La aparición de una letra poco usual, la zeta, como criterio para integrar a partir de los apellidos las mesas directivas de casilla de los comicios próximos, reactivó los temores de que se estén montando trampas para desalentar y entorpecer la participación ciudadana y abrir paso a operativos fraudulentos como los que se atribuyeron a brigadas gordillistas en 2006.
Aun cuando el radio de acción derivado de la letra sorteada –la zeta, en este año– puede extenderse a sus áreas aledañas –la a, por ejemplo– para completar el universo de ciudadanos a partir de los cuales mediante insaculación se seleccionará a quienes ocuparán los cargos directivos de las casillas, múltiples quejas en 2006 señalaron que una parte del control faccioso de esas mesas directivas partió de la intencional desorganización previa, de la capacitación insuficiente y errática y de la inasistencia provocada de esos insaculados al momento de abrir la jornada de votación –citatorios mal hechos, avisos equívocos de última hora, llamadas telefónicas para avisar que el nombramiento había sido revocado o que por un error se había expedido a nombre de otra persona–, con lo cual se propició que grupos previamente aleccionados y pagados para tales fines –maestros en la mapachería histórica– estuviesen en los primeros lugares de las filas de apertura de trabajos para sustituir, conforme lo indican las reglas, a los funcionarios incumplidos.
Al respecto, Carlos Tello Díaz, convencido de que los votos en 2006 se contaron bien y que, a pesar de las irregularidades menores y no intencionales, esos comicios arrojaron resultados aceptables, ha señalado que aun cuando a la hora de instalar las casillas sólo hubo necesidad de sustituir a 11.6 por ciento de los funcionarios capacitados por el IFE, porque no estaban presentes en esa apertura, al paso de las horas fueron llegando los faltantes y, un par de horas después, entre 9 y 10 de la mañana, el 96 por ciento de las casillas, prácticamente todas, habían sido integradas con funcionarios capacitados por el IFE, con lo cual quedaría desacreditada una de las mentiras que han sido repetidas en estos meses de conflicto poselectoral, de que hubo un número enorme, abrumador, de funcionarios que fueron sustituidos, y sustituidos por gente del Panal, de Elba Esther, quien llegó a tener bajo su control el IFE.
El sistema de sorteo de letra y mes para ir seleccionando a esos funcionarios de casilla ha sido aplicado en seis procesos de los cuales, curiosamente, tres han contado con letras de alcance muy restringido: en dos ocasiones ha surgido la w y ahora la z. Alonso Urrutia, el experimentado reportero de La Jornada que se ha especializado en la cobertura del IFE, menciona los años, la letra y el mes de nacimiento correspondientes a esos seis procesos: 1994, la t y noviembre; 1997, la w y julio; 2000, la o y abril; 2003, la f y septiembre; 2006, la w y enero, y 2009, la z y julio. La atención de esta columna al tema fue generada por un correo de Humberto Venegas Esnaurrizar, quien alertó: Para las elecciones intermedias de 2009 se está calcando el esquema usado en 2006. Dado los pocos apellidos con w, se invitó a personas con apellidos con letras del final del alfabeto. Mi hija, de apellido Venegas, egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, recibió la invitación del IFE. Después de concurrir a todas las pláticas y entrenamientos, poco antes de las elecciones recibió una muy atenta carta del IFE dándole gracias por su empeño y notificándole que había sido remplazada. Ahora sabemos que la maestra Gordillo introdujo de esa manera a sus huestes.
CONTRA EL AGIO Y LA USURA Manifestantes destruyeron tarjetas de crédito en el acto encabezado ayer en la tarde por Andrés Manuel López Obrador frente a la Asociación de Bancos de MéxicoFoto José Carlo González
Tres veces las letras poco frecuentes, dos veces la misma y, en dos momentos críticos seguidos (2006 y 2009), la misma aparición, mediante sorteo, de un signo alfabético cargado de sospechas fundadas. Ahora sí, parafraseando al Jolopo clásico: ya nos insacularon, ¿nos volverán a insacular?
Astillas
¿Los cambios felipistas? Más de lo mismo: debilidad ante los poderes fácticos, al grado de ceder la cabeza de un Luis Téllez cuyas verdaderas culpas están en el conflicto de intereses, el tráfico de influencia y el servicio a trasnacionales selectas. Calderón pretende aplacar al gigante Slim con un osito balconeado telefónicamente y exhibido en intimidades sin valía periodística en radiodifusoras aliadas y luego en pláticas sobre temas de gobierno en espionaje guardado. Pero Felipe debe ir preparando concesiones para televisión abierta si de verdad quiere aplacar al estragéticamente enojado multimillonario, aunque se enoje Emilio júnior y ahora el que comience a chantajear sea éste. Los sustitutos son otra confirmación del miedo que tiene el ocupante de Los Pinos a abrirse a políticos o grupos que no pertenezcan al circulito íntimo. Molinar Horcasitas partidizará el manejo de las comunicaciones y repartirá prebendas de ese rubro y de los transportes entre la membresía blanquiazul, y el nuevo directivo del IMSS, Daniel Karam, es otro de los jóvenes favoritos, egresado del ITAM y colocado desde el principio del sexenio fallido en posición de ascender en el organigrama del Seguro Social para aplicar tecnocracias insensibles en el armatoste que el felipismo quisiera liquidar o rematar... En los comentarios hechos ayer a esta columna en la página de Internet de La Jornada, Miguel Gómez señaló: “No se dice ‘Yanquis go home’; se dice ‘Yunques go home’”. Allí mismo, Sonia escribió: ¿Acaso han visto que alguna vez el gobierno gringo haya ayudado a alguien, sin quedarse con el pastel?... El profe Benjamín Cortés Valadez envía una décima: “Cual selección perdedora/ que a pesar de la goliza/ siempre tiene en Televisa/ una porra atronadora,/ quiere así Medina Mora/ que en micrófono y papel/ digan medios en tropel/ que al narco ya se derrota;/ aunque nadie más lo nota,/ sólo Calderón y él”... Y, mientras se pone atención a las huelgas de los cuatro sindicatos de la Universidad Autónoma Chapingo y del Colegio de Posgraduados, que llevan 13 días, ¡hasta mañana, en esta columna con letras claras!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Alfredo Jalife-Rahme: Bajo la Lupa
Aun cuando el radio de acción derivado de la letra sorteada –la zeta, en este año– puede extenderse a sus áreas aledañas –la a, por ejemplo– para completar el universo de ciudadanos a partir de los cuales mediante insaculación se seleccionará a quienes ocuparán los cargos directivos de las casillas, múltiples quejas en 2006 señalaron que una parte del control faccioso de esas mesas directivas partió de la intencional desorganización previa, de la capacitación insuficiente y errática y de la inasistencia provocada de esos insaculados al momento de abrir la jornada de votación –citatorios mal hechos, avisos equívocos de última hora, llamadas telefónicas para avisar que el nombramiento había sido revocado o que por un error se había expedido a nombre de otra persona–, con lo cual se propició que grupos previamente aleccionados y pagados para tales fines –maestros en la mapachería histórica– estuviesen en los primeros lugares de las filas de apertura de trabajos para sustituir, conforme lo indican las reglas, a los funcionarios incumplidos.
