Luis Hernández Navarro
No les traemos cachuchas,
camisas o paraguas, tortas, despensas, dice María de Jesús Patricio en
algunas de las reuniones de la gira que encabeza. Lo que traemos es la
palabra que nos mandaron decir.
María de Jesús Patricio –Marichuy la llaman los suyos– es la médica
tradicional náhuatl que funge como vocera y candidata a la Presidencia
por parte del Concejo Indígena de Gobierno (CIG). La palabra que lleva a
las comunidades es la que le mandan decir los pueblos originarios que
integran el concejo.
Desde el pasado 14 de octubre, Marichuy recorre gran parte del país.
No para. Hasta ahora ha viajado a Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana
Roo, Tabasco, Veracruz, Puebla, estado de México, Morelos, Hidalgo,
Colima, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Querétaro y
Ciudad de México. En la mayoría de esas entidades ha tenido reuniones
no en las grandes ciudades, sino en comunidades remotas (muchas de
difícil acceso) donde los pueblos indígenas viven y luchan.
En esos encuentros, María de Jesús ha hablado, pero también oído. El
pasado 9 de enero, en Desemboque, Pitiquito, Sonora, resumió lo que esas
otras voces le han dicho:
Hemos escuchado los diferentes dolores que están viviendo estas comunidades, sobre todo las del sur de este México.
Le sorprende la gran cantidad de mujeres que participan, organizan,
conducen y toman la palabra en esos actos. La mitad del cielo,
usualmente invisible en las campañas políticas de los partidos
institucionales, ocupa un espacio inmenso en la gira de la vocera del
CIG. Es como si el caminar de Marichuy hubiera abierto un enorme boquete
en las formas tradicionales de hacer política, por el que se han metido
las mujeres organizadas del México de abajo a tomar el control de su
propio destino.
María de Jesús nunca habla en nombre propio, sino de los pueblos que
la eligieron como su vocera. No usa el yo, sino el nosotros. En las
reuniones no pide que voten por ella, llama a organizarse. No dice
luchen ustedes, sino luchemos todos. No pide que la apoyen, la ayuden o
la sigan: invita a pensar juntos en el México que se quiere, a empezar a
caminar juntos y no detenerse, a organizarse y luchar en común.
¿Por qué María de Jesús Patricio y el CIG participan en la coyuntura
electoral si no están de acuerdo con los partidos políticos? ¿Por qué
hacerlo si consideran que éstos han dividido y confrontado a las
comunidades? Una y otra vez, lo ha explicado (https://goo.gl/p4DpWi ).
Participan en la contienda electoral no para llegar al poder ni para ser como los de arriba, sino porque quieren
que volteen a ver a nuestros pueblos indígenas y escuchen los problemas que tienen. Porque buscan poner en claro
que los pueblos no estamos de acuerdo con la forma en que están acordando allá arriba los que tienen el poder y los que tienen el dinero. Porque necesitan denunciar la imposición a los pueblos de megaproyectos que han traído destrucción y muerte, contaminación y deforestación. Porque deben prepararse para enfrentar la guerra que viene de las empresas, los gobiernos y los narcotraficantes, junto a la violencia que siempre los acompaña, sea de sus grupos de policías, militares o delincuentes. Porque les urge frenar los asesinatos, las desapariciones y los encarcelamientos que sufren al defender sus tierras, territorios y recursos naturales. Porque ya no quieren ser ignorados, abandonados y humillados. Porque hay comunidades que están a punto de desaparecer. Porque de ellos depende
que siga habiendo vida para los que vienen atrás.
“Vamos a participar en este proceso –dijo la vocera del CIG,
el pasado 12 de enero en Mesa Colorada, territorio guajirio– para que
volteen a ver los medios y vean que nuestros pueblos están sufriendo,
que tienen problemas de tierra, que tienen problemas de aguas
contaminadas, que tienen problemas de minas que vienen y a cielo abierto
contaminan, que hay hidroeléctricas, que hay gasoductos, que hay
eólicas que contaminan la tierra, que hay transgénicos que están
contaminando nuestros cultivos, nuestro maíz, nuestro frijol.”
La palabra de Marichuy no está dirigida sólo a los pueblos indígenas,
sino, también, a los trabajadores del campo y la ciudad, las mujeres,
los jóvenes, los estudiantes, los obreros, los maestros, porque
–explica–
este sistema capitalista no solamente está en nuestros pueblos, está en todos lados, está en todo el mundo. En esta lucha, que es propuesta desde los pueblos –dice–
caben todos los que sientan que este México es nuestro, y que se lo están apropiando unos cuantos, unos que tienen el poder y que tienen el dinero, y que nosotros no les servimos, les estorbamos.
En pocos países en América Latina hay tantas luchas de resistencia
como en México. Sin embargo, en su mayoría están dispersas y aisladas,
como cuentas de un collar al que se le ha roto el hilo que las engarza.
En su caminar por los pueblos y comunidades en resistencia, Marichuy y
el CIG buscan enhebrar nuevamente esas cuentas para que formen un collar
capaz de cambiar el rumbo de la historia.
El horizonte de su propuesta –ha insistido Marichuy– no se detiene en
2018, sino mucho más allá. A la manera de los pueblos indígenas que
acostumbran soñar de otra manera, reivindica un poder que tiene que
estar abajo, capaz de decir cómo deben ser los gobernantes; un poder que
le diga al gobierno lo que debe hacer y no al revés.
En un momento en que el conjunto de los partidos con registro se han
corrido a la derecha, el CIG y su vocera están haciendo una campaña
abajo y a la izquierda. Mientras la mayoría de los candidatos hablan de
la desigualdad, la corrupción o la inseguridad, Marichuy nombra con
todas sus letras lo que los demás callan: el despojo, la explotación, el
racismo y la opresión provocados por el capitalismo, y la necesidad de
organizarse y luchar contra ellos. Por eso y porque no trae cachuchas,
camisas, paraguas, tortas o despensas, sino la palabra de los pueblos,
Marichuy debe aparecer en la boleta electoral para nombrar Presidente de
la República.
Twitter: @lhan55
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