12/29/2019

Rap, violencia y colectividades: la historia de TíoBad



Alos 13 años, TíoBad salía a la plaza de Sayula de Alemán a encontrarse con un grupo de jóvenes mayores para aprender a rimar palabras. Algo nuevo para él, tener un fondo musical sobre el cual componer ideas, narrar su vida en ese pueblo popoluca de Veracruz, que tampoco tenía más actividades para las personas jóvenes.
Cantó rap hasta el día que lo asesinaron de manera cruenta. A sus 24 años, Josué Bernardo Marcial Santos era el defensor del territorio más visible de su pueblo. Denunció, con murales, los megaproyectos de fracking que amenazan Sayula. Junto con el colectivo Rses, pintó el mural que está en el teatro municipal que muestra el rostro de una abuela popoluca, también el del kinder con una pareja de abuelos y una frase en lengua sayulteca (mixe-popoluca o tikmay).
FotoEl rap y la cultura del hip hop llegaron a Sayula a través de la experiencia de migrantes que fueron a Estados Unidos y luego decidieron regresar a su comunidad. Incluso, la familia de TíoBad tiene varias experiencias y algunos parientes aún viven allá.
TíoBad era consciente de lo que pasa en Sayula con el desplazamiento y ocultamiento del ser indígena, la lengua y las costumbres, aunados a la mercantilización y marginación que llevaron a borrar la raíz, a que no enseñaran la lengua y eso facilitó los procesos migratorios.
Vio a sus amigos irse a trabajar o estudiar a otros municipios o estados o a Estados Unidos, pero él decidió quedarse a trabajar la tierra, procesar los productos de la región como maíz en nixtamal y cacao con su abuela. En sus últimos días, logró cosechar el primer grano y se dedicó a refinar la técnica de procesar cacao en chocolate. Pasó de hacer bolitas secas a hacer tabletas que parecían un chocolate de fábrica.
▲ TíoBad, músico y activista, fue asesinado y su cuerpo encontrado el lunes 16 de diciembre. En la imagen aparece preparando nixtamal.Foto Daliri Oropeza
El rap, aunado al aprendizaje de la música tradicional propia de su pueblo, le permitió viajar por y todo México y Estados Unidos. Este proceso detonó en TíoBad la curiosidad insaciable de seguir aprendiendo sobre música. Comenzó con la jarana y en los últimos días tocaba una zampoña que un hombre le regaló en el recorrido que hizo hasta la frontera norte de México. Logró dominarla y después hacía rap con zampoña.
Él se rebeló ante las cifras de migración de jóvenes de su pueblo originario, también ante el desplazamiento de su lengua, ante los decretos de que en el mundo se debe trabajar en oficinas o aprender inglés; ante las absurdas imposiciones de su padre o ante lo institucionalizado, lo subrepresentado, silenciado, neoliberal que puede ser el modo de vida impuesto en Sayula, y últimamente más, ante la narcoviolencia, que tiene a todo su pueblo con sensación de miedo diario.
En distintas circunstancias, TíoBad mencionó que gracias al rap él se salvó de la violencia del crimen organizado, la cual mantiene a la población con miedo. Mencionaba que lo salvó de caer en lo que veía hacer a los jóvenes en su pueblo, engrosar filas de halcones, sicarios, consumidores y comerciantes de drogas.
Las experiencias de migración, el acercamiento al hip hop y a diversas actividades colectivas comunitarias, la inspiración de los zapatistas de Chiapas y el Colectivo Altepee se articularon en la vida de TíoBad detonando en él una rebeldía creativa a través del rap, la música tradicional de cuerdas, la jarana y la lengua sayulteca.
* Periodista

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