Integrantes de seis de cada 10 hogares viven con menos de $10 mil al mes
Participan salarios con 27% del PIB; en 1975 la proporción era de 40.2 por ciento: Cepal
A los trabajadores, la menor parte de la riqueza del país en 40 años
En los 70 los sueldos representaban 36% del producto interno bruto y la economía crecía 6.65%
Roberto González Amador
Periódico La Jornada
Domingo 28 de septiembre de 2014, p. 28
Los
integrantes de seis de cada 10 hogares en México viven con un ingreso
menor a 10 mil pesos mensuales. La cifra es expresión de un fenómeno
que se ha acentuado en el país, de la mano de la implantación del
actual modelo económico: los trabajadores asalariados participan cada
vez menos de los dividendos generados por la economía.
Las remuneraciones de los asalariados mexicanos, medidas respecto
del valor total de los bienes y servicios producidos en la economía,
cayeron a su nivel más bajo en al menos cuatro décadas.
La participación perdida por los salarios se ha trasladado a la
proporción de la riqueza que corresponde a las ganancias empresariales.
Actualmente, las remuneraciones salariales equivalen a 27 por ciento
del producto interno bruto (PIB), esto es, del valor de los bienes y
servicios producidos por la economía mexicana en un año. Es la
proporción más baja, al menos desde 1970, de acuerdo con cifras
oficiales mostradas este viernes por Hugo Eduardo Beteta, director de
la subsede regional en México de la Comisión Económica para América
Latina (Cepal).
La actual participación de los salarios en el PIB, una forma básica
de asomarse a la distribución del ingreso en un país, muestra una
tendencia que, con altibajos, se ha deteriorado de manera constante
desde 1970, año en que concluyó uno de los periodos de mayor
crecimiento de la economía en México, conocido como el
desarrollo estabilizador. En esos años, de 1954 a 1970, la economía mexicana creció a una tasa anual promedio de 6.65 por ciento y el PIB por habitante lo hizo 3.5 por ciento por año, también en promedio, de acuerdo con datos históricos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
En 1970, los salarios participaban con 36 por ciento del producto
interno bruto, proporción que se elevó a 40.2 por ciento hacia mediados
de esa década, antes de la devaluación del peso ocurrida en 1976,
durante el gobierno del ex presidente Luis Echeverría (1970-1976),
cuando la moneda mexicana se depreció por primera vez en 22 años.
La
participación de los salarios en el PIB cayó a poco más de 30 por
ciento a inicio de los años 80 del siglo anterior, cuando el país entró
en una crisis que derivó en la llamada década pérdida para el
crecimiento económico. Era un nivel que, visto a la luz de la última
información, es un poco mayor a la proporción que actualmente tienen
los salarios en el producto interno bruto, de sólo 27 por ciento, que
es incluso menor a la de la crisis de 1995.
En su intervención este viernes en el XX Congreso del Colegio
Nacional de Economistas, Hugo Beteta identificó tres fases de la
evolución de la distribución del ingreso. En la primera, se registró
una caída lenta pero que marcó tendencia de la desigualdad desde 1963 y
que finalizó en 1984, cuando el país se hallaba en plena crisis de la
década pérdida, de acuerdo con el director de la subsede regional de la
Cepal.
La segunda fase, de 1989 a 2000, es en la que se da un crecimiento
de la desigualdad, mencionó. En el periodo ocurren fuertes
contracciones económicas; el PIB por habitante sufre serias caídas, de
6.5 por ciento en 1983 y de 5.9 por ciento en 1986, además de que hay
hiperinflación y reducción de las remuneraciones por persona ocupada,
abundó. Es en este periodo que cambia el modelo económico, dijo. (La
política económica vira de un modelo orientado básicamente al mercado
interno a otro abierto al exterior y con un nuevo papel, reducido, del
Estado).
De 2000 en adelante, expuso, la caída de la desigualdad en esta
tercera fase no se asocia a nuevos cambios estructurales a nivel
macroeconómico. La reducción de la desigualdad, expuso Beteta, se
explica por el aumento del gasto y por la nueva política social que
privilegia la focalización y la condicionalidad de transferencias
monetarias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario