5/01/2009

Periodistas pal café.....



Horizonte político
José A. Crespo
Efectos políticos
Los pocos días que han pasado desde cuando se decretó la epidemia viral (y cuya primera denominación ha afectado injustamente a los porcicultores, sobre todo mexicanos, y provocó el sacrificio de 300 mil puercos en Egipto) han generado elevados costos a la economía mexicana: las diversas contingencias constituyen un golpe a los planes de superación de la crisis económica, de por sí grave. Los daños dependerán de la duración y la eficacia de la contingencia y, por tanto, no se pueden ahora estimar con precisión. Menos claros son los efectos políticos y los costos para los gobiernos nacional y estatales. Eso dependerá de su futuro desempeño, si bien algunos adelantan versiones sobre retrasos y malos manejos de la crisis sanitaria. La mayoría ciudadana, según encuestas, valora bien lo hecho hasta ahora. Y, sin embargo, hay varios testimonios de negligencia médica que reflejan el desorden y la improvisación que nos caracterizan como país. Y la decisión sobre los restaurantes en la capital resulta sumamente cuestionable (las filas para llevar comida pueden ser más peligrosas que comer cada quien en su mesa). Y ya hay escasez de materiales preventivos, rechazo en hospitales de enfermos con la sintomatología, y cifras oficiales confusas. Pero ya vendrá la evaluación general.
Un elemento clave en la comunicación sobre una epidemia es buscar el equilibrio para que la gente tome en serio la gravedad del asunto y siga puntualmente las medidas de prevención, mas sin caer en el pánico. Pero otro virus muy perjudicial, resurgido a raíz de la emergencia, es la rumorología, cuya capacidad de contagio parece mayor que la de la “influenza humana”. Dice un Diccionario Político (1999) que, “conforme la información viaja de persona a persona, se va deformando hasta perder su exactitud… Los rumores surgen de situaciones que no están adecuadamente definidas como cuando ha habido una ruptura en la rutina diaria que no se esperaba, cuando hay un cambio importante en el medio ambiente, cuando hay que enfrentar alternativas cuyos resultados son inciertos, cuando las personas están bajo una tensión permanente”, entre otras. Como rasgos esenciales de los rumores, se apuntan los siguientes: “Pocas veces conservan su esencia original; se extienden a gran velocidad; a su narrativa se agregan envidia y rencores; se transmiten más en comunidades que utilizan canales informales poco eficientes de comunicación; las buenas noticias viajan menos rápido que las malas”. Pero la falta de credibilidad en las instituciones y las autoridades es clave, más en un país como México, donde suele creerse exactamente lo contrario a lo que expresan funcionarios y autoridades. Así, “cuando existe desconfianza en las fuentes oficiales —dice este Diccionario—, entonces los individuos acuden unos a otros para la obtención de noticias”.
En efecto, los rumores no se hicieron esperar. Ahí esta la patética versión de que todo se circunscribe a un ardid del gobierno federal para distraer al público de otros problemas y obtener ganancia político-electoral. Otra versión hace el siguiente silogismo: “A) Desde hace más de dos años la industria farmacéutica a nivel mundial tenía problemas financieros por la baja en la venta de medicamentos; B) Si no creas guerras, crea enfermedades (la economía mundial debería ponerse en marcha); C) México, perfecto trampolín para lanzar la enfermedad, de aquí saldrían turistas a diferentes partes del mundo, pero, curiosamente, los países que reportan enfermos que visitaron México y que están reforzando su cerco sanitario son los que integran el G-7; D) De antemano es un alivio para el Banco Mundial y las bolsas del mundo”. En el otro extremo, circula una “teoría” sobre un ataque bio-terrorista que viene de los países ricos, con el propósito específico de mermar la población mexicana. Células infectadas con el virus habrían sido rociadas desde aviones, con la complicidad y anuencia del gobierno mexicano. Hay también recetas naturistas que presuntamente curan la enfermedad ipso facto.
Historias como de marcianos o de esas que invocan las peores catástrofes. Pero siempre habrá quien las crea, lo que alimenta en esa medida la indiferencia o el pánico. El miedo no anda en burro; la suspicacia, tampoco. El problema se incrementa por la falta de confianza y de credibilidad en nuestras autoridades, que en situaciones de emergencia se vuelve fatal. La suspicacia hacia nuestras autoridades se ha amainado por la coincidencia de instituciones internacionales y gobiernos extranjeros en la alarma general. Las sospechas proliferan, en parte, por el tipo de decisiones que se discuten o toman en el Congreso sin la debida atención pública, que está concentrada en la emergencia. Tales como la ley que capacita al Ejecutivo para decretar “estado de emergencia”, la legalización del Ejército en funciones policiales, la modificación de la ley de acción colectiva —con vergonzosa unanimidad— en detrimento de los ciudadanos y a favor de las grandes corporaciones empresariales, una que despenaliza el consumo de drogas (y con la que concuerdo), y otras iniciativas legisladas al vapor. Si el país está en contingencia, ¿por qué no mejor detener también la “producción” legislativa mientras no se normalice la situación, para no evadir el escrutinio público, ni facilitar la proliferación de ese inevitable sospechosismo?
