"No podemos quedarnos cruzadas de brazos mientras se asesina o maltrata a mujeres o haya niñas que son obligadas a prostituirse o como, por razón de su género, ven limitadas sus opciones a tener una educación"
Madrid, 27 oct. 16. AmecoPress/Agora.- Vivimos
malos tiempos en lo que a la igualdad de género se refiere. Son muchos
los aspectos en los que se han producido avances, pero no podemos
olvidar que múltiples parcelas en la vida de las mujeres siguen siendo
objeto de discriminación y que dados los cambios culturales y sociales
que se han producido, no tienen justificación.
Según la última encuesta del INE las mujeres cobran de media
un 23% menos que los hombres, si tomamos en cuenta el salario medio
anual (19.744,82€ las mujeres, 25.727,24€ los hombres). si tomamos como
referencia el salario hora, la diferencia se sitúa en el 13,3%.
La brecha salarial de género se mantiene en todos los grupos de edad,
aumenta a partir de los 35 años, es decir, cuando las mujeres se
dedican al cuidado de hijas e hijos. ¿Por qué estas diferencias
salariales? Nada parece justificar que las mujeres reciban un salario
menor que el de los hombres, sin embargo es una realidad que por mucho
que se quiera explicar no se puede entender sin introducir la
perspectiva de género en el análisis. La división sexualdel trabajo, al
asignar a los hombres el ámbito público, espacio de poder y prestigio, y
a las mujeres el espacio doméstico, ámbito de reproducción y cuidados,
ha condicionado la vida de unos y otras, con un claro saldo en contra de
las mujeres.
A pesar de estar sobradamente formadas, las mujeres no tienen acceso a
puestos de dirección en las empresas y ven limitadas sus posibilidades
de empleo en franjas de edad entre los 35-45, pues la mera posibilidad
de que puedan ser madres supone que son penalizadas. Los condicionantes
de género son la única explicación. Ya es tiempo de que mujeres y
hombres tengan las mismas oportunidades a la hora de acceder a un
empleo.
En lo que se refiere a las empresas, las mujeres siguen teniendo
problemas para llegar a puestos de alta dirección. A pesar de que el 60%
de las personas que se licencian en España son mujeres y que
representan el 45% del mercado laboral, sólo el 10% llegan a puestos de
alta dirección. La pregunta de nuevo es: ¿Cómo es posible que se siga
discriminado a las mujeres? De poco sirve que los estudios señalen que
la presencia de mujeres en los puestos de alta dirección de las empresas
mejora sustancialmente su rentabilidad, el “techo de cristal” sigue
siendo una triste realidad que si no se toman medidas tardará en
romperse.
Podemos seguir analizando otros espacios donde las mujeres siguen
infrarrepresentadas o en las que por el hecho de ser mujeres se
invisibilizan sus triunfos, en cambio se las minusvalora hablando de sus
ropa, su belleza, etc., como es el caso del deporte femenino. En estos
días, con motivo del Campeonato de Wimbledon, una conocida marca de ropa
ha sido criticada por acortar exageradamente las faldas de las
jugadoras. ¿Por qué se busca que la vestimenta de las deportistas sea
sexi y en cambio la de los hombres sea cómoda? ¿Hasta cuando las mujeres
seguirán siendo objetos para el disfrute de los hombres?
Por lo que se refiere a la representación de mujeres en el Parlamento
ha aumentado considerablemente desde las primeras elecciones
democráticas. Como vemos en el gráfico en las elecciones de 26 de junio
de 2016, han sido elegidas 137 mujeres, lo que representa el 39,26 del
total, unas décimas inferior a la representación conseguida en 2015, 39,
40%.
En una primera lectura puede parecer positivo, pero no debemos
olvidar que a pesar de los avances no se llega ni siquiera al 40% que
aconseja la Ley de Igualdad, ya es tiempo de que las mujeres tengan “la
mitad de todo”. Además, debemos tener en cuenta que una vez constituido
el Congreso, las mujeres no tienen la misma representación en los
órganos del Congreso. En la legislatura de 2015 de las 17 comisiones
sólo una estaba presidida por una mujer, la de Igualdad. ¿Por qué los
partidos se resisten a presentar a mujeres en los primeros puestos de
las listas?
Más grave es aún la violencia de género que cada día sufren las mujeres.
La constante agresión a mujeres por parte de sus parejas o exparejas,
es algo tan cotidiano que se ha normalizado. Casi a diario leemos en la
prensa que una mujer ha sido asesinada, que ha sufrido acoso o ha sido
golpeada sin que la sociedad se conmueva.
¿Cómo es posible que durante la última campaña electoral varias
mujeres hayan sido asesinadas y, salvo alguna excepción, los partidos
políticos hayan seguido su campaña como si nada?
En las últimas semanas hemos podido comprobar lo poco que importa que
hombres con relevancia pública se divierten sometiendo y vejando a
mujeres, es el caso de conocidos futbolistas que siguen siendo
vitoreados a pesar de que existen indicios de que han participado en
orgías en las que mujeres jóvenes eran objeto de humillaciones por ellos
y sus amigos. Son jóvenes, guapos, tienen prestigio y dinero. ¿Por qué
pagan para tener sexo con mujeres que ejercen la prostitución?
La explicación es clara, es una manera, triste sí, de demostrar su
hombría, su poder. Si pueden pagar para dominar y someter a un grupo de
mujeres a la vista de su grupo de pares, se supone que son “más
hombres”. Valiente hombría si se aprovechan del dinero y la posición de
poder para tener sexo. La socorrida coartada de que ellas “actuaban
libremente” no es ni creíble, ni justifica las aberraciones a las que,
según los informes, las sometían. Hay que recordar que los contactos se
producían a través de una red cuyo cabecilla, Ignacio Allende Fernández,
conocido como “Torbe”, está en prisión acusado de abuso sexual a una
menor, pornografía infantil y blanqueo de capitales.
Asombra ver con qué naturalidad se acepta que los hombres ejerzan
violencia contra las mujeres. Se empieza por admitir como normal lo que
comentamos de los futbolistas, para luego pasar con facilidad a
naturalizar la violencia machista que casi a diario se cobra la vida de
una mujer. Los titulares de prensa son una demostración palpable de que
maltratar a una mujer está naturalizado. Del “algo habrá hecho ella”,
que se decía antes, hemos pasado al “era un buen hombre, pero lo estaba
pasando mal” o “la bebida ha sido la causa”. El caso es justificar lo
que debía ser condenado sin ningún atenuante.
Otro ejemplo de la desigualdad de género es la situación que viven
las mujeres y las niñas refugiadas. El acoso y abuso sexual, los
matrimonios forzados de niñas, son comunes entre las desplazadas, como
denuncian las ONGs.
Qué podemos hacer
A largo plazo la educación en igualdad es la mejor manera de
erradicar los roles de género, pero si queremos que la discriminación
desaparezca ya, lo primero que hay que hacer es visibilizar a las
mujeres en cualquier espacio en el que desarrollen su actividad. No
dejar que los medios de comunicación se “olviden” de los triunfos de las
mujeres, sea en el espacio que sea. Criticar el lenguaje que
minusvalora a las mujeres y las reduce al papel que la sociedad les
asigna históricamente y que tanto ha condicionado su vida. Crear redes
de apoyo y solidaridad entre mujeres. Puede que no coincidamos en todo
lo que planteamos pero todas las mujeres que trabajamos para que la
sociedad sea más justa e igualitaria, para que el feminismo sea
reconocido como una fuerza social de cambio, para que las mujeres
lleguen a puestos de responsabilidad y/o poder, ya sea político o
económico, debemos unir esfuerzos para que las mujeres tengan las mismas
oportunidades que los hombres, para eliminar las desigualdades de
género.
No podemos quedarnos cruzadas de brazos mientras se asesina o
maltrata a mujeres o haya niñas que son obligadas a prostituirse o como,
por razón de su género, ven limitadas sus opciones a tener una
educación. Mientras una sola niña, una sola mujer vea mermadas sus
oportunidades no podemos decir que avanzamos.
Foto: Agora.
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