12/31/2019

Prensa golpista


Victoriano Huerta dejó lecciones valiosísimas para posteriores golpistas latinoamericanos (https://www.jornada.com.mx/2019/11/19/opinion/020a2pol). El modelo del cuartelazo y el terror vividos en México en 1913 fueron imitados punto por punto en Guatemala, 1954; Chile, 1973; Argentina, 1977, y Bolivia, 2019, por mencionar algunos casos.
Y el papel protagónico del primer paso preparatorio de ese, de esos golpes de Estado, lo tuvo la prensa. Como mostramos hace un mes, coinciden en esa valoración casi todos los historiadores que han estudiado aquel golpe de Estado que provocó los niveles más altos de violencia política vividos en nuestra historia. ¿Le queda alguna duda? Vaya a su librería de la esquina y adquiera El linchamiento gráfico de Francisco I. Madero, de Rafael Barajas Durán – El Fisgón–, bellamente ilustrado y editado por el Fondo de Cultura Económica.
El Fisgón, imprescindible editorialista, que es también enorme historiador, nos recuerda el momento más lamentable de la historia de la prensa nacional, cuando un presidente democrático respetó plenamente la libertad de expresión e imprenta y, en contrapartida, los periodistas se dedicaron a golpearlo; lo que tuvo efectos terribles para el país. Ahora bien, ¿esta ofensiva de la prensa fue únicamente un acto de irresponsabilidad o de libertinaje?
“La idea de que aquella descarga mediática fue un acto de irresponsabilidad periodística colectiva, un mero abuso de la libertad de pensamiento o una orgía de insensatez es superficial, inverosímil y resulta insostenible… este tipo de embestidas mediáticas suelen suscitarse cuando los escritores comparten proyectos e ideas y cuando intervienen actores con fuerza económica y política con capacidad de control y de mando. Es por eso que muchos autores… dan por hecho que la andanada mediática antimaderista fue una campaña de difamación orquestada por la oligarquía”.
Aunque esto parezca obvio, en realidad no se había investigado con suficiente profundidad como para demostrarlo. El Fisgónlo hace y busca resolver preguntas centrales: ¿esta campaña resulta del fracaso del gobierno de Madero? ¿Había intereses políticos y económicos detrás de esta campaña, alentándola y financiándola, o resultaba de la libertad de opinión o de la irresponsabilidad individual o colectiva de muchos periodistas?
No daremos pistas sobre las respuestas documentadas que da El Fisgón a estas y otras preguntas –para que, lectora, lector amigo, compres el libro y lo leas por ti mismo–, pero sí les adelanto que desde que abandonó su vida cómoda, segura, productiva, plena, para involucrarse en la política y luchar por quienes no tenían sus privilegios, Madero fue víctima de campañas de acoso y desprestigio por parte de la prensa domesticada y servil de la dictadura. Un artículo de abril de 1910 resulta ejemplar: “Y si Panchito Madero no está en un manicomio, no es porque le falten tamaños ni méritos para ello… Hablando en plata, Madero es un loco peligroso”.
Ya en 1911, Madero “fue retratado en las situaciones más ridículas: vestido de mujer –1911, no 2019–, como un niño caprichoso, un espírita delirante, un vinatero o un chaparro inepto, entre otras cosas”. La más rabiosa revista de altísima calidad estética y elevado tiraje fue financiada –sí, rompo lo ofrecido atrás, pero sólo en este caso– por grupos de poder económico que más adelante serían perjudicados por Emiliano Zapata y Felipe Carrillo Puerto… ya imaginarás por qué, lectora, lector.
Además de ridiculizar al presidente y de la crítica constante a to-das sus acciones, la prensa opositora se dedicó (segundo paso de las instrucciones para un golpe de Estadoque recordamos en el primer párrafo) a inculcar el miedo. Para ello, desató una virulenta campaña de odio contra los rebeldes populares, particularmente Emiliano Zapata, a quien comparaban con Nerón y Atila (del Sur). Una vez construido el terror, se culpa de ese terror al gobierno…
El autor no deja duda de la construcción del ambiente proclive al cuartelazo. “El linchamiento… contra Madero fue parte de una estrategia contrarrevolucionaria de ciertos grupos oligárquicos. Fue el preludio del magnicidio”. Pero el libro no es complaciente y también hace una certera crítica de la ineficaz estrategia del gobierno maderista frente a esta campaña.
En fin, y sin presentar –para no spoilear– los siete temas centrales en la fabricación interesada de una opinión pública contra el gobierno (los siete resultan tristemente actuales en México), el libro también muestra a qué le tenían más miedo los precursores del cuartelazo (además del presidente y su proyecto liberal y democratizador, socialmente sensible en mi opinión): a la revolución social posible, al pueblo organizado. Y al ala izquierda del maderismo que se estaba articulando como partido político. Paradójicamente, fue el golpe de Estado lo que provocó la revolución que barrió con los golpistas y abrió la puerta de la posible revolución social. Del partido y su ala izquierda hablaremos proximamente.
No deje de leer esta brillante, artística y pertinente investigación histórica.
twitter: @HistoriaPedro

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