De hecho, las campañas electorales no podrán desplegare de manera normal, según ha recomendado el IFE. Los partidos se han comprometido a no sacar “raja electoral” de este asunto, como sí lo han hecho respecto del narcotráfico. Incluso, desde ayer por la mañana se hablaba de posponer los comicios. “Estamos preparados para cualquier eventualidad en el sentido de tener que redefinir los plazos del proceso electoral”, dijo Leonardo Valdés (29/IV/09). Pero el secretario de Salud no ha considerado necesario aplazar el día de la elección. Quién sabe más adelante.
Historias de marcianos o que invocan las peores catástrofes siempre habrá quien las crea, lo que alimenta en esa medida el pánico.

Porfirio Muñoz Ledo
Secuestro electoral
Cuando la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente, en 1972, acuñamos una frase esclarecedora: “No hay peor contaminante que la miseria”. Queríamos prevenir cualquier operación de los países avanzados tendiente a imponer pautas de desarrollo a los demás y colocar además el énfasis en la injusticia económica internacional y la degradación material generada por la desigualdad.
Unas son las causas de las enfermedades —su etiología— y otras las condiciones sociales y la debilidad institucional que contribuyen a su propagación y lastran su combate oportuno y eficaz. El caso de la influenza A/H1N1 diseminada en nuestro país es un ejemplo palmario de la incuria y la decadencia como detonadores de una PANdemia.
Los estragos que el huracán Katrina —agosto de 2005— provocó en Nueva Orleáns evidenciaron la mortandad incubada en la indefensión de la pobreza. Un reducto del tercer mundo —en medio de la opulencia— pagó elevado precio por las condiciones de insalubridad, marginación, precaria infraestructura, servicios públicos insuficientes y descuidos culpables de la administración Bush.
La tragedia fue utilizada para desencadenar privatizaciones, de acuerdo con la estrategia descrita por Naomi Klein en Capitalismo de shock. Las crisis debían ser aprovechadas para profundizar el modelo neoliberal, que era —paradójicamente— la causa última del desamparo y la excesiva mortandad.
Sin contar con la cínica manipulación política de la que fueron objeto el derrumbe de las torres gemelas en Nueva York y el atentado terrorista de Atocha en víspera de las elecciones españolas. Cada quien padece el fundamentalismo que le toca. El “comité de salud pública” de los jacobinos franceses los condujo a la guillotina y el nuestro está programado para la entronización de El Yunque.
La acción eficaz, la transparencia y la mesura son pruebas de la racionalidad del Estado. En nuestro caso deslumbra la exhibición de lo contrario. Aparecen datos sobre el conocimiento que tenían desde hace tiempo las instancias médicas respecto del probable desencadenamiento de la epidemia y la existencia de brotes específicos a finales del año pasado.
Debido a que en Estados Unidos surgieron casos de esta influenza desde diciembre de 2005, sus autoridades determinaron las sustancias idóneas para contrarrestarla. El Boletín de Práctica Médica divulgó aquí en diciembre de 2006 un catálogo de “acciones básicas ante una pandemia de influenza” y el Seminario Internacional de Influenza de octubre último predijo que podría precipitarse en razón de “los daños causados por la situación económica que atraviesa el mundo”.
Es claro que el 18 de marzo “expropiamos” el virus procedente del Canadá y que de inmediato comenzó su propagación: hospitalizaciones, diagnósticos erráticos, decesos y comunicaciones cruzadas entre autoridades de salud. Nada se hizo público durante las visitas de Sarkozy y de Obama, que tuvieron sin embargo limitantes por razones sanitarias.
No fue sino hasta el 25 de abril que el Ejecutivo desencadenó un operativo sigilosamente preparado. Reunión del Consejo Nacional de Salud, adoctrinamiento a los medios electrónicos y aparición de Calderón otorgando facultades de excepción al secretario de Salud. Decreto ostentosamente violatorio de garantías constitucionales.
Sorprende el silencio cuando no la complicidad del Congreso ante esta “dictadura sanitaria”. Remedo de la militarización del país y la declaración de guerra al crimen organizado. Esta vez Calderón no se vistió de médico, como entonces lo hizo de general, pero tal vez se disfrace —antes de las elecciones— para anunciar que ha derrotado el mal.
Asombra más la declaración del propio Ejecutivo en el sentido de que el país carece de los medios técnicos “capaces de identificar el diagnóstico, el tratamiento y la estrategia preventiva”, pero que en 72 horas los tendría, plazo que se ha prolongado indefinidamente. Como en tiempos de la Revolución: “Primero disparas y luego averiguas”.
¿Por qué México produce el mayor número de muertos? Si no somos un Estado fallido, nos parecemos mucho. Obedecemos a la definición de Fukuyama sobre la debilidad institucional de los países periféricos —la otra cara de la globalización—, que combina en el mismo saco apocalíptico terrorismo, narcotráfico, crimen organizado, éxodos migratorios y epidemias que amenazan al “mundo civilizado”.
El proceso electoral obliga a una reflexión colectiva y una acción responsable. No podríamos aceptar el secuestro de la conciencia pública y la desmovilización ciudadana por la manipulación mediática. Cubrebocas sí, “cubrementes” no. El manejo de la salud debiera quedar en manos de expertos y su difusión confiada a la pluralidad política. Conjuremos el golpe de Estado sanitario.
Ex embajador de México ante la Unión Europea

Juegos de Poder
Leo Zuckermann
Sobre los números

En la academia nos enseñan a creerles a los números. Las hipótesis tienen que ser comprobadas empíricamente con estadísticas. Cuando alguien dice, por ejemplo, que los precios han subido mucho, se trata de una opinión subjetiva. Muy diferente resulta cuando otro, con los números en la mano, afirma que los precios han subido mucho porque el Índice de Precios al Consumidor aumentó 10% en una quincena. Otro ejemplo. En marzo de 2006 todas las encuestas preelectorales comenzaron a medir que las intenciones de voto a favor de López Obrador iban a la baja y las de Calderón al alza. Sin embargo, el candidato perredista dijo que él no le creía a las encuestas. Estaba en su derecho. Pero, si uno no le cree a las encuestas, que son un método científico para medir las preferencias de la opinión pública, entonces, ¿a quién le cree? ¿A los astros? ¿A las brujas? ¿A la inspiración divina? No creerle a las encuestas fue uno de los errores que cometió AMLO en su campaña.
La ciencia está basada en análisis numéricos. Si el Tamiflu cura la influenza es porque pasó un riguroso proceso de comprobación empírica que demostró que es un antiviral eficaz. Detrás de toda medicina certificada hay un cúmulo de números que comprueban su efectividad para aliviar y no generar efectos secundarios serios. Menciono todo esto para sólo decir una cosa: yo le creo a los números. Para bien o para mal, así fui educado. Mucho me gustaría decir, por ejemplo, que el Cruz Azul es el mejor equipo del futbol mexicano. Pero los números dicen exactamente lo contrario: es uno de los peores. Los números a veces duelen pero suelen reflejar la realidad.
En la actual crisis sanitaria, uno de los problemas que tenemos es la falta de números confiables. No voy a repetir la feria de cifras que se han dado porque sólo confunden. Lo que vale la pena remarcar es que aún no sabemos cuántos enfermos de influenza porcina hay ni cuántos muertos ha dejado esta enfermedad en México. De más de cien fallecidos, de repente la Organización Panamericana de la Salud los bajó a siete. Mi madre, que lleva encerrada varios días en su casa, simplemente me dijo: “Yo ya no sé qué creer”. Tiene razón. Sin números certeros, no sabemos qué creer. Tampoco sabemos dónde nos encontramos: ¿al borde del Apocalipsis o en una simple exageración?
Necesitamos números confiables. Gracias a un artículo de The New York Times de ayer, me enteré que Google tiene un sitio donde reporta las tendencias de la influenza en Estados Unidos. Fueron los científicos del Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Atlanta los que recomendaron la creación de esta página (http://www.google.org/flutrends/). Google anunció ayer que ya abrió un sitio que monitorea las tendencias de la influenza en los diversos estados de México (http://www.google.org/flutrends/intl/en_mx/). Se trata de un modelo experimental con el fin de arrojar luz sobre la actividad de la influenza en nuestro país. A diferencia del sitio que monitorea los casos estadunidenses, los datos utilizados en México son estimaciones, no estadísticas históricas certificadas.
Ahí está el problema. Que en México no funciona el sistema formal para medir enfermedades epidémicas. Muchos de los casos no se reportan. Muchos de los muertos que se cree fallecieron por influenza en realidad murieron de otra cosa. No hay protocolos estrictos en esta materia. No hay una cultura de medir en serio las cosas serias. Por eso no sorprende que el sitio de Google reporte que estamos en una fase de pocos casos de influenza. Sí, escuchó bien: estamos en un nivel bajo porque es entre diciembre y febrero cuando más enfermedades de este tipo hay. Eso es lo que dicen los números. Pero yo también he aprendido que malos números hacen mala ciencia. Y que malos números llevan a tomar malas decisiones. En conclusión: una de las prioridades del gobierno es establecer un sistema eficaz de recolección y análisis de enfermedades epidémicas. De lo contrario, como dice mi madre, no sabremos qué creer.
En México no funciona el sistema formal para medir enfermedades epidémicas. Muchos de los casos no se reportan.

