Jesusa Cervantes
El martes 26 de octubre el PRI decidió
expulsar de sus filas a Javier Duarte de Ochoa, exgobernador de Veracruz
y determinó que no tocará –por ahora– a los seis diputados federales
priistas veracruzanos que formaron parte de su gobierno estatal, sin
embargo, adelantó que va por Fausto Vallejo Figueroa, exgobernador de
Michoacán.
Enrique Ochoa Reza se placea por entidades repitiendo
un discurso anticorrupción, incluso anunciando que en el PRI no se
toleran esas actitudes, por lo que se creará una comisión que detecte
corruptelas y megalomanías de futuros gobernadores. La ciudadanía ríe al
escuchar sus discursos, al enterarse por la radio, televisión o prensa
escrita, de los dichos priistas.
Y efectivamente, son dichos que
no van más allá de bravuconerías, palabras huecas. Nadie cree al priista
de Insurgentes que “van” por Duarte de Ochoa, menos aún cuando el
diario La Jornada de Veracruz reveló que, antes de huir, Ochoa Reza se
entrevistó por media hora en el hotel donde daría una conferencia de
prensa, con el hoy prófugo exgobernador.
Apenas el viernes,
durante su visita por Michoacán, el presidente nacional del PRI dijo que
la Comisión Nacional de Justicia Partidaria de su organización política
“analiza expulsar a Fausto Vallejo Figueroa”; el motivo, el mismo que
le imputaron a Duarte luego de que los medios de comunicación se
convirtieron en el instrumento de la justicia “revelando con grandes
investigaciones periodísticas” las propiedades, operadores políticos,
financieros y jurídicos, de los delitos de Duarte.
Fausto Vallejo
está en la antesala de la expulsión de su partido bajo los cargos de
“corrupción, enriquecimiento ilícito y falta de probidad”.
Nadie
cree las palabras de Ochoa Reza, pues él mismo incurrió en abuso al
aceptar la millonaria liquidación, que, aunque el procedimiento figure
en el reglamento de la Comisión Federal de Electricidad, es ilegítima,
inmoral y éticamente reprochable en un país donde una pequeña de 10 años
muere por desnutrición o una madre se suicida y mata a dos de sus
hijos porque no le alcanza el sueldo para darles de comer.
Tampoco
se le cree a Ochoa Reza porque en el pasado reciente su partido ha
creado monstruos políticos dedicados al abuso, enriquecidos durante su
paso por las gubernaturas y, además, cínicos. Un ejemplo inmediato es
Arturo Montiel, el tío de Peña Nieto, exgobernador del Edomex y a quien
se le descubrieron tres terrenos en el lujoso complejo “Santuario”, de
Valle de Bravo, casa en Careyes, ¡castillo! en Francia, cuentas
millonarias de sus hijos hasta por 35 millones de pesos, propiedades de
estos por más de 21 millones de pesos, entre otras cosas.
O se puede empezar por el propio Peña Nieto, con su casa en Ixtapan de la Sal o la mal lograda y millonaria Casa Blanca.
Siguiendo
con Michoacán. Cuando Fausto Vallejo, aquejado por un mal físico, pero
sobre todo por el surgimiento de las autodefensas encabezadas por el
doctor Mireles, se vio obligado a pedir permiso al cargo de gobernador
en 2014, dejó a su secretario de Gobiernio en el cargo, Jesús Reya
García; otro priista que al año fue acusado de tener vínculos con el
crimen organizado y otros delitos relacionados con el narcotráfico. Hoy
está en prisión.
La lista de gobernadores priistas es larga. Ahí
esta, por ejemplo, Rodrígo Medina, de Nuevo León, quien ha logrado
librar la acusación de peculado, pero sigue enfrentando proceso judicial
por “ejercicio indebido de funciones”. Se le acusó de manipular 3 mil
600 millones de pesos, pero la autoridad de “El Bronco”, el brabucón
gobernador “independiente” actual, no ha podido comprobar.
Está
también Roberto Borge, exgobernador de Quintana Roo, a quien se le
señala por haber desviado recursos públicos y dejar a la entidad con una
deuda que alcanzará los 30 mil millones de pesos, según acusa la
oposición .
Uno más, que también dejó recientemente la
gubernatura, es el priista de Colima Mario Anguiano Moreno, a quien la
auditoria estatal le detectó irregularidades en los años 2013, 2014 y
2015, por lo que ya le inició “juicio político”.
La situación de
los funcionarios y exfuncionarios colimenses es otro caso, donde los
priistas, cuando se invaden sus parcelas de poder, pareciera que se
atacan entre ellos. Recordemos que años antes de llegar Anguiano Moreno a
la gubernatura estuvo Silverio Cavazos Cevallos, quien fue ejecutado 12
meses después de dejar el cargo. Su sucesor, Fernando Moreno Peña
recibió cuatro balazos ya habiendo concluido el cargo. No murió. Su
sobrino, Samuel Rodríguez Moreno fue señalado como autor intelectual
del homicidio del exgobernador Silverio, pero también de lavarle dinero
al grupo criminal La Familia Michoacana. Recientemente fue también
ejecutado.
Y por si hicieran falta más problemas para los
funcionarios colimenses priistas, el actual delegado del Instituto
Nacional de Economía Social (Inaes), Rogelio Salazar Borjas, fue
presentado ante el Procuraduría General de la República (PGR) tras
encontrarlo en un sitio en el que la policía aseguró una maleta con
alrededor de 20 kilogramos de droga, presuntamente cocaína, según
reportó el reportero de Proceso, Pedro Zamora Briseño.
El delegado
federal de INAES fue traído a la Ciudad de México, aunque no se sabe si
como testigo o como acusado. Él también trabajó en el gobierno del
asesinado exgobernador Cavazos Ceballos y del baleado exgobernador Mario
Anguiano.
Si de gobernadores priistas, violadores de los derechos
humanos se trata y destituidos, ahí está el temido Rubén Figueroa,
gobernador de Guerrero, quien fue destituido del cargo luego del
asesinato de campesinos en el Vado de Aguablancas. Cuando salió, en su
lugar se impuso al entonces priista Ángel Heladio Aguirre Rivero, quien a
la postre sería arropado por el PRD, llevado a la gubernatura y también
destituido luego de la desaparición de los 43 estudiantes de
Ayotzinapa.
Los abusos de poder, la corrupción, el robo al erario
estatal, el lavado de dinero, entre otras cosas, no sólo se retratan
mejor en el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, ahí está también el
ex gobernador priista de Coahuila –ex dirigente nacional del PRI e
impulsor de Peña Nieto a la Presidencia de la República– Humberto
Moreira, a quien además, España lo ha vinculado con el grupo criminal de
Los Zetas.
Pero si de exgobernadores priistas investigados en
otros países por sus presuntos lazos con el crimen organizado se trata,
pues entre su catálogo el PRI tiene para escoger, ahí está el
exgobernador de Tamaulipas Tomas Yarrington, a quien Estados Unidos
acusó en mayo de 2012 de lavar dinero de Los Zetas y del Cártel del
Golfo, o su sucesor, también priista, Eugenio Hernández Flores, quien
desde 2015 la Unión Americana lo acusó de lavar dinero del narcotráfico
producto de Los Zetas. Aunque sorprendió que uno de los hombres buscados
por las autoridades norteamericanas haya ido a votar tranquilamente
durante las pasadas elecciones estatales del pasado 5 de junio en su
tierra, Tamaulipas.
Y como olvidar al exgobernador del PRI en
Tabasco, Andrés Granier, preso por corrupción, fraude al fisco y
realización de operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Inolvidable un audio donde reveló no sólo su abuso, sino su
desvergüenza, ahí presume de propiedades en Estados Unidos, en el país y
de tener un guardarropa compuesto de ¡400 pares de zapatos y mil
camisas!
De todos los mencionados, ninguno está en prisión, aunque
no hay que olvidar a quien llegó a la gubernatura de Quintana Roo en
1993, amigo de Carlos Salinas de Gortari y enemigo de Ernesto Zedillo,
Mario Villanueva es el único procesado en México y preso en Estados
Unidos por lavar dinero del Cártel del Juárez, fue detenido en 2001
luego de dos años de andar a salto de mata y extraditado al vecino país.
Es el único exgobernador priista encarcelado.
Existe otro
gobernador del PRI, este sí en funciones, a quien se le ha vinculado en
algunos medios de comunicación de estar muy cercano y atento a lo que
pide el crimen organizado, pero no existe indagación abierta en su
contra. Se trata de un priista cercano a Peña Nieto –como lo fue Javier
Duarte– y que gobierna por la zona suroeste del país.
Ante todas estas historias, es difícil que alguien crea en las palabras del presidente nacional del PRI, Ochoa Reza.
Pero
no sólo el PRI se pinta con gobernadores y exgobernadores corruptos. El
PAN no se queda atrás, ahí está por ejemplo la desfachtez del
exgobernador de Sonora, quien no sólo se construyó una presa para uso
particular a costa de dejar sin el líquido a indígenas yaquis, sino que
además es acusado, como Duarte, de desviar millones de pesos del erario
estatal.
Tampoco se puede olvidar uno del exgobernador del PAN en
Aguascalientes, Luis Armando Reynoso, acusado de compras simuladas, de
peculado y de ejercicio indebido de funciones. Pasó un par de años en la
cárcel y ya se pasea de nuevo por las calles del estado diciendo que
volverá a la política; está también Pablo Salazar Mendiguchia,
exgobernador de Chiapas, quien siempre dijo que se le crearon delitos.
Llegó a la gubernatura por PRD-PAN. Uno más es Sergio Estrada Cajigal,
exgobernador de Morelos, se habló de desvió y de relación con el
narcotráfico, en especial con la hija del operador financiero del Cártel
de Sinaloa, Juan José Esparragoza, y aunque se le investigó, nada se
pudo comprobar.
Otro gobernador que llegó por el PRD fue el de
Baja California, Narciso Agúndes Montaño, se le acusó de peculado,
estuvo un algunos meses en prisión y salió libre, pero se le inhabilitó
para por seis años luego de que se detectaron irregularidades en las
ventas de terrenos en un exclusivo fraccionamiento de Los Cabos.
La
lista de los ex gobernadores de PRI, PAN y PRD pudiera ser más amplia,
sin embargo las componendas políticas entre los políticos han impedido
que esta siga. Si no se investiga al Presidente, ¿por qué se ha de
juzgar a todos los gobernadores que abusan, roban e imponen su ley?, se
podrán preguntar muchos. Lo cierto es que con la llegada a la PGR de
Raúl Cervantes, lo que menos se puede esperar justicia, pero sí
negociaciones oscuras y relaciones truculentas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario