En estas elecciones se elegirán 3 mil 406 cargos públicos, de los
cuales 629 son del ámbito federal, incluido el de presidente de la
República. Naturalmente, Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco,
Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, concentran la atención
porque ahí se elegirá gobernador.
Se trata de elecciones locales que incidirán en el resultado de la
presidencial, y entre estas están en juego cuatro de las cinco entidades
más pobladas del país y, por lo tanto, con mayor número de electores:
Ciudad de México, Veracruz, Jalisco y Puebla.
Por primera vez en la historia, el rasgo común es que en ninguno de
esos estados hay condiciones para que el PRI gane, e inclusive está
reducido a tercera fuerza en preferencias, destacadamente en entidades
clave como Ciudad de México, Veracruz y Puebla.
La definición de candidaturas locales plantea severas crisis internas
en el PRI, no sólo en esos estados. Por ejemplo, Querétaro, donde no
habrá elección de gobernador, es fiel reflejo del desastre priista
interno.
Ahí, viejos conocidos aspiran a ser nominados al Senado: la
exsecretaria de Turismo Silvia Hernández y el exsecretario del Trabajo
Mariano Palacios Alcocer, ambos en el sexenio de Ernesto Zedillo, este
último gobernador (1985-1991) y exdirigente nacional del PRI, como
también lo es Fernando Ortiz Arana, otro de los aspirantes, junto con
los exgobernadores Enrique Burgos García (1991-1997) y José Calzada
Rovirosa (2009-2015), actual secretario de Agricultura, quien estaría
dejando el cargo en los próximos días.
La rebatinga queretana llegó el sábado al dirigente nacional Enrique
Ochoa Reza, quien recibió en la Ciudad de México a jefes políticos
locales que le pidieron un cambio urgente en dirigencias estatales y
plantearon inconformidades en el reparto en Querétaro, así como en
Oaxaca, Nuevo León y Chiapas.
Chiapas es otro ejemplo de la crisis, que debió tener atención
inmediata de la dirigencia nacional que envió como emisario y
conciliador a Luis Enrique Miranda, cuyos resultados siguen en el aire.
Y es que la imposición de Roberto Albores Gleason como candidato a
gobernador sacó chispas en el considerado sector verde del PRI, el PVEM,
coto del gobernador Manuel Velasco, que perfiló con anticipación a
Eduardo Ramírez, líder del Congreso local, permitiendo a su también
cercano, hoy expresidente del Poder Judicial chiapaneco, Rutilio
Escandón, construir su candidatura con Morena, cuya dirigencia nacional
tuvo un acercamiento con oferta de senaduría para Aguilar –operador de
la estructura electoral de Velasco–, el pasado fin de semana.
Territorios estratégicos. En lo que Chiapas se define, Andrés Manuel
López Obrador estará ahí casi una semana, luego de pasar dos en
Veracruz… demasiado tiempo de la precampaña, evidencia de lo estratégico
de ambos estados donde sus candidatos a gobernador se enfilan a la
delantera.
La proximidad de Manuel Velasco con Morena es asunto crítico para el
PRI, como también lo es el caso del gobernador oaxaqueño, Alejandro
Murat, y otros que demuestran la incapacidad de Ochoa Reza y Aurelio
Nuño, no sólo para conservar aliados, sino para generar condiciones de
unidad interna y, con ello, de mejorar su posicionamiento para la
elección presidencial.
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