IFE: en vez de corregir, ocultar
JESúS CANTú

En 2006 las inconsistencias manifiestas en las actas de escrutinio y cómputo generaron dudas fundadas sobre el resultado de la elección presidencial; las actas y los datos capturados en el PREP mostraban cómo la suma de votos no correspondía al número de votantes que acudieron a las urnas y/o a las boletas depositadas. El número de votos para partidos, coaliciones y candidatos, más el de sufragios anulados, debe obtenerse de la cuenta de esas boletas, bajo el principio lógico de que tiene que haber concordancia entre la cantidad de votantes, de boletas depositadas y del total de sufragios. Puede emprenderse una verificación adicional con los datos del número de electores inscritos en la lista nominal de cada una de las casillas, la cifra de boletas enviadas a cada una de ellas (que corresponde a la cantidad de electores más el doble del número de los partidos políticos participantes en la elección –cada uno de los cuales tiene derecho a acreditar hasta dos representantes que no siempre viven dentro de esa sección), el número de boletas depositadas en las urnas y la cifra de boletas sobrantes. Esta información se encuentra en los archivos del PREP y está disponible para cualquier persona que desee revisarla. Y aunque no toda es indispensable para saber quién es el triunfador en la elección, sí es necesaria para las siguientes tres acciones: a) evaluar la calidad del trabajo institucional; b) detectar oportunamente las inconsistencias, con la posibilidad de corregirlas en las sesiones de cómputo; y c) evaluar la calidad de la elección.En cuanto a la calidad del trabajo institucional, la excelencia se alcanza si no existe una sola inconsistencia. Debido a que la organización de comicios es una actividad intensiva en el uso del recurso humano, es prácticamente imposible que no existan inconsistencias, pero debe buscarse que se reduzcan al mínimo, y para ello hay que trabajar en tres sentidos: revisar la documentación electoral para tratar de simplificarla al máximo; evaluar los procesos y procedimientos en las casillas (dentro de los límites legales) para incorporar elementos que permitan detectar y corregir inmediatamente cualquier inconsistencia; y perfeccionar el trabajo de capacitación de los ciudadanos que fungirán como funcionarios de mesa directiva de casilla.En lo referente a la posibilidad de detectar y enmendar los errores, la presencia de toda esta información en el PREP es el resultado de muchas reflexiones colectivas acerca de cómo dotar a los integrantes de los Consejos Distritales (consejeros electorales y representantes de los partidos políticos) de los instrumentos para identificar oportunamente todas las actas con inconsistencias para poder proceder al recuento de los votos en la sesión de cómputo distrital, en función de la causal establecida en el numeral I del inciso “d” del artículo 295: Cuando “existan errores o inconsistencias evidentes en los distintos elementos de las actas, salvo que puedan corregirse o aclararse con otros elementos a satisfacción plena de quien lo haya solicitado”.A menor número de inconsistencias, la calidad de la elección es mejor y genera confiabilidad y certeza. En sentido inverso, cuanto más crezca la cifra de inconsistencias –ya sea por errores humanos o manipulaciones de votos o resultados de casilla–, mayores serán las inquietudes y la desconfianza. Y, obviamente, si las inconsistencias se presentan en 47% de las casillas, como reconoce Luis Carlos Ugalde en su libro sobre las elecciones de 2006, y la diferencia entre el primero y el segundo lugares en la contienda por la Presidencia es tan cerrada como se registró, la sospecha envuelve a toda la elección. Dado que la organización de unos comicios es un proceso continuo en el que la calidad del trabajo que se realiza en una etapa repercute en la siguiente, lo que no se logre corregir con el ejercicio institucional en la preparación de la contienda puede enmendarse en las sesiones de escrutinio y cómputo que celebran los Consejos Distritales a partir del miércoles siguiente al día de la elección. Fue precisamente esto lo que no se hizo en 2006 y eso radicalizó el conflicto poselectoral.Lo anterior viene a cuento porque nuevamente se pretende suprimir toda esta información del PREP (no es la primera vez que se intenta: ya había sido motivo de discusión en el Consejo 1996-2003), precisamente para evitar que se detecten las inconsistencias y, en su caso, se cuestione la calidad del trabajo institucional y de la elección misma.Esto muestra en toda su dimensión la lógica del IFE: en lugar de corregir el problema, ocultarlo, y, aún más, pretender que lo que no se conoce no existe. Se trata de una vuelta a los tiempos en que la autoridad electoral dosificaba la información pública y buscaba ocultar y/o desaparecer todas las huellas de su actuación. De concretarse esta intención, se consumaría un retroceso mayúsculo

Vargas, Martí: historias siniestras
JOSé REVELES

El libro Las historias más negras de narco, impunidad y corrupción en México, del periodista José Reveles, está integrado por una veintena de asuntos que tienen un común denominador: la corrupción. “Como en un escenario dantesco”, dice Miguel Ángel Granados Chapa en la presentación, desfilan militares en servicio o desertores, bandas de narcotraficantes, la práctica de secuestros y otros delitos de las corporaciones que ha dirigido Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública. Con autorización del autor y de la editorial Random House Mondadori, reproducimos las partes más importantes de los capítulos “Otra vez Los Pinos” y “Banda de La Flor: enorme y llena de policías”.Ignoro si el empresario de este relato, secuestrado y luego extorsionado, conoció a Nelson Vargas y a su exesposa Silvia Escalera. Pero sería lógico el intercambio de experiencias entre víctimas de similar infortunio y de la misma banda de plagiarios.He aquí algunas entre múltiples irregularidades en el segundo caso, además de que valió punto menos que cero a la izquierda la recomendación de la primera dama, Margarita Zavala, cuyas buenas intenciones de ayudar se pasaron por el arco del triunfo policías federales y sus respectivos mandos que, pese a todo, siguen en sus mismos puestos:En los primeros días de la negociación del pago de rescate, a principios de septiembre, auxiliaron en el caso agentes de la Procuraduría del Distrito Federal. Luego intervino un experto asesor de víctimas de secuestro y se logró la liberación del empresario, al que aquí llamaremos “Sebastián”, pues prefiere permanecer en el anonimato aunque conversamos en varias ocasiones con él y sabemos su verdadera identidad.Cuando comenzó la extorsión buscó a policías federales, pues le quedó clavada una espina de desconfianza cuando sus plagiarios llegaron a marcar el teléfono de su casa y el del celular de su esposa, los cuales solamente conocían los agentes locales.Resultó tanto o más traumático el trato con federales preventivos y afis. Un pariente que participó en el operativo para capturar al jefe de la banda oyó cuando El Flaco ofreció a sus captores:– ¿Por qué no hacemos una finanza para usted y los agentes?El jefe de los pfps respondió:–Somos como 60.A esto el secuestrador pillado in fraganti volvió a decir, luego de pensarlo unos segundos:–No importa… creo que me alcanza.Y era lógico pues El Flaco aceptó dedicarse al secuestro en los últimos 18 años y confesó a la autoridad que en promedio ganaban un millón por víctima. La jefa antisecuestros de la SIEDO, Nicandra Castro (hoy directora de la AFI, N. de la R.), le dio todas las facilidades a El Flaco y dos presuntos cómplices, Miguel Ángel Salinas Fajardo y Óscar Santillán Aguilar. Los dejaba moverse por todo el piso de la Subprocuraduría, sin estar esposados. El negociador Max Morales Martínez se vio obligado a llamar la atención de los agentes, pues los detenidos se dirigían al baño sin escolta alguna.Salinas y Santillán fueron puestos en libertad ese mismo día, por órdenes de la SIEDO, pese a que habían sido sorprendidos en un automóvil idéntico al que se usó para recoger el rescate pagado días antes, una Caribe blanca con franjas negras, cerca de Chilpancingo, Guerrero.Luego el empresario “Sebastián” fue expuesto innecesariamente por el Ministerio Público. Se le careó, sin cristal o cámara especial de por medio, con su secuestrador y extorsionador. Uno frente al otro se reconocieron mutuamente y no hubo duda alguna de que se trataba del victimario y su víctima.El gobierno ofreció confidencialidad sobre el asunto. Era lógico, y absolutamente necesario por lo demás, pues de las primeras declaraciones se infirió que, aparte de El Flaco, faltaban al menos otros 11 integrantes de la banda. Después de que se le mantuvo doce horas en la SIEDO, esa misma noche al empresario casi se le atraganta la cena con la que celebraba la captura de El Flaco. Creía que había terminado la pesadilla, pero un amigo le leyó el boletín 489 donde la PFP festinaba la detención del secuestrador y decía que pertenecía a la banda de Los Rojos.Como para mentar madres, el exsecuestrado supo que El Flaco se escapó del hospital de Xoco. Se le había pedido explícitamente a la autoridad (aunque no había prisa alguna por atender una contusión menor en la mandíbula del plagiario) que se le enviara a un hospital más seguro, pues la PGR tiene convenio con la Torre Médica del Pedregal, entre otros hospitales. BANDA DE LA FLOR:ENORME Y LLENA DE POLICÍASHay más de 60 integrantes de esa banda a la que se atribuye el secuestro y muerte del niño Fernando Martí Haik, la de La Flor, según organigrama en manos de la autoridad.Pero ni están todos los que son ni son todos los que están. Al comenzar 2009 había únicamente siete detenidos del grupo que se distinguía por dejar una flor en el cuerpo de la víctima o por enviarla con la exigencia de rescate.El dirigente de la organización civil Consejo para la Ley y los Derechos Humanos, Fernando Ruiz Canales, es un testigo sui generis, porque ni es protegido ni fue capturado por la autoridad, sino que voluntariamente ha ofrecido datos específicos sobre la banda de La Flor, de la cual fue víctima.Según su testimonio, la banda de secuestradores comenzó a operar desde 1999 y tiene al menos 60 integrantes hombres y al menos tres mujeres. Si así es la situación, hay al menos 57 criminales que siguen delinquiendo bajo esa denominación.Por haber participado en la identificación de José Luis Romero Ángel, un excomandante policial, como integrante de la banda, el 19 de noviembre de 2008 un comando allanó sus oficinas, sustrajo documentos confidenciales, ahogó a uno de los perros que vigilaban y pintó en la pared: “Tú sigues, pinche perro”.El 14 de diciembre varios individuos le dispararon desde una camioneta. Pedía protección, pero ninguna autoridad se la proporcionaba. Ruiz Canales aportó un dato relevante y sugirió una estrategia:1.- Los integrantes de la banda de La Flor son elementos policiacos activos en diferentes corporaciones, con distintos rangos que llegan hasta comandantes.2.- Un cotejo que pudiera realizarse en las archivos fotográficos de los agentes y exjudiciales en las corporaciones por parte de las víctimas, entre ellas él mismo, activaría las indagatorias para ubicar a los secuestradores.En efecto, son pocos los supuestos integrantes de la banda en manos de la autoridad. Y el grupo también podría estar utilizando diversos nombres para despistar:El Apá, Sergio Humberto Ortiz Juárez (baleado el 22 de agosto de 2008, en teoría para evitar que se llegue a otros autores del secuestro y muerte de Fernando Martí); el excomandante Romero Ángel, Fernando Hernández Santoyo, Marco Antonio Moreno Jiménez, los hermanos Israel y Noé Cañas Ovalle y la exoficial de la Policía Federal Preventiva Lorena González Hernández.Me dijo el experto asesor a víctimas de secuestro Max Morales Martínez que había escuchado a un delincuente pavonearse: “Somos poderosos; estamos en tres corporaciones policiacas y así nadie nos puede acabar”.Su revelación me viene a la cabeza ahora, cuando veo un hilo conductor que podría involucrar a un mismo y diversificado grupo en tres secuestros diferentes: Martí, Vargas y un empresario cuyo plagiario y extorsionador se fugó del hospital de Xoco. (El Flaco, Raúl Ortiz González, cuyo hermano Óscar Ortiz fue dos años chofer de Nelson Vargas y señalado por el propio empresario como secuestrador de su hija Silvia, N. de la R.)Una investigación alterna fue entregada a las autoridades capitalinas e inclusive minuciosamente explicada al empresario Alejandro Martí. Ubica a otros policías como copartícipes de este secuestro que culminó en la trágica muerte de su hijo Fernando. No afirma que sean inocentes los capturados, sino que hay otros delincuentes ya identificados que en 2009 siguen gozando de libertad e impunidad.Esos secuestradores, con agentes federales y capitalinos junto a delincuentes civiles, tienen su ámbito de operación en barrios reputados como bravos: Tepito, la colonia Buenos Aires, pero también por rumbos de Álvaro Obregón.El diario Reforma (tal vez sin proponérselo, pues no siguió investigando su propio descubrimiento) captó en fotografías y en hechos al policía judicial del Distrito Federal José Ricardo Sánchez Vascoit junto a integrantes de “la banda de secuestradores y homicidas de El Panda, presuntamente ligada al crimen del menor Fernando Martí”. La nota fue publicada el 13 de agosto de 2008 bajo el título “Pasea policía judicial con secuestradores de Martí”.(…)Volviendo a la pesquisa alterna, allí se asegura que Sánchez Vascoit participó físicamente en el secuestro de Fernando Martí a bordo de la patrulla de la procuraduría capitalina con placas económicas 2911. Había una camioneta X-Trail color arena, placas 145-VCC, en la que viajaban dos agentes federales de investigación (afis), la cual cerró el paso al vehículo en que iban el niño Martí, su chofer Jorge Palma y su escolta Christian Salmones, quien tenía apenas 48 horas de trabajar para la familia Martí.Se describe a uno de los agentes que usaba brackets en la dentadura y se hacía llamar Iván Cárdenas. Otro agente capitalino, adscrito al sector Venustiano Carranza, Gabriel Ricardo El Gabo Rojas Cervantes, también habría estado presente, al igual que dos hermanos que sólo se conocen como “Fabián” y “Jorge”. Cuando la procuraduría del Distrito Federal presentó cuatro retratos hablados de los plagiarios, uno es “Fabián” precisamente y es cuñado de Sánchez Vascoit. La jovencita Maricela Peralta Gutiérrez, a quien apodan La Tatis o La Mari, también participó. Guarda un extraordinario parecido con Lorena González Hernández, la oficial de Secuestros y Robos de la PFP, a quien se culpa de haber organizado un falso retén para ejecutar el secuestro.Todos estos datos, nombres, fechas, domicilios en Tepito y en la colonia Morelos y otras circunstancias precisas están en manos de autoridades capitalinas. Ese expediente voluminoso, con anexos fotográficos, también fue entregado a altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional.Cinco meses después ni siquiera había sido atendida, y menos profundizada, esta línea de investigación. Tampoco había sido arraigada, presentada o aprehendida una sola persona de las mencionadas.En la foto que publicó Reforma aparecen juntos en una comida en Acapulco, en 2004, el agente José Ricardo Sánchez Vascoit, Carlos Alberto Cruz Hernández, El Panda, y José Luis Contreras Vázquez o Gerardo Licarga Márquez, El Guadalas (presos ambos desde 2006 por secuestro y homicidio). Están también la esposa de El Panda, Cecilia García, y la jovencita Maricela Peralta Gutiérrez, la del enorme parecido con Lorena.Reforma alude a otras fotografías halladas por la policía cuando cateó un domicilio de El Panda, en las que Sánchez Vascoit acompaña a otros secuestradores y homicidas aún prófugos: Javier Aguilar Galván, El Chivo, y Vicente Gómez Carreón. A ellos y a los ya detenidos (con Licarga y El Panda estaban en prisión Antonio Delgado Vallejo, El Monín; Jonás Martínez, El Sury, y Roberto Silva Peña) les imputan no menos de cinco secuestros y dos homicidios. Y algunos de ellos y sus cómplices aparecen en el plagio y muerte del niño Martí.Sánchez Vascoit pertenecía a un grupo especial de agentes en la delegación Venustiano Carranza, el V63, cuyo comandante era José Luis Romero Ángel, uno de los siete presos por su presunta participación en el secuestro y muerte del jovencito cuyo rostro aparece en un mural de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.(…)Sánchez Vascoit negó haber extorsionado y luego desaparecido al joven Gutiérrez Olvera en la colonia Doctores en marzo de 2002. Sin embargo, el agente del Ministerio Público de la Fiscalía para Servidores Públicos lo “exhortó” para que se abstuviera de ejecutar “cualquier acto de intimidación, amenaza o tortura” contra la mamá del desaparecido y contra testigos, pues él y Gerardo Escobar se estacionaban durante horas frente a los domicilios de quienes los acusaban.Este agente declaró que fue casual haber estado junto con líderes de la banda de El Panda en Acapulco en 2004, a quienes conoció cuando estaba comisionado en Tlalpan.Nadie se lo ha preguntado, pero seguramente negaría haber sido parte en el secuestro y asesinato de Fernando Martí. En el expediente alterno aparece el dato terrible de que el jovencito murió asfixiado con una bolsa de plástico, al parecer en forma accidental, pues “se le pasó la mano” a uno de los plagiarios, quien se desesperó frente a otra más de las crisis nerviosas y de llanto de Fernando. Esto habría ocurrido menos de 72 horas después del secuestro que se perpetró el 4 de junio. Ya con el cadáver de Fernando, la banda cobró un millonario rescate en los días siguientes.El papá de Marisela Peralta Gutiérrez está preso por secuestro también. Aunque utiliza otros nombres, se llama Rafael Peralta Benítez y lo apodan El Cacho. Él y Jairo López Cantero, El Jairo, privaron de la libertad a la contadora Yolanda Narváez Sánchez cuando estaba por dejar en la pensión su camioneta Ford Escape placas 402-TRT. Ya se había exigido rescate a la familia cuando fue rastreada vía satélite la camioneta en Río Consulado y Tetrazzini, colonia exHipódromo de Peralvillo. Fue capturado el chofer, El Cacho”. Ello provocó que El Jairo ejecutara de tres disparos a la contadora y tirara el cuerpo en un baldío de la colonia Presidentes, en Álvaro Obregón. Semanas después El Jairo fue aprehendido en una colonia de la delegación Venustiano Carranza, muy cerca de donde viven presuntos secuestradores de Martí no sólo prófugos, sino sin ser investigados todavía por la autoridad.El Flaco ya se había escapado de una cárcel guerrerense. Cerca de Chilpancingo la banda recogió el rescate del empresario “Sebastián”.Las fotos de Sánchez Vascoit con El Panda y otros secuestradores fueron tomadas en Acapulco.La geografía los conecta en dos puntos. Las circunstancias acercan a plagiarios y policías. La investigación oficial no

Las dudas
JOSé GIL OLMOS

