10/08/2018

México SA : Carlos Fernández-Vega


¿Potencia exportadora de alimentos?
México: envía cerveza, importa maíz


Ocho años atrás la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró a México importador neto de alimentos, pero a partir de 2016 el actual inquilino de Los Pinos decretó que, de la noche a la mañana, nuestro país surgió como potencia y exportadora… de alimentos.
Si la información se limita a los resultados de la balanza comercial en el renglón referido, desde 2015 México registra superávit, lo que no sucedía desde, cuando menos, la puesta en marcha del extinto Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Lo anterior, aparentemente, sería una buena noticia, pero, como bien advierte el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, no hay que irse con la finta, pues el déficit permanece y se incrementa en los alimentos con mayor peso específico en la dieta de los mexicanos, como en el caso del maíz.
El CESOP realizó un detallado estudio ( Apertura comercial frente a soberanía alimentaria: lo que comemos los mexicanos, del que se toman los siguientes pasajes), en el cual advierte que las importaciones y el saldo negativo de la balanza comercial del maíz a partir de 1995 –año posterior a la entrada en vigor del TLCAN–, de acuerdo con las estadísticas de la UNCTAD, crecieron paulatinamente en los primeros 10 años, pero a partir de 2005 se dispararon significativamente.
En 2018, México conservará su estatus de potencia exportadora de alimentos (superávit que ronda 5 mil millones de dólares), para conservar su posición dentro de los 10 principales vendedores o al menos cerca de ellos. Pero antes de festinar los logros del país hay que revisar este comportamiento, ya que resulta engañoso si se observan algunos de los principales productos agrícolas que se llevan más allá de nuestras fronteras.
En primer lugar se tiene la cerveza, industria que en nuestro país la producen y comercializan trasnacionales (de Holanda, Bélgica y Estados Unidos). Caso similar es el de las bebidas alcohólicas, ya que el tequila o las marcas más grandes pertenecen igual a manos extranjeras (Reino Unido, básicamente), de tal forma que la mayor parte de las ganancias de esta actividad terminan abandonando el país.
Caso aparte es la exportación de aguacate mexicano, que vive un boom de consumo, sobre todo en Estados Unidos, gracias al guacamole; sin embargo, para cubrir la demanda se han tenido que deforestar en exceso los bosques michoacanos y de entidades federativas colindantes, lo que ha llevado a que se promueva un boicot contra el consumo del aguacate mexicano en ese mercado.
Del otro lado de la balanza está el maíz, el de mayor consumo entre los mexicanos, el que más se importa en términos del valor de su producción. Este panorama es el claro ejemplo de lo que critican los términos de soberanía y seguridad alimentaria, al poner en entredicho el derecho de la población a sus tradiciones y cultura, que nos aleja del cumplimiento de las metas de desarrollo sustentable del milenio de la ONU.
Los alimentos de la chinampa tradicional, entre los de mayor peso en la dieta del mexicano, prácticamente todos reportan un déficit crónico, al menos a partir de 1994, que se ha potenciado en la década reciente y en el que no hay señales de cambio para la década próxima.
Desde 2007 (Foro de Soberanía Alimentaria, Nyéléni, Mali) se advirtió de los riesgos de la apertura comercial en el campo, pues suponía favorecer intereses de mercado de las corporaciones extranjeras, en detrimento de los productores locales y las tradiciones culinarias. Entonces, hay que abrir los ojos y dirigir la atención a abonar en favor de la soberanía y la seguridad alimentarias.
Las rebanadas del pastel
Que la reforma energética es un éxito, y como muestra un botón: Aumenta 63 por ciento la importación de gasolinas y baja 50 por ciento la producción interna (La Jornada, Juan Carlos Miranda). Entonces, ¿así o más exitosa?
Twitter: @cafevega

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