Al respecto, Carlos Tello Díaz, convencido de que los votos en 2006 se contaron bien y que, a pesar de las irregularidades menores y no intencionales, esos comicios arrojaron resultados aceptables, ha señalado que aun cuando a la hora de instalar las casillas sólo hubo necesidad de sustituir a 11.6 por ciento de los funcionarios capacitados por el IFE, porque no estaban presentes en esa apertura, al paso de las horas fueron llegando los faltantes y, un par de horas después, entre 9 y 10 de la mañana, el 96 por ciento de las casillas, prácticamente todas, habían sido integradas con funcionarios capacitados por el IFE, con lo cual quedaría desacreditada una de las mentiras que han sido repetidas en estos meses de conflicto poselectoral, de que hubo un número enorme, abrumador, de funcionarios que fueron sustituidos, y sustituidos por gente del Panal, de Elba Esther, quien llegó a tener bajo su control el IFE.
El sistema de sorteo de letra y mes para ir seleccionando a esos funcionarios de casilla ha sido aplicado en seis procesos de los cuales, curiosamente, tres han contado con letras de alcance muy restringido: en dos ocasiones ha surgido la w y ahora la z. Alonso Urrutia, el experimentado reportero de La Jornada que se ha especializado en la cobertura del IFE, menciona los años, la letra y el mes de nacimiento correspondientes a esos seis procesos: 1994, la t y noviembre; 1997, la w y julio; 2000, la o y abril; 2003, la f y septiembre; 2006, la w y enero, y 2009, la z y julio. La atención de esta columna al tema fue generada por un correo de Humberto Venegas Esnaurrizar, quien alertó: Para las elecciones intermedias de 2009 se está calcando el esquema usado en 2006. Dado los pocos apellidos con w, se invitó a personas con apellidos con letras del final del alfabeto. Mi hija, de apellido Venegas, egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, recibió la invitación del IFE. Después de concurrir a todas las pláticas y entrenamientos, poco antes de las elecciones recibió una muy atenta carta del IFE dándole gracias por su empeño y notificándole que había sido remplazada. Ahora sabemos que la maestra Gordillo introdujo de esa manera a sus huestes.
CONTRA EL AGIO Y LA USURA Manifestantes destruyeron tarjetas de crédito en el acto encabezado ayer en la tarde por Andrés Manuel López Obrador frente a la Asociación de Bancos de MéxicoFoto José Carlo González
Tres veces las letras poco frecuentes, dos veces la misma y, en dos momentos críticos seguidos (2006 y 2009), la misma aparición, mediante sorteo, de un signo alfabético cargado de sospechas fundadas. Ahora sí, parafraseando al Jolopo clásico: ya nos insacularon, ¿nos volverán a insacular?
Astillas
¿Los cambios felipistas? Más de lo mismo: debilidad ante los poderes fácticos, al grado de ceder la cabeza de un Luis Téllez cuyas verdaderas culpas están en el conflicto de intereses, el tráfico de influencia y el servicio a trasnacionales selectas. Calderón pretende aplacar al gigante Slim con un osito balconeado telefónicamente y exhibido en intimidades sin valía periodística en radiodifusoras aliadas y luego en pláticas sobre temas de gobierno en espionaje guardado. Pero Felipe debe ir preparando concesiones para televisión abierta si de verdad quiere aplacar al estragéticamente enojado multimillonario, aunque se enoje Emilio júnior y ahora el que comience a chantajear sea éste. Los sustitutos son otra confirmación del miedo que tiene el ocupante de Los Pinos a abrirse a políticos o grupos que no pertenezcan al circulito íntimo. Molinar Horcasitas partidizará el manejo de las comunicaciones y repartirá prebendas de ese rubro y de los transportes entre la membresía blanquiazul, y el nuevo directivo del IMSS, Daniel Karam, es otro de los jóvenes favoritos, egresado del ITAM y colocado desde el principio del sexenio fallido en posición de ascender en el organigrama del Seguro Social para aplicar tecnocracias insensibles en el armatoste que el felipismo quisiera liquidar o rematar... En los comentarios hechos ayer a esta columna en la página de Internet de La Jornada, Miguel Gómez señaló: “No se dice ‘Yanquis go home’; se dice ‘Yunques go home’”. Allí mismo, Sonia escribió: ¿Acaso han visto que alguna vez el gobierno gringo haya ayudado a alguien, sin quedarse con el pastel?... El profe Benjamín Cortés Valadez envía una décima: “Cual selección perdedora/ que a pesar de la goliza/ siempre tiene en Televisa/ una porra atronadora,/ quiere así Medina Mora/ que en micrófono y papel/ digan medios en tropel/ que al narco ya se derrota;/ aunque nadie más lo nota,/ sólo Calderón y él”... Y, mientras se pone atención a las huelgas de los cuatro sindicatos de la Universidad Autónoma Chapingo y del Colegio de Posgraduados, que llevan 13 días, ¡hasta mañana, en esta columna con letras claras!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Alfredo Jalife-Rahme: Bajo la Lupa
Por fin la reguladora de valores bursátiles de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) despertó de su letargo y su ceguera selectiva, y descubrió con 20 años de atraso la estafa del Grupo Financiero Stanford (GFS), con sede en Houston, Texas, por hasta ahora 8 mil millones de dólares, en la que se encuentran implicados mexicanos inversionistas y narcopolíticos.
El fraudulento GFS contaba con un capital por 51 mil millones de dólares y 30 mil clientes en más de 120 países, pero sus operaciones delincuenciales afectaron al sur de Texas, el Caribe y Latinoamérica (Venezuela, México, Perú, Ecuador, Colombia, etcétera).
Paul Waldie, de The Global and Mail (26/2/09), expone que en el consejo de administración del fraudulento GFS aparecen el venezolano Luis Giusti, furibundo neoliberal y anterior presidente de Petróleos de Venezuela SA (que en su época no ganaba dinero), y otro entreguista del petróleo: Jorge Castañeda Gutman, anterior canciller foxiano y quien no necesita presentación por sus recurrentes escándalos locales y globales.
El lavado y la estafa Stanford exhiben varias vertientes a investigar, con mayor ahínco en América Latina, donde hasta las tres cuartas partes de los 8 mil millones de dólares birlados en certificados de depósito habían sido comprados en sus oficinas regionales (The Financial Times, 19/2/09). Según el rotativo británico, en Venezuela se esfumaron 2 mil millones de dólares, debido a la fuga de capitales que huían del socialismo del siglo XXI de Chávez.
Justicia divina: la plutocracia venezolana huyó de Chávez para caer en las garras del neoliberal Castañeda Gutman, miembro del consejo de administración del fraudulento GFS. Castañeda Gutman y algunos aliados locales se han caracterizado por su estéril campaña propagandística de demolición permanente a la efigie de Chávez, quien se ha de estar muriendo de risa: dos de sus peores enemigos, el neoliberal entreguista del petróleo venezolano Luis Giusti y el locuaz ex canciller foxiano Castañeda Gutman, han sido mancillados por el escándalo de la estafa Stanford.
Por alguna razón, los medios anglosajones han insistido en la vertiente del lavado del fraudulento GFS con el cártel del Golfo (The Sunday Times, 22/2/09).
The Houston Chronicle (20/2/09) asevera que las autoridades de Estados Unidos sabían desde hace una década (sic) que el GFS del filántropo y frívolo sir (sic) Allen Stanford operaba en el paraíso fiscal de Antigua (en el Caribe) con los “cárteles de la droga”, jefaturados por Amado Carrillo Fuentes, que habían depositado 3 millones de dólares en 10 cuentas. ¿Solamente 3 millones?
El periódico texano asevera que la conexión del lavado ha pasado a segundo lugar frente a las investigaciones tardías de la reguladora de valores bursátiles SEC. ¡Lástima!
No se entiende la razón por la cual las agencias de investigación de Estados Unidos, delincuenciales y financieras, tardaron más de 10 años en exponer las hazañas de Stanford.
La DEA ha confirmado los lazos potenciales (sic) entre Stanford y los traficantes de droga de América Latina, pero arguye que es muy difícil (sic) probar con documentos un fraude o el lavado. Pues sí: de eso trata la desregulada globalización financiera y la contabilidad invisible en los paraísos fiscales como Antigua.
El problema no son los depósitos ilícitos, sino los paraísos fiscales y su desregulación, es decir, la ausencia absoluta de vigilancia y transparencia.
¿Cómo supieron, entonces, que el cártel del Golfo y Amado Carrillo depositaron 3 millones de dólares en 10 cuentas diferentes en Antigua?
A diferencia de la DEA y la FBI, ¿cómo Ernesto Zedillo; su secretario de Hacienda, el tamaulipeco José Ángel Gurría Treviño, y el gobernador del Banco de México, el cordobista Guillermo Ortiz Martínez, no se enteraron hace 10 años de tales depósitos? ¿No fueron informados por la DEA y la FBI, pese a los vínculos del TLCAN?
Según The Independent (22/2/09), la FBI sabía del lavado de dinero y la conexión con el cártel del Golfo desde hace 20 años. ¡Uf!
Para Wayne Madsen, connotado periodista investigador, Stanford es la bisagra en la maquinaria del lavado de dinero sucio por los servicios de inteligencia de Estados Unidos (Atheo News, 24/2/09). Más allá de la develación del financiamiento electoral a los políticos de ambos partidos de Estados Unidos, Wayne Madsen aduce que las operaciones de GFS, en una extensa red de paraísos fiscales (Antigua, Monserrat, Isla Vírgenes de Estados Unidos, etcétera), surgen como una mala noticia para la CIA, que puede ver interrumpidas sus operaciones de lavado de dinero ilegal. ¿A poco blanquea la CIA?
Tampoco es el momento idóneo para el estallido de la estafa Stanford, posterior al mayor fraude en la historia de la humanidad, perpetrado por el banquero estafador Bernard Madoff.
La agencia española Efe (1/11/08) señala que desde noviembre el gobierno de Chávez había capturado a tres empleados en la rama venezolana de Stanford Bank que se cree eran espías de Estados Unidos. ¿Habrá detonado tal captura el estallido de la estafa Stanford?
Hace dos años (6/3/07), Wayne Madsen había reportado las andanzas de Stanford y sus vínculos texanos con el Grupo Carlyle (conglomerado bushiano de energía y telecomunicaciones del que fue representante el estigmatizado Luis Téllez Kuenzler). Sin tapujos, Madsen vincula al banco texano Stanford con la familia Bush. ¿Será?
Wayne Madsen afirma que Antigua es el principal centro de las actividades del lavado de dinero en el Caribe de la mafia (¡súper-sic!) de israelíes de origen ruso, y coloca la estocada: Stanford, Houston, los bancos en los paraísos fiscales y los estupefacientes conforman el estofado perfecto para otra operación criminal de la familia Bush, ligada a la CIA. ¡Ah, caray!
¿Cuál habrá sido el papel en todo este enjambre fraudulento de varios niveles de Jorge Castañeda Gutman, socio del estafador sir Allen Stanford? Mínimo se deben exponer a la luz pública sus cuentas bancarias locales y foráneas.
Resulta imperativo para el gobierno calderonista panista, que alardea del combate callejero al narcotráfico desde el punto de vista militar, profundizar el escrutinio del lavado de dinero de los cárteles mexicanos en el GFS desde el punto de vista financiero, a nuestro juicio uno de los principales lugares para su abolición.
La PGR debe citar al ex canciller foxiano Castañeda Gutman, con fuertes vínculos con el megaespeculador George Soros, a declarar sobre su colaboración con el estafador sir Allen Stanford, para que ilustre a la nación quiénes fueron sus clientes mexicanos y foráneos por encima de toda sospecha.
Carlos Fernández-Vega: México SA
El fraudulento GFS contaba con un capital por 51 mil millones de dólares y 30 mil clientes en más de 120 países, pero sus operaciones delincuenciales afectaron al sur de Texas, el Caribe y Latinoamérica (Venezuela, México, Perú, Ecuador, Colombia, etcétera).
Paul Waldie, de The Global and Mail (26/2/09), expone que en el consejo de administración del fraudulento GFS aparecen el venezolano Luis Giusti, furibundo neoliberal y anterior presidente de Petróleos de Venezuela SA (que en su época no ganaba dinero), y otro entreguista del petróleo: Jorge Castañeda Gutman, anterior canciller foxiano y quien no necesita presentación por sus recurrentes escándalos locales y globales.
El lavado y la estafa Stanford exhiben varias vertientes a investigar, con mayor ahínco en América Latina, donde hasta las tres cuartas partes de los 8 mil millones de dólares birlados en certificados de depósito habían sido comprados en sus oficinas regionales (The Financial Times, 19/2/09). Según el rotativo británico, en Venezuela se esfumaron 2 mil millones de dólares, debido a la fuga de capitales que huían del socialismo del siglo XXI de Chávez.
