Las armas nacionales se han cubierto de Forbes: un brioso empresario exportador ha escalado de las protegidas tierras de Sinaloa a las alturas supermillonarias en dólares, demostrando al mundo que la cultura del esfuerzo traficante rinde frutos en papel color verde. Gran triunfo económico del hombre que por el país se pasea como si nada, mientras sus adversarios sufren detenciones, decomisos y persecuciones. Un ejecutivo de éxito que pasó de la humilde cuna norteña a la estratégica fuga de la cárcel de alta seguridad denominada Puerta Grande de San Vicente hasta llegar a la nómina dorada en que desde el sitio 701 avista a otros distinguidos acumuladores de riqueza. Quién lo dijera, pero allí está el apellido Guzmán junto a Gates, Buffet y Slim, ya en el mismo tren, aunque provisionalmente lejecitos (pero, el volumen de los negocios trasnacionales del Chapo ¿sólo dará para un modesto millar de milloncejos de cueros de rana?).
No hay, sin embargo, patria, felicidad completa. El orgullo de nuestra miseria, el ostentoso polo de la injusticia social mexicana, nuestra alcancía celular diariamente expropiada, el teléfono empresarial que marca la larguísima distancia entre pobres y ricos, ha caído al tercer lugar de los grandes millonarios mundiales, según la imprecisa y más bien superficial lista hecha periódicamente por Forbes. Carlos S. (la S es de Slim) necesita solidaridad plena de sus compatriotas. No sólo debería darle Calderón la concesión para televisión abierta que tantos osos ha provocado (algunos hasta han renunciado), sino que la Patria Agradecida podría organizar una especie de Telmextón para que con gallinas, guajolotes, ahorros populares, permisos y contratos, entre otras cosas, se pueda remontar esa pérdida carolingia de 25 mil millones de dólares.
En otro asunto de dineros, el Instituto Fallido Electoral (ife, por sus siglas pigmeas) ha sufrido otro revés vergonzoso. Un beltronista había aparecido en escena en pasados días para anunciar que los capos del espacio radioeléctrico habían prometido portarse bien y por tanto ya no había necesidad de castigarlos con multas de unos cuantos millones de pesos por empaquetar anuncios y pasarlos en montón. El tribunal electoral federal, también dominado por el siempre calculador Beltrones, revocó el sobreseimiento acordado por el ife, pues un acuerdo entre los consejeros generales del mencionado instituto y la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión no puede sustituir la aplicación de la ley. La pretensión de los televisores sarkozys de llevarse a su multa Cassez a la franca nadería no es procedente, dijo el tribunal electoral, pues han de determinarse violaciones punibles o absoluciones expresas, pero no arreglitos en privado. El magistrado José Alejandro Luna, quien presentó el dictamen sobre el caso, consideró incredible el criterio ejercido por los consejeros del ife que prefirieron, parafraseando al cronista taurino Pepe Alameda, la graciosa huida a la apasionada entrega.
En otra maniobra monetaria deplorable, los panistas y un diputado priísta lograron ayer que los topes para sueldos de personajes públicos se impusiera sólo a quienes sean electos, con lo que se protegieron los actuales ingresos de los ministros de la Suprema Corta y de los órganos autónomos como el ife, el instituto panista de no transparencia, la comisión nacional de derechos de Soberanes, y el banco suministrador de dólares de México, por ejemplo. Además, los caritativos legisladores pretenden que las pulgas ahorradoras se carguen en los ámbitos estatales y municipales y no en los federales.
En otro flanco, el vicepresidente Joe Biden ha convocado a que el nuevo jefe de acciones contra el tráfico de drogas vea lo sucedido en Medellín, Colombia, donde hoy, aseguró, hay paz y prosperidad cuando antes era una de las ciudades más violentas del mundo. Usando el plural derivado de que el ejército gringo entró en acción directa allá y que los mandos estadunidenses controlaron a los locales, Biden dijo, ufano: Ya lo hicimos en Medellín, aunque no terminó la frase con el sentido lógico que le correspondería: hagámoslo ahora en México. Biden dijo también que si hace unos años se hubiera hablado del nivel de violencia que se ha dado en México nos hubiésemos mirado uno al otro como si estuviéramos locos (la locura, ha de deducirse, se ha materializado en forma de guerra contra el narcotráfico).
Más directo, expresando lo que en México se niegan a reconocer Calderón y sus secretarios de la Defensa y de Marina, el almirante Mullen, que estuvo la semana pasada en nuestro país, ha señalado con todas sus letras que Estados Unidos está ofreciendo a México ayuda militar directa, pero no sólo para usar los conocimientos gringos en materia de lucha contra mercaderes de drogas sino, también, contra “principios de contrainsurgencia (que están) en juego aquí, aun cuando se trata de un combate contra cárteles de la droga”. Así o más clarito: ayuda militar especializada en contrainsurgencia para ayudar a la administración de Felipe Calderón.
Astillas
Respecto a la isla de Clipperton o De la Pasión, el diseñador mexicano Juan Santana, que trabaja en los Países Bajos para una empresa líder a nivel mundial en materia de investigaciones en nanotecnología y nanoelectrónica, recuerda la existencia del libro titulado En el viejo Acapulco, editado por La Prensa, escrito por Luz de Guadalupe Joseph, donde se narra la historia de Gustavo Schultz, de origen alemán, quien vivió en Acapulco después del drama de Clipperton, donde habría sobrevivido comiendo carne de sus compañeros, y ya en el puerto vendía y recogía los boletos del cine Salón Rojo, donde los niños lo adoraban porque dejaba pasar a quien no tuviera dinero aunque él, Schultz, acabara pagando los dos centavos de cada pequeño... Y, mientras cinco campesinos guanajuatenses han sido asesinados por soldados, dos de ellos con tiro de gracia, ¡hasta mañana, mientras la canciller Espinosa reconoce que sí trató de evitar que el presidente francés hablara en el Senado sobre Florence Cassez!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
No hay, sin embargo, patria, felicidad completa. El orgullo de nuestra miseria, el ostentoso polo de la injusticia social mexicana, nuestra alcancía celular diariamente expropiada, el teléfono empresarial que marca la larguísima distancia entre pobres y ricos, ha caído al tercer lugar de los grandes millonarios mundiales, según la imprecisa y más bien superficial lista hecha periódicamente por Forbes. Carlos S. (la S es de Slim) necesita solidaridad plena de sus compatriotas. No sólo debería darle Calderón la concesión para televisión abierta que tantos osos ha provocado (algunos hasta han renunciado), sino que la Patria Agradecida podría organizar una especie de Telmextón para que con gallinas, guajolotes, ahorros populares, permisos y contratos, entre otras cosas, se pueda remontar esa pérdida carolingia de 25 mil millones de dólares.
En otro asunto de dineros, el Instituto Fallido Electoral (ife, por sus siglas pigmeas) ha sufrido otro revés vergonzoso. Un beltronista había aparecido en escena en pasados días para anunciar que los capos del espacio radioeléctrico habían prometido portarse bien y por tanto ya no había necesidad de castigarlos con multas de unos cuantos millones de pesos por empaquetar anuncios y pasarlos en montón. El tribunal electoral federal, también dominado por el siempre calculador Beltrones, revocó el sobreseimiento acordado por el ife, pues un acuerdo entre los consejeros generales del mencionado instituto y la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión no puede sustituir la aplicación de la ley. La pretensión de los televisores sarkozys de llevarse a su multa Cassez a la franca nadería no es procedente, dijo el tribunal electoral, pues han de determinarse violaciones punibles o absoluciones expresas, pero no arreglitos en privado. El magistrado José Alejandro Luna, quien presentó el dictamen sobre el caso, consideró incredible el criterio ejercido por los consejeros del ife que prefirieron, parafraseando al cronista taurino Pepe Alameda, la graciosa huida a la apasionada entrega.
En otra maniobra monetaria deplorable, los panistas y un diputado priísta lograron ayer que los topes para sueldos de personajes públicos se impusiera sólo a quienes sean electos, con lo que se protegieron los actuales ingresos de los ministros de la Suprema Corta y de los órganos autónomos como el ife, el instituto panista de no transparencia, la comisión nacional de derechos de Soberanes, y el banco suministrador de dólares de México, por ejemplo. Además, los caritativos legisladores pretenden que las pulgas ahorradoras se carguen en los ámbitos estatales y municipales y no en los federales.
En otro flanco, el vicepresidente Joe Biden ha convocado a que el nuevo jefe de acciones contra el tráfico de drogas vea lo sucedido en Medellín, Colombia, donde hoy, aseguró, hay paz y prosperidad cuando antes era una de las ciudades más violentas del mundo. Usando el plural derivado de que el ejército gringo entró en acción directa allá y que los mandos estadunidenses controlaron a los locales, Biden dijo, ufano: Ya lo hicimos en Medellín, aunque no terminó la frase con el sentido lógico que le correspondería: hagámoslo ahora en México. Biden dijo también que si hace unos años se hubiera hablado del nivel de violencia que se ha dado en México nos hubiésemos mirado uno al otro como si estuviéramos locos (la locura, ha de deducirse, se ha materializado en forma de guerra contra el narcotráfico).
Más directo, expresando lo que en México se niegan a reconocer Calderón y sus secretarios de la Defensa y de Marina, el almirante Mullen, que estuvo la semana pasada en nuestro país, ha señalado con todas sus letras que Estados Unidos está ofreciendo a México ayuda militar directa, pero no sólo para usar los conocimientos gringos en materia de lucha contra mercaderes de drogas sino, también, contra “principios de contrainsurgencia (que están) en juego aquí, aun cuando se trata de un combate contra cárteles de la droga”. Así o más clarito: ayuda militar especializada en contrainsurgencia para ayudar a la administración de Felipe Calderón.
Astillas
Respecto a la isla de Clipperton o De la Pasión, el diseñador mexicano Juan Santana, que trabaja en los Países Bajos para una empresa líder a nivel mundial en materia de investigaciones en nanotecnología y nanoelectrónica, recuerda la existencia del libro titulado En el viejo Acapulco, editado por La Prensa, escrito por Luz de Guadalupe Joseph, donde se narra la historia de Gustavo Schultz, de origen alemán, quien vivió en Acapulco después del drama de Clipperton, donde habría sobrevivido comiendo carne de sus compañeros, y ya en el puerto vendía y recogía los boletos del cine Salón Rojo, donde los niños lo adoraban porque dejaba pasar a quien no tuviera dinero aunque él, Schultz, acabara pagando los dos centavos de cada pequeño... Y, mientras cinco campesinos guanajuatenses han sido asesinados por soldados, dos de ellos con tiro de gracia, ¡hasta mañana, mientras la canciller Espinosa reconoce que sí trató de evitar que el presidente francés hablara en el Senado sobre Florence Cassez!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Tiene 54 años y es originario de Sinaloa. No es heredero, es un self made man, es decir, hizo su fortuna con su propio esfuerzo. Es un capitán de la industria del transporte. Desde ayer forma parte del grupo de millonarios mexicanos de la revista Forbes, que le calcula una fortuna de mil millones de dólares. Se trata de Joaquín El Chapo Guzmán. Añade la revista en el breve perfil: “El hombre más buscado de México lidera el cártel de Sinaloa, uno de los mayores provedores de cocaína de Estados Unidos. En 1993 fue arrestado en México bajo cargos de homicidio y narcotráfico. Escapó de una prisión federal en 2001, según esto, escondido en un contenedor de ropa sucia, y rápidamente retomó el control de su organización, la cual sigue manejando hasta hoy. En 2008 traficantes mexicanos y colombianos lavaron entre 18 mil y 39 mil millones de dólares, generados por cargamentos hacia Estados Unidos. Se cree que El Chapo, un experto en túneles, ha dirigido una tercera parte de esa operación. Aparentemente comenzó su carrera trabajando para Miguel Ángel Félix Gallardo, El Padrino, cabeza de la más poderosa banda de traficantes. El gobierno de Estados Unidos ofrece 5 millones de dólares por su captura”.
Millonario muy especial
No menciona la revista si tiene posiciones accionarias en las bolsas de valores de México o Wall Street, inversiones en Cetes o fue cliente de Madoff o Stanford. Leí varias veces el texto tratando de encontrar alguna línea que indicara si se trata de un sarcasmo de los editores de Forbes, mas no la hallé. Quizá hay un dejo de ironía cuando lo llama un self made man y describe su negocio como transporte (shipping). Así que por primera vez en la historia de su reporte The World’s Billionaires aparece un traficante de drogas y el honor –es un decir– corresponde a México. La revista recientemente había publicado un devastador reportaje llamando Estado fallido a nuestro país. Motivó un comentario de Felipe Calderón, había tenido una conversación posterior con míster Forbes, el dueño, para aclarar algunos puntos. Seguramente no le anticipó que otro mexicano haría su debut. En la gráfica aparece la clasificación del año 2009 y un comparativo con la anterior.
De capa caída
Otros aspectos destacables de los 11 Forbes mexicanos: sus fortunas bajaron sensiblemente. En 2008 sumaban en conjunto 96.2 mil millones de dólares, la nueva suma es de 55.1 mil millones. La de Slim bajó 25 mil millones, por lo que pasó a ser el tercer hombre más rico del mundo, debajo de Bill Gates y Warren Buffet. Falleció uno: Isaac Saba Raffoul. Otro fue sacado de la lista, Lorenzo Zambrano, ya no tiene mil millones de dólares. Todos hicieron sus fortunas en los tiempos del priísmo y las conservaron en el panismo, con una sola excepción: El Chapo Guzmán. Escapó de la prisión de Puente Grande días después de que Vicente Fox tomó posesión. Es el primer Forbes del gobierno del cambio.
El bono de 100 pesos
Ya deja la presidencia de la Bolsa de Valores Guillermo Prieto Treviño y no hay noticias del bono de 100 pesos de Pemex. Una vez que fue aprobada la nueva legislación petrolera se debió proceder a ponerlo en circulación. Tampoco hay noticias de la refinería. La devaluación del peso descoyuntó los presupuestos. Sin embargo, algunos gobernadores no han perdido interés y proponen que se levante en sus respectivos estados. Cada uno apadrina a un grupo de empresas que quieren entrarle al negocio.
e@Vox Populi
Millonario muy especial
No menciona la revista si tiene posiciones accionarias en las bolsas de valores de México o Wall Street, inversiones en Cetes o fue cliente de Madoff o Stanford. Leí varias veces el texto tratando de encontrar alguna línea que indicara si se trata de un sarcasmo de los editores de Forbes, mas no la hallé. Quizá hay un dejo de ironía cuando lo llama un self made man y describe su negocio como transporte (shipping). Así que por primera vez en la historia de su reporte The World’s Billionaires aparece un traficante de drogas y el honor –es un decir– corresponde a México. La revista recientemente había publicado un devastador reportaje llamando Estado fallido a nuestro país. Motivó un comentario de Felipe Calderón, había tenido una conversación posterior con míster Forbes, el dueño, para aclarar algunos puntos. Seguramente no le anticipó que otro mexicano haría su debut. En la gráfica aparece la clasificación del año 2009 y un comparativo con la anterior.
De capa caída
Otros aspectos destacables de los 11 Forbes mexicanos: sus fortunas bajaron sensiblemente. En 2008 sumaban en conjunto 96.2 mil millones de dólares, la nueva suma es de 55.1 mil millones. La de Slim bajó 25 mil millones, por lo que pasó a ser el tercer hombre más rico del mundo, debajo de Bill Gates y Warren Buffet. Falleció uno: Isaac Saba Raffoul. Otro fue sacado de la lista, Lorenzo Zambrano, ya no tiene mil millones de dólares. Todos hicieron sus fortunas en los tiempos del priísmo y las conservaron en el panismo, con una sola excepción: El Chapo Guzmán. Escapó de la prisión de Puente Grande días después de que Vicente Fox tomó posesión. Es el primer Forbes del gobierno del cambio.
El bono de 100 pesos
Ya deja la presidencia de la Bolsa de Valores Guillermo Prieto Treviño y no hay noticias del bono de 100 pesos de Pemex. Una vez que fue aprobada la nueva legislación petrolera se debió proceder a ponerlo en circulación. Tampoco hay noticias de la refinería. La devaluación del peso descoyuntó los presupuestos. Sin embargo, algunos gobernadores no han perdido interés y proponen que se levante en sus respectivos estados. Cada uno apadrina a un grupo de empresas que quieren entrarle al negocio.
e@Vox Populi
En la rueda de la fortuna lo llamativo no es que Carlos Slim registre una espectacular caída de 41.67 por ciento en su abundante patrimonio, sino que por primera vez aparezca oficialmente inventariado como multimillonario marca Forbes uno de los grandes padrinos mexicanos de la droga: Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, quien ocupa el escalón número 701 del catálogo de ricos entre los ricos, el cual comparte con el señor de los sueños, Emilio Azcárraga Jean, y el filántropo Fobaproa, Alfredo Harp Helú, cada uno de ellos con mil millones de billetes verdes en sus respectivas alcancías.
En efecto, el mexicano no es un Estado fallido (Calderón dixit) ni existe ingobernabilidad en el país (Gómez Mont ídem), y son tan exactas tales frases que México se da el lujo de trascender los tradicionales barones del dinero para subir al podio de triunfadores a uno de sus más preciados ejemplares de la industria más boyante de la temporada, la de la droga.
El Chapo Guzmán, uno de los delincuentes más buscados de México, según reza la propaganda oficial (aunque en los hechos tranquilamente se le pueda localizar en la mayoría de las ruidosas bodas de Sinaloa), no sólo se da el lujo de inundar el mercado con sus altamente cotizados productos tóxicos, sino que ahora los sensibles ojos de quienes evalúan a los ricos entre los ricos lo incorporan, como uno de los grandes barones del dinero, en el mismo inventario Forbes 2009 en el que aparecen Carlos Slim, Alberto Bailleres, Ricardo Salinas Pliego, Jerónimo Arango, Germán Larrea, Roberto Hernández, Emilio Azcárraga Jean y Alfredo Harp Helú.
Que es el más buscado, dicen en el gobierno de aquí y allá. Pues bien, ahora lo pueden encontrar en la más reciente entrega de la revista Forbes (marzo 2009), la cual presenta el más fresco inventario de multimillonarios en el mundo, de los cuales nueve son mexicanos: los arriba citados (que si bien no están entre los más buscados, también son finísimas personas), más el padrino del cártel de Sinaloa.
La crisis le cobró a México dos piezas tradicionales en el inventario de multimillonarios. En 2009 causaron baja los barones Isaac Saba Raffoul y Lorenzo Zambrano, quienes en la relación Forbes 2008 aparecieron con 2 mil 100 y mil 500 millones de dólares, respectivamente. A cambio, los editores de la citada revista subieron a Joaquín Guzmán al podio, con lo que el Chapo obtiene una estrella adicional y logra lo que ninguno de sus rivales (entiéndase los hermanos Arellano Félix, Miguel Angel Félix Gallardo, Don Neto, Rafael Caro Quintero, El Señor de los Cielos, Osiel Cárdenas Guillén, los hermanos Beltrán Leyva, el Mayo Zambada, etcétera, etcétera).
Forbes presenta una breve biografía empresarial de El Chapo, un industrial del transporte, a quien identifica como el hombre más buscado de México desde que escapó de una prisión federal en 2001. Indica que en 2008 los traficantes mexicanos y colombianos lavaron entre 18 mil y 39 mil millones de dólares producto de sus cargamentos colocados en Estados Unidos, de los que entre una tercera parte y la mitad serían responsabilidad del ahora reconocido multimillonario de Badiraguato, y anota que el gobierno estadunidense ofrece una recompensa de 5 millones de dólares por su captura, un monto que los gringos deberían incrementar sustancialmente, porque a Joaquín Guzmán le alcanza para dar 200 veces esa cantidad, cuando menos, y así evitar la cárcel.
En fin. La boyante industria mexicana de la droga ya coló a uno de sus padrinos en el prestigiado inventario de multimillonarios Forbes, lo que parece confirma que ni aquí ni allá, ni en México ni Estados Unidos, hacen mayor cosa para detener la producción, el trasiego y el consumo. Mil millones de dólares es la fortuna que la revista especializada atribuye al Chapo, pero no detalla cómo llegó a esa suma, la cual, sin duda, debe ser mucho mayor en los hechos.
La otra parte de la misma información revela que a Carlos Slim la crisis le habría costado algo así como 25 mil millones de dólares, con lo que el catastrofista empresario mexicano no sólo descendió a la tercera posición mundial entre los multimillonarios, sino que su fortuna se achicó a tan sólo 35 mil millones de billetes verdes, un monto ligeramente superior al que en 2006 la propia Forbes le reconoció como fortuna personal. Con la sacudida, Bill Gates retoma el primer lugar entre los de su especie con 40 mil millones (perdió 18 mil), y Warren Buffett cae a la segunda posición con 37 mil (una minusvalía de 25 mil).
La fortuna conjunta de los nueve mexicanos que aparecen en el Forbes 2009 de multimillonarios suma 55 mil 100 millones de dólares, contra 96 mil 200 millones del año previo, con diez barones. Además de la minusvalía de Slim, el empresario totalmente Palacio y zar de la plata, Alberto Bailleres, reportó una caída de 4 mil 100 millones de dólares (casi 42 por ciento) en su caudal, aunque mantiene la segunda posición entre los ricos del país.
Al barón de los abonos chiquitos y los intereses de usura, Ricardo Salinas Pliego, nada bien le fue: de un año para otro su fortuna cayó de 6 mil 300 a 4 mil 200 millones de dólares, pero se coló a la tercera posición, toda vez que al zar del cobre Germán Larrea (el de Pasta de Conchos) le fue peor. Su guardadito pasó de 7 mil 300 a 2 mil 600 millones de dólares, una caída de 65 por ciento. Para Jerónimo Arango, otrora dueño de Aurrerá, la pérdida fue de 900 millones de dólares, para cerrar en 3 mil 400 millones.
El mejor pagador de impuestos del país, Roberto Hernández, vio reducida su hacienda en 30 por ciento y ahora sólo tiene mil 200 millones de dólares, muy cerca ya de los otros tres empresarios mexicanos que con mil millones cada uno están inventariados como multimillonarios Forbes: el Chapo, Emilio Azcárraga Jean y Alfredo Harp Helú, en ese orden.
Las rebanadas del pastel
La vergonzosa actitud panista en torno a la Ley de Salarios Máximos recuerda, y confirma, lo dicho hace unos cuantos años por el papá de los nenes Bribiesca Sahagún, quien preguntaba: ¿en qué se parecen el PAN y los meseros? Y contestaba: en que los dos se hacen pendejos con el cambio (dicho sea con todo respeto para los meseros).
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
En efecto, el mexicano no es un Estado fallido (Calderón dixit) ni existe ingobernabilidad en el país (Gómez Mont ídem), y son tan exactas tales frases que México se da el lujo de trascender los tradicionales barones del dinero para subir al podio de triunfadores a uno de sus más preciados ejemplares de la industria más boyante de la temporada, la de la droga.
El Chapo Guzmán, uno de los delincuentes más buscados de México, según reza la propaganda oficial (aunque en los hechos tranquilamente se le pueda localizar en la mayoría de las ruidosas bodas de Sinaloa), no sólo se da el lujo de inundar el mercado con sus altamente cotizados productos tóxicos, sino que ahora los sensibles ojos de quienes evalúan a los ricos entre los ricos lo incorporan, como uno de los grandes barones del dinero, en el mismo inventario Forbes 2009 en el que aparecen Carlos Slim, Alberto Bailleres, Ricardo Salinas Pliego, Jerónimo Arango, Germán Larrea, Roberto Hernández, Emilio Azcárraga Jean y Alfredo Harp Helú.
Que es el más buscado, dicen en el gobierno de aquí y allá. Pues bien, ahora lo pueden encontrar en la más reciente entrega de la revista Forbes (marzo 2009), la cual presenta el más fresco inventario de multimillonarios en el mundo, de los cuales nueve son mexicanos: los arriba citados (que si bien no están entre los más buscados, también son finísimas personas), más el padrino del cártel de Sinaloa.
La crisis le cobró a México dos piezas tradicionales en el inventario de multimillonarios. En 2009 causaron baja los barones Isaac Saba Raffoul y Lorenzo Zambrano, quienes en la relación Forbes 2008 aparecieron con 2 mil 100 y mil 500 millones de dólares, respectivamente. A cambio, los editores de la citada revista subieron a Joaquín Guzmán al podio, con lo que el Chapo obtiene una estrella adicional y logra lo que ninguno de sus rivales (entiéndase los hermanos Arellano Félix, Miguel Angel Félix Gallardo, Don Neto, Rafael Caro Quintero, El Señor de los Cielos, Osiel Cárdenas Guillén, los hermanos Beltrán Leyva, el Mayo Zambada, etcétera, etcétera).
Forbes presenta una breve biografía empresarial de El Chapo, un industrial del transporte, a quien identifica como el hombre más buscado de México desde que escapó de una prisión federal en 2001. Indica que en 2008 los traficantes mexicanos y colombianos lavaron entre 18 mil y 39 mil millones de dólares producto de sus cargamentos colocados en Estados Unidos, de los que entre una tercera parte y la mitad serían responsabilidad del ahora reconocido multimillonario de Badiraguato, y anota que el gobierno estadunidense ofrece una recompensa de 5 millones de dólares por su captura, un monto que los gringos deberían incrementar sustancialmente, porque a Joaquín Guzmán le alcanza para dar 200 veces esa cantidad, cuando menos, y así evitar la cárcel.
