El martes 16, un centenar de policías municipales arremetió
contra los integrantes del movimiento Mexicali Resiste, quienes se
oponen a la construcción de un acueducto para llevar agua para la
trasnacional cervecera Constellation Brands. La trifulca ocurrió en el
ejido El Choropo y se prolongó durante 10 horas. Los agredidos acusan al
gobernador Francisco Vega de Lamadrid de represor, mientras éste y la
empresa intentan justificar la agresión. Lo cierto es que la lucha por
el agua en la región lleva un año y cada vez sube de tono. El semanario
bajacaliforniano Zeta comparte con Proceso el siguiente reportaje.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Desesperada, una joven grita a sus
compañeros que dejen de arrojar piedras a la barrera de policías que
avanza hacia ellos. El grupo de uniformados se dispersa y algunos
irrumpen en el rancho Mena, en el ejido El Choropo del Valle de
Mexicali. En ese momento el lugar se transforma en tierra sin ley.
Sin protocolos, los policías arremeten contra los manifestantes.
Derriban a algunos de ellos mediante el uso excesivo de la fuerza y
terminan por barrerlos. Tal fue el embate, que rompieron el cerco
perimetral de una vivienda y arrojaron piedras a los ciudadanos y a la
prensa que observan el zafarrancho del martes 16.
La represión gubernamental se dio en el mismo contexto de hace un
año, cuando se organizaron los movimientos sociales para detener la
privatización del agua, la construcción de un acueducto para uso de
Constellation Brands, la cervecera que va por el agua del Valle de
Mexicali.
Después de la trifulca del martes 16, funcionarios e integrantes del
movimiento Mexicali Resiste anunciaron que emprenderán acciones legales,
mientras la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) abrió el
expediente 185/2018 para determinar si existió abuso policiaco en el
operativo.
Hace varias semanas, los directivos de la Policía Municipal
“regañaron” a sus subalternos, entre ellos los integrantes del grupo que
participó en la agresión de febrero de 2017, el mismo que actuó contra
los manifestantes la semana pasada. Hoy, la lucha por el agua ha llegado
a un nivel más alto.
La batalla campal
Eran las siete de la mañana del martes 16 cuando las alarmas se
encendieron en el Campamento Mena –llamado así por el apellido de su
propietario– en el ejido El Choropo, a nueve kilómetros de Mexicali.
El campamento está en poder de la resistencia mexicalense en protesta
por la construcción de un acueducto. Los jóvenes asignados a la guardia
avisaron a sus compañeros sobre el arribo de un grupo de por lo menos
60 policías, quienes bloquearon el único acceso a la comunidad rural.
Esperaban ser desalojados con el uso de la fuerza pública, para que
la trasnacional Cadena –propiedad de un político priista– iniciara
trabajos para conectar la tubería de 20 pulgadas a la red urbana para
dotar de agua potable a la planta de Constellation Brands.
Ese punto –crucial para las intenciones de la corporación– fue
bloqueado por integrantes de la Resistencia Civil, conformada por
agrupaciones nacidas entre las protestas masivas de enero de 2017, ante
los aumentos en el precio de los combustibles y la Ley de Agua, que
tenía intenciones, encaminada a la privatización del vital líquido,
según los líderes de las protestas.
Mientras funcionarios preparaban los actos protocolarios del 66
Aniversario de Baja California, grupos antimotines se posicionaron
frente al rancho y los manifestantes salieron a bloquear el ingreso de
las maquinarias.
Los policías utilizaron sus escudos antimotines y empujaron al
pequeño grupo de inconformes de vuelta a la propiedad. Éstos llenaron
cubetas de tierra y la arrojaron a los uniformados; luego los mojaron
con una manguera en medio de gritos.
La barrera parecía inquebrantable hasta que una piedra de gran tamaño
cruzó por encima de los escudos y se impactó en la excavadora. La
acción fue replicada por el resto, quienes desde su trinchera comenzaron
a arrojar objetos hacia la maquinaria. Poco a poco los cristales de la
cabina sucumbieron a los impactos y terminaron por dejar en una
situación vulnerable a su operador, quien optó por retirarse. Los
agentes perdieron la primera batalla.
En la segunda reyerta resultó lesionado Roberto López, reportero de
Canal 66, por una roca que se impactó contra su cabeza. Similar suerte
corrió un policía ministerial que levantó el escudo para protegerse de
la tierra que arrojaban, lo que fue aprovechado por un joven que golpeó
su espinilla con un tubo; el agente fue retirado de la escena por sus
compañeros.
Cuando los policías se retiraban, los inconformes se unieron para cantar el Himno Nacional.
Y la calma volvió por unas horas
Pasaron las horas y comenzaron las charlas entre policías y
manifestantes. Intercambios amistosos acompañados de bromas; algunos
uniformados incluso referían estar de acuerdo con la lucha, pero
admitieron que sus intereses estaban del otro lado.
