11/05/2016

Desigualdades de Género


"No podemos quedarnos cruzadas de brazos mientras se asesina o maltrata a mujeres o haya niñas que son obligadas a prostituirse o como, por razón de su género, ven limitadas sus opciones a tener una educación"

 
Madrid, 27 oct. 16. AmecoPress/Agora.- Vivimos malos tiempos en lo que a la igualdad de género se refiere. Son muchos los aspectos en los que se han producido avances, pero no podemos olvidar que múltiples parcelas en la vida de las mujeres siguen siendo objeto de discriminación y que dados los cambios culturales y sociales que se han producido, no tienen justificación.
Según la última encuesta del INE las mujeres cobran de media un 23% menos que los hombres, si tomamos en cuenta el salario medio anual (19.744,82€ las mujeres, 25.727,24€ los hombres). si tomamos como referencia el salario hora, la diferencia se sitúa en el 13,3%.
La brecha salarial de género se mantiene en todos los grupos de edad, aumenta a partir de los 35 años, es decir, cuando las mujeres se dedican al cuidado de hijas e hijos. ¿Por qué estas diferencias salariales? Nada parece justificar que las mujeres reciban un salario menor que el de los hombres, sin embargo es una realidad que por mucho que se quiera explicar no se puede entender sin introducir la perspectiva de género en el análisis. La división sexualdel trabajo, al asignar a los hombres el ámbito público, espacio de poder y prestigio, y a las mujeres el espacio doméstico, ámbito de reproducción y cuidados, ha condicionado la vida de unos y otras, con un claro saldo en contra de las mujeres.
A pesar de estar sobradamente formadas, las mujeres no tienen acceso a puestos de dirección en las empresas y ven limitadas sus posibilidades de empleo en franjas de edad entre los 35-45, pues la mera posibilidad de que puedan ser madres supone que son penalizadas. Los condicionantes de género son la única explicación. Ya es tiempo de que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades a la hora de acceder a un empleo.
En lo que se refiere a las empresas, las mujeres siguen teniendo problemas para llegar a puestos de alta dirección. A pesar de que el 60% de las personas que se licencian en España son mujeres y que representan el 45% del mercado laboral, sólo el 10% llegan a puestos de alta dirección. La pregunta de nuevo es: ¿Cómo es posible que se siga discriminado a las mujeres? De poco sirve que los estudios señalen que la presencia de mujeres en los puestos de alta dirección de las empresas mejora sustancialmente su rentabilidad, el “techo de cristal” sigue siendo una triste realidad que si no se toman medidas tardará en romperse.
Podemos seguir analizando otros espacios donde las mujeres siguen infrarrepresentadas o en las que por el hecho de ser mujeres se invisibilizan sus triunfos, en cambio se las minusvalora hablando de sus ropa, su belleza, etc., como es el caso del deporte femenino. En estos días, con motivo del Campeonato de Wimbledon, una conocida marca de ropa ha sido criticada por acortar exageradamente las faldas de las jugadoras. ¿Por qué se busca que la vestimenta de las deportistas sea sexi y en cambio la de los hombres sea cómoda? ¿Hasta cuando las mujeres seguirán siendo objetos para el disfrute de los hombres?
Por lo que se refiere a la representación de mujeres en el Parlamento ha aumentado considerablemente desde las primeras elecciones democráticas. Como vemos en el gráfico en las elecciones de 26 de junio de 2016, han sido elegidas 137 mujeres, lo que representa el 39,26 del total, unas décimas inferior a la representación conseguida en 2015, 39, 40%.

