Inaceptable que esa institución haya cedido a presiones políticas, dicen especialistas
Por el momento no se puede dejar solos a estados y municipios en el combate a la delincuencia
El hecho de que la Secretaría de la Defensa
Nacional (Sedena) cancelara la firma de un convenio de seguridad con el
municipio poblano de San Pedro Cholula –que interpuso una controversia
constitucional contra la Ley de Seguridad Interior (LSI)– significa un
acto de represalia en contra de quienes se atrevan a impugnar al
gobierno, y deja ver la pérdida de institucionalidad de las fuerzas
armadas, aseguraron integrantes de organizaciones civiles y expertos en
temas de seguridad.
Raúl Ramírez Baena, director ejecutivo de la Comisión Ciudadana de
Derechos Humanos del Noroeste, señaló que al dejar sin validez los
convenios de seguridad ya firmados con Cholula, de forma intempestiva y
sin que mediara ninguna explicación, el gobierno mexicano
ha asumido una actitud facciosaque pone en riesgo a la población civil.
Hemos estado en contra, no sólo de la LSI, sino de la militarización, pero reconocemos también que en esta etapa una retirada abrupta del Ejército en el combate a la delincuencia organizada deja en graves problemas a los municipios y a los estados. Tiene que haber una planificación con las autoridades municipales y estatales, y con participación ciudadana, afirmó.
En ese sentido, el anuncio del Ejército a las autoridades de Cholula significa
un castigo ejemplar, indudablemente, y por eso estamos realmente preocupados. ¿Qué podemos esperar con estas actitudes revanchistas y vengativas que afectan indudablemente la institucionalidad y la democracia en el país?, se preguntó Ramírez Baena.
Por su parte, Victoria Unzueta, especialista en temas de
seguridad, hizo ver que el incumplimiento del convenio entre la Sedena y
el municipio de Cholula demuestra que el Ejército no está solo al tomar
esa decisión, o que incluso pasó por encima de las órdenes de las
autoridades civiles, lo cual se asemeja a la comisión de un
golpe de Estado.
El problema
es que ni los municipios ni las entidades federativas tienen una fuerza de seguridad pública consolidada. De 440 y tantos mil policías estatales y municipales, alrededor de 80 por ciento de ellos tienen problemas de certificación, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública. O son incapaces, o tienen vínculos con la delincuencia organizada, recordó.
Nunca habíamos visto de esta manera que el Ejército tuviera esta presión política, es algo inaudito. La presión a las fuerzas armadas se dejó sentir fuerte y este involucramiento político es preocupante, porque una vez que entran en este juego, entonces pierden su institucionalidad, lamentó.
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
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