Justicia divina: la plutocracia venezolana huyó de Chávez para caer en las garras del neoliberal Castañeda Gutman, miembro del consejo de administración del fraudulento GFS. Castañeda Gutman y algunos aliados locales se han caracterizado por su estéril campaña propagandística de demolición permanente a la efigie de Chávez, quien se ha de estar muriendo de risa: dos de sus peores enemigos, el neoliberal entreguista del petróleo venezolano Luis Giusti y el locuaz ex canciller foxiano Castañeda Gutman, han sido mancillados por el escándalo de la estafa Stanford.
Por alguna razón, los medios anglosajones han insistido en la vertiente del lavado del fraudulento GFS con el cártel del Golfo (The Sunday Times, 22/2/09).
The Houston Chronicle (20/2/09) asevera que las autoridades de Estados Unidos sabían desde hace una década (sic) que el GFS del filántropo y frívolo sir (sic) Allen Stanford operaba en el paraíso fiscal de Antigua (en el Caribe) con los “cárteles de la droga”, jefaturados por Amado Carrillo Fuentes, que habían depositado 3 millones de dólares en 10 cuentas. ¿Solamente 3 millones?
El periódico texano asevera que la conexión del lavado ha pasado a segundo lugar frente a las investigaciones tardías de la reguladora de valores bursátiles SEC. ¡Lástima!
No se entiende la razón por la cual las agencias de investigación de Estados Unidos, delincuenciales y financieras, tardaron más de 10 años en exponer las hazañas de Stanford.
La DEA ha confirmado los lazos potenciales (sic) entre Stanford y los traficantes de droga de América Latina, pero arguye que es muy difícil (sic) probar con documentos un fraude o el lavado. Pues sí: de eso trata la desregulada globalización financiera y la contabilidad invisible en los paraísos fiscales como Antigua.
El problema no son los depósitos ilícitos, sino los paraísos fiscales y su desregulación, es decir, la ausencia absoluta de vigilancia y transparencia.
¿Cómo supieron, entonces, que el cártel del Golfo y Amado Carrillo depositaron 3 millones de dólares en 10 cuentas diferentes en Antigua?
A diferencia de la DEA y la FBI, ¿cómo Ernesto Zedillo; su secretario de Hacienda, el tamaulipeco José Ángel Gurría Treviño, y el gobernador del Banco de México, el cordobista Guillermo Ortiz Martínez, no se enteraron hace 10 años de tales depósitos? ¿No fueron informados por la DEA y la FBI, pese a los vínculos del TLCAN?
Según The Independent (22/2/09), la FBI sabía del lavado de dinero y la conexión con el cártel del Golfo desde hace 20 años. ¡Uf!
Para Wayne Madsen, connotado periodista investigador, Stanford es la bisagra en la maquinaria del lavado de dinero sucio por los servicios de inteligencia de Estados Unidos (Atheo News, 24/2/09). Más allá de la develación del financiamiento electoral a los políticos de ambos partidos de Estados Unidos, Wayne Madsen aduce que las operaciones de GFS, en una extensa red de paraísos fiscales (Antigua, Monserrat, Isla Vírgenes de Estados Unidos, etcétera), surgen como una mala noticia para la CIA, que puede ver interrumpidas sus operaciones de lavado de dinero ilegal. ¿A poco blanquea la CIA?
Tampoco es el momento idóneo para el estallido de la estafa Stanford, posterior al mayor fraude en la historia de la humanidad, perpetrado por el banquero estafador Bernard Madoff.
La agencia española Efe (1/11/08) señala que desde noviembre el gobierno de Chávez había capturado a tres empleados en la rama venezolana de Stanford Bank que se cree eran espías de Estados Unidos. ¿Habrá detonado tal captura el estallido de la estafa Stanford?
Hace dos años (6/3/07), Wayne Madsen había reportado las andanzas de Stanford y sus vínculos texanos con el Grupo Carlyle (conglomerado bushiano de energía y telecomunicaciones del que fue representante el estigmatizado Luis Téllez Kuenzler). Sin tapujos, Madsen vincula al banco texano Stanford con la familia Bush. ¿Será?
Wayne Madsen afirma que Antigua es el principal centro de las actividades del lavado de dinero en el Caribe de la mafia (¡súper-sic!) de israelíes de origen ruso, y coloca la estocada: Stanford, Houston, los bancos en los paraísos fiscales y los estupefacientes conforman el estofado perfecto para otra operación criminal de la familia Bush, ligada a la CIA. ¡Ah, caray!
¿Cuál habrá sido el papel en todo este enjambre fraudulento de varios niveles de Jorge Castañeda Gutman, socio del estafador sir Allen Stanford? Mínimo se deben exponer a la luz pública sus cuentas bancarias locales y foráneas.
Resulta imperativo para el gobierno calderonista panista, que alardea del combate callejero al narcotráfico desde el punto de vista militar, profundizar el escrutinio del lavado de dinero de los cárteles mexicanos en el GFS desde el punto de vista financiero, a nuestro juicio uno de los principales lugares para su abolición.
La PGR debe citar al ex canciller foxiano Castañeda Gutman, con fuertes vínculos con el megaespeculador George Soros, a declarar sobre su colaboración con el estafador sir Allen Stanford, para que ilustre a la nación quiénes fueron sus clientes mexicanos y foráneos por encima de toda sospecha.
Carlos Fernández-Vega: México SA
Luis Téllez mordió el polvo, pero, como en los buenos tiempos tricolores, es polvo divino. Por no callar, cayó el representante en México del Grupo Bush-Carlyle, pero lo hizo para arriba, porque si bien deja el gabinetazo de la continuidad, la larga cobija del inquilino de Los Pinos (a quien no importa lo que el ex funcionario salinista y zedillista se comió, sino lo que a él le puedan cargar con imprudentes grabaciones) lo cubrió con una asesoría en materia económica que se sacó de la manga.
Por obra y gracia del inquilino de Los Pinos, el osito parlanchín seguirá en la nómina de la Presidencia de la República, desde donde enriquecerá su de por sí abultada cartera de negocios para los prohombres del Grupo Carlyle, al que abiertamente sirvió por varios años antes de incorporarse al gabinetazo de la continuidad, en diciembre de 2006, como secretario de Comunicaciones y Transportes. Desde esta oficina, una de sus más graciosas decisiones fue devolver las concesiones carreteras a los mismos usufructuarios (sexenio de Salinas) que las reventaron y fueron rescatados por el erario (sexenios de Zedillo, Fox, Calderón y los que vengan, porque el adeudo es abultado). Un excelente negocio para esos consorcios, pero pésimo para la nación a la que supuestamente debía servir.
Va un pasaje de tal gracia, publicado en este espacio año y medio atrás: puntual y oportunamente, lo dijo el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, ante los senadores de la República (14 de marzo, 2007): no se darán concesiones carreteras a quienes ya las tuvieron... es falso que las autopistas retornen a los concesionarios originales (los amigos de Carlos Salinas), porque sus empresas fueron rescatadas por el gobierno federal, y en el hipotético caso de que dichos ex concesionarios intenten participar en la nueva temporada de licitaciones (cortesía de Felipe Calderón) tendrán que demostrar que en su momento no infringieron las normas (léase la ley), y muchos de ellos no cumplen con ese requisito.
¿Y qué sucedió? (6 de agosto de 2007). Que, como era de esperarse, lo falso (Téllez dixit) se convirtió en verdadero, y que siempre sí se otorgaron concesiones carreteras a quienes ya las tuvieron y fueron rescatados, caso concreto el del consorcio ICA el cual, asociado con Goldman Sachs Infraestructure Partners, oficialmente ganó la licitación del primer paquete de autopistas de Farac ofrecido por la continuidad. La historia, pues, se repite, en este capítulo llamado negocio redondo: rescatado por el erario 10 años atrás, ICA se queda con el mismo bloque carretero que el salinismo le concedió entre el 7 de noviembre de 1990 y el 27 de enero de 1993, y que el zedillismo se encargó de salvar el 27 de agosto de 1997. El erario (léase los mexicanos) lleva una década pague que te pague por los errores y excesos del gobierno (con sus distintos gerentes) y sus favoritos de la construcción (allí está el ejemplo de la Autopista del Sol), y resulta que los mexicanos seguirán pagando y, por ejemplo, los de ICA gozando del patrimonio nacional.
Un funcionario así debió ser cesado de inmediato. Pero no, tuvieron mayor peso unas grabaciones. Entonces, ¿qué le sabe el osito Téllez al hijo más que obediente, que éste decide extenderle alfombra roja para que el seguro servidor del Grupo Carlyle en México no se sienta ofendido ni desplazado? Probablemente se conocería si se difundieran las demás grabaciones por las que el hasta ayer secretario de Comunicaciones y Transportes pidió disculpas adelantadas. Pero todo indica que los mexicanos se quedarán con las ganas, porque tales cintas purificadas se utilizaron como moneda de cambio: se va el ex funcionario salinista-zedillista, y las guardamos bajo mil llaves. Dando y dando.
Y como pieza de recambio un leal y servil todólogo, sólo visto en los mejores tiempos del PRI. Juan Molinar Horcasitas ha sido de todo: investigador y profesor en y de ciencias políticas; coautor de libros, estudios y ensayos; articulista en prensa escrita y comentarista en medios electrónicos; ponente y conferencista; consejero electoral; subsecretario de Gobernación con Fox; vocero y diputado panista; integrante de los equipos de campaña y de transición del actual inquilino de Los Pinos y director del IMSS. De chile, de dulce y de manteca, pues, menos alguna actividad relacionada con las comunicaciones y los transportes, su nueva chamba, es decir, nada que lo acredite para el puesto. Ya se tiene el cotidiano espectáculo que brinda un bronco pianista metido con calzador como secretario del Trabajo, y van por más. Ahora un todólogo insertado a empujones en la SCT.
¿Sabrá el ex diputado brinca bardas (el mismo que en el Congreso reclamaba a la oposición su verdadera orgía y borrachera presupuestal por no apoyar la propuesta foxista) cómo funciona el sector que gentilmente le acaban de ceder? Parece que al inquilino de Los Pinos le da lo mismo el IFE, la academia, la seguridad social o las comunicaciones y los transportes.
¡Oh!, las nuevas prácticas panistas, con indeleble sello priísta: lo designo porque es mi ganapán, mi servicial amigo, aunque no tenga mínima idea de la tarea que le acabo de encargar. Y el país, una vez más, es el que paga los caprichos.
Las rebanadas del pastel
De los lectores y la fuga de cerebros: sobre la consiguiente sangría de capital monetario, además del humano, el subsecretario Tuirán quien hizo la declaración se quedó corto, ya que no tomó en cuenta algo muy importante: la pérdida o costo-país en el que se incurre por la no generación de riqueza de ese talento humano. Basta decir que, en términos económicos cualquier empleado de un trabajo estándar genera (o debe generar), al menos 10 veces lo que devenga en salario. La generación de riqueza de un talento humano no es tan solo diez veces lo que le pagan, sino muchísimo más; podríamos estar hablando de factores de 50 o hasta cien veces. Esta es, en realidad, la verdadera pérdida para nuestro país por la fuga de cerebros (Dr. Jaime E. Contreras Díaz, profesor-investigador, Escuelas de Ingeniería y Arquitectura y de Negocios, Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla, j.e.contreras@itesm.mx).
cfvmexico_sa@hotmail.com y mexicosa@infinitum.com.mx
Arnoldo Kraus: Darwinitis
Por obra y gracia del inquilino de Los Pinos, el osito parlanchín seguirá en la nómina de la Presidencia de la República, desde donde enriquecerá su de por sí abultada cartera de negocios para los prohombres del Grupo Carlyle, al que abiertamente sirvió por varios años antes de incorporarse al gabinetazo de la continuidad, en diciembre de 2006, como secretario de Comunicaciones y Transportes. Desde esta oficina, una de sus más graciosas decisiones fue devolver las concesiones carreteras a los mismos usufructuarios (sexenio de Salinas) que las reventaron y fueron rescatados por el erario (sexenios de Zedillo, Fox, Calderón y los que vengan, porque el adeudo es abultado). Un excelente negocio para esos consorcios, pero pésimo para la nación a la que supuestamente debía servir.
Va un pasaje de tal gracia, publicado en este espacio año y medio atrás: puntual y oportunamente, lo dijo el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, ante los senadores de la República (14 de marzo, 2007): no se darán concesiones carreteras a quienes ya las tuvieron... es falso que las autopistas retornen a los concesionarios originales (los amigos de Carlos Salinas), porque sus empresas fueron rescatadas por el gobierno federal, y en el hipotético caso de que dichos ex concesionarios intenten participar en la nueva temporada de licitaciones (cortesía de Felipe Calderón) tendrán que demostrar que en su momento no infringieron las normas (léase la ley), y muchos de ellos no cumplen con ese requisito.
¿Y qué sucedió? (6 de agosto de 2007). Que, como era de esperarse, lo falso (Téllez dixit) se convirtió en verdadero, y que siempre sí se otorgaron concesiones carreteras a quienes ya las tuvieron y fueron rescatados, caso concreto el del consorcio ICA el cual, asociado con Goldman Sachs Infraestructure Partners, oficialmente ganó la licitación del primer paquete de autopistas de Farac ofrecido por la continuidad. La historia, pues, se repite, en este capítulo llamado negocio redondo: rescatado por el erario 10 años atrás, ICA se queda con el mismo bloque carretero que el salinismo le concedió entre el 7 de noviembre de 1990 y el 27 de enero de 1993, y que el zedillismo se encargó de salvar el 27 de agosto de 1997. El erario (léase los mexicanos) lleva una década pague que te pague por los errores y excesos del gobierno (con sus distintos gerentes) y sus favoritos de la construcción (allí está el ejemplo de la Autopista del Sol), y resulta que los mexicanos seguirán pagando y, por ejemplo, los de ICA gozando del patrimonio nacional.
Un funcionario así debió ser cesado de inmediato. Pero no, tuvieron mayor peso unas grabaciones. Entonces, ¿qué le sabe el osito Téllez al hijo más que obediente, que éste decide extenderle alfombra roja para que el seguro servidor del Grupo Carlyle en México no se sienta ofendido ni desplazado? Probablemente se conocería si se difundieran las demás grabaciones por las que el hasta ayer secretario de Comunicaciones y Transportes pidió disculpas adelantadas. Pero todo indica que los mexicanos se quedarán con las ganas, porque tales cintas purificadas se utilizaron como moneda de cambio: se va el ex funcionario salinista-zedillista, y las guardamos bajo mil llaves. Dando y dando.
Y como pieza de recambio un leal y servil todólogo, sólo visto en los mejores tiempos del PRI. Juan Molinar Horcasitas ha sido de todo: investigador y profesor en y de ciencias políticas; coautor de libros, estudios y ensayos; articulista en prensa escrita y comentarista en medios electrónicos; ponente y conferencista; consejero electoral; subsecretario de Gobernación con Fox; vocero y diputado panista; integrante de los equipos de campaña y de transición del actual inquilino de Los Pinos y director del IMSS. De chile, de dulce y de manteca, pues, menos alguna actividad relacionada con las comunicaciones y los transportes, su nueva chamba, es decir, nada que lo acredite para el puesto. Ya se tiene el cotidiano espectáculo que brinda un bronco pianista metido con calzador como secretario del Trabajo, y van por más. Ahora un todólogo insertado a empujones en la SCT.
¿Sabrá el ex diputado brinca bardas (el mismo que en el Congreso reclamaba a la oposición su verdadera orgía y borrachera presupuestal por no apoyar la propuesta foxista) cómo funciona el sector que gentilmente le acaban de ceder? Parece que al inquilino de Los Pinos le da lo mismo el IFE, la academia, la seguridad social o las comunicaciones y los transportes.
¡Oh!, las nuevas prácticas panistas, con indeleble sello priísta: lo designo porque es mi ganapán, mi servicial amigo, aunque no tenga mínima idea de la tarea que le acabo de encargar. Y el país, una vez más, es el que paga los caprichos.
Las rebanadas del pastel
De los lectores y la fuga de cerebros: sobre la consiguiente sangría de capital monetario, además del humano, el subsecretario Tuirán quien hizo la declaración se quedó corto, ya que no tomó en cuenta algo muy importante: la pérdida o costo-país en el que se incurre por la no generación de riqueza de ese talento humano. Basta decir que, en términos económicos cualquier empleado de un trabajo estándar genera (o debe generar), al menos 10 veces lo que devenga en salario. La generación de riqueza de un talento humano no es tan solo diez veces lo que le pagan, sino muchísimo más; podríamos estar hablando de factores de 50 o hasta cien veces. Esta es, en realidad, la verdadera pérdida para nuestro país por la fuga de cerebros (Dr. Jaime E. Contreras Díaz, profesor-investigador, Escuelas de Ingeniería y Arquitectura y de Negocios, Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla, j.e.contreras@itesm.mx).
cfvmexico_sa@hotmail.com y mexicosa@infinitum.com.mx
Arnoldo Kraus: Darwinitis
Al igual que Kafka no fue el creador del término kafkiano, Charles Darwin no es el responsable de la palabra darwinitis. Lo kafkiano nació y crece sin cesar por la necesidad que tiene el lenguaje de dar forma a realidades no descritas en las épocas en las que se inventaron los idiomas. Lo mismo sucede con la darwinitis: doscientos años después de su nacimiento las ideas de Darwin siguen vigentes per se y como atalaya frente a los creacionistas y su instrumento, el diseño inteligente (que nada tiene de diseño ni de inteligente).
Si bien ignoro quién creó el término kafkiano, sé que fue el profesor de genética Steve Jones, del University College de Londres, el creador del vocablo darwinitis.
Charles Darwin sufría con frecuencia de problemas digestivos y, al igual que otros victorianos, fue víctima del demonio de la dispepsia. Sus problemas gastrointestinales no se contagiaban, pero, por fortuna, sus ideas sí. De ahí la idea de Jones: La darwinitis es una condición contagiosa que se ha diseminado fuera de la ciencia y ha infectado la sociología, la política, la literatura y más. Desconozco por qué el profesor Jones no enlistó a las religiones, pero entiendo que el más que cierra la oración permite agregar otros términos: historia –su vida ha motivado diversos estudios biográficos–, geografía –viajó durante cinco años, tres y medio de los cuales los pasó en tierra, en el famoso barco HMS Beagle– y, por supuesto, religión: sus ideas son blanco de los creacionistas.
La darwinitis, como se sabe, se ha diseminado ya que este año se celebran el 200 aniversario del nacimiento de Darwin y los 150 de la publicación de El origen de las especies. Aunque parezca irrisorio, la fama del científico inglés y de la epidemia suscitada por sus estudios se debe, no sólo a su famosa teoría de la evolución de las especies, sino a las corrientes religiosas, sobre todo en Estados Unidos, que han tratado de denostar a toda costa sus investigaciones. Más irrisorio resulta el hecho de que los argumentos de los creadores del diseño inteligente son casi idénticos a los expresados por el reverendo británico William Paley.
En su libro Teología natural: evidencias de la existencia y atributos de la deidad recogidas de la apariencia de la naturaleza (1802), el ministro atribuye la necesidad de un ser supremo para explicar la presencia del ser humano y otras especies en la Tierra. La idea de la selección natural, suscrita por Darwin y por Alfred Wallace, con quien firmó un primer artículo (1858), es la refutación más inteligente a las teorías de Paley.
La idea de Darwin es la siguiente: los seres vivos tienen una gran capacidad reproductiva, pero, en un mundo donde los recursos no son suficientes, sobreviven quienes están más dotados. Este proceso genera una serie de mecanismos biológicos que se adaptan al entorno biológico y que permiten que las especies sobrevivan. Esta adaptación es el meollo de la selección natural y de la evolución. Poco a poco la ciencia le ha dado la razón a Darwin. Se sabe que los seres humanos compartimos con las bacterias, las ratas y los abetos la mayoría de nuestros fundamentos genéticos y bioquímicos, lo que significa que la vida tiene un origen común.
Darwin era católico practicante y buen padre; tuvo 10 hijos, de los cuales tres murieron cuando niños. Dejó la Biblia a un lado cuando su trabajo chocó con el argumento de que la Tierra y sus criaturas fueron creadas en seis días y olvidó su cristiandad debido al prolongado sufrimiento de una de sus hijas. Para él, era incompatible que criaturas inocentes sufrieran por la voluntad de Dios. No en balde Francis Collins, creyente cristiano y director del Proyecto Genoma, ha señalado: “Las similitudes de los genes humanos con los de otros mamíferos, gusanos y hasta bacterias son impresionantes. Si Darwin hubiera tratado de imaginar una forma de probar su teoría, no podría haber encontrado nada mejor, salvo una máquina del tiempo. Pedir a alguien que rechace todo eso para probar lo mucho que ama a Dios… ¡qué horrible elección!”
La filosofía de los creacionistas, entre ellos George W. Bush y su compañera de partido Sarah Palin –¿la recuerdan?–, está muy arraigada en Estados Unidos: más de la mitad de la población cree en el diseño inteligente. La idea es la siguiente: Dios diseñó cada una de las especies que existen. El integrismo católico defiende a ultranza el creacionismo. Para ellos, la existencia de una misteriosa intencionalidad o una inteligencia sobrenatural es la que determinó la aparición del ser humano y de las especies animales.
La darwinitis no es gratuita. Darwin es uno de los grandes genios de la humanidad. Su teoría, a 150 años de distancia, sigue vigente. Y no es gratuita porque muchos religiosos siguen aferrados al poder que se cosecha gracias a la ignorancia que ellos siembran y perpetúan.
Si bien ignoro quién creó el término kafkiano, sé que fue el profesor de genética Steve Jones, del University College de Londres, el creador del vocablo darwinitis.
Charles Darwin sufría con frecuencia de problemas digestivos y, al igual que otros victorianos, fue víctima del demonio de la dispepsia. Sus problemas gastrointestinales no se contagiaban, pero, por fortuna, sus ideas sí. De ahí la idea de Jones: La darwinitis es una condición contagiosa que se ha diseminado fuera de la ciencia y ha infectado la sociología, la política, la literatura y más. Desconozco por qué el profesor Jones no enlistó a las religiones, pero entiendo que el más que cierra la oración permite agregar otros términos: historia –su vida ha motivado diversos estudios biográficos–, geografía –viajó durante cinco años, tres y medio de los cuales los pasó en tierra, en el famoso barco HMS Beagle– y, por supuesto, religión: sus ideas son blanco de los creacionistas.
La darwinitis, como se sabe, se ha diseminado ya que este año se celebran el 200 aniversario del nacimiento de Darwin y los 150 de la publicación de El origen de las especies. Aunque parezca irrisorio, la fama del científico inglés y de la epidemia suscitada por sus estudios se debe, no sólo a su famosa teoría de la evolución de las especies, sino a las corrientes religiosas, sobre todo en Estados Unidos, que han tratado de denostar a toda costa sus investigaciones. Más irrisorio resulta el hecho de que los argumentos de los creadores del diseño inteligente son casi idénticos a los expresados por el reverendo británico William Paley.
En su libro Teología natural: evidencias de la existencia y atributos de la deidad recogidas de la apariencia de la naturaleza (1802), el ministro atribuye la necesidad de un ser supremo para explicar la presencia del ser humano y otras especies en la Tierra. La idea de la selección natural, suscrita por Darwin y por Alfred Wallace, con quien firmó un primer artículo (1858), es la refutación más inteligente a las teorías de Paley.
La idea de Darwin es la siguiente: los seres vivos tienen una gran capacidad reproductiva, pero, en un mundo donde los recursos no son suficientes, sobreviven quienes están más dotados. Este proceso genera una serie de mecanismos biológicos que se adaptan al entorno biológico y que permiten que las especies sobrevivan. Esta adaptación es el meollo de la selección natural y de la evolución. Poco a poco la ciencia le ha dado la razón a Darwin. Se sabe que los seres humanos compartimos con las bacterias, las ratas y los abetos la mayoría de nuestros fundamentos genéticos y bioquímicos, lo que significa que la vida tiene un origen común.
Darwin era católico practicante y buen padre; tuvo 10 hijos, de los cuales tres murieron cuando niños. Dejó la Biblia a un lado cuando su trabajo chocó con el argumento de que la Tierra y sus criaturas fueron creadas en seis días y olvidó su cristiandad debido al prolongado sufrimiento de una de sus hijas. Para él, era incompatible que criaturas inocentes sufrieran por la voluntad de Dios. No en balde Francis Collins, creyente cristiano y director del Proyecto Genoma, ha señalado: “Las similitudes de los genes humanos con los de otros mamíferos, gusanos y hasta bacterias son impresionantes. Si Darwin hubiera tratado de imaginar una forma de probar su teoría, no podría haber encontrado nada mejor, salvo una máquina del tiempo. Pedir a alguien que rechace todo eso para probar lo mucho que ama a Dios… ¡qué horrible elección!”
La filosofía de los creacionistas, entre ellos George W. Bush y su compañera de partido Sarah Palin –¿la recuerdan?–, está muy arraigada en Estados Unidos: más de la mitad de la población cree en el diseño inteligente. La idea es la siguiente: Dios diseñó cada una de las especies que existen. El integrismo católico defiende a ultranza el creacionismo. Para ellos, la existencia de una misteriosa intencionalidad o una inteligencia sobrenatural es la que determinó la aparición del ser humano y de las especies animales.
La darwinitis no es gratuita. Darwin es uno de los grandes genios de la humanidad. Su teoría, a 150 años de distancia, sigue vigente. Y no es gratuita porque muchos religiosos siguen aferrados al poder que se cosecha gracias a la ignorancia que ellos siembran y perpetúan.
¿La Internet nos hará libres? ¿Como a los disidentes políticos chinos delatados por Yahoo?
Cada vez escucho y leo con mayor frecuencia sobre las bondades de la Internet en nuestras vidas. Y aunque las disfruto, cada vez más me surgen nuevas dudas. No porque dude de los beneficios de acceder a enciclopedias especializadas, a la Biblioteca del Congreso estadunidense, a la Sorbona o poder consultar The New York Times.