El tercer intento llegó alrededor de las 11:00 horas, anunciado por
el ruidoso andar de la excavadora. “Todos listos”, gritaban los
inconformes, mientras la “tira” de uniformados se reincorporaba.
Empleados de la constructora pretendían sorprender a los
manifestantes instalando una barrera metálica en el vidrio frontal de la
excavadora, además de reforzar los laterales con escudos antimotines de
policías, pero no fue suficiente, pues “La Resistencia” aprovechó el
cese al fuego para abastecerse de cascajo, por lo que ante el nuevo
intento de tomar el terreno la lluvia de piedras fue abrumadora.
Trabajadores y policías se replegaron cuando los cristales laterales se
agrietaron.
El reloj alcanzó el mediodía. Los resistentes volvieron a abastecerse
de rocas, tierra, palos, botellas y otros artefactos convertidos en
armas, para continuar con la lucha.
Un manifestante cruzó entre varios uniformados y, según la
declaración de los policías, dio un puñetazo a un agente e intentó
correr. Fue detenido por varios uniformados que trataron de subirlo a la
patrulla. Entre seis lo envolvieron, pero las mujeres enfurecidas
salieron del campamento y enfrentaron a los captores, logrando rescatar a
su compañero. En medio de la confusión, los agentes detuvieron a Daniel
Véjar, un joven a quien nadie pudo salvar.
La pausa fue aprovechada por policías y manifestantes para comer.
Representantes de la empresa Constellation Brands enviaron a los
policías cajas con pollo y guarniciones de lechuga y frijoles. Los
inconformes aprovecharon para comer tortas.
Pasadas las tres de la tarde se rompió la calma cuando el abogado de
la trasnacional, Sergio Vega, llegó al inmueble y pidió hablar con algún
jurista del movimiento. Armando Salinas lo encaró.
Vega mostró un documento con medidas de protección para su
representado. Estaba firmado por el Ministerio Público. En él se
justificaba el uso de la fuerza pública. Y Vega evidenció al propietario
del terreno, Salvador Mena García, a quien presuntamente se le pagaron 6
mil 500 dólares por el pedazo de terreno para la construcción del
acueducto.
La esposa de Mena García respondió que al representante del ejido y
de la cervecera lo habían obligado a hacerlo y que en ningún momento les
pagaron.
Salinas reclamó que esa zona era federal y que la transacción tendría
que ser bajo un mandato de un Ministerio Público federal, no de
autoridades locales. El abogado defensor intentó responder, pero fue
silenciado por la muchedumbre que exigía su retirada.
Luego de jalones y empujones comenzó la cuarta batalla. Manifestantes
mojaron el piso de terracería para que policías resbalaran con el lodo y
volvieron los baños de tierra y rocas. Sin embargo, esta vez policías
rompieron filas y se desató en enfrentamiento.
Las rocas cambiaron de dirección y se focalizaron en los escudos de
los uniformados, para replegarlos, pero los oficiales continuaron
avanzando. Luego se dispersaron y comenzaron a agredir a los
manifestantes.
Desde el exterior, policías estatales arrojaron ladrillos, golpeando
jóvenes y personas de la tercera edad, entre ellas a Tania Gallaga, una
de las líderes de la agrupación. Ella fue agredida por un oficial, que
le arrojó una piedra a escasos cinco metros de distancia. La sangre
escurría en los cuerpos de ambos bandos.
El desorden se contagió en el campo de batalla donde policías
equipados con cascos, escudos, botas tácticas, guantes y caretas,
respondían a sus contrarios, quienes se defendían lanzándoles piedras.
León Fierro, otro de los líderes, corrió a su vehículo, un Nissan
Sentra 2002 blanco, lo puso en marcha y lo dirigió hacia los
uniformados, amagando con embestirlos, pero se detuvo al ser rodeado por
varios de ellos. Los preventivos golpearon con sus puños los cristales
del automóvil, intentando arrestarlo, pero Fierro dio reversa y empujó a
varios agentes. Momentos después reculó y abandonó la unidad sin
lesionar a nadie.
“Solo quería bloquear la entrada”, dijo en una entrevista posterior,
afirmando que pudo arrollar a los oficiales, pero no era su intención.
En medio de la confusión, la reportera Aline Corpus, del diario
Reforma, fue golpeada en el abdomen por una roca que lanzó un agente. La
compañera, quien no participaba en la protesta, logró identificar al
agresor, quien se perdió entre los uniformados.
Tomados del cuello o arrastrados por las calles, los agentes sacaron
del patio a varios manifestantes y comenzaron a golpearlos frente a sus
jefes. Los efectivos cesaron las acciones cuando uno de sus jefes gritó:
“Nada más 30. Hay prensa, hay prensa”.
La pelea se prolongó por varios minutos hasta que preventivos se
reagruparon fuera del inmueble. Tras conversar entre ellos reiniciaron
el contraataque. Ingresaron al predio, algunos de ellos sin escudos, y
comenzaron a golpear con sus puños y piedras a quien estuviera enfrente.
