocasiones los encabezaba Pedro Álvaro Hernández.
Los ejidatarios de la otra campaña exigen el retiro inmediato de los policías de Agua Azul y Xanil. Los agentes “sólo sirven para fabricar conflictos entre indígenas”.
La Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT) manifestó “seria preocupación” por la detención arbitraria, los malos tratos, tortura, violaciones a las garantías judiciales y el arraigo de ocho personas de las comunidades tzeltales San Sebastián Bachajón, Xanil y Crucero Agua Azul. Un día antes lo hizo Amnistía Internacional.
La acción represiva ha sido acompañada por una intensa campaña mediática del gobierno de Chiapas, que criminaliza sin fundamento a indígenas a quienes públicamente se había comprometido a respetar. Ahora, la prensa local da por “resuelto” un presunto “conflicto de dos años” entre indígenas de la localidad, lo cual, como por arte de magia, habría permitido “reanudar” el flujo de turistas a las cascadas de Agua Azul (que nunca se interrumpió), “gracias” a la presencia masiva de policías.
Los indígenas, dice la OMCT, “fueron forzados por los agentes para que se declararan asaltantes de la carretera”. Con malos tratos y torturas los obligaron a estampar sus huellas digitales “en unas hojas sin conocer su contenido”.
Los detenidos se encuentran en la siniestra casa de arraigo Quinta Pitiquitos, en Chiapa de Corzo, a solicitud de la Fiscalía Especializada Contra la Delincuencia Organizada, de la Procuraduría General de Justicia del Estado. La OMCT demandó a las autoridades garantizar la seguridad e integridad personal, así como la liberación inmediata de los arraigados, si no se pueden acreditar los delitos que les atribuyen; investigar las violaciones cometidas, e indemnizar y rehabilitar a los “arraigados”.
Ricardo Raphael
Yo no uso tapabocas
Tres epidemias azotan mi país por estos días: la influenza porcina, la paranoia colectiva y el ocio justificado. Todas comparten coincidencias: no hay vacuna para prevenirlas, son curables y no alcanzan las medicinas, ni la infraestructura pública, para atender a quienes las padecen.
De las dos primeras se ha dicho y escrito en abundancia durante las últimas horas. Por eso he decidido concentrarme aquí en la tercera.
Dicen que es en los momentos de ocio cuando a los seres humanos mejor nos ocurre la lucidez y la inteligencia. Sin embargo, esta más reciente epidemia también podría ser utilizada para demostrar lo contrario.
Víctima (por ahora) de la tercera circunstancia, he dedicado mi tiempo a combatir el ocio solazándome con el humor —el voluntario y el involuntario— de mis compatriotas internautas.
Aguardo así, sin poder asistir a una sala de cine, al teatro o siquiera a un vulgar merendero, mientras un fatal estornudo o un extraño dolor de articulaciones me toman por sorpresa.
Sólo en calidad de mirón he pasado las últimas horas frente a la pantalla de mi computadora. Comparto ahora con otros contagiados ya por el mismo mal, una pobre síntesis de los tópicos que me visitaron durante el pasado fin de semana.
Comienzo por el tema del tapabocas. Uno que, según descubro, se ha revelado muy potente para discriminar entre mexicanos. Según se afirma en la red, ese pequeño rectángulo de tela ayuda a distinguir a los paranoicos de quienes no lo son. Afirman los más doctos en estadística que sólo tres de cada 10 han decidido cubrir su rostro con este saludable dispositivo.
Los otros siete se defienden con el argumento muy bien resumido en internet por un individuo que se hace llamar El Papaloapan: “Yo ando sin tapabocas. Si me pega ya tomaré medicamentos”. A este señor evidentemente le trae sin cuidado la cantidad de fármacos que tendrían que tomar muchos de sus congéneres si, en efecto, aquel virus mutado en un cerdo desgraciado le entrara por el cuerpo.
Otro debate explosivo que se esparce de un ordenador a otro es el que quiere explicar esta tragedia desde la siempre adictiva teoría de la conspiración. “Suena a bioterrorismo”, afirma una internauta cuyo alias en la pantalla es Bicho. Según su razón, nos encontramos ante el producto de una manipulación genética diseñada deliberadamente en un laboratorio especializado, al servicio de la perversidad humana.
Varios seguidores de la teoría de la conspiración aseguran que fue el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa —desde su infinito cálculo político— el que nos infectó con esta bacteria para distraernos mientras pasan las elecciones, se resuelve la crisis económica o los militares atrapan a El Chapo Guzmán.
Los catastrofistas concurren también a los salones virtuales de la posmodernidad. Son los convencidos de que la influenza porcina es un castigo de la madre naturaleza por nuestra necia irresponsabilidad hacia el planeta. O peor aún: una plaga de origen metafísico por nuestra desordenada y caótica vida moral. Los primeros exigen mayor conciencia para con el medio ambiente. Los segundos urgen a poner la situación en manos de Dios.
Otro grupo de ciberopinadores está firmemente convencido de que toda la culpa de la tragedia la tienen los medios de comunicación. Esas odiosas maquinarias que sólo saben hacer dinero alienando a los pobres mortales. No hay peligro en la influenza, sino en informar de sus consecuencias. Mejor la ignorancia que asesinar las neuronas de la audiencia.
De todas las expresiones con las que me topé mientras administraba mi angustia personal, ocasionada por la influenza porcina, y también por la influencia histérica, cierro este texto con tres de mis frases favoritas:
Toñitito: “La influenza porcina se produjo por andar tan expuestos los mexicanos a los spots electorales del IFE”.
Christos: “Si Andrés Manuel López Obrador fuera presidente de México, con seguridad él nos hubiera librado de esta epidemia”.
El Juan: “Si el gobierno no te cura de influenza porcina, que te la pague”.
Se agradece el humor que, en las circunstancias más desagradables e incluso trágicas, nos recuerda de qué va realmente aquello de la naturaleza humana.
Analista político
De las dos primeras se ha dicho y escrito en abundancia durante las últimas horas. Por eso he decidido concentrarme aquí en la tercera.
Dicen que es en los momentos de ocio cuando a los seres humanos mejor nos ocurre la lucidez y la inteligencia. Sin embargo, esta más reciente epidemia también podría ser utilizada para demostrar lo contrario.
