Daliri Oropeza *
Alos 13 años, TíoBad
salía a la plaza de Sayula de Alemán a encontrarse con un grupo de
jóvenes mayores para aprender a rimar palabras. Algo nuevo para él,
tener un fondo musical sobre el cual componer ideas, narrar su vida en
ese pueblo popoluca de Veracruz, que tampoco tenía más actividades para
las personas jóvenes.
Cantó rap hasta el día que lo asesinaron de manera cruenta. A sus 24
años, Josué Bernardo Marcial Santos era el defensor del territorio más
visible de su pueblo. Denunció, con murales, los megaproyectos de fracking
que amenazan Sayula. Junto con el colectivo Rses, pintó el mural que
está en el teatro municipal que muestra el rostro de una abuela
popoluca, también el del kinder con una pareja de abuelos y una frase en
lengua sayulteca (mixe-popoluca o tikmay).
El rap y la cultura del hip hop llegaron a Sayula a través de la
experiencia de migrantes que fueron a Estados Unidos y luego decidieron
regresar a su comunidad. Incluso, la familia de TíoBad tiene varias experiencias y algunos parientes aún viven allá.
TíoBad era consciente de lo que pasa en Sayula con el
desplazamiento y ocultamiento del ser indígena, la lengua y las
costumbres, aunados a la mercantilización y marginación que llevaron a
borrar la raíz, a que no enseñaran la lengua y eso facilitó los procesos
migratorios.
Vio a sus amigos irse a trabajar o estudiar a otros municipios o
estados o a Estados Unidos, pero él decidió quedarse a trabajar la
tierra, procesar los productos de la región como maíz en nixtamal y
cacao con su abuela. En sus últimos días, logró cosechar el primer grano
y se dedicó a refinar la técnica de procesar cacao en chocolate. Pasó
de hacer bolitas secas a hacer tabletas que parecían un chocolate de
fábrica.
▲ TíoBad, músico y activista, fue asesinado y su cuerpo encontrado el lunes 16 de diciembre. En la imagen aparece preparando nixtamal.Foto Daliri Oropeza
El rap, aunado al aprendizaje de la música tradicional propia de su
pueblo, le permitió viajar por y todo México y Estados Unidos. Este
proceso detonó en TíoBad la curiosidad insaciable de seguir
aprendiendo sobre música. Comenzó con la jarana y en los últimos días
tocaba una zampoña que un hombre le regaló en el recorrido que hizo
hasta la frontera norte de México. Logró dominarla y después hacía rap
con zampoña.
Él se rebeló ante las cifras de migración de jóvenes de su pueblo
originario, también ante el desplazamiento de su lengua, ante los
decretos de que en el mundo se debe trabajar en oficinas o aprender
inglés; ante las absurdas imposiciones de su padre o ante lo
institucionalizado, lo subrepresentado, silenciado, neoliberal que puede
ser el modo de vida impuesto en Sayula, y últimamente más, ante la narcoviolencia, que tiene a todo su pueblo con sensación de miedo diario.
En distintas circunstancias, TíoBad mencionó que gracias al
rap él se salvó de la violencia del crimen organizado, la cual mantiene a
la población con miedo. Mencionaba que lo salvó de caer en lo que veía
hacer a los jóvenes en su pueblo, engrosar filas de halcones, sicarios, consumidores y comerciantes de drogas.
Las experiencias de migración, el acercamiento al hip hop y a
diversas actividades colectivas comunitarias, la inspiración de los
zapatistas de Chiapas y el Colectivo Altepee se articularon en la vida
de TíoBad detonando en él una rebeldía creativa a través del rap, la música tradicional de cuerdas, la jarana y la lengua sayulteca.
* Periodista
No hay comentarios.:
Publicar un comentario