En fin. La boyante industria mexicana de la droga ya coló a uno de sus padrinos en el prestigiado inventario de multimillonarios Forbes, lo que parece confirma que ni aquí ni allá, ni en México ni Estados Unidos, hacen mayor cosa para detener la producción, el trasiego y el consumo. Mil millones de dólares es la fortuna que la revista especializada atribuye al Chapo, pero no detalla cómo llegó a esa suma, la cual, sin duda, debe ser mucho mayor en los hechos.
La otra parte de la misma información revela que a Carlos Slim la crisis le habría costado algo así como 25 mil millones de dólares, con lo que el catastrofista empresario mexicano no sólo descendió a la tercera posición mundial entre los multimillonarios, sino que su fortuna se achicó a tan sólo 35 mil millones de billetes verdes, un monto ligeramente superior al que en 2006 la propia Forbes le reconoció como fortuna personal. Con la sacudida, Bill Gates retoma el primer lugar entre los de su especie con 40 mil millones (perdió 18 mil), y Warren Buffett cae a la segunda posición con 37 mil (una minusvalía de 25 mil).
La fortuna conjunta de los nueve mexicanos que aparecen en el Forbes 2009 de multimillonarios suma 55 mil 100 millones de dólares, contra 96 mil 200 millones del año previo, con diez barones. Además de la minusvalía de Slim, el empresario totalmente Palacio y zar de la plata, Alberto Bailleres, reportó una caída de 4 mil 100 millones de dólares (casi 42 por ciento) en su caudal, aunque mantiene la segunda posición entre los ricos del país.
Al barón de los abonos chiquitos y los intereses de usura, Ricardo Salinas Pliego, nada bien le fue: de un año para otro su fortuna cayó de 6 mil 300 a 4 mil 200 millones de dólares, pero se coló a la tercera posición, toda vez que al zar del cobre Germán Larrea (el de Pasta de Conchos) le fue peor. Su guardadito pasó de 7 mil 300 a 2 mil 600 millones de dólares, una caída de 65 por ciento. Para Jerónimo Arango, otrora dueño de Aurrerá, la pérdida fue de 900 millones de dólares, para cerrar en 3 mil 400 millones.
El mejor pagador de impuestos del país, Roberto Hernández, vio reducida su hacienda en 30 por ciento y ahora sólo tiene mil 200 millones de dólares, muy cerca ya de los otros tres empresarios mexicanos que con mil millones cada uno están inventariados como multimillonarios Forbes: el Chapo, Emilio Azcárraga Jean y Alfredo Harp Helú, en ese orden.
Las rebanadas del pastel
La vergonzosa actitud panista en torno a la Ley de Salarios Máximos recuerda, y confirma, lo dicho hace unos cuantos años por el papá de los nenes Bribiesca Sahagún, quien preguntaba: ¿en qué se parecen el PAN y los meseros? Y contestaba: en que los dos se hacen pendejos con el cambio (dicho sea con todo respeto para los meseros).
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Hace algunos años, alguien dijo por ahí que somos vehículos tripulados por nuestros genes. Según tal postura, éstos son los responsables de tomar las decisiones que realmente importan en la vida: optar por las armas, las letras o el noviciado, escoger el tipo de hembra o macho que le va bien a nuestra química corporal y a los dictados de desarrollo de la especie, buscar un sitio de residencia frío, templado o caliente, determinar el momento a partir del cual es aceptable volverse abono, y así. Para mayor depresión, cuando los genetistas descifraron el genoma humano descubrieron que buena parte de éste está formado por cadenas sin sentido ni propósito, repetidas hasta la saciedad, algo a lo que llamaron genes basura. Aliviados estamos si el hilo conductor de nuestros actos es un manojo de estampitas repetidas. Es posible que la idea de los genes conductores sea una exageración, si no es que un embuste completo: a fin de cuentas, nuestra variedad genómica no es muy superior a la de las lombrices y las moscas de la fruta y resulta comparable a la de los ratones; por lo demás, 99.4 por ciento de nuestro ADN significativo es idéntico al de los chimpancés; a pesar de todo eso, no nos comportamos como lombrices, como moscas o como chimpancés. Bueno, sí, y algunos más que otros, pero no siempre.
Si los avances en el estudio genómico han relativizado nuestras diferencias con respecto a otras especies de vertebrados e invertebrados, en materia de razas humanas han resultado devastadores. Hace poco más de seis años se sabe que no existe un correlato entre carga genética y raza y que actualmente, desde un punto de vista biológico, las razas humanas no existen, como lo formularon Sergio Pena y otros colegas suyos de la Universidade Federal de Minas Gerais tras realizar un estudio detallado de la población brasileña, una de las más mezcladas del mundo. Los investigadores hallaron que, en promedio, el 33 por ciento de los genes de los individuos considerados blancos provienen de población nativa de América y otro 28 por ciento, de originarios de África; en cuanto a los considerados negros, su material genético resultó ser no africano en 48 por ciento. “Nuestro estudio –concluyó Pena– dejó en claro los peligros de igualar el color o la raza con la ascendencia geográfica y usar términos intercambiables como blanco, caucásico y europeo, por un lado, y negro o africano por el otro, como se utiliza a menudo en la literatura médica y científica.”
Qué alivio. Como lo sospechaba, raza es una categoría útil para clasificar perros pero no para diferenciar personas y en nuestra especie no cabe hablar de varias. Es posible que entre nosotros las haya habido diferentes hasta hace unos siglos, pero los procesos globalizadores –que empiezan con Colón, si no es que antes– y el gusto irrefrenable por ejercitar los genitales con personas de aspecto diferente al propio dieron por resultado una mezcolanza planetaria que, por fortuna, ya no tiene remedio. Échense una buceada por el sitio racesci.org, y si les da pereza, ahí va el resumen:
Las autoridades de la Nueva España clasificaron a la población en una treintena de castas, derivadas de las posibles combinaciones entre las razas originales, español, indio y negro. Una enumeración muy incompleta: mulato, mestizo, castizo o ladino, zambo, calpamulato, cuatrero o cholo, cambur o cimarrón, negro fino, prieto, cuarterón, salta atrás, chino, lobo, coyote, gíbaro, alvarasado, cambujo, zambaigo, tente en el aire, no te entiendo, ahí estás, chamizo y barcino. Las clasificaciones pretendidamente científicas inventadas en Europa no son menos pintorescas. Si en el medioevo se pensaba que la humanidad estaba compuesta por las descendencias de Sem (semíticos, asiáticos), Cam (camitas, africanos) y Jafet (jafetitas, europeos), los tres hijos de Noé, en 1684 François Bernier publicó una clasificación de cuatro especies definidas por características físicas y por región: la formada por los europeos, africanos del norte, persas, árabes, indios y americanos; la de los africanos, la de los asiáticos amarillos, y la de los lapones.
Tanto el filósofo Leibniz como el economista Smith argumentaron que todos los humanos pertenecen a la misma raza, independientemente de las diferencias físicas y culturales, y que éstas se deberían, en todo caso, a factores climáticos, una explicación que compartía el naturalista Leclerc, conde de Buffon, quien pensaba que tales diferencias eran reversibles (si un pueblo cambia de lugar de residencia, cambia el color de su piel) pero las consideraba, sin embargo, raciales. Enumeró seis variedades: lapones o polares, tártaros de Mongolia, habitantes del sur de Asia, europeos, etíopes y americanos. Por su parte, Linneo no habló de razas sino de variedades (americanus, europaeus, asiaticus y afer) y les atribuyó características culturales, políticas y sicológicas específicas de cada una. Esa taxonomía fue reducida a tres razas por Cuvier (caucásico, mongólico y etiópico) y por Gobineau (blanco, amarillo y negro), y a mediados del siglo XIX Thomas Huxley la estiró a nueve: bosquimanos, negros, negritos, melanocroides, australoides, xantocroides, polinesios, mongoloides A, B y C, y esquimales. Ya en el siglo XX, Henri Victor Vallois se inventó cuatro grupos raciales primarios (australoide, leucodermo, melanodermo y xantodermo) y 27 razas específicas, incluida una alpina.
Durante dos siglos, la antropología física ha hurgado, medido y contabilizado colores de piel, pilosidad, pigmentación, forma y consistencia del pelo, color de los ojos, estatura y al peso, proporciones del tronco y de los miembros, forma de la cabeza, proporciones y forma de la cara y rasgos faciales, para fabricar los cajones en los que pueda almacenarse, de manera ordenada, a la humanidad. Lo último antes de las pesquisas genéticas fue el grupo sanguíneo. Casi siempre, sin embargo, esos empeños han servido para fundamentar y administrar la discriminación.
Los fundamentos científicos del racismo se han vuelto insostenibles. Sin embargo, y aunque en Estados Unidos la práctica de clasificar razas ha sido declarada anticonstitucional, el FBI sigue empleando (al igual que Scotland Yard, la policía inglesa) sistemas de catalogación basados en grupos raciales. Ethnicity, rezan los campos de los formularios gringos –un gran disparate, pues etnia y aspecto físico no tienen nada que ver–, y enumeran, por ejemplo, “asiática, negra/descendiente de africanos, india, latina/hispana, mediooriental, nativo de América, isleño del Pacífico, blanco/caucásico. Ese y otros fichajes racistas mezclan las peras del aspecto físico con las manzanas de la cultura y hasta con las ciruelas de la nacionalidad: ¿qué carajo es hispanic? O caucasian, hagan el favor, como si la mayoría de la población estadunidense se pareciera a los habitantes de Tbilisi y de Grozny.
Dos facetas del racismo: la otra cara de la discriminación es el culto a la pureza de la sangre, que da fundamento a dinastías y familias reales. Pero los Mountbatten-Windsor, los Borbón, los alauitas y sauditas, los escandalosos Grimaldi monegascos, los Bernadotte, los Glücksbourg, los dizque descendientes de Jimmu y los Bereng Seeiso de Lesoto tienen los genes tan mezclados como las aguas negras de cualquier ciudad. Para colmo de males –es oficial–, Isabel de Inglaterra, Juan Carlos de España y demás figurines monárquicos comparten, al igual que el resto de los humanos, 99.4 por ciento de su ADN con los micos del zoológico. Sólo que a los reyezuelos se les nota un poquito más.
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Si los avances en el estudio genómico han relativizado nuestras diferencias con respecto a otras especies de vertebrados e invertebrados, en materia de razas humanas han resultado devastadores. Hace poco más de seis años se sabe que no existe un correlato entre carga genética y raza y que actualmente, desde un punto de vista biológico, las razas humanas no existen, como lo formularon Sergio Pena y otros colegas suyos de la Universidade Federal de Minas Gerais tras realizar un estudio detallado de la población brasileña, una de las más mezcladas del mundo. Los investigadores hallaron que, en promedio, el 33 por ciento de los genes de los individuos considerados blancos provienen de población nativa de América y otro 28 por ciento, de originarios de África; en cuanto a los considerados negros, su material genético resultó ser no africano en 48 por ciento. “Nuestro estudio –concluyó Pena– dejó en claro los peligros de igualar el color o la raza con la ascendencia geográfica y usar términos intercambiables como blanco, caucásico y europeo, por un lado, y negro o africano por el otro, como se utiliza a menudo en la literatura médica y científica.”
Qué alivio. Como lo sospechaba, raza es una categoría útil para clasificar perros pero no para diferenciar personas y en nuestra especie no cabe hablar de varias. Es posible que entre nosotros las haya habido diferentes hasta hace unos siglos, pero los procesos globalizadores –que empiezan con Colón, si no es que antes– y el gusto irrefrenable por ejercitar los genitales con personas de aspecto diferente al propio dieron por resultado una mezcolanza planetaria que, por fortuna, ya no tiene remedio. Échense una buceada por el sitio racesci.org, y si les da pereza, ahí va el resumen:
Las autoridades de la Nueva España clasificaron a la población en una treintena de castas, derivadas de las posibles combinaciones entre las razas originales, español, indio y negro. Una enumeración muy incompleta: mulato, mestizo, castizo o ladino, zambo, calpamulato, cuatrero o cholo, cambur o cimarrón, negro fino, prieto, cuarterón, salta atrás, chino, lobo, coyote, gíbaro, alvarasado, cambujo, zambaigo, tente en el aire, no te entiendo, ahí estás, chamizo y barcino. Las clasificaciones pretendidamente científicas inventadas en Europa no son menos pintorescas. Si en el medioevo se pensaba que la humanidad estaba compuesta por las descendencias de Sem (semíticos, asiáticos), Cam (camitas, africanos) y Jafet (jafetitas, europeos), los tres hijos de Noé, en 1684 François Bernier publicó una clasificación de cuatro especies definidas por características físicas y por región: la formada por los europeos, africanos del norte, persas, árabes, indios y americanos; la de los africanos, la de los asiáticos amarillos, y la de los lapones.
Tanto el filósofo Leibniz como el economista Smith argumentaron que todos los humanos pertenecen a la misma raza, independientemente de las diferencias físicas y culturales, y que éstas se deberían, en todo caso, a factores climáticos, una explicación que compartía el naturalista Leclerc, conde de Buffon, quien pensaba que tales diferencias eran reversibles (si un pueblo cambia de lugar de residencia, cambia el color de su piel) pero las consideraba, sin embargo, raciales. Enumeró seis variedades: lapones o polares, tártaros de Mongolia, habitantes del sur de Asia, europeos, etíopes y americanos. Por su parte, Linneo no habló de razas sino de variedades (americanus, europaeus, asiaticus y afer) y les atribuyó características culturales, políticas y sicológicas específicas de cada una. Esa taxonomía fue reducida a tres razas por Cuvier (caucásico, mongólico y etiópico) y por Gobineau (blanco, amarillo y negro), y a mediados del siglo XIX Thomas Huxley la estiró a nueve: bosquimanos, negros, negritos, melanocroides, australoides, xantocroides, polinesios, mongoloides A, B y C, y esquimales. Ya en el siglo XX, Henri Victor Vallois se inventó cuatro grupos raciales primarios (australoide, leucodermo, melanodermo y xantodermo) y 27 razas específicas, incluida una alpina.
Durante dos siglos, la antropología física ha hurgado, medido y contabilizado colores de piel, pilosidad, pigmentación, forma y consistencia del pelo, color de los ojos, estatura y al peso, proporciones del tronco y de los miembros, forma de la cabeza, proporciones y forma de la cara y rasgos faciales, para fabricar los cajones en los que pueda almacenarse, de manera ordenada, a la humanidad. Lo último antes de las pesquisas genéticas fue el grupo sanguíneo. Casi siempre, sin embargo, esos empeños han servido para fundamentar y administrar la discriminación.
Los fundamentos científicos del racismo se han vuelto insostenibles. Sin embargo, y aunque en Estados Unidos la práctica de clasificar razas ha sido declarada anticonstitucional, el FBI sigue empleando (al igual que Scotland Yard, la policía inglesa) sistemas de catalogación basados en grupos raciales. Ethnicity, rezan los campos de los formularios gringos –un gran disparate, pues etnia y aspecto físico no tienen nada que ver–, y enumeran, por ejemplo, “asiática, negra/descendiente de africanos, india, latina/hispana, mediooriental, nativo de América, isleño del Pacífico, blanco/caucásico. Ese y otros fichajes racistas mezclan las peras del aspecto físico con las manzanas de la cultura y hasta con las ciruelas de la nacionalidad: ¿qué carajo es hispanic? O caucasian, hagan el favor, como si la mayoría de la población estadunidense se pareciera a los habitantes de Tbilisi y de Grozny.
Dos facetas del racismo: la otra cara de la discriminación es el culto a la pureza de la sangre, que da fundamento a dinastías y familias reales. Pero los Mountbatten-Windsor, los Borbón, los alauitas y sauditas, los escandalosos Grimaldi monegascos, los Bernadotte, los Glücksbourg, los dizque descendientes de Jimmu y los Bereng Seeiso de Lesoto tienen los genes tan mezclados como las aguas negras de cualquier ciudad. Para colmo de males –es oficial–, Isabel de Inglaterra, Juan Carlos de España y demás figurines monárquicos comparten, al igual que el resto de los humanos, 99.4 por ciento de su ADN con los micos del zoológico. Sólo que a los reyezuelos se les nota un poquito más.
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EDITORIAL LA JORNADA
Guerra antidrogas: percepciones equívocas y compartidas
Ayer, a unas horas de que el director de la Inteligencia Nacional estadunidense, Dennis Blair, señaló que el gobierno mexicano ha perdido el control sobre parte de su territorio por la actividad de los cárteles de la droga, y de que el Departamento de Estado del país vecino afirmó que el negocio del narcotráfico en México involucra a unas 450 mil personas y genera ganancias que ascienden a 25 mil millones de dólares, el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, respondió a tales señalamientos de manera desusadamente enérgica: demandó al gobierno de Barack Obama una actitud de colaboración en materia de combate al narcotráfico que se traduzca en una reducción eficaz del consumo y, desde luego, en el tráfico de drogas en ese país que, bien lo sabemos todos, no se explica sin la corrupción de las autoridades que en esos niveles permiten ese tráfico. Asimismo, enfatizó que minar el esfuerzo que hace el gobierno mexicano en la lucha por construir una región más segura es una irresponsabilidad con los ciudadanos de ambas naciones y es también un favor gratuito que se le hace al crimen.
Por su parte, el titular de la Secretaría de Gobernación, Fernando Gómez Mont, negó que exista porción del territorio alguna que escape a la autoridad del Estado, calificó de desafortunadas las críticas estadunidenses y señaló que tales afirmaciones obstaculizan la construcción de un clima confiable de colaboración para combatir al crimen organizado.
No tiene mucho sentido negar verdades evidentes, como que el gobierno mexicano ha perdido control de extensas zonas del territorio nacional y que el narcotráfico ha adquirido una notable dimensión en la economía mexicana –al punto de que actualmente emplea a cientos de miles de personas y mueve capitales estratosféricos–, pero no debiera omitirse en el debate en curso que las autoridades estadunidenses han sido igualmente incapaces de controlar el trasiego y la distribución de estupefacientes ilegales dentro de su propio territorio y se han mantenido renuentes a reconocer la operación de cárteles del narcotráfico en Estados Unidos, como si la vasta y compleja estructura que esas organizaciones han construido en todo el continente se interrumpiera mágicamente al cruzar el río Bravo y como si en la economía estadunidense no estuviera enraizado un vasto aparato de lavado de dinero que hace del narcotráfico una actividad altamente redituable.
Por lo demás, no puede negarse que la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado emprendida por el gobierno calderonista ha conducido al país a niveles inusitados de violencia –circunstancia que, según afirmó el propio Blair, se está volviendo un recordatorio de la situación en Colombia de hace una década–, pero ello se explica, en buena medida, por la falta de voluntad del gobierno de Washington para controlar las ventas de armamento de alto poder que es exportado a México, y no precisamente en contrabando hormiga a cargo de los migrantes, como se ha señalado en forma irresponsable y equívoca.
Actualmente, para colmo, las propias autoridades estadunidenses han promovido la aplicación de medidas que profundizan el ciclo de la violencia y propician atropellos adicionales al estado de derecho en los países en que se aplican: es obligado recordar, al respecto, las afirmaciones recientes del jefe del Estado Mayor Conjunto estadunidense, Michael Mullen, de que el Plan Colombia debe ser visto como un ejemplo para nuestro país, declaración improcedente si se toma en cuenta que ese acuerdo de asistencia militar se tradujo, en esa nación sudamericana, en pérdida de la soberanía, deterioro de los derechos humanos e incremento de la violencia, pero no en una reducción real de la producción y el trasiego de cocaína y otras drogas ilegales.
En suma, el intercambio declarativo entre Los Pinos y la Casa Blanca pone en relieve una pérdida de enfoque por ambos gobiernos en materia de combate al narcotráfico, la renuencia de las autoridades de los dos países a reconocer que los términos en que han emprendido la lucha contra los cárteles no tienen posibilidades de éxito, y una falta de comprensión compartida con respecto a las causas y la complejidad social de los fenómenos delictivos.
Octavio Rodríguez Araujo: Las autoridades de salud mienten sobre el tabaco
Guerra antidrogas: percepciones equívocas y compartidas
Ayer, a unas horas de que el director de la Inteligencia Nacional estadunidense, Dennis Blair, señaló que el gobierno mexicano ha perdido el control sobre parte de su territorio por la actividad de los cárteles de la droga, y de que el Departamento de Estado del país vecino afirmó que el negocio del narcotráfico en México involucra a unas 450 mil personas y genera ganancias que ascienden a 25 mil millones de dólares, el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, respondió a tales señalamientos de manera desusadamente enérgica: demandó al gobierno de Barack Obama una actitud de colaboración en materia de combate al narcotráfico que se traduzca en una reducción eficaz del consumo y, desde luego, en el tráfico de drogas en ese país que, bien lo sabemos todos, no se explica sin la corrupción de las autoridades que en esos niveles permiten ese tráfico. Asimismo, enfatizó que minar el esfuerzo que hace el gobierno mexicano en la lucha por construir una región más segura es una irresponsabilidad con los ciudadanos de ambas naciones y es también un favor gratuito que se le hace al crimen.
Por su parte, el titular de la Secretaría de Gobernación, Fernando Gómez Mont, negó que exista porción del territorio alguna que escape a la autoridad del Estado, calificó de desafortunadas las críticas estadunidenses y señaló que tales afirmaciones obstaculizan la construcción de un clima confiable de colaboración para combatir al crimen organizado.
No tiene mucho sentido negar verdades evidentes, como que el gobierno mexicano ha perdido control de extensas zonas del territorio nacional y que el narcotráfico ha adquirido una notable dimensión en la economía mexicana –al punto de que actualmente emplea a cientos de miles de personas y mueve capitales estratosféricos–, pero no debiera omitirse en el debate en curso que las autoridades estadunidenses han sido igualmente incapaces de controlar el trasiego y la distribución de estupefacientes ilegales dentro de su propio territorio y se han mantenido renuentes a reconocer la operación de cárteles del narcotráfico en Estados Unidos, como si la vasta y compleja estructura que esas organizaciones han construido en todo el continente se interrumpiera mágicamente al cruzar el río Bravo y como si en la economía estadunidense no estuviera enraizado un vasto aparato de lavado de dinero que hace del narcotráfico una actividad altamente redituable.
Por lo demás, no puede negarse que la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado emprendida por el gobierno calderonista ha conducido al país a niveles inusitados de violencia –circunstancia que, según afirmó el propio Blair, se está volviendo un recordatorio de la situación en Colombia de hace una década–, pero ello se explica, en buena medida, por la falta de voluntad del gobierno de Washington para controlar las ventas de armamento de alto poder que es exportado a México, y no precisamente en contrabando hormiga a cargo de los migrantes, como se ha señalado en forma irresponsable y equívoca.
Actualmente, para colmo, las propias autoridades estadunidenses han promovido la aplicación de medidas que profundizan el ciclo de la violencia y propician atropellos adicionales al estado de derecho en los países en que se aplican: es obligado recordar, al respecto, las afirmaciones recientes del jefe del Estado Mayor Conjunto estadunidense, Michael Mullen, de que el Plan Colombia debe ser visto como un ejemplo para nuestro país, declaración improcedente si se toma en cuenta que ese acuerdo de asistencia militar se tradujo, en esa nación sudamericana, en pérdida de la soberanía, deterioro de los derechos humanos e incremento de la violencia, pero no en una reducción real de la producción y el trasiego de cocaína y otras drogas ilegales.
En suma, el intercambio declarativo entre Los Pinos y la Casa Blanca pone en relieve una pérdida de enfoque por ambos gobiernos en materia de combate al narcotráfico, la renuencia de las autoridades de los dos países a reconocer que los términos en que han emprendido la lucha contra los cárteles no tienen posibilidades de éxito, y una falta de comprensión compartida con respecto a las causas y la complejidad social de los fenómenos delictivos.
Octavio Rodríguez Araujo: Las autoridades de salud mienten sobre el tabaco
En una nota de Ángeles Cruz Martínez (La Jornada, 6/3/09) se registran datos y afirmaciones de la Secretaría de Salud y de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) que no tienen sustento científico y que demuestran su desconocimiento sobre el tema del humo de tabaco, en este caso para los llamados fumadores pasivos. Repiten como loros las intencionadas afirmaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que también ha demostrado absoluta parcialidad en la selección de los estudios en que ha basado su campaña mundial en contra del consumo de tabaco.
Afirmar, como lo hace la Cofepris, que “existe la evidencia científica –inequívoca– de que la exposición al humo de tabaco es causa de mortalidad, morbilidad y discapacidad” es una deliberada y grande mentira basada en datos estadísticos que no prueban nada más que correlaciones establecidas en muestras sesgadas y cuyos resultados son altamente discutibles.
Antes de que se pusiera de moda el tema de los fumadores pasivos o del humo de segunda mano, hubo dos estudios que bien pudieran llamarse precursores (omito todas las fuentes, por razones de espacio). El que cita la OMS es el de Takeshi Hirayama, publicado en 1981, pero la Organización Mundial de la Salud no le ha dado igual publicidad a la investigación de L. Garfinkel. El primero se refirió a las esposas no fumadoras de fumadores empedernidos en Japón y concluyó que las fumadoras pasivas tenían serios riesgos de cáncer pulmonar. El segundo, en cambio, y a pesar de ser estadunidense, concluyó lo contrario al investigar los efectos del humo de fumadores sobre sus esposas no fumadoras: La comparación entre mujeres no fumadoras casadas con hombres no fumadores y las no fumadoras casadas con fumadores mostró un muy pequeño, casi inexistente, incremento en el riesgo de contraer cáncer de pulmón. Como puede verse, para la OMS y los enemigos del tabaco unos autores son convenientes y otros no. Así no se puede ni se debe confiar en la Organización Mundial de la Salud, como tampoco confiamos en la Organización de Naciones Unidas en conflictos bélicos que involucran a Estados Unidos en sus afanes de imponer sus formas de vida al resto de las naciones del mundo.
“El doctor Alexandre Akoulitchev, de la compañía de diagnósticos Oxford BioDynamics, señaló que los japoneses tienen la esperanza de vida más alta en el mundo, a pesar de que ‘fuman como chimeneas’. Hasta hace unos años, dijo, 50 por ciento de los japoneses hombres fumaban, pero sus servicios de salud no están abatidos por el cáncer de pulmón. ‘Su principal problema es el cáncer de colon, que puede tener conexión con una dieta basada en mariscos y pescados fermentados. Si ellos no murieran de cáncer de colon, vivirían todavía más, aunque fumen’.” Lo anterior se debe, en gran medida, a la disposición genética al cáncer de pulmón, que se da en uno de cada 10 de los fumadores, como lo han demostrado Kiyohara, Otsu, Shirakawa, Fukuda y Hopkin, entre otros muchos investigadores. El cáncer de pulmón puede verse, en términos epidemiológicos, como una enfermedad multifactorial, que tiene relación con el estilo de vida y con causas ambientales, así como también con componentes genéticos que pueden predisponer a una persona al cáncer de pulmón o a protegerla de éste.
La Cofepris, para respaldar su discurso repetido también como si sus titulares fueran guacamayas entrenadas, señaló que “estudios realizados en Estados Unidos… han documentado los daños por la exposición al humo de tabaco; entre otros: 3 mil muertes por cáncer de pulmón…” ¿Por qué no cita los estudios que han demostrado lo contrario? Una de estas investigaciones fue la realizada en Hawai (que también es parte de Estados Unidos) por el Departamento de Salud, donde se encontró que en los lugares que no estaban completamente cerrados, es decir donde hay ventilación, la salud de las personas no está en peligro si se fuma en su vecindad, y concluyó que no hay evidencia de que los restaurantes y bares parcialmente cerrados tuvieran un nivel peligroso de partículas suspendidas en el aire (PM2.5), entre ellas las del humo de cigarrillos, antes o después de la aplicación de las leyes de control del tabaco en ese estado de la Unión Americana. Todos los lugares con ventilación, afirmaron, tuvieron niveles de PM2.5 en la calidad del aire de 30 µg/m3 (durante 24 horas) y todavía más bajos que los límites promedio diarios establecidos por la Environmental Protection Agency (EPA) de Estados Unidos (los estándares aprobados por la EPA y la NOM en México son de 65 µg/m3 promedio en 24 horas y de 15 µg/m3, promedio anual). La conclusión es que en los lugares no totalmente cerrados, es decir con ventilación, nadie corre peligro si se fuma en su interior. Mucho menos en los que los hawaianos llaman lanai y que en México denominamos terrazas o patios techados. El problema se presenta cuando el aire que respira la gente en una ciudad está altamente contaminado y contiene niveles de PM2.5 superiores a 15 µg/m3, promedio anual, como es el caso de la ciudad de Los Ángeles, el de las ciudades de México y Atenas (con el doble de contaminación que la anterior) o Mumbai (tres veces más) o Pekín (superior a cuatro veces más). Vineis y sus colegas, por cierto, han estimado en 10 países europeos que del 5 al 7 por ciento de cáncer de pulmón en no fumadores o en ex fumadores es atribuido a altos niveles de contaminación, especialmente por dióxido de nitrógeno (NO2) o por proximidad a avenidas con tráfico muy pesado. La contaminación en el aire, incluso en el agua (con arsénico), es importante y, sin embargo, no se le presta la debida atención a la exposición de las personas a los humos de la gasolina y del diesel, para sólo citar un par de ejemplos.
Yo estoy escribiendo un libro sobre el tema. Los de la Secretaría de Salud y de la Cofepris, además de sólo citar como loros estudios seleccionados por los grupos antitabaco de Estados Unidos, ¿se han puesto a estudiar? Yo podría citar muchísimas más investigaciones que relativizan científicamente el problema, pero el espacio no me lo permite.
Ana María Aragonés: Mal empieza el subsecretario
Afirmar, como lo hace la Cofepris, que “existe la evidencia científica –inequívoca– de que la exposición al humo de tabaco es causa de mortalidad, morbilidad y discapacidad” es una deliberada y grande mentira basada en datos estadísticos que no prueban nada más que correlaciones establecidas en muestras sesgadas y cuyos resultados son altamente discutibles.
Antes de que se pusiera de moda el tema de los fumadores pasivos o del humo de segunda mano, hubo dos estudios que bien pudieran llamarse precursores (omito todas las fuentes, por razones de espacio). El que cita la OMS es el de Takeshi Hirayama, publicado en 1981, pero la Organización Mundial de la Salud no le ha dado igual publicidad a la investigación de L. Garfinkel. El primero se refirió a las esposas no fumadoras de fumadores empedernidos en Japón y concluyó que las fumadoras pasivas tenían serios riesgos de cáncer pulmonar. El segundo, en cambio, y a pesar de ser estadunidense, concluyó lo contrario al investigar los efectos del humo de fumadores sobre sus esposas no fumadoras: La comparación entre mujeres no fumadoras casadas con hombres no fumadores y las no fumadoras casadas con fumadores mostró un muy pequeño, casi inexistente, incremento en el riesgo de contraer cáncer de pulmón. Como puede verse, para la OMS y los enemigos del tabaco unos autores son convenientes y otros no. Así no se puede ni se debe confiar en la Organización Mundial de la Salud, como tampoco confiamos en la Organización de Naciones Unidas en conflictos bélicos que involucran a Estados Unidos en sus afanes de imponer sus formas de vida al resto de las naciones del mundo.
“El doctor Alexandre Akoulitchev, de la compañía de diagnósticos Oxford BioDynamics, señaló que los japoneses tienen la esperanza de vida más alta en el mundo, a pesar de que ‘fuman como chimeneas’. Hasta hace unos años, dijo, 50 por ciento de los japoneses hombres fumaban, pero sus servicios de salud no están abatidos por el cáncer de pulmón. ‘Su principal problema es el cáncer de colon, que puede tener conexión con una dieta basada en mariscos y pescados fermentados. Si ellos no murieran de cáncer de colon, vivirían todavía más, aunque fumen’.” Lo anterior se debe, en gran medida, a la disposición genética al cáncer de pulmón, que se da en uno de cada 10 de los fumadores, como lo han demostrado Kiyohara, Otsu, Shirakawa, Fukuda y Hopkin, entre otros muchos investigadores. El cáncer de pulmón puede verse, en términos epidemiológicos, como una enfermedad multifactorial, que tiene relación con el estilo de vida y con causas ambientales, así como también con componentes genéticos que pueden predisponer a una persona al cáncer de pulmón o a protegerla de éste.
La Cofepris, para respaldar su discurso repetido también como si sus titulares fueran guacamayas entrenadas, señaló que “estudios realizados en Estados Unidos… han documentado los daños por la exposición al humo de tabaco; entre otros: 3 mil muertes por cáncer de pulmón…” ¿Por qué no cita los estudios que han demostrado lo contrario? Una de estas investigaciones fue la realizada en Hawai (que también es parte de Estados Unidos) por el Departamento de Salud, donde se encontró que en los lugares que no estaban completamente cerrados, es decir donde hay ventilación, la salud de las personas no está en peligro si se fuma en su vecindad, y concluyó que no hay evidencia de que los restaurantes y bares parcialmente cerrados tuvieran un nivel peligroso de partículas suspendidas en el aire (PM2.5), entre ellas las del humo de cigarrillos, antes o después de la aplicación de las leyes de control del tabaco en ese estado de la Unión Americana. Todos los lugares con ventilación, afirmaron, tuvieron niveles de PM2.5 en la calidad del aire de 30 µg/m3 (durante 24 horas) y todavía más bajos que los límites promedio diarios establecidos por la Environmental Protection Agency (EPA) de Estados Unidos (los estándares aprobados por la EPA y la NOM en México son de 65 µg/m3 promedio en 24 horas y de 15 µg/m3, promedio anual). La conclusión es que en los lugares no totalmente cerrados, es decir con ventilación, nadie corre peligro si se fuma en su interior. Mucho menos en los que los hawaianos llaman lanai y que en México denominamos terrazas o patios techados. El problema se presenta cuando el aire que respira la gente en una ciudad está altamente contaminado y contiene niveles de PM2.5 superiores a 15 µg/m3, promedio anual, como es el caso de la ciudad de Los Ángeles, el de las ciudades de México y Atenas (con el doble de contaminación que la anterior) o Mumbai (tres veces más) o Pekín (superior a cuatro veces más). Vineis y sus colegas, por cierto, han estimado en 10 países europeos que del 5 al 7 por ciento de cáncer de pulmón en no fumadores o en ex fumadores es atribuido a altos niveles de contaminación, especialmente por dióxido de nitrógeno (NO2) o por proximidad a avenidas con tráfico muy pesado. La contaminación en el aire, incluso en el agua (con arsénico), es importante y, sin embargo, no se le presta la debida atención a la exposición de las personas a los humos de la gasolina y del diesel, para sólo citar un par de ejemplos.
Yo estoy escribiendo un libro sobre el tema. Los de la Secretaría de Salud y de la Cofepris, además de sólo citar como loros estudios seleccionados por los grupos antitabaco de Estados Unidos, ¿se han puesto a estudiar? Yo podría citar muchísimas más investigaciones que relativizan científicamente el problema, pero el espacio no me lo permite.
Ana María Aragonés: Mal empieza el subsecretario
El recién nombrado subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Carlos Rico, en su comparecencia ante comisiones en la Cámara de Diputados, señaló que 90 por ciento del tráfico de armas que llegan a México tiene que ver con una vieja tradición de migrantes que compran una o dos armas y así financian el viaje a sus lugares de origen (El Universal, 5/3/09).
El subsecretario acusa a los migrantes, sin pruebas, de un asunto de suyo grave y delicado como es el tráfico de armas. Tráfico que involucra a bandas de delincuentes organizados de muy altos vuelos y de enorme peligrosidad. Sólo hay que ver los arsenales que se han decomisado y que por momentos dan la apariencia de que los delincuentes están mejor armados que el mismo Ejército Mexicano, con fusiles AK-47, granadas de fragmentación, ametralladoras, etcétera.
Lo que demuestran estas afirmaciones es un desconocimiento del fenómeno de la migración de trabajadores, así como de los alcances que la delincuencia organizada tiene en el país con sus redes criminales puestas en marcha para lograr la trayectoria que el tráfico de armas ha alcanzado en el país.
¿A quién se refiere el subsecretario? Si es a los migrantes legales que vienen a ver a sus familias para las fiestas, ya sea navideñas o de otro tipo, todos sabemos que las revisiones que sufren en la frontera son tan abusivas que muchas veces les llegan a quitar hasta los regalos que traen para la familia, y que por supuesto entran legalmente al país. Esta práctica corrupta y violatoria continúa hasta nuestros días, y es causa de que muchos migrantes piensen dos veces venir a México. ¿Puede imaginar si bajo estas condiciones alguien traería un arsenal en su cochera para financiarse el viaje? Si no fuera tan dramático, daría risa.
Los diversos programas, como el denominado Paisano, no han servido para evitar esa transgresión a sus derechos, pero sí sirven para que los presidentes en turno hagan creer que se preocupan por nuestros connacionales.
Pero si el subsecretario señala como responsables de 90 por ciento del tráfico de armas a los indocumentados, todavía es peor.
¿Sabe el subsecretario que la situación de vulnerabilidad y de precariedad en la que viven estos trabajadores los hace extremadamente cuidadosos y, por lo mismo, se mantienen indiscutiblemente siempre dentro de la ley? Son conscientes de que la simple falta de una licencia de manejo puede suponerles una sanción muy elevada si la policía los detiene. Es más, es muy común escuchar a los empleadores que prefieren a los indocumentados mexicanos porque trabajan duro, nunca se quejan, trabajan horas extras si se los pedimos, las que por cierto casi nunca son pagadas como tales, y no llegan tarde, y sabemos hasta qué punto están dispuestos a sufrir muchos sinsabores. Esto es así porque su objetivo central es ganar dinero para enviar a su familia. Cuando deciden volver, si es por avión, es absolutamente improbable que vayan a exponerse. Y lo mismo si regresan por autobús o automóvil. Ya me imagino a un trabajador arriesgándose con armas entre sus pertenencias. Pero además, ¿con qué documentos podrían hacerse de una arma?
Lástima que el subsecretario Rico, en el estricto marco de las funciones y objetivos que esa subsecretaría establece con claridad, no hubiera aprovechado para hacer un pronunciamiento lúcido y explicar de qué forma va a fomentar y defender los intereses nacionales, así como fortalecer las relaciones con Estados Unidos de América y Canadá, promoviendo un clima de cooperación, respeto y legalidad, y cómo piensa impulsar la protección de los mexicanos y elevar el nivel de vida de las comunidades en el exterior, así como el papel que va a jugar la subsecretaría para fortalecer la capacidad de protección y defensa de los derechos de los mexicanos en el exterior ahora que los connacionales están sufriendo los terribles efectos de la crisis y las inhumanas redadas.
Pero nada de esto se escuchó; por el contrario, los migrantes tienen ahora que lamentar que su propio gobierno en forma totalmente irresponsable los tilde de traficantes de armas. Argumentos perfectos para hacerles la vida más dura y que el proceso de regularización migratoria sea más difícil y tortuoso de lo que ya es.
amaragones@gmail.com
El subsecretario acusa a los migrantes, sin pruebas, de un asunto de suyo grave y delicado como es el tráfico de armas. Tráfico que involucra a bandas de delincuentes organizados de muy altos vuelos y de enorme peligrosidad. Sólo hay que ver los arsenales que se han decomisado y que por momentos dan la apariencia de que los delincuentes están mejor armados que el mismo Ejército Mexicano, con fusiles AK-47, granadas de fragmentación, ametralladoras, etcétera.
Lo que demuestran estas afirmaciones es un desconocimiento del fenómeno de la migración de trabajadores, así como de los alcances que la delincuencia organizada tiene en el país con sus redes criminales puestas en marcha para lograr la trayectoria que el tráfico de armas ha alcanzado en el país.
¿A quién se refiere el subsecretario? Si es a los migrantes legales que vienen a ver a sus familias para las fiestas, ya sea navideñas o de otro tipo, todos sabemos que las revisiones que sufren en la frontera son tan abusivas que muchas veces les llegan a quitar hasta los regalos que traen para la familia, y que por supuesto entran legalmente al país. Esta práctica corrupta y violatoria continúa hasta nuestros días, y es causa de que muchos migrantes piensen dos veces venir a México. ¿Puede imaginar si bajo estas condiciones alguien traería un arsenal en su cochera para financiarse el viaje? Si no fuera tan dramático, daría risa.
Los diversos programas, como el denominado Paisano, no han servido para evitar esa transgresión a sus derechos, pero sí sirven para que los presidentes en turno hagan creer que se preocupan por nuestros connacionales.
Pero si el subsecretario señala como responsables de 90 por ciento del tráfico de armas a los indocumentados, todavía es peor.
¿Sabe el subsecretario que la situación de vulnerabilidad y de precariedad en la que viven estos trabajadores los hace extremadamente cuidadosos y, por lo mismo, se mantienen indiscutiblemente siempre dentro de la ley? Son conscientes de que la simple falta de una licencia de manejo puede suponerles una sanción muy elevada si la policía los detiene. Es más, es muy común escuchar a los empleadores que prefieren a los indocumentados mexicanos porque trabajan duro, nunca se quejan, trabajan horas extras si se los pedimos, las que por cierto casi nunca son pagadas como tales, y no llegan tarde, y sabemos hasta qué punto están dispuestos a sufrir muchos sinsabores. Esto es así porque su objetivo central es ganar dinero para enviar a su familia. Cuando deciden volver, si es por avión, es absolutamente improbable que vayan a exponerse. Y lo mismo si regresan por autobús o automóvil. Ya me imagino a un trabajador arriesgándose con armas entre sus pertenencias. Pero además, ¿con qué documentos podrían hacerse de una arma?
Lástima que el subsecretario Rico, en el estricto marco de las funciones y objetivos que esa subsecretaría establece con claridad, no hubiera aprovechado para hacer un pronunciamiento lúcido y explicar de qué forma va a fomentar y defender los intereses nacionales, así como fortalecer las relaciones con Estados Unidos de América y Canadá, promoviendo un clima de cooperación, respeto y legalidad, y cómo piensa impulsar la protección de los mexicanos y elevar el nivel de vida de las comunidades en el exterior, así como el papel que va a jugar la subsecretaría para fortalecer la capacidad de protección y defensa de los derechos de los mexicanos en el exterior ahora que los connacionales están sufriendo los terribles efectos de la crisis y las inhumanas redadas.
Pero nada de esto se escuchó; por el contrario, los migrantes tienen ahora que lamentar que su propio gobierno en forma totalmente irresponsable los tilde de traficantes de armas. Argumentos perfectos para hacerles la vida más dura y que el proceso de regularización migratoria sea más difícil y tortuoso de lo que ya es.
amaragones@gmail.com
AL presidente Sarkozy no se le reprocha la firmeza con que defiende a su compatriota Florence Cassez, sentenciada por secuestro, pero sí la notoria falta de prudencia para convertir un asunto penal en el tema central de su visita oficial a México. Como si México y Francia no tuvieran una agenda bilateral prometedora, a la vez rica y compleja, Sarkozy prefirió el juego mediático para anotarse unos puntos en el marcador, demostrando así que el populismo no tiene patria y es tan común como la política misma. No soy el hombre de la impunidad para nadie, pero al mismo tiempo tengo una responsabilidad con mis conciudadanos, hagan lo que hayan hecho (sic), dijo ante el Senado de la República, opacando otros pasajes de su elaborada pieza oratoria, incluido aquel timbrazo al nacionalismo local donde aseveró que el mundo espera más de México, al reclamar el muy discutible envío de tropas nacionales a las cuestionables operaciones militares de paz emprendidas por Estados Unidos y sus aliados europeos bajo la bandera de la ONU. Pero la alusión a Cassez lo borró todo y marcó la jornada. Sarkozy, el campeón de las liberaciones difíciles, actuaba de nuevo, aun cuando el problema de marras discurre con normalidad a través de los canales diplomáticos y judiciales correspondientes.
No obstante, el mandatario no consiguió regresar a París con Florence Cassez. Para bien o para mal, México no es Chad, aunque sí obtuvo del presidente Calderón la promesa de instalar una comisión de trabajo para revisar la convención sobre transferencias de personas condenadas (1983) mediante la cual la ciudadana francesa podría purgar la condena en una cárcel de su país. Si bien existen bases legales para solicitar la transferencia (que no la extradición), también es cierto que toca a las autoridades mexicanas examinar dicha petición (cuando ésta se produzca formalmente), ofreciendo la respuesta que en derecho corresponda, sin necesidad de pasar por el tamiz de una comisión cuya única finalidad parecer ser la de negociar el pronto traslado de la detenida a Francia. Pero si, como asegura la CNDH, “el gobierno de Francia tiene la opción de hacer que se dé cumplimiento al castigo impuesto por jueces mexicanos, o también, por decisión unilateral de aquel país, la de convertir esa condena –mediante un recurso judicial o administrativo– en otra que, para el caso, puede ser de 20 años o incluso menos de prisión, de acuerdo con el capítulo IV del Código Penal de ese país” (La Jornada, 10/3/09), es evidente que el traslado sería una forma elegante de favorecer la impunidad.
En el fondo, más allá de los vericuetos de la ley, en Francia está arraigada la idea de que la secuestradora es, en realidad, una víctima inocente. A ello ha contribuido –y cómo no– la desaseada acción del aparato de seguridad y justicia que, al fabricar las noticias instantáneamente crea las dudas razonables que acompañan este lamentable asunto, toda vez que se han puesto en evidencia prácticas incompatibles con el estado de derecho, como ocurrió con la captura televisada de Cassez y su socio.
En estos días, la prensa francesa ha recogido los comentarios de expertos y corresponsales en los cuales se afirma que las incoherencias de la acusación son suficientemente numerosas para impugnar de manera efectiva su condena. Desestiman los testimonios de las víctimas, pues muchos parten del hecho de que en general, la justicia mexicana es corrupta, como todas las instituciones, y aunque no niegan que la aplicación del Convenio de Estrasburgo equivaldría a admitir la culpabilidad de Cassez, también reconocen que ese sería un mal menor: Evidentemente, tendrá que sacrificar su honor a su eventual libertad. (L’Express).
Como sea, los titubeos del gobierno mexicano y la prepotencia de Sarkozy demuestran hasta qué punto la desconfianza en la justicia se está convirtiendo en un factor que afecta estratégicamente al Estado mexicano. Como ciudadanos, nos puede disgustar que otros aludan a la corrupción para proteger sus intereses, pero no nos puede sorprender que el argumento se use cada vez con mayor frecuencia para sacar ventajas marginales de nuestras crecientes debilidades. La imagen de México en el mundo no se ha deteriorado como resultado de las campañas en su contra o de su aislamiento, sino por la acumulación de problemas no resueltos que las elites se empeñan en minimizar y cuya resonancia global es cada día mayor y más destructiva. La enorme desigualdad social, la polarización y la violencia no son males coyunturales sino una tragedia permanente, estructural, que pone en riesgo la viabilidad del país soberano, democrático e independiente que hace dos siglos comenzó a respirar. Eso es lo que debería preocuparnos.
Cuando la prensa francesa se hace eco del malestar nacional y afirma que la justicia mexicana, al igual que todas las instituciones de este gran país, es inoperante, no hace otra cosa que poner en blanco sobre negro lo que todos sabemos, aunque en este caso –la liberación de una secuestradora– los motivos parezcan más bien espurios y de tal premisa no se deduzca su inocencia.
No obstante, el mandatario no consiguió regresar a París con Florence Cassez. Para bien o para mal, México no es Chad, aunque sí obtuvo del presidente Calderón la promesa de instalar una comisión de trabajo para revisar la convención sobre transferencias de personas condenadas (1983) mediante la cual la ciudadana francesa podría purgar la condena en una cárcel de su país. Si bien existen bases legales para solicitar la transferencia (que no la extradición), también es cierto que toca a las autoridades mexicanas examinar dicha petición (cuando ésta se produzca formalmente), ofreciendo la respuesta que en derecho corresponda, sin necesidad de pasar por el tamiz de una comisión cuya única finalidad parecer ser la de negociar el pronto traslado de la detenida a Francia. Pero si, como asegura la CNDH, “el gobierno de Francia tiene la opción de hacer que se dé cumplimiento al castigo impuesto por jueces mexicanos, o también, por decisión unilateral de aquel país, la de convertir esa condena –mediante un recurso judicial o administrativo– en otra que, para el caso, puede ser de 20 años o incluso menos de prisión, de acuerdo con el capítulo IV del Código Penal de ese país” (La Jornada, 10/3/09), es evidente que el traslado sería una forma elegante de favorecer la impunidad.
En el fondo, más allá de los vericuetos de la ley, en Francia está arraigada la idea de que la secuestradora es, en realidad, una víctima inocente. A ello ha contribuido –y cómo no– la desaseada acción del aparato de seguridad y justicia que, al fabricar las noticias instantáneamente crea las dudas razonables que acompañan este lamentable asunto, toda vez que se han puesto en evidencia prácticas incompatibles con el estado de derecho, como ocurrió con la captura televisada de Cassez y su socio.
En estos días, la prensa francesa ha recogido los comentarios de expertos y corresponsales en los cuales se afirma que las incoherencias de la acusación son suficientemente numerosas para impugnar de manera efectiva su condena. Desestiman los testimonios de las víctimas, pues muchos parten del hecho de que en general, la justicia mexicana es corrupta, como todas las instituciones, y aunque no niegan que la aplicación del Convenio de Estrasburgo equivaldría a admitir la culpabilidad de Cassez, también reconocen que ese sería un mal menor: Evidentemente, tendrá que sacrificar su honor a su eventual libertad. (L’Express).