En una primera lectura puede parecer positivo, pero no debemos olvidar que a pesar de los avances no se llega ni siquiera al 40% que aconseja la Ley de Igualdad, ya es tiempo de que las mujeres tengan “la mitad de todo”. Además, debemos tener en cuenta que una vez constituido el Congreso, las mujeres no tienen la misma representación en los órganos del Congreso. En la legislatura de 2015 de las 17 comisiones sólo una estaba presidida por una mujer, la de Igualdad. ¿Por qué los partidos se resisten a presentar a mujeres en los primeros puestos de las listas?
Más grave es aún la violencia de género que cada día sufren las mujeres. La constante agresión a mujeres por parte de sus parejas o exparejas, es algo tan cotidiano que se ha normalizado. Casi a diario leemos en la prensa que una mujer ha sido asesinada, que ha sufrido acoso o ha sido golpeada sin que la sociedad se conmueva.

¿Cómo es posible que durante la última campaña electoral varias mujeres hayan sido asesinadas y, salvo alguna excepción, los partidos políticos hayan seguido su campaña como si nada?
En las últimas semanas hemos podido comprobar lo poco que importa que hombres con relevancia pública se divierten sometiendo y vejando a mujeres, es el caso de conocidos futbolistas que siguen siendo vitoreados a pesar de que existen indicios de que han participado en orgías en las que mujeres jóvenes eran objeto de humillaciones por ellos y sus amigos. Son jóvenes, guapos, tienen prestigio y dinero. ¿Por qué pagan para tener sexo con mujeres que ejercen la prostitución?
La explicación es clara, es una manera, triste sí, de demostrar su hombría, su poder. Si pueden pagar para dominar y someter a un grupo de mujeres a la vista de su grupo de pares, se supone que son “más hombres”. Valiente hombría si se aprovechan del dinero y la posición de poder para tener sexo. La socorrida coartada de que ellas “actuaban libremente” no es ni creíble, ni justifica las aberraciones a las que, según los informes, las sometían. Hay que recordar que los contactos se producían a través de una red cuyo cabecilla, Ignacio Allende Fernández, conocido como “Torbe”, está en prisión acusado de abuso sexual a una menor, pornografía infantil y blanqueo de capitales.
Asombra ver con qué naturalidad se acepta que los hombres ejerzan violencia contra las mujeres. Se empieza por admitir como normal lo que comentamos de los futbolistas, para luego pasar con facilidad a naturalizar la violencia machista que casi a diario se cobra la vida de una mujer. Los titulares de prensa son una demostración palpable de que maltratar a una mujer está naturalizado. Del “algo habrá hecho ella”, que se decía antes, hemos pasado al “era un buen hombre, pero lo estaba pasando mal” o “la bebida ha sido la causa”. El caso es justificar lo que debía ser condenado sin ningún atenuante.
Otro ejemplo de la desigualdad de género es la situación que viven las mujeres y las niñas refugiadas. El acoso y abuso sexual, los matrimonios forzados de niñas, son comunes entre las desplazadas, como denuncian las ONGs.

Qué podemos hacer

A largo plazo la educación en igualdad es la mejor manera de erradicar los roles de género, pero si queremos que la discriminación desaparezca ya, lo primero que hay que hacer es visibilizar a las mujeres en cualquier espacio en el que desarrollen su actividad. No dejar que los medios de comunicación se “olviden” de los triunfos de las mujeres, sea en el espacio que sea. Criticar el lenguaje que minusvalora a las mujeres y las reduce al papel que la sociedad les asigna históricamente y que tanto ha condicionado su vida. Crear redes de apoyo y solidaridad entre mujeres. Puede que no coincidamos en todo lo que planteamos pero todas las mujeres que trabajamos para que la sociedad sea más justa e igualitaria, para que el feminismo sea reconocido como una fuerza social de cambio, para que las mujeres lleguen a puestos de responsabilidad y/o poder, ya sea político o económico, debemos unir esfuerzos para que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres, para eliminar las desigualdades de género.
No podemos quedarnos cruzadas de brazos mientras se asesina o maltrata a mujeres o haya niñas que son obligadas a prostituirse o como, por razón de su género, ven limitadas sus opciones a tener una educación. Mientras una sola niña, una sola mujer vea mermadas sus oportunidades no podemos decir que avanzamos.
Foto: Agora.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario