El sexenio de Enrique Peña Nieto mostró al país la enorme influencia
del llamado Grupo Atlacomulco, cuyos miembros se han relacionado a
través de varias generaciones por la vía familiar. Son primos, hermanos,
cuñados… son reparto de poder consanguíneo, son derecho de sangre
ineluctable, que se prolonga a través de los años.
Esa dinámica de poder se refleja en todos las regiones, los partidos y
la vida institucional. A veces, algún movimiento político o social, un
fenómeno carismático, y principalmente por relación política, abren paso
al encumbramiento de un nuevo miembro, procedente quizás de la clase
media o media baja, que terminará en familia extendida, pues no siempre
se ve bien la transferencia de poder entre parientes.
En los últimos años el recato de los clanes familiares se perdió.
Sólo en unos meses, Alfredo del Mazo, un primo del presidente de la
República, postulado por el PRI, se convirtió en gobernador del Estado
de México, el territorio más populoso y con más recursos del país;
Miguel Ángel Yunes, gobernador neopanista de Veracruz, intenta
perpetuarse a través de un hijo, o quizá de dos, en una entidad, también
populosa y con grandes recursos, mientras que en Puebla el exgobernador
neopanista Rafael Moreno Valle, de sexenio ampliado en un
incondicional, pretende postular a su esposa al gobierno del estado.
Se trata de tres de las cinco entidades federativas más populosas de
México, que concentran alrededor de la quinta parte de la población
nacional, pues juntas suman más de 30.4 millones de personas. La
cuestión es simple: en el Estado de México, de 16.1 millones de
personas, sólo pudo ser gobernador un primo de Peña Nieto; en Veracruz,
entre 8.1 millones sólo encontraron candidato del PAN-PRD al hijo del
gobernador, lo mismo que en Puebla, con 6.1 millones, y será candidata
la esposa del exgobernador.
Asunto histórico: en el Estado de México, tres generaciones con el
nombre Alfredo del Mazo han gobernado; en Puebla van dos Rafael Moreno
Valle. Sin llevar el mismo nombre, puede seguirse con Oaxaca con dos
Murat; dos hermanos Joaquín en Quintana Roo; dos Manuel Velasco en
Chiapas, donde por cierto hay una disputa entre vástagos.
Ahí, el actual gobernador Manuel Velasco hizo apuesta doble: promover
a Rutilio Escandón por Morena, dejando en el camino al hijo del
exgobernador Eduardo Robledo, Zoé Robledo, por si en el sector verde del
PRI persistían en imponer a Roberto Albores, hijo homónimo de otro
exgobernador.
Rutilio Escandón es cuñado de Adán Augusto López, quien será
candidato a gobernador de Tabasco, donde su hermana también contendió
por ese cargo. Adán Augusto es cuñado del senador priista Humberto
Mayans Canabal –apellidos con varias generaciones en el poder– y
enfrentará a la candidata del PRI Georgina Trujillo, hija del
exgobernador Mario Trujillo, mientras que la alianza PAN-PRD-MC lanzará a
Gerardo Guadiano Rovirosa, nieto del exgobernador Leandro Rovirosa
Wade.
Paradigma de México, el reparto de poder, así sea bajo procesos electorales, es para los mismos clanes.
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