Víctima (por ahora) de la tercera circunstancia, he dedicado mi tiempo a combatir el ocio solazándome con el humor —el voluntario y el involuntario— de mis compatriotas internautas.
Aguardo así, sin poder asistir a una sala de cine, al teatro o siquiera a un vulgar merendero, mientras un fatal estornudo o un extraño dolor de articulaciones me toman por sorpresa.
Sólo en calidad de mirón he pasado las últimas horas frente a la pantalla de mi computadora. Comparto ahora con otros contagiados ya por el mismo mal, una pobre síntesis de los tópicos que me visitaron durante el pasado fin de semana.
Comienzo por el tema del tapabocas. Uno que, según descubro, se ha revelado muy potente para discriminar entre mexicanos. Según se afirma en la red, ese pequeño rectángulo de tela ayuda a distinguir a los paranoicos de quienes no lo son. Afirman los más doctos en estadística que sólo tres de cada 10 han decidido cubrir su rostro con este saludable dispositivo.
Los otros siete se defienden con el argumento muy bien resumido en internet por un individuo que se hace llamar El Papaloapan: “Yo ando sin tapabocas. Si me pega ya tomaré medicamentos”. A este señor evidentemente le trae sin cuidado la cantidad de fármacos que tendrían que tomar muchos de sus congéneres si, en efecto, aquel virus mutado en un cerdo desgraciado le entrara por el cuerpo.
Otro debate explosivo que se esparce de un ordenador a otro es el que quiere explicar esta tragedia desde la siempre adictiva teoría de la conspiración. “Suena a bioterrorismo”, afirma una internauta cuyo alias en la pantalla es Bicho. Según su razón, nos encontramos ante el producto de una manipulación genética diseñada deliberadamente en un laboratorio especializado, al servicio de la perversidad humana.
Varios seguidores de la teoría de la conspiración aseguran que fue el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa —desde su infinito cálculo político— el que nos infectó con esta bacteria para distraernos mientras pasan las elecciones, se resuelve la crisis económica o los militares atrapan a El Chapo Guzmán.
Los catastrofistas concurren también a los salones virtuales de la posmodernidad. Son los convencidos de que la influenza porcina es un castigo de la madre naturaleza por nuestra necia irresponsabilidad hacia el planeta. O peor aún: una plaga de origen metafísico por nuestra desordenada y caótica vida moral. Los primeros exigen mayor conciencia para con el medio ambiente. Los segundos urgen a poner la situación en manos de Dios.
Otro grupo de ciberopinadores está firmemente convencido de que toda la culpa de la tragedia la tienen los medios de comunicación. Esas odiosas maquinarias que sólo saben hacer dinero alienando a los pobres mortales. No hay peligro en la influenza, sino en informar de sus consecuencias. Mejor la ignorancia que asesinar las neuronas de la audiencia.
De todas las expresiones con las que me topé mientras administraba mi angustia personal, ocasionada por la influenza porcina, y también por la influencia histérica, cierro este texto con tres de mis frases favoritas:
Toñitito: “La influenza porcina se produjo por andar tan expuestos los mexicanos a los spots electorales del IFE”.
Christos: “Si Andrés Manuel López Obrador fuera presidente de México, con seguridad él nos hubiera librado de esta epidemia”.
El Juan: “Si el gobierno no te cura de influenza porcina, que te la pague”.
Se agradece el humor que, en las circunstancias más desagradables e incluso trágicas, nos recuerda de qué va realmente aquello de la naturaleza humana.
Analista político
Marta Lamas
Lo esperado y lo inesperado
A partir de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la despenalización del aborto en el DF, en agosto del 2008, 10 estados han avanzado en lo que pretende ser un blindaje ante esa medida: reformar la Constitución estatal protegiendo al óvulo fecundado. El primer estado fue Sonora, el 21 de octubre del 2008, con un gobierno del PRI. El segundo fue Morelos, el 11 de noviembre, gobernado por el PAN, pero la propuesta fue presentada por una diputada priísta y una panista. El tercero fue Baja California, el 14 de diciembre del 2008, con gobierno panista, donde en votación secreta, se aprobó con el apoyo de la fracción priísta. El cuarto fue Colima, con gobierno priísta, el 17 de febrero de este año. En Puebla, con gobierno priísta, se aprobó el 12 de marzo; en Jalisco, gobernado por el PAN, el 26 de ese mismo mes. Y en este mes se sumaron cuatro estados más, todos con gobiernos del PRI: Durango, el 7 de abril; Nayarit, el 17 de abril; Quintana Roo, el 21 de abril y Campeche, el 23 de abril. Además, existen iniciativas similares en Aguascalientes, estado de México, Guanajuato, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí y Veracruz.
Una mirada a lo que ocurre en otros países cuando se modifican las leyes que regulan el aborto muestra un inevitable tira y afloja: para atrás y para adelante. Era de esperarse que la derecha orquestara una respuesta. Es mucho lo que les importa, tanto ideológica como políticamente. Y como precisamente el PAN consagra en su plataforma la defensa del óvulo fecundado era previsible que tratara de frenar en los demás estados una reforma que atenta contra principios partidarios basados en convicciones religiosas.
Lo que sí fue una sorpresa es que el PRI se sumara activamente a esta reacción fundamentalista. Justamente este partido se había caracterizado, en donde gobernaba, por modernizar los códigos penales estatales, bajando las penas de las mujeres que abortan e introduciendo nuevas causales de no penalización (como la de “inseminación forzada o no consentida”). En 1983, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, el procurador Sergio García Ramírez intentó despenalizar el aborto en el DF, y fue frenado por la reacción furibunda de la Iglesia católica y la ausencia de una acción coordinada de la sociedad. También el PRI planteó las primeras propuestas de despenalización en el DF (tanto en 2003 como en 2006), y votó las reformas. ¿Qué pasó, por qué ahora se suma a esta iniciativa e incluso la encabeza en algunos estados?
Los motivos del priísmo son muy distintos de los del panismo, que por convencimiento ha persistido en su negativa a humanizar las leyes en la materia. Los panistas han estado tejiendo una filigrana cuidadosa con la jerarquía católica para defender lo que sentencia el Vaticano y su obcecación, tan lejana a posturas demócrata-cristianas ilustradas, es congruente. En cambio, el PRI no lo es y con esta actitud parece que intenta recuperar su alianza con la jerarquía de la Iglesia católica, o por lo menos lograr que ésta se abstenga de apoyar al PAN. Resultado: así el PRI exhibe no sólo la inconsistencia de su discurso sobre los derechos de las mujeres sino una brutal ausencia de principios. El fin siempre justifica los medios, sobre todo en tiempo de elecciones.
Desde que las leyes relativas al aborto se liberalizaron en las democracias occidentales, el Vaticano ha intentado frenar la legalización por todos los medios posibles. Más le valdría ponerse al día en materia de información científica, como propone el ala progresista de esa Iglesia. Hay procesos irreversibles y, al revisar el panorama mundial, encontramos que, después de adelantos y retrocesos, lo que se sostiene como tendencia es la liberalización. ¿Por qué? Por las mismas causas por las cuales se despenalizó en el DF: porque la interrupción del embarazo es una decisión que atañe a cada mujer, y en un Estado laico hay que respetar la libertad de conciencia de personas con diversidad ideológica.
En México, no tardarán en gestarse exigencias despenalizadoras en los estados. Decidir sobre el propio destino es una demanda creciente e imparable, como se puede ver con la llegada de mujeres de todos los estados a los servicios de salud del DF. Muchas de ellas ya tienen claridad para saber qué partido garantiza su derecho a decidir. Espero que voten en consecuencia.
Directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).
A partir de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la despenalización del aborto en el DF, en agosto del 2008, 10 estados han avanzado en lo que pretende ser un blindaje ante esa medida: reformar la Constitución estatal protegiendo al óvulo fecundado. El primer estado fue Sonora, el 21 de octubre del 2008, con un gobierno del PRI. El segundo fue Morelos, el 11 de noviembre, gobernado por el PAN, pero la propuesta fue presentada por una diputada priísta y una panista. El tercero fue Baja California, el 14 de diciembre del 2008, con gobierno panista, donde en votación secreta, se aprobó con el apoyo de la fracción priísta. El cuarto fue Colima, con gobierno priísta, el 17 de febrero de este año. En Puebla, con gobierno priísta, se aprobó el 12 de marzo; en Jalisco, gobernado por el PAN, el 26 de ese mismo mes. Y en este mes se sumaron cuatro estados más, todos con gobiernos del PRI: Durango, el 7 de abril; Nayarit, el 17 de abril; Quintana Roo, el 21 de abril y Campeche, el 23 de abril. Además, existen iniciativas similares en Aguascalientes, estado de México, Guanajuato, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí y Veracruz.
Una mirada a lo que ocurre en otros países cuando se modifican las leyes que regulan el aborto muestra un inevitable tira y afloja: para atrás y para adelante. Era de esperarse que la derecha orquestara una respuesta. Es mucho lo que les importa, tanto ideológica como políticamente. Y como precisamente el PAN consagra en su plataforma la defensa del óvulo fecundado era previsible que tratara de frenar en los demás estados una reforma que atenta contra principios partidarios basados en convicciones religiosas.
Lo que sí fue una sorpresa es que el PRI se sumara activamente a esta reacción fundamentalista. Justamente este partido se había caracterizado, en donde gobernaba, por modernizar los códigos penales estatales, bajando las penas de las mujeres que abortan e introduciendo nuevas causales de no penalización (como la de “inseminación forzada o no consentida”). En 1983, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, el procurador Sergio García Ramírez intentó despenalizar el aborto en el DF, y fue frenado por la reacción furibunda de la Iglesia católica y la ausencia de una acción coordinada de la sociedad. También el PRI planteó las primeras propuestas de despenalización en el DF (tanto en 2003 como en 2006), y votó las reformas. ¿Qué pasó, por qué ahora se suma a esta iniciativa e incluso la encabeza en algunos estados?
Los motivos del priísmo son muy distintos de los del panismo, que por convencimiento ha persistido en su negativa a humanizar las leyes en la materia. Los panistas han estado tejiendo una filigrana cuidadosa con la jerarquía católica para defender lo que sentencia el Vaticano y su obcecación, tan lejana a posturas demócrata-cristianas ilustradas, es congruente. En cambio, el PRI no lo es y con esta actitud parece que intenta recuperar su alianza con la jerarquía de la Iglesia católica, o por lo menos lograr que ésta se abstenga de apoyar al PAN. Resultado: así el PRI exhibe no sólo la inconsistencia de su discurso sobre los derechos de las mujeres sino una brutal ausencia de principios. El fin siempre justifica los medios, sobre todo en tiempo de elecciones.
Desde que las leyes relativas al aborto se liberalizaron en las democracias occidentales, el Vaticano ha intentado frenar la legalización por todos los medios posibles. Más le valdría ponerse al día en materia de información científica, como propone el ala progresista de esa Iglesia. Hay procesos irreversibles y, al revisar el panorama mundial, encontramos que, después de adelantos y retrocesos, lo que se sostiene como tendencia es la liberalización. ¿Por qué? Por las mismas causas por las cuales se despenalizó en el DF: porque la interrupción del embarazo es una decisión que atañe a cada mujer, y en un Estado laico hay que respetar la libertad de conciencia de personas con diversidad ideológica.
En México, no tardarán en gestarse exigencias despenalizadoras en los estados. Decidir sobre el propio destino es una demanda creciente e imparable, como se puede ver con la llegada de mujeres de todos los estados a los servicios de salud del DF. Muchas de ellas ya tienen claridad para saber qué partido garantiza su derecho a decidir. Espero que voten en consecuencia.
Directora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).
Manuel Camacho Sólis
Cananea, negociación impostergable
Cananea es, en 2009, una zona de desastre para la política. Lo es por su valor simbólico, pero sobre todo por la incapacidad de un régimen —que aspira a ser democrático— de resolver un conflicto laboral por la vía pacífica, en detrimento de los derechos e intereses legítimos de las partes obrera y patronal.
Desde un principio, la huelga debió de haberse enfrentado por la vía de la conciliación. En una empresa, el diseño de suprimir a una de las partes, es pretencioso e impráctico; sobre todo si la parte que se propone excluir puede defenderse en los tribunales y tiene poder real. Los trabajadores, cuando tienen alguna posibilidad —así sea mínima— de defensa jurídica, determinación para resistir y sus líderes no se venden. El empresario, cuando puede mover su recurso fuera (en este caso explotar otra mina en Perú) y tiene la posibilidad de prolongar indefinidamente el conflicto, aun si ello le representa pérdidas cuantiosas. Cananea es de este género: obreros resistentes y patrón inflexible, llevan a conflicto largo y riesgoso.
Desde que la huelga comenzó, los costos han sido enormes para los trabajadores y para sus familias. También para el patrón. El señor Germán Larrea ha visto disminuido significativamente su patrimonio por la caída en los precios del cobre por la recesión, sus litigios internacionales y las ventas no realizadas por el paro en el momento de los más altos precios.
La dialéctica del conflicto ha polarizado aún más a las partes. Aunque con distintos alcances, la empresa patrocinó una costosa campaña en los medios para acusar a Napoleón Gómez Urrutia de haberse robado 55 millones de dólares y el sindicato, aunque con recursos más escasos, con lonas en las calles, ha acusado a Larrea de las muertes de Pasta de Conchos.
El gobierno anterior y el actual se han puesto incondicionalmente del lado de la empresa. La derrota de Napoleón la han convertido en prueba de su poder. Para ello han utilizado todos los recursos a su alcance. Les falta uno, el último: utilizar la fuerza. Aunque todo indica que estarían dispuestos a llegar a ese extremo; si las fuerzas locales no hacen el trabajo sucio, lo volverán a pensar. Un derramamiento de sangre en Cananea, dañaría el prestigio de Calderón en Estados Unidos, lastimaría a las fuerzas federales en la lucha contra el narco y marcaría un punto de no retorno en el manejo de los conflictos sociales; cuando además, la pradera está seca.
En Cananea debe haber una mediación confiable para llegar a una negociación. Es lo mejor, aunque con tantos agravios parezca imposible. Lo que sí es imposible, es la victoria completa de cualquiera de las partes. Quienes han ofrecido todo a Larrea, incluido el desalojo policiaco, deberían decirle la verdad. Hicimos todo, pero no podemos pagar ese costo político. Díganle la verdad: la capacidad de resistencia de los obreros fue superior a la que previeron. Obliguen al acuerdo. Este es posible. Lo es incluso en lugares donde han ocurrido guerras.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista
Desde un principio, la huelga debió de haberse enfrentado por la vía de la conciliación. En una empresa, el diseño de suprimir a una de las partes, es pretencioso e impráctico; sobre todo si la parte que se propone excluir puede defenderse en los tribunales y tiene poder real. Los trabajadores, cuando tienen alguna posibilidad —así sea mínima— de defensa jurídica, determinación para resistir y sus líderes no se venden. El empresario, cuando puede mover su recurso fuera (en este caso explotar otra mina en Perú) y tiene la posibilidad de prolongar indefinidamente el conflicto, aun si ello le representa pérdidas cuantiosas. Cananea es de este género: obreros resistentes y patrón inflexible, llevan a conflicto largo y riesgoso.
Desde que la huelga comenzó, los costos han sido enormes para los trabajadores y para sus familias. También para el patrón. El señor Germán Larrea ha visto disminuido significativamente su patrimonio por la caída en los precios del cobre por la recesión, sus litigios internacionales y las ventas no realizadas por el paro en el momento de los más altos precios.
La dialéctica del conflicto ha polarizado aún más a las partes. Aunque con distintos alcances, la empresa patrocinó una costosa campaña en los medios para acusar a Napoleón Gómez Urrutia de haberse robado 55 millones de dólares y el sindicato, aunque con recursos más escasos, con lonas en las calles, ha acusado a Larrea de las muertes de Pasta de Conchos.
El gobierno anterior y el actual se han puesto incondicionalmente del lado de la empresa. La derrota de Napoleón la han convertido en prueba de su poder. Para ello han utilizado todos los recursos a su alcance. Les falta uno, el último: utilizar la fuerza. Aunque todo indica que estarían dispuestos a llegar a ese extremo; si las fuerzas locales no hacen el trabajo sucio, lo volverán a pensar. Un derramamiento de sangre en Cananea, dañaría el prestigio de Calderón en Estados Unidos, lastimaría a las fuerzas federales en la lucha contra el narco y marcaría un punto de no retorno en el manejo de los conflictos sociales; cuando además, la pradera está seca.
En Cananea debe haber una mediación confiable para llegar a una negociación. Es lo mejor, aunque con tantos agravios parezca imposible. Lo que sí es imposible, es la victoria completa de cualquiera de las partes. Quienes han ofrecido todo a Larrea, incluido el desalojo policiaco, deberían decirle la verdad. Hicimos todo, pero no podemos pagar ese costo político. Díganle la verdad: la capacidad de resistencia de los obreros fue superior a la que previeron. Obliguen al acuerdo. Este es posible. Lo es incluso en lugares donde han ocurrido guerras.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista
Roberto Rock.
Epidemia de dudas
expedientesabiertos @hotmail.com
En el último tramo de la administración Fox, los expertos alertaron que venía un nuevo ciclo del mal, que se presentó puntualmente. Ya habrá tiempo para saber si sus prevenciones, puestas en un programa, se aplicaron debidamente.
Felicidades para Boligán, cómplice en este espacio y ganador del Premio Nacional de Periodismo.
Ya es la peor emergencia sanitaria en la capital del país desde el terremoto de 1985, pero tiene el potencial para convertirse en la más grave epidemia en la historia moderna de la ciudad, por su virulencia, su mortandad y también por ser, otra vez, un fenómeno que se ensaña con los más pobres.
Todavía el sábado la Organización Mundial de la Salud (OMS) reclamaba con lenguaje diplomático las “lagunas” de información necesaria para declarar como pandemia el brote de influenza porcina registrado en México —lo que traerá medidas en el resto del mundo—, pero las medidas asumidas aquí ya corresponden a esa etapa del problema, según lo que dispone el Plan Nacional contra Epidemia de Influenza, elaborado en 2006 por el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cenave).
Usted puede encontrar este amplio documento en la versión electrónica de estos Expedientes Abiertos en el portal de EL UNIVERSAL, o en el blog www.expedientesabiertos09.blogspot.com, que a partir de hoy busca tender un puente adicional entre usted y el autor de este espacio.
El referido plan nacional urge a desarrollar dispositivos de planeación en todo el país para estar listo ante un nuevo brote de influenza en el mundo, lo que ocurre más o menos cada 40 años. El más reciente fue en 1968, ya dirá usted si no llegó puntualmente. Pero lo hizo con un nuevo tipo del virus (hasta ahora se conocían tres), y por motivos desconocidos aún, hizo crisis en México.
El propio documento advierte que no será una sola, sino varias “olas” de brotes, y que la segunda puede ser la más agresiva. De ahí que insista en acciones preventivas urgentes, que ya nos iremos enterando si se aplicaron o no. Si hubo omisiones, las consecuencias sanitarias, sociales y políticas en el país serán enormes.
El citado plan prevé otras medidas más radicales, como reducir la movilidad de la población, lo que supondría controlar la entrada y salida de personas a barrios o ciudades específicos, cerrando sus aeropuertos y carreteras de acceso.
La cautela oficial vigente hasta ahora para liberar información sobre la actual gravedad de la pandemia puede ser comprensible porque requiere tiempo determinar si un deceso por neumonía atípica —que no responde a medicamentos usuales, por lo que es la consecuencia más grave de la influenza— es producto del nuevo virus o consecuencia de otra de las muchas causas que pueden dar lugar a un mal así.
Otro motivo de la cautela puede estar orientado a no causar pánico en la población, lo que agudizaría en la capital del país y otras ciudades un patrón que ya se advierte: la salida incesante de personas hacia otras poblaciones que suponen más seguras, lo que en los hechos puede acabar diseminando el mal por todo el territorio nacional, riesgo especialmente grave porque no en todas la entidades del país —ni siquiera en sus capitales— existen laboratorios capaces de detectar el virus de la influenza porcina. Esto puede llevar a no prescribir el tratamiento adecuado, o a desperdiciar los medicamentos existentes en pacientes que padecen otra enfermedad.
La parquedad informativa del gobierno alcanza incluso a sectores médicos, y ha puesto en casi estado de rebelión a una parte significativa de la comunidad de infectólogos, incluso en algunos centros de alta especialización, como en el Hospital de Infectología del Centro Médico La Raza, donde tradicionalmente son radicadas víctimas graves de enfermedades virales, como el VIH. Pero el viernes pasado, cuando la alerta ya había sonado, en ese nosocomio nadie sabía nada; tenían a su cargo a nueve pacientes con neumonías atípicas, que estimaban quizá erróneamente diagnosticados. Y habían recibido órdenes de liberar espacio para recibir un número no determinado de pacientes, pues les decían, la situación en el ISSSTE y en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) era “muy grave”.
Y entonces, esperaban. Con muchas preguntas. Y enormes dudas.
En el último tramo de la administración Fox, los expertos alertaron que venía un nuevo ciclo del mal, que se presentó puntualmente. Ya habrá tiempo para saber si sus prevenciones, puestas en un programa, se aplicaron debidamente.
Felicidades para Boligán, cómplice en este espacio y ganador del Premio Nacional de Periodismo.
Ya es la peor emergencia sanitaria en la capital del país desde el terremoto de 1985, pero tiene el potencial para convertirse en la más grave epidemia en la historia moderna de la ciudad, por su virulencia, su mortandad y también por ser, otra vez, un fenómeno que se ensaña con los más pobres.
Todavía el sábado la Organización Mundial de la Salud (OMS) reclamaba con lenguaje diplomático las “lagunas” de información necesaria para declarar como pandemia el brote de influenza porcina registrado en México —lo que traerá medidas en el resto del mundo—, pero las medidas asumidas aquí ya corresponden a esa etapa del problema, según lo que dispone el Plan Nacional contra Epidemia de Influenza, elaborado en 2006 por el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cenave).
Usted puede encontrar este amplio documento en la versión electrónica de estos Expedientes Abiertos en el portal de EL UNIVERSAL, o en el blog www.expedientesabiertos09.blogspot.com, que a partir de hoy busca tender un puente adicional entre usted y el autor de este espacio.
El referido plan nacional urge a desarrollar dispositivos de planeación en todo el país para estar listo ante un nuevo brote de influenza en el mundo, lo que ocurre más o menos cada 40 años. El más reciente fue en 1968, ya dirá usted si no llegó puntualmente. Pero lo hizo con un nuevo tipo del virus (hasta ahora se conocían tres), y por motivos desconocidos aún, hizo crisis en México.
El propio documento advierte que no será una sola, sino varias “olas” de brotes, y que la segunda puede ser la más agresiva. De ahí que insista en acciones preventivas urgentes, que ya nos iremos enterando si se aplicaron o no. Si hubo omisiones, las consecuencias sanitarias, sociales y políticas en el país serán enormes.
El citado plan prevé otras medidas más radicales, como reducir la movilidad de la población, lo que supondría controlar la entrada y salida de personas a barrios o ciudades específicos, cerrando sus aeropuertos y carreteras de acceso.
La cautela oficial vigente hasta ahora para liberar información sobre la actual gravedad de la pandemia puede ser comprensible porque requiere tiempo determinar si un deceso por neumonía atípica —que no responde a medicamentos usuales, por lo que es la consecuencia más grave de la influenza— es producto del nuevo virus o consecuencia de otra de las muchas causas que pueden dar lugar a un mal así.
Otro motivo de la cautela puede estar orientado a no causar pánico en la población, lo que agudizaría en la capital del país y otras ciudades un patrón que ya se advierte: la salida incesante de personas hacia otras poblaciones que suponen más seguras, lo que en los hechos puede acabar diseminando el mal por todo el territorio nacional, riesgo especialmente grave porque no en todas la entidades del país —ni siquiera en sus capitales— existen laboratorios capaces de detectar el virus de la influenza porcina. Esto puede llevar a no prescribir el tratamiento adecuado, o a desperdiciar los medicamentos existentes en pacientes que padecen otra enfermedad.
La parquedad informativa del gobierno alcanza incluso a sectores médicos, y ha puesto en casi estado de rebelión a una parte significativa de la comunidad de infectólogos, incluso en algunos centros de alta especialización, como en el Hospital de Infectología del Centro Médico La Raza, donde tradicionalmente son radicadas víctimas graves de enfermedades virales, como el VIH. Pero el viernes pasado, cuando la alerta ya había sonado, en ese nosocomio nadie sabía nada; tenían a su cargo a nueve pacientes con neumonías atípicas, que estimaban quizá erróneamente diagnosticados. Y habían recibido órdenes de liberar espacio para recibir un número no determinado de pacientes, pues les decían, la situación en el ISSSTE y en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) era “muy grave”.
Y entonces, esperaban. Con muchas preguntas. Y enormes dudas.
Lydia Cacho
Plan B
La lección del flu mexicano
Parece la escena de una película de suspenso. En aeropuertos se escuchan altavoces con indicaciones para evitar un mayor contagio del virus de Influenza mexicana A/H1N1. En las calles la gente enmascarada camina con miedo de saludarse y mira con recelo a quien tose o estornuda. Los medios y las autoridades nos han dado todas las instrucciones y seguramente, pese a su gravedad, la ciencia y el buen control sanitario detendrán pronto esta pandemia del virus que mutó en México y que ya en el mundo llaman “el flu mexicano”.
El virus de la influenza porcina A/H1N1 mutó en el cuerpo de algún mexicano por primera vez en 2009, al menos eso dicen los científicos. Lo cierto es que la trágica muerte de casi 90 personas en México y el contagio de más de 25 en Estados Unidos nos recuerda la fragilidad humana y que a pesar de la soberbia los humanos tenemos muy poco bajo control. El virus que aterra a la población y que ha forzado al gobierno estadounidense a dar alerta sanitaria por miedo a una pandemia mortal, se gestó en el cuerpo de un cerdo en alguna granja, por eso los controles fitosanitarios nunca deben subestimarse.
Existen por lo menos 39 enfermedades importantes que son contagiadas por los animales a las personas. Se llaman zoonosis. Hay sólo 48 enfermedades humanas que sufren las personas a causa de piquetes o mordidas de insectos. En México el dengue, contagiado por mosquitos, se transformó en dengue hemorrágico que ha matado sobre todo a niños y mujeres en zonas tropicales del país. Hay 42 enfermedades cuyo contagio depende del consumo de agua, vegetales o carne contaminadas por heces animales. Los gatos contagian la toxoplasmosis; la gente con sistemas inmunes débiles no debe acercarse a orina o heces de gatos y las mujeres pueden tener abortos espontáneos a causa de ella.
Las zoonosis la contagian mascotas y ganado, animalitos tiernos y simpáticos o serpientes e insectos que amedrentan. La rabia, la peste bubónica, la fiebre amarilla y las más recientes y sofisticadas que han aterrado al mundo, como la encefalitis del Nilo, la Tuberculosis bovina, el Ébola, la Listeria, el Antrax o la influenza aviar, que generó pánico mundial hace un par de años, todas nos recuerdan la importancia y responsabilidad de los gobiernos para proveer a la sociedad de servicios de salud adecuados, efectivos y accesibles.
El gobierno del DF ha ofrecido 2 millones de pesos a científicos que encuentren cura o vacuna contra el Flu mexicano, y aunque es cierto que las autoridades han actuado bien en la detección y prevención del contagio, esta crisis nos recuerda que el Estado mexicano sigue despreciando la inversión en ciencia. Que se controle la epidemia dependerá de la detección y fácil acceso a antivirales para todos los enfermos. Además de la revaloración de nuestra salud, espero que una de las lecciones para el gobierno de Felipe Calderón sea la inversión efectiva y real en desarrollo científico y tecnológico. No podemos evitar las enfermedades, pero sí estar preparados para ellas.
Parece la escena de una película de suspenso. En aeropuertos se escuchan altavoces con indicaciones para evitar un mayor contagio del virus de Influenza mexicana A/H1N1. En las calles la gente enmascarada camina con miedo de saludarse y mira con recelo a quien tose o estornuda. Los medios y las autoridades nos han dado todas las instrucciones y seguramente, pese a su gravedad, la ciencia y el buen control sanitario detendrán pronto esta pandemia del virus que mutó en México y que ya en el mundo llaman “el flu mexicano”.
El virus de la influenza porcina A/H1N1 mutó en el cuerpo de algún mexicano por primera vez en 2009, al menos eso dicen los científicos. Lo cierto es que la trágica muerte de casi 90 personas en México y el contagio de más de 25 en Estados Unidos nos recuerda la fragilidad humana y que a pesar de la soberbia los humanos tenemos muy poco bajo control. El virus que aterra a la población y que ha forzado al gobierno estadounidense a dar alerta sanitaria por miedo a una pandemia mortal, se gestó en el cuerpo de un cerdo en alguna granja, por eso los controles fitosanitarios nunca deben subestimarse.
Existen por lo menos 39 enfermedades importantes que son contagiadas por los animales a las personas. Se llaman zoonosis. Hay sólo 48 enfermedades humanas que sufren las personas a causa de piquetes o mordidas de insectos. En México el dengue, contagiado por mosquitos, se transformó en dengue hemorrágico que ha matado sobre todo a niños y mujeres en zonas tropicales del país. Hay 42 enfermedades cuyo contagio depende del consumo de agua, vegetales o carne contaminadas por heces animales. Los gatos contagian la toxoplasmosis; la gente con sistemas inmunes débiles no debe acercarse a orina o heces de gatos y las mujeres pueden tener abortos espontáneos a causa de ella.
Las zoonosis la contagian mascotas y ganado, animalitos tiernos y simpáticos o serpientes e insectos que amedrentan. La rabia, la peste bubónica, la fiebre amarilla y las más recientes y sofisticadas que han aterrado al mundo, como la encefalitis del Nilo, la Tuberculosis bovina, el Ébola, la Listeria, el Antrax o la influenza aviar, que generó pánico mundial hace un par de años, todas nos recuerdan la importancia y responsabilidad de los gobiernos para proveer a la sociedad de servicios de salud adecuados, efectivos y accesibles.
El gobierno del DF ha ofrecido 2 millones de pesos a científicos que encuentren cura o vacuna contra el Flu mexicano, y aunque es cierto que las autoridades han actuado bien en la detección y prevención del contagio, esta crisis nos recuerda que el Estado mexicano sigue despreciando la inversión en ciencia. Que se controle la epidemia dependerá de la detección y fácil acceso a antivirales para todos los enfermos. Además de la revaloración de nuestra salud, espero que una de las lecciones para el gobierno de Felipe Calderón sea la inversión efectiva y real en desarrollo científico y tecnológico. No podemos evitar las enfermedades, pero sí estar preparados para ellas.
Horizonte político
José A. Crespo
Nuestra partidocracia crece… y se fortalece
Con la anulación del voto no se busca prescindir de los partidos para que la “sociedad civil” gobierne; se pretende transformar lo que tenemos.
Según José Woldenberg, afirmar que los partidos no se diferencian en lo sustancial, equivale a que un botánico concluya que las plantas son iguales “porque todas tienen raíz, tallo, hojas, fruto y clorofila”, al ver sólo sus similitudes en lugar de sus diferencias (Reforma, 23/IV/09). Desde luego, los partidos se distinguen entre sí, pero quizá para ciertos fines específicos no muestren una diferenciación sustancial. Utilizando la misma metáfora de Woldenberg , el botánico podría concluir que un grupo de plantas tiene diferencias definitorias de tamaño, color, forma y propiedades, pero ninguna de ellas sirve para prevenir, por ejemplo, la influenza porcina. No hay contradicción en ello. Entre nuestros partidos podemos detectar muchas diferencias, tanto programáticas como organizativas: el PRI es partido de corporaciones y el PAN lo es (o era) de ciudadanos; el PANAL nació montado en el SNTE; el PSD está a favor de la despenalización del aborto y de la mariguana; el Verde impulsa la pena de muerte; el PRD está en contra de la “privatización” del petróleo; el PAN favorece el IVA a medicinas y alimentos… En una democracia genuinamente representativa, esos debieran ser los criterios para elegir. Pero si decido orientar mi voto por interrogantes como, ¿cuál partido es más confiable; cuál es menos corrupto; cuál está más comprometido con el país; cuál toma más en cuenta a los ciudadanos; cuál es más proclive a acotar los privilegios y presupuestos partidarios; cuál ha combatido la impunidad?, entonces, probablemente mi respuesta será ninguno.
Cita también Woldenberg cierta literatura de los movimientos antipolíticos y destaca sus eventuales contradicciones y falacias: se dice que es una impostura considerar a los políticos como una clase apartada de la sociedad civil, un gremio que antepone sus intereses particulares a los colectivos, que compite entre sí pero llega a acuerdos sobre sus intereses comunes e incluso llega a intercambiar impunidades por encima de la exigencia ciudadana de rendición de cuentas. ¿Y no se da eso en México? ¿De verdad? Los datos sobre la pérdida de confianza electoral y partidista de la más reciente encuesta de Gobernación no son casuales. A esa situación se le conoce como “partidocracia”, sobre lo cual también hay literatura especializada. El politólogo español Gonzalo Fernández de la Mora la define como “aquella forma de oligarquía arbitrada, en que los partidos políticos concentran la representación y la soberanía efectiva” (La partitocracia, 1977). En italiano, el término partidocrazia alude a un estado de “enfermedad del régimen democrático”, en el cual, según José Maranini: “El parlamento como órgano soberano y unitario para la articulación entre la mayoría y la oposición, no existe más. La partidocracia es la negación de la regla de la mayoría, pues un pequeño grupo de representantes concentra, sin rendir cuentas, la representación popular” (Mitos y realidad de la democracia, 1949).
Con la anulación del voto no se busca prescindir de los partidos para que la “sociedad civil” gobierne directamente ni se trata de esperar a que nazcan nuevos partidos con una forma distinta de hacer política (esa fue en 2006 mi expectativa —hoy defraudada— respecto de Alternativa Socialdemócrata). Se pretende transformar lo que tenemos. Considero que hay medidas con las que se podría incrementar nuestro control sobre los partidos (como la reelección inmediata), permitir una participación más directa en ciertas decisiones, reducir el financiamiento y los privilegios de los partidos o despartidizar las instituciones “autónomas”. Pero los partidos son reacios a tales reformas, precisamente porque afectan su poder y prebendas. Quienes sufraguen, buscarán el cambio bajo la premisa de que algún partido en efecto lo impulsará (lo pensé respecto del PAN en 2000, dada su larga historia democrática, pero muy pronto “mostró el cobre” del que está hecho). Quienes no compartimos esa premisa, buscaremos el cambio ejerciendo una presión sobre los partidos, para orillarlos —o al menos incentivarlos— a promover las reformas.
No me propongo disuadir, a quienes tengan un partido favorito, de no votar por él. Pero creo que es mejor anular el voto que simplemente abstenerse (pasiva o activamente). Lo primero es una posibilidad considerada como legítima en varias democracias, una forma no disruptiva de protesta (nuestra legislación permite votar por un candidato no registrado, para lo cual la boleta reserva un espacio, lo que jurídicamente equivale a anular el voto, según el TEPJF). Institucional y democráticamente, ¿no es menos riesgoso el “voto en blanco” que la abstención activa? Creo, contrariamente a lo que afirma el IFE en su publicidad pro voto, que un alto nivel de participación efectiva implica validar los abusos y las arbitrariedades de los partidos en conjunto y otorgarles el visto bueno para que sigan por la misma vía. Un “voto de castigo a todos” podría, quizá —sólo quizá—, moverlos a hacer reformas para compartir algo de poder con sus representados. Eso, si no quieren quedarse hablando solos o abrir la puerta a los “políticos antipolíticos” de los que habla Pepe.
Votar por el partido “menos malo” equivale —como dice un lector— a comprar la fruta menos podrida del mostrador, en vez de simplemente no llevar ninguna ese día (y, de paso, presionar así al vendedor a que, en adelante, ofrezca fruta fresca o, al menos, digerible). Es sintomático que, en conversaciones con amigos y colegas que me exhortan a votar, cuando los insto a decir cuál es, según ellos, el partido adecuado o el menos malo, y cuáles las razones para sufragar por él, recibo como respuesta un elocuente silencio. Quizá teman morderse la lengua. ¿Por qué opción —y a partir de cuáles de sus peculiaridades y virtudes— nos sugeriría Woldenberg sufragar? Igual nos convence.
Votar por el partido “menos malo” equivale a comprar la fruta menos podrida del mostrador.
José A. Crespo
Nuestra partidocracia crece… y se fortalece
Con la anulación del voto no se busca prescindir de los partidos para que la “sociedad civil” gobierne; se pretende transformar lo que tenemos.
Según José Woldenberg, afirmar que los partidos no se diferencian en lo sustancial, equivale a que un botánico concluya que las plantas son iguales “porque todas tienen raíz, tallo, hojas, fruto y clorofila”, al ver sólo sus similitudes en lugar de sus diferencias (Reforma, 23/IV/09). Desde luego, los partidos se distinguen entre sí, pero quizá para ciertos fines específicos no muestren una diferenciación sustancial. Utilizando la misma metáfora de Woldenberg , el botánico podría concluir que un grupo de plantas tiene diferencias definitorias de tamaño, color, forma y propiedades, pero ninguna de ellas sirve para prevenir, por ejemplo, la influenza porcina. No hay contradicción en ello. Entre nuestros partidos podemos detectar muchas diferencias, tanto programáticas como organizativas: el PRI es partido de corporaciones y el PAN lo es (o era) de ciudadanos; el PANAL nació montado en el SNTE; el PSD está a favor de la despenalización del aborto y de la mariguana; el Verde impulsa la pena de muerte; el PRD está en contra de la “privatización” del petróleo; el PAN favorece el IVA a medicinas y alimentos… En una democracia genuinamente representativa, esos debieran ser los criterios para elegir. Pero si decido orientar mi voto por interrogantes como, ¿cuál partido es más confiable; cuál es menos corrupto; cuál está más comprometido con el país; cuál toma más en cuenta a los ciudadanos; cuál es más proclive a acotar los privilegios y presupuestos partidarios; cuál ha combatido la impunidad?, entonces, probablemente mi respuesta será ninguno.
Cita también Woldenberg cierta literatura de los movimientos antipolíticos y destaca sus eventuales contradicciones y falacias: se dice que es una impostura considerar a los políticos como una clase apartada de la sociedad civil, un gremio que antepone sus intereses particulares a los colectivos, que compite entre sí pero llega a acuerdos sobre sus intereses comunes e incluso llega a intercambiar impunidades por encima de la exigencia ciudadana de rendición de cuentas. ¿Y no se da eso en México? ¿De verdad? Los datos sobre la pérdida de confianza electoral y partidista de la más reciente encuesta de Gobernación no son casuales. A esa situación se le conoce como “partidocracia”, sobre lo cual también hay literatura especializada. El politólogo español Gonzalo Fernández de la Mora la define como “aquella forma de oligarquía arbitrada, en que los partidos políticos concentran la representación y la soberanía efectiva” (La partitocracia, 1977). En italiano, el término partidocrazia alude a un estado de “enfermedad del régimen democrático”, en el cual, según José Maranini: “El parlamento como órgano soberano y unitario para la articulación entre la mayoría y la oposición, no existe más. La partidocracia es la negación de la regla de la mayoría, pues un pequeño grupo de representantes concentra, sin rendir cuentas, la representación popular” (Mitos y realidad de la democracia, 1949).
Con la anulación del voto no se busca prescindir de los partidos para que la “sociedad civil” gobierne directamente ni se trata de esperar a que nazcan nuevos partidos con una forma distinta de hacer política (esa fue en 2006 mi expectativa —hoy defraudada— respecto de Alternativa Socialdemócrata). Se pretende transformar lo que tenemos. Considero que hay medidas con las que se podría incrementar nuestro control sobre los partidos (como la reelección inmediata), permitir una participación más directa en ciertas decisiones, reducir el financiamiento y los privilegios de los partidos o despartidizar las instituciones “autónomas”. Pero los partidos son reacios a tales reformas, precisamente porque afectan su poder y prebendas. Quienes sufraguen, buscarán el cambio bajo la premisa de que algún partido en efecto lo impulsará (lo pensé respecto del PAN en 2000, dada su larga historia democrática, pero muy pronto “mostró el cobre” del que está hecho). Quienes no compartimos esa premisa, buscaremos el cambio ejerciendo una presión sobre los partidos, para orillarlos —o al menos incentivarlos— a promover las reformas.
No me propongo disuadir, a quienes tengan un partido favorito, de no votar por él. Pero creo que es mejor anular el voto que simplemente abstenerse (pasiva o activamente). Lo primero es una posibilidad considerada como legítima en varias democracias, una forma no disruptiva de protesta (nuestra legislación permite votar por un candidato no registrado, para lo cual la boleta reserva un espacio, lo que jurídicamente equivale a anular el voto, según el TEPJF). Institucional y democráticamente, ¿no es menos riesgoso el “voto en blanco” que la abstención activa? Creo, contrariamente a lo que afirma el IFE en su publicidad pro voto, que un alto nivel de participación efectiva implica validar los abusos y las arbitrariedades de los partidos en conjunto y otorgarles el visto bueno para que sigan por la misma vía. Un “voto de castigo a todos” podría, quizá —sólo quizá—, moverlos a hacer reformas para compartir algo de poder con sus representados. Eso, si no quieren quedarse hablando solos o abrir la puerta a los “políticos antipolíticos” de los que habla Pepe.
Votar por el partido “menos malo” equivale —como dice un lector— a comprar la fruta menos podrida del mostrador, en vez de simplemente no llevar ninguna ese día (y, de paso, presionar así al vendedor a que, en adelante, ofrezca fruta fresca o, al menos, digerible). Es sintomático que, en conversaciones con amigos y colegas que me exhortan a votar, cuando los insto a decir cuál es, según ellos, el partido adecuado o el menos malo, y cuáles las razones para sufragar por él, recibo como respuesta un elocuente silencio. Quizá teman morderse la lengua. ¿Por qué opción —y a partir de cuáles de sus peculiaridades y virtudes— nos sugeriría Woldenberg sufragar? Igual nos convence.
Votar por el partido “menos malo” equivale a comprar la fruta menos podrida del mostrador.
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