Todos corrían hacia diferentes puntos, algunos arrojando rocas y
otros destruyeron un cerco perimetral para poder ingresar al terreno por
diversos frentes y sorprender a los combatientes.
Jorge Benítez, uno de los activistas más aguerridos, fue el objetivo
principal. Seis policías corrieron tras él para someterlo a punta de
golpes y jaloneos. Lo trasladaron a la patrulla. Mostraba varias heridas
en el rostro.
Esa última batalla campal fue la peor, pues policías no pretendían
detener, sino lastimar a sus adversarios. Finalmente, los propios
manifestantes decidieron no arriesgar más la integridad de nadie y
permitieron el ingreso de la maquinaria en medio de gritos y amenazas,
vigiladas en todo momento por los cuerpos de seguridad; cedieron por el
bien de todos.
La versión del abogado Castilla
El abogado Arnoldo Castilla consideró que no había necesidad de
llevar al uso de la fuerza y señaló que “no está dentro de sus funciones
(la de los policías) agarrarse a pedradas”, luego que varios agentes
respondieran la agresión de manifestantes.
Para el jurista se violaron todos los protocolos de acción policial y
el operativo se volvió un pleito de barrio, donde la autoridad se bajó
al nivel de los ciudadanos para enfrentarse en una batalla, cuando su
obligación es salvaguardar la integridad de las personas.
Reconoció que integrantes de Mexicali Resiste cometieron actos
reprobables, al arrojar piedras a policías, ya que no se puede hacer
valer un derecho por medio de la violencia, pero consideró que faltaron
mecanismos de acción por parte de policías y los mandos, para evitar que
la situación se saliera de control.
Referente a la posibilidad de la detención, Castilla García aseveró
que policías debieron hacer efectiva la flagrancia y actuar conforme a
derecho, respetando los derechos de los ciudadanos, lo cual
infortunadamente no ocurrió, pues hubo golpes y agresiones fuera del
protocolo.
Excatedrático de la Universidad Autónoma de Baja California, Castilla
dijo que no era necesario el uso de la fuerza pública, máxime cuando se
puede solucionar un problema mediante el diálogo.
Agregó que existe falta de información en el tema de la falta de agua
y que deberían hacerse estudios serios sobre el tema, además de mesas
de trabajo que permitan la expresión ciudadana. Y que el gobernador
Francisco Kiko Vega de Lamadrid necesita revisar el trabajo de sus
asesores, pues el desalojo mediante el uso de la fuerza sólo atraerá más
violencia.
“Desde hace tiempo, cuando se planteó este problema, debió abrirse al
diálogo con buen ánimo de las dos partes, la sociedad bajacaliforniana
no es ciega sorda o retrasada mental, nos damos cuenta y falta voluntad
de ambas partes de dar solución al conflicto”, declaró el abogado.
“Kiko” reconoce malas acciones
La empresa Constellation Brands y el alcalde de Mexicali, Gustavo
Sánchez Vásquez, respaldaron las acciones de los policías municipales y
estatales durante el operativo del martes 16 que duró casi 10 horas.
Sin embargo, el gobernador Vega de Lamadrid no fue tan complaciente
con sus elementos. Admitió que hubo actos reprobables, tanto de
manifestantes como de policías, por lo que se está documentando cada
hecho para actuar conforme corresponda.
Sánchez Vásquez dijo desconocer sobre las agresiones policiacas y se
limitó a declarar que los uniformados sólo atendieron múltiples reportes
de emergencia, por lo que llegaron a salvaguardar a los ciudadanos.
Además, reconoció la labor que diariamente realizan los agentes bajo su
mando.
Por su parte, Constellation Brands emitió un comunicado de prensa
donde señaló directamente a Filiberto Sánchez y a Rigoberto Campos como
responsables de los desmanes ocasionados.
Reconocieron y valoraron la intervención de las autoridades y
acusaron a los arriba mencionados como responsables de agredir la
inversión nacional y extranjera “que vienen a generar un impacto
positivo en la comunidad”.
Vega de Lamadrid afirmó que las acciones fueron muy violentas y
reconoció que la intervención de las corporaciones policiacas no fue
correcta en algunos puntos.
“No es correcto que hayan atacado vehículos, a ciudadanos; tampoco
que hayan apedreado. No es correcto. Es lamentable que tengamos personas
con heridas de gravedad, incluyendo a su compañero periodista. No es
correcto, a nadie arrojarle orines y excremento humano.”
De igual forma, explicó que integrantes de esa agrupación tienen
órdenes de aprehensión que serán cumplimentadas. Negó también que tenga
negocio o esté trabajando para beneficio de la planta cervecera.
El mismo martes 16 la maquinaria de la constructora Cadena fue
activada para realizar el trabajo del acueducto. Los manifestantes
siguen ahí, luchando por el agua.
Este reportaje se publicó el 21 de enero de 2018 en la edición 2151 de la revista Proceso.
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