MEXICO, D.F., 29 de abril (apro).- En Italia, a una buena amiga le han cancelado esta semana dos reuniones con unos amigos (uno de ellos francés) desde que se supo que en México había surgido el virus de la influenza porcina. Ella lleva meses en Roma y sospecha que la cancelación de las reuniones es por el simple hecho de ser mexicana. La ignorancia o la falta de información, como quiera verse, es una de las peores cosas que pueden ocurrir en momentos de emergencia, como el que ahora vivimos en la ciudad de México, con el brote del virus. Desde que el jueves pasado a las 11 de la noche Felipe Calderón salió a decir que el virus porcino había afectado a ciertos sectores de la población, comenzaron a surgir múltiples versiones del origen, evolución y los efectos de esta enfermedad viral. El manejo fascista del problema epidemiológico prendió el pánico y la psicosis social que hoy vivimos. La falta de una información certera y confiable nos llevó a comprar miles de cubrebocas pensando que con eso ya estábamos protegidos sin tomar en cuenta que su efectividad era de apenas un par de horas. Conforme pasaron las horas, el gobierno de Calderón implementó una estrategia de medios en la cual darían la cara, en la mañana y en la tarde, los titulares de Salud, Educación y Trabajo para informar a la población cuál era la evolución de la epidemia. Se tomó la decisión de cerrar las escuelas hasta el 6 de mayo a nivel nacional y luego el gobierno capitalino determinó cerrar restaurantes, bares, changarros de comida, cantinas y clubes deportivos, entre otros centros de recreación; mientras que la Iglesia Católica ordenó el cierre de todas sus iglesias. Así, de un día a otro, la ciudad de México transformó su cara. El tráfico disminuyó, salieron aproximadamente medio millón de personas a ciudades aledañas como Cuernavaca y Querétaro y otros más aprovecharon para mandar a sus familias a las playas más cercanas de Guerrero y Veracruz. En las farmacias se agotaron los antigripales y los cubrebocas, y en los supermercados han empezado a surgir compras de pánico de alimentos enlatados, agua, verduras y carnes, menos la de puerco, a pesar de que ya se dijo que el contagio es de humano a humano. Abarrotados los hospitales, clínicas y centros médicos de toda la ciudad, los que sufren un catarro o gripe son vistos como un peligro. Un estornudo es signo de peligro y pobre de aquel que lo haga en público porque de inmediato es señalado con las miradas y marginado de cualquier grupo. La determinación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de poner primero en fase cuatro y hoy en cinco el nivel de contagio de la influenza, es decir, declarar que se trasmite entre los humanos y en todo el mundo, ha creado mayor preocupación entre los mexicanos por la falta de información de cuál es el comportamiento del virus y hasta cuando se tendrá una vacuna. Además, el gobierno de Calderón ha mantenido en secreto a las familias de los 7 muertos por influenza, número de decesos que por ser tan pocos causó extrañeza entre la población, pues por las medidas adoptadas se pensaba que serían decenas. Este sólo dato ha ocasionado que muchos piensen que se trate de un problema de salud que se esta manejando con tintes políticos para beneficiar al PAN en las elecciones del próximo 5 de julio. Se cree que Calderón quiere erigirse como héroe asumiendo como un triunfo de su gobierno el control de la pandemia. La ausencia de una imagen de los muertos, la ausencia de datos precisos de qué población o de que zonas son los infectados; las versiones de que se ha obligado a las familias a no hablar y a quemar los cuerpos de sus muertos, así como las contradicciones entre el número de victimas fallecidas por el virus y la población infectada, ha alimentado más la psicosis social.A seis días de que se declaró oficialmente la presencia del virus de influenza porcina, todavía siguen surgiendo dudas de qué estamos enfrentando, qué tipo de virus es el que ataca a los mexicanos, si los virales son efectivos y suficientes. Pero también cuál va a ser el impacto en la economía nacional y si estamos preparados para aguantar seis meses, tiempo que la OMS considera se necesita para tener una vacuna.Son muchas las dudas que están surgiendo conforme pasa el tiempo y se disemina más el virus en otros estados del país. Todo parece indicar que el esfuerzo gubernamental esté en este momento concentrado en romper la cadena de contagio, y por ello se ha pedido evitar los saludos de mano o de beso en la mejilla y el contacto en grupos. Pero se olvida que, sin información precisa y oportuna de lo que estamos enfrentando, el miedo social puede crecer y desbordarse, lo que nos llevaría a una situación de descontrol que nadie quiere.

Nuevas cifras del gobierno: 358 contagios y 15 muertes
LA REDACCIóN

México, D.F., 1 de mayo (apro).- Con corte a la mañana de este viernes, la cifra oficial de infectados con influenza humana presentada por la Secretaría de Salud es de 358, mientras que los decesos acumulan 15.El secretario de Salud, José Ángel Córdova, desglosó así la lista de contagios: Distrito Federal, 11; estado de México, 2; Oaxaca y Tlaxcala, uno respectivamente. El funcionario describió que 11 de los fallecimientos corresponden a mujeres, 4 a hombres. De ese total, nueve tenían un promedio de edad de entre 21y 40 años. Aparte, en rueda de prensa, Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, adelantó que analiza la posibilidad de reanudar labores el próximo 6 de mayo, tomando como referencia el escenario de que el virus permanezca "por mucho tiempo" en el país.

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