Como sea, los titubeos del gobierno mexicano y la prepotencia de Sarkozy demuestran hasta qué punto la desconfianza en la justicia se está convirtiendo en un factor que afecta estratégicamente al Estado mexicano. Como ciudadanos, nos puede disgustar que otros aludan a la corrupción para proteger sus intereses, pero no nos puede sorprender que el argumento se use cada vez con mayor frecuencia para sacar ventajas marginales de nuestras crecientes debilidades. La imagen de México en el mundo no se ha deteriorado como resultado de las campañas en su contra o de su aislamiento, sino por la acumulación de problemas no resueltos que las elites se empeñan en minimizar y cuya resonancia global es cada día mayor y más destructiva. La enorme desigualdad social, la polarización y la violencia no son males coyunturales sino una tragedia permanente, estructural, que pone en riesgo la viabilidad del país soberano, democrático e independiente que hace dos siglos comenzó a respirar. Eso es lo que debería preocuparnos.
Cuando la prensa francesa se hace eco del malestar nacional y afirma que la justicia mexicana, al igual que todas las instituciones de este gran país, es inoperante, no hace otra cosa que poner en blanco sobre negro lo que todos sabemos, aunque en este caso –la liberación de una secuestradora– los motivos parezcan más bien espurios y de tal premisa no se deduzca su inocencia.
México vive momentos de alto riesgo. Cuando arrecian recesión, desempleo y flaquean los alfileres que sostienen la economía por la caída de petróleo, remesas, turismo y exportaciones, las imprudentes y desatinadas políticas económicas neoliberales y de seguridad del calderonismo nos colocan en serio predicamento. Se privatiza y extranjeriza la renta petrolera; se aplican medidas procíclicas; se arremete contra salario, agricultura, derechos laborales y el aparato productivo en un esquema que anualmente expulsa a 600 mil mexicanos de su espacio nacional. Con la válvula cerrándose por el colapso del empleo en Estados Unidos, a diario aumenta el riesgo de explosión social, en especial en la frontera norte. Mientras, la inconstitucional militarización de la campaña contra el narcotráfico y crimen organizado, tareas exclusivas de entes civiles, alentada por Estados Unidos y Los Pinos, se hunde en un baño de sangre, debilita la función de defensa nacional y gesta una debacle de derechos humanos.
En medio del torbellino, el almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, apologista del Plan Colombia, de visita la semana pasada nos avisa que las fuerzas armadas a su cargo “están listas para ayudar a México en su guerra contra el narco con tácticas de contrainsurgencia como las empleadas contra los rebeldes de Irak y Afganistán”. La declaración es ominosa. Anuncia la ocupación militar con operaciones de inteligencia y patrullajes terrestres, aéreos y navales conjuntos. En Irak y Afganistán Estados Unidos no enfrenta a rebeldes sino a los pueblos organizados como resistencia armada ante una atroz petro-guerra y ocupación militar.
En México el plan de juego del Pentágono incluye, como en Colombia, la Iniciativa Mérida que no ataca las raíces ni los pilares de la criminalidad y el narcotráfico: o los deja intactos o los acicatea y utiliza como excusa para militarizar e intervenir junto al despliegue de bases, esquemas portuarios y empresariales de dominio económico/territorial sobre recursos humanos y naturales.
Ante los riesgos de usar al Ejército Mexicano como eje de la lucha contra el crimen organizado, terrorismo y narcotráfico, Dominique De Villepin, ex primer ministro de Francia, consideró necesario advertir a Los Pinos en 2008, en una conferencia magistral en la sede del PAN, que en esa campaña “la militarización no tiene que ser el elemento central… ya que tiene consecuencias”, e insistió en la importancia de poner adelante los elementos de inteligencia y financieros, económicos. Esto, según De Villepin se acompaña con la estrategia de seguridad y militar.
Para Edgardo Buscaglia del ITAM, asesor de la ONU en estos temas, la violencia desatada revela que la política de enfrentar la delincuencia organizada no es la correcta, ya que privilegia la militarización y no atiende las causas que originan el crimen y el narcotráfico. El resultado, dijo Buscaglia hace un año, está a la vista y puede recrudecerse si no se replantea el camino, si no se trata de desmantelar la red en que se sostienen los grupos criminales, en vez de militarizar, de atacarlos con efectivos y buscar su encarcelamiento como ocurrió en Colombia. Diego Valadés, de la UNAM, advierte de la inconstitucionalidad de esta militarización a lo que se agrega el peligro golpista por los desequilibrios cívico-militares inducidos en México cuyos efectos en Estados Unidos serían de largo alcance en lo social y político.
Advertencias todas de innegable urgencia, pero desoídas. Sin noción de razón de Estado y con levedad, Calderón abre de par en par las puertas a la injerencia del Pentágono. Además, de manera temeraria, en medio de una de las crisis económicas mundiales más severas de la era moderna, aplica políticas recesivas, antipopulares y entreguistas, no sólo en materia petrolera, alentando tensiones de clase y el caldo de cultivo de los males que dice combatir. Mientras México estalla, el panista lo sirve a Washington en bandeja de plata.
http://jsaxef.blogspot.com
En medio del torbellino, el almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, apologista del Plan Colombia, de visita la semana pasada nos avisa que las fuerzas armadas a su cargo “están listas para ayudar a México en su guerra contra el narco con tácticas de contrainsurgencia como las empleadas contra los rebeldes de Irak y Afganistán”. La declaración es ominosa. Anuncia la ocupación militar con operaciones de inteligencia y patrullajes terrestres, aéreos y navales conjuntos. En Irak y Afganistán Estados Unidos no enfrenta a rebeldes sino a los pueblos organizados como resistencia armada ante una atroz petro-guerra y ocupación militar.
En México el plan de juego del Pentágono incluye, como en Colombia, la Iniciativa Mérida que no ataca las raíces ni los pilares de la criminalidad y el narcotráfico: o los deja intactos o los acicatea y utiliza como excusa para militarizar e intervenir junto al despliegue de bases, esquemas portuarios y empresariales de dominio económico/territorial sobre recursos humanos y naturales.
Ante los riesgos de usar al Ejército Mexicano como eje de la lucha contra el crimen organizado, terrorismo y narcotráfico, Dominique De Villepin, ex primer ministro de Francia, consideró necesario advertir a Los Pinos en 2008, en una conferencia magistral en la sede del PAN, que en esa campaña “la militarización no tiene que ser el elemento central… ya que tiene consecuencias”, e insistió en la importancia de poner adelante los elementos de inteligencia y financieros, económicos. Esto, según De Villepin se acompaña con la estrategia de seguridad y militar.
Para Edgardo Buscaglia del ITAM, asesor de la ONU en estos temas, la violencia desatada revela que la política de enfrentar la delincuencia organizada no es la correcta, ya que privilegia la militarización y no atiende las causas que originan el crimen y el narcotráfico. El resultado, dijo Buscaglia hace un año, está a la vista y puede recrudecerse si no se replantea el camino, si no se trata de desmantelar la red en que se sostienen los grupos criminales, en vez de militarizar, de atacarlos con efectivos y buscar su encarcelamiento como ocurrió en Colombia. Diego Valadés, de la UNAM, advierte de la inconstitucionalidad de esta militarización a lo que se agrega el peligro golpista por los desequilibrios cívico-militares inducidos en México cuyos efectos en Estados Unidos serían de largo alcance en lo social y político.
Advertencias todas de innegable urgencia, pero desoídas. Sin noción de razón de Estado y con levedad, Calderón abre de par en par las puertas a la injerencia del Pentágono. Además, de manera temeraria, en medio de una de las crisis económicas mundiales más severas de la era moderna, aplica políticas recesivas, antipopulares y entreguistas, no sólo en materia petrolera, alentando tensiones de clase y el caldo de cultivo de los males que dice combatir. Mientras México estalla, el panista lo sirve a Washington en bandeja de plata.
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Estados Unidos se presenta como el paladín de la democracia en América Latina pero la historia demuestra lo contrario. En la última década hemos visto cómo Washington y sus aliados oligárquicos han intentado impedir el triunfo electoral de los candidatos populares a la presidencia al sur del río Bravo mediante feroces campañas de terror mediático, trucos jurídicos o el fraude electoral. De la misma manera, el despliegue de planes desestabilizadores cuando estos candidatos logran llegar al gobierno e instrumentan la defensa de la soberanía, la democracia participativa, el rescate de los recursos naturales y bienes públicos, programas sociales redistribuidores de la riqueza y la proclamación de nuevas constituciones antioligárquicas.
Es el caso de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. En Venezuela y Bolivia se ha comprobado la intervención de Estados Unidos en la subversión golpista contra sus presidentes, al extremo que las embajadas yanquis ofician como estado mayor de las fuerzas reaccionarias opositoras. Ello llevó a Morales a expulsar al embajador Phillip Goldberg, luego a la oficina de la DEA y recientemente a otro diplomático estadunidense, mientras Chávez hacía lo mismo con el embajador en Caracas. El vecino del norte se ha convertido en refugio de los golpistas venezolanos y de ex gobernantes como Carlos Andrés Pérez y Gonzalo Sánchez de Losada, contra los cuales hay procesos judiciales abiertos en Venezuela y Bolivia sin que Washington se dé por enterado. En Ecuador se verificó la infiltración de la CIA en los servicios de inteligencia militar a la sazón del ataque yanqui/uribista a ese país y este año Correa ha expulsado a dos diplomáticos estadunidenses por injerirse en la policía.
Estados Unidos dio todo su apoyo al candidato democristiano Eduardo Frei Montalva para obstaculizar el triunfo de Salvador Allende en las elecciones de 1964 en Chile, que hizo afirmar a la Comisión Church del Senado de Washington: “…la Democracia Cristiana(DC) no necesitó desarrollar un trabajo con las bases. La CIA le hizo en gran parte esa labor”. Frei recibió de Washington alrededor de 20 millones de dólares sólo para esa campaña puesto que la CIA estuvo canalizando fondos para la DC entre 1962 y 1974, ya bajo la dictadura militar. Pero esto se quedó corto comparado con la descomunal injerencia de la Casa Blanca, para impedir la llegada de Allende a la presidencia en las elecciones de 1970 y luego al organizar el golpe de Estado que lo derrocó, de lo cual existe abrumadora evidencia en la parte no censurada de documentos oficiales estadunidenses desclasificados.
Lo que muestra la historia latinoamericana desde el siglo XIX es que la devoción de Washington por los valores democráticos no fue óbice para que desestabilizara a los gobiernos democráticos que no se le sometían y aupara y defendiera a las dictaduras. Sin ir más atrás, en el siglo XX, regímenes sangrientos como los de Trujillo y Balaguer (República Dominicana), Martínez y sucesores (El Salvador), Machado y Batista (Cuba), Pérez Jiménez (Venezuela), Stroessner (Paraguay), los Somoza (Nicaragua), Castillo Armas y sucesores (Guatemala), Duvallier (Haití), Onganía y Videla (Argentina), los de Uruguay, Bánzer (Bolivia), Pinochet (Chile) o las dictaduras de seguridad nacional en Brasil, figuraron entre sus mejores amigos al sur del río Bravo y se establecieron bajo su auspicio directo. Con frecuencia fueron implantados a consecuencia de la intervención de los marines o de golpes de Estado fraguados desde la Casa Blanca.
Los gobiernos latinoamericanos elegidos según las formalidades de la democracia representativa también pueden gozar de la amistad y hasta de la simpatía de Washington… siempre que se plieguen a sus designios imperiales de dominación económica y política.
Las transiciones a la democracia, de las que Chile fue el modelo, se hicieron a espaldas del pueblo pero ni ese modesto avance se hubiera podido conseguir sin la ola de luchas populares precedentes –armadas y de masas– desencadenada por la revolución cubana. El precario espacio político abierto entonces, después de una guerra sucia sin precedente auspiciada por Washington contra las fuerzas populares, es lo que les permitió movilizarse y rebelarse por la vía electoral contra las políticas neoliberales y realizar los importantes cambios políticos que experimenta la región.
aguerra_123@yahoo.com.mx
Lydia Cacho
Es el caso de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. En Venezuela y Bolivia se ha comprobado la intervención de Estados Unidos en la subversión golpista contra sus presidentes, al extremo que las embajadas yanquis ofician como estado mayor de las fuerzas reaccionarias opositoras. Ello llevó a Morales a expulsar al embajador Phillip Goldberg, luego a la oficina de la DEA y recientemente a otro diplomático estadunidense, mientras Chávez hacía lo mismo con el embajador en Caracas. El vecino del norte se ha convertido en refugio de los golpistas venezolanos y de ex gobernantes como Carlos Andrés Pérez y Gonzalo Sánchez de Losada, contra los cuales hay procesos judiciales abiertos en Venezuela y Bolivia sin que Washington se dé por enterado. En Ecuador se verificó la infiltración de la CIA en los servicios de inteligencia militar a la sazón del ataque yanqui/uribista a ese país y este año Correa ha expulsado a dos diplomáticos estadunidenses por injerirse en la policía.
Estados Unidos dio todo su apoyo al candidato democristiano Eduardo Frei Montalva para obstaculizar el triunfo de Salvador Allende en las elecciones de 1964 en Chile, que hizo afirmar a la Comisión Church del Senado de Washington: “…la Democracia Cristiana(DC) no necesitó desarrollar un trabajo con las bases. La CIA le hizo en gran parte esa labor”. Frei recibió de Washington alrededor de 20 millones de dólares sólo para esa campaña puesto que la CIA estuvo canalizando fondos para la DC entre 1962 y 1974, ya bajo la dictadura militar. Pero esto se quedó corto comparado con la descomunal injerencia de la Casa Blanca, para impedir la llegada de Allende a la presidencia en las elecciones de 1970 y luego al organizar el golpe de Estado que lo derrocó, de lo cual existe abrumadora evidencia en la parte no censurada de documentos oficiales estadunidenses desclasificados.
Lo que muestra la historia latinoamericana desde el siglo XIX es que la devoción de Washington por los valores democráticos no fue óbice para que desestabilizara a los gobiernos democráticos que no se le sometían y aupara y defendiera a las dictaduras. Sin ir más atrás, en el siglo XX, regímenes sangrientos como los de Trujillo y Balaguer (República Dominicana), Martínez y sucesores (El Salvador), Machado y Batista (Cuba), Pérez Jiménez (Venezuela), Stroessner (Paraguay), los Somoza (Nicaragua), Castillo Armas y sucesores (Guatemala), Duvallier (Haití), Onganía y Videla (Argentina), los de Uruguay, Bánzer (Bolivia), Pinochet (Chile) o las dictaduras de seguridad nacional en Brasil, figuraron entre sus mejores amigos al sur del río Bravo y se establecieron bajo su auspicio directo. Con frecuencia fueron implantados a consecuencia de la intervención de los marines o de golpes de Estado fraguados desde la Casa Blanca.
Los gobiernos latinoamericanos elegidos según las formalidades de la democracia representativa también pueden gozar de la amistad y hasta de la simpatía de Washington… siempre que se plieguen a sus designios imperiales de dominación económica y política.
Las transiciones a la democracia, de las que Chile fue el modelo, se hicieron a espaldas del pueblo pero ni ese modesto avance se hubiera podido conseguir sin la ola de luchas populares precedentes –armadas y de masas– desencadenada por la revolución cubana. El precario espacio político abierto entonces, después de una guerra sucia sin precedente auspiciada por Washington contra las fuerzas populares, es lo que les permitió movilizarse y rebelarse por la vía electoral contra las políticas neoliberales y realizar los importantes cambios políticos que experimenta la región.
aguerra_123@yahoo.com.mx
Lydia Cacho
Plan B
DIF cómplice de secuestros
Hace cinco años se reveló el primer caso de La Casita de Cancún: 140 niños y niñas bajo la custodia de la secta Iglesia Restaurada de los Perfectos estaban recibiendo adoctrinamiento cristiano y maltratos. Algunos fueron dados en adopción ilegal sin participación de un juez y bajo la complicidad del DIF. Una pequeña me dijo en ese entonces: “Es que odio a mi padre porque es un Fariseo”. Ante mi pregunta “¿Qué significa fariseo?”, la niña de ocho años respondió con los ojos bien abiertos: “Los que dice la maestra que no han recibido a Cristo en su corazón como ella y yo”.
Efectivamente, la mayoría de niños y niñas que están en los refugios para menores en México lo están porque vivieron alguna forma de violencia doméstica o pobreza extrema. Algunas organizaciones civiles son muy profesionales y transparentes, pero muchas otras no. El organismo del Estado responsable de ello, el DIF, está desarticulado y permite que asociaciones vinculadas incurran en prácticas de maltrato y discriminación de las víctimas y sus familias. Sigue trabajando bajo los mismos principios racistas y sexistas desde que la esposa de Luis Echeverría lo fundó en 1977. El vacío que genera da lugar a estos casos. Cecilia Landerreche Gómez Morín, directora del DIF nacional, declaró en 2005 que la adopción es la gran esperanza para miles de niños abandonados. Es cierto, el problema es que sectas y grupos de tratantes en el país hacen adopciones ilegales con infantes que han quedado en el limbo jurídico por culpa de las autoridades.
A la Casita de Cancún le siguió la de San Luis Potosí; Gobernación no intercedió a pesar de los informes oficiales sobre las prácticas de venta de menores a familias cristianas en México y el extranjero. Leydi Campos, representante legal de La Casita de Cancún, salió de prisión por “desvanecimiento de pruebas”, según el juez. Ahora hay 21 infantes más que no aparecen en diferentes estados. La misma secta, en Nuevo León, el DF y Veracruz. La fiscal Guadalupe Morfín dice no saber del asunto; la SIEDO, a la que en 2005 se le entregó el expediente completo de Cancún, tampoco lo encuentra.
Las directoras de los DIF argumentan que no sabían nada, algunos expedientes muestran que fueron referidos por el DIF. Es cierto que en muchos casos están allí por haber sufrido de violencia doméstica; sin embargo otros están porque el DIF persiste en la práctica de arrebatar a las y los infantes cuando las madres van a denunciar violencia ejercida por su esposo. O cuando por pobreza extrema se les pone a trabajar en la calle; allí los tratantes les cooptan con engaños. No hay excusa cuando en aras de salvar niños y niñas se les secuestra, se les adoctrina y se les da en adopción ilegal. Es un delito federal y se llama trata de menores.
Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Yo soy Atenco
Es un crimen de Estado. Y no hablo sólo de la muerte de los jóvenes Javier Cortés Santiago y Ollin Alexis Benhumea a manos de los policías en mayo de 2006. Ni siquiera de los allanamientos ilegales, las persecuciones perrunas hasta las azoteas, las golpizas profesionales y luego las vejaciones a los hombres y las violaciones a las mujeres. Me refiero, sobre todo, a los 13 presos políticos de Atenco que están sufriendo penas de 32, 67 y hasta 112 años de prisión.
Ni los más repugnantes asesinos, ni los despiadados secuestradores mochaorejas, ni los narcotraficantes envenenadores de cuerpos y almas, ni los más voraces estafadores de cuello blanco. Nadie en este país ha recibido condenas más brutales, más inhumanas: Ignacio del Valle Medina, Felipe Álvarez Hernández, Héctor Galindo Gochicoa, Jorge Alberto y Román Adán Ordóñez Romero, Pedro Reyes Flores, Alejandro Pilón Zacate, Juan Carlos Estrada Cruces, Julio César Espinoza Ramos, Inés Rodolfo Cuéllar Rivera, Édgar Eduardo Morales, Óscar Hernández Pacheco y Narciso Arellano Hernández no son una estadística o un número: se trata de seres humanos sometidos a un castigo peor que la muerte; aun el más joven de ellos habrá de pasar 30 o 60 años encerrado el resto de su existencia; a otros no les alcanzará la vida para pagar una pena no sólo cruel, sino absolutamente injusta. Impuesta, desde el poder, para pagar por tres pecados imperdonables para los regímenes represores: ser pobre, ser indígena y alzar la voz frente a las injusticias.
Por eso Atenco es un punto de quiebre para el país. Si permitimos esta infamia, renunciaremos a las libertades que tanta sangre nos han costado en el pasado. Y viviremos de rodillas en el futuro.
Porque, hay que decirlo con todas sus letras, los de Atenco han sido condenados no por haber cometido delito alguno sino por haberse opuesto a la construcción del nuevo aeropuerto en 2001. Se negaron a entregar su territorio y a desaparecer como comunidad con siglos de historia. El problema es que les tumbaron el gran negocio a los corruptos de Fox y Montiel, que respondieron como mercachifles afectados, con un rencor que todavía no se acaba.
Así que el Estado se equivocó al optar por la violencia ante una problemática eminentemente social que gestó el Frente de Pueblos Unidos en Defensa de la Tierra. Una vez más los gobiernos federal y estatal se decidieron por la misma y cavernaria respuesta de quienes tienen la fuerza, mas no la razón: la criminalización de la protesta social. Como si este no fuera un derecho constitucional a la vez que instrumento fundamental para oponerse pacífica, pero decididamente, a los abusos de los poderes temporales que intentan aplastar los valores universales.
Un dato importante es que uno de los perseguidos y exiliados de Atenco, Bernardino Cruz Cardona, acaba de ganar un amparo que le ha permitido regresar a su pueblo sin la amenaza de ser aprehendido. Sin duda un referente legal que lo exonera del delito de “secuestro equiparado”, el mismo por el que están acusados los presos de Atenco. El caso es que se ha formado el Comité Libertad y Justicia para Atenco que reúne a un connotado grupo de intelectuales, artistas, activistas y organismos civiles que pugnan por la libertad de los 13 presos políticos de Atenco. Los gobiernos volverán a equivocarse si menosprecian este indignado esfuerzo.
Por cierto, a riesgo de ser ingenuo, si Calderón y Peña Nieto aspiran de verdad a la grandeza debían decidir a conciencia y retirar los cargos. Sería una luz en medio de la tormenta. Sí, sí, ya dije que soy ingenuo.
Es un crimen de Estado. Y no hablo sólo de la muerte de los jóvenes Javier Cortés Santiago y Ollin Alexis Benhumea a manos de los policías en mayo de 2006. Ni siquiera de los allanamientos ilegales, las persecuciones perrunas hasta las azoteas, las golpizas profesionales y luego las vejaciones a los hombres y las violaciones a las mujeres. Me refiero, sobre todo, a los 13 presos políticos de Atenco que están sufriendo penas de 32, 67 y hasta 112 años de prisión.
Ni los más repugnantes asesinos, ni los despiadados secuestradores mochaorejas, ni los narcotraficantes envenenadores de cuerpos y almas, ni los más voraces estafadores de cuello blanco. Nadie en este país ha recibido condenas más brutales, más inhumanas: Ignacio del Valle Medina, Felipe Álvarez Hernández, Héctor Galindo Gochicoa, Jorge Alberto y Román Adán Ordóñez Romero, Pedro Reyes Flores, Alejandro Pilón Zacate, Juan Carlos Estrada Cruces, Julio César Espinoza Ramos, Inés Rodolfo Cuéllar Rivera, Édgar Eduardo Morales, Óscar Hernández Pacheco y Narciso Arellano Hernández no son una estadística o un número: se trata de seres humanos sometidos a un castigo peor que la muerte; aun el más joven de ellos habrá de pasar 30 o 60 años encerrado el resto de su existencia; a otros no les alcanzará la vida para pagar una pena no sólo cruel, sino absolutamente injusta. Impuesta, desde el poder, para pagar por tres pecados imperdonables para los regímenes represores: ser pobre, ser indígena y alzar la voz frente a las injusticias.
Por eso Atenco es un punto de quiebre para el país. Si permitimos esta infamia, renunciaremos a las libertades que tanta sangre nos han costado en el pasado. Y viviremos de rodillas en el futuro.
Porque, hay que decirlo con todas sus letras, los de Atenco han sido condenados no por haber cometido delito alguno sino por haberse opuesto a la construcción del nuevo aeropuerto en 2001. Se negaron a entregar su territorio y a desaparecer como comunidad con siglos de historia. El problema es que les tumbaron el gran negocio a los corruptos de Fox y Montiel, que respondieron como mercachifles afectados, con un rencor que todavía no se acaba.
Así que el Estado se equivocó al optar por la violencia ante una problemática eminentemente social que gestó el Frente de Pueblos Unidos en Defensa de la Tierra. Una vez más los gobiernos federal y estatal se decidieron por la misma y cavernaria respuesta de quienes tienen la fuerza, mas no la razón: la criminalización de la protesta social. Como si este no fuera un derecho constitucional a la vez que instrumento fundamental para oponerse pacífica, pero decididamente, a los abusos de los poderes temporales que intentan aplastar los valores universales.
Un dato importante es que uno de los perseguidos y exiliados de Atenco, Bernardino Cruz Cardona, acaba de ganar un amparo que le ha permitido regresar a su pueblo sin la amenaza de ser aprehendido. Sin duda un referente legal que lo exonera del delito de “secuestro equiparado”, el mismo por el que están acusados los presos de Atenco. El caso es que se ha formado el Comité Libertad y Justicia para Atenco que reúne a un connotado grupo de intelectuales, artistas, activistas y organismos civiles que pugnan por la libertad de los 13 presos políticos de Atenco. Los gobiernos volverán a equivocarse si menosprecian este indignado esfuerzo.
Por cierto, a riesgo de ser ingenuo, si Calderón y Peña Nieto aspiran de verdad a la grandeza debían decidir a conciencia y retirar los cargos. Sería una luz en medio de la tormenta. Sí, sí, ya dije que soy ingenuo.
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