En 1968 Jan Zabinski y su esposa Antonina Erdman
recibieron el reconocimiento "Justo entre los justos" que otorga el
Museo Yad Vashem en Jerusalem. Durante la ocupación nazi en Polonia salvaron a más de 300 judíos, a quienes ayudaron a escapar del gueto de Varsovia,
los escondieron y con el apoyo de las redes de la resistencia, lograron
ubicarlos (con documentos falsos) en la zona "aria", hasta la derrota
del ejército nazi. La historia de su increíble empatía, de su valor y de todos los riesgos que tomaron durante tres años, es narrada en la película: "The zookeeper´s wife" dirigida por la neozelandesa Niki Caro.
Caro,
directora también de "La leyenda de las ballenas" y de "En tierra de
hombres", es, como su paisana Jane Campion, una creadora en los
horizontes de lo que podríamos llamar "un cine a la
búsqueda de personajes femeninos". Fuertes. Disruptivos. Esas vidas de
mujeres que no están dispuestas a permanecer en los márgenes. Y que está
dispuestas a pagar los costos. En la primera película,
una joven maorí enfrenta las pruebas a las que se someten los hombres
para obtener el liderazgo de la tribu. En la segunda, una madre soltera
huye de una relación violenta y llega a trabajar al ambiente hostil y
misógino de una mina de carbón. Niki Caro encontró en la biografía de Antonina Erdman escrita por Diane Ackerman, la historia que andaba buscando.
El libro se basa en los diarios de Antonina. En septiembre de 1939 la aviación nazi bombardeó el zoológico ubicado en el centro mismo de Varsovia. Allí dentro, rodeados de sus animales entrañables, vive en el zoólogo Jan Zabinski (quien lo dirige) y su esposa, la escritora y pianista Antonina Erdman con su pequeño hijo Ryszard. Es el comienzo de la ocupación de Polonia. Muchos animales son asesinados por las bombas. Los Zabinski ceden ante las demandas de Lutz, un oficial nazi que dirige el zoológico de Berlín y al que ya conocían: que los mejores animales entre los que sobrevivieron sean trasladados a Alemania, para "protegerlos". Una noche, Lutz irrumpe en el zoológico acompañado de otros oficiales nazis y dispara contra algunos animales. Antonina escribió en su diario: "¿cuántos humanos morirán así en los próximos meses?".
Los
Zabinski tienen amigos judíos, una vez que rescatan a la primera
persona se abre un abismo: ¿acaso no podrían hacer bastante más? Con la
autorización nazi comienzan un criadero de cerdos en lo que queda del zoológico. Un espacio inmenso. Jan se hace nombrar empleado municipal, lo que le permite acceder al gueto.
La realidad es tanto peor de todo lo que podría haber imaginado. Lleva
paquetes de carne, pero no basta. Deciden encontrar vías para atravesar
los puestos de control con personas escondidas en un camión. Las cubrían
con desechos o las hacían salir por la puerta con documentos falsos. El
sótano de su casa, los pasadizos para los animales, las jaulas, los
armarios, se convirtieron en escondites. Con el criadero tenían cómo
alimentarse. Una vez ubicado un hogar seguro a donde trasladarlos, un
grupo de la resistencia venía por ellos.
Los refugiados vivían de
noche para no hacer ruido durante el día. Para anunciarles una situación
de peligro, Antonina tocaba Bach en el piano. Sus padres habían sido
asesinados. Conocía en su piel la violencia extrema, la pérdida. Conoció
a Jan en la universidad de Varsovia. Ella era profesora de música y él de zoología. De las personas a las que salvaron del gueto
sólo dos no sobrevivieron: una madre y su hija. Fueron delatadas,
sacadas a empellones del departamento donde vivían y acribilladas en la
banqueta. Las imágenes de las deportaciones masivas y el fuego arrasando
el gueto. Los niños del orfelinato judío avanzando
hacia los trenes mientras escuchan las historias de su tutor, quien se
negó a abandonarlos.
Jan se unió a los combatientes durante el levantamiento de Varsovia y fue hecho prisionero. A su regreso, Antonina estaba allí en el zoológico, con su hijo Ryszard y la pequeña Teresa. El zoológico abrió de nuevo al público en 1949. Antonina escribió libros para niños. El zoológico existe en el centro de Varsovia y tiene una particularidad: es también un pequeño museo del holocausto. Una película bellísima. Un homenaje al amor y a la lealtad en uno de los más oscuros períodos de la historia
de la humanidad. El mundo se derrumbaba y una niña judía rescatada
abraza un conejito, pinta en las paredes a sus compañeros de escondite.
El mundo se derrumbaba y en los muros, los perseguidos dibujaron
estrellas de David y escribieron sus nombres.
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