Es magnífico tener a mano esos recursos, pero no creo que la mayoría de los usuarios de la web acuda a esos sitios para tomar decisiones y modificar su pequeño o gran entorno. No sueño en que la información disponible nos lleve a tomar alguna otra Bastilla, pero sí me llama la atención que medios más rudimentarios, como las hojas volantes mimeografiadas en 1968 en México, París o Praga, hayan movido más las cosas que la Internet ahora.
¿Será que estamos mejor que hace 40 años? Sí, sin duda, pero tampoco vivimos en el paraíso si nos atenemos a las primeras páginas de los diarios. Además no vislumbro cambios cualitativos en el uso de la información: pese a las denuncias sobre transas y corruptelas de nuestros políticos, por ejemplo, seguimos votando, literalmente, por el más guapo.
El triunfo de Obama parece refrendar la creencia sobre las bondades democráticas de la Internet, sobre su construcción comunitaria, horizontal, interactiva. Pero no es improbable que el medio, la Internet, sólo haya funcionado porque Obama tenía un proyecto convincente y bien estructurado y una crisis financiera que ya golpeaba despiadadamente al electorado estadunidense. Dudo que otro fenómeno como el triunfo de Obama pueda repetirse usando sólo la web.
El acceso a la información es un derecho y la Internet un poderoso medio que nos la facilita. El desaparecido Jesús Reyes Heroles, cuando fue secretario de Gobernación, dijo una frase de hierro: que a mayor número de periódicos, los periódicos importan menos. ¿Eso ocurre con la información de la web?
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la quinta parte de los mexicanos usamos Internet y parece que no sabemos qué hacer con esos datos. Nuestras redes sociales son mínimas y sólo surgen en situaciones de emergencia, como cuando el temblor de 1985. ¿De qué nos sirve tener más información que un sabio del Renacimiento?
Es terrible pensar que tal vez usamos la Internet sólo para bajar pornografía, juegos, películas y canciones que serán polvo en unos años.
Recientemente escuché que otra de las bondades de la web es fomentar la lectura, que existen miles de libros on line y que prácticamente cualquiera puede consultarlos, al grado de que ven en esa posibilidad casi una política educativa. ¿Será? ¿En esa gran biblioteca virtual se encuentran los autores que debemos leer? ¿Y si no, y si encontramos básicamente autores de coyuntura y bestsellers?
Una mínima exploración en la red puede mostrar a cualquier lector medio, formado a la antigüita, que en las listas que ofrecen los buscadores como Google o Yahoo ni están todos los que son ni son todos los que están. Me encontré en una lista de escritores básicos mexicanos autores que no sé cómo llegaron y otros como Sor Juana Inés de la Cruz y Xavier Villaurrutia que sólo aparecen porque son el nombre de un premio que ganó fulano o mengano. ¿Qué nos garantiza la objetividad de la información en la web? El referente más serio como obra de consulta es la famosa Wikipedia, pero sus imprecisiones y falsedades a menudo erizan la piel.
Existen libros en la web a los que se les han incorporado juegos para interactuar con los jóvenes y obligarlos a leer. Para seguir jugando, los internautas deben contestar algunas preguntas cuyas respuestas se encuentran en las páginas del ebook, como les llaman a los libros digitales. Pero este buen propósito ha sido un fracaso, pues la mayoría de los jóvenes que quieren jugar sólo localizan con su buscador las palabras claves para copiar las respuestas y continuar su juego. Hay lectores cuyos plumajes cruzan ríos de tinta o caracteres digitales sin mancharse. Su plumaje es de ésos y muy similar al de los estudiantes que, para hacer una tarea, entran a la web buscando un tema, seleccionan tres párrafos, los cortan y los pegan en la hoja que habrán de imprimir para cumplir con su investigación sin haber leído, claro, salvo el título de la página a la que accedieron.
La Internet llegó a revolucionar el mundo, pero tal vez no como lo imaginamos. Cada vez estamos más conectados por la web y cada día vivimos más aislados, comunicándonos con una especie de ciberlenguaje tartamudo. Hasta ahora, por lo demás, sigo dudando de su efectividad como instrumento promotor de la lectura, básicamente por el lenguaje fragmentario que ha impulsado, por la incomodidad de leer en pantalla un libro, por lo caro que resultaría imprimirlo si lo comparamos con su semejante que se vende en una librería y porque resulta más práctico cargar con un volumen de papel que con una laptop más susceptible al agua, al sol, a las caídas involuntarias que un libro común que no necesita alimentación eléctrica. Un libro es como el café con leche o la silla: la fórmula perfecta a la que sólo podemos ponerle más o menos azúcar, una pata más o una menos, pero sólo eso.
Cada vez escucho y leo con mayor frecuencia sobre las bondades de la Internet en nuestras vidas. Y aunque las disfruto, cada vez más me surgen nuevas dudas. No porque dude de los beneficios de acceder a enciclopedias especializadas, a la Biblioteca del Congreso estadunidense, a la Sorbona o poder consultar The New York Times.
Es magnífico tener a mano esos recursos, pero no creo que la mayoría de los usuarios de la web acuda a esos sitios para tomar decisiones y modificar su pequeño o gran entorno. No sueño en que la información disponible nos lleve a tomar alguna otra Bastilla, pero sí me llama la atención que medios más rudimentarios, como las hojas volantes mimeografiadas en 1968 en México, París o Praga, hayan movido más las cosas que la Internet ahora.
¿Será que estamos mejor que hace 40 años? Sí, sin duda, pero tampoco vivimos en el paraíso si nos atenemos a las primeras páginas de los diarios. Además no vislumbro cambios cualitativos en el uso de la información: pese a las denuncias sobre transas y corruptelas de nuestros políticos, por ejemplo, seguimos votando, literalmente, por el más guapo.
El triunfo de Obama parece refrendar la creencia sobre las bondades democráticas de la Internet, sobre su construcción comunitaria, horizontal, interactiva. Pero no es improbable que el medio, la Internet, sólo haya funcionado porque Obama tenía un proyecto convincente y bien estructurado y una crisis financiera que ya golpeaba despiadadamente al electorado estadunidense. Dudo que otro fenómeno como el triunfo de Obama pueda repetirse usando sólo la web.
El acceso a la información es un derecho y la Internet un poderoso medio que nos la facilita. El desaparecido Jesús Reyes Heroles, cuando fue secretario de Gobernación, dijo una frase de hierro: que a mayor número de periódicos, los periódicos importan menos. ¿Eso ocurre con la información de la web?
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la quinta parte de los mexicanos usamos Internet y parece que no sabemos qué hacer con esos datos. Nuestras redes sociales son mínimas y sólo surgen en situaciones de emergencia, como cuando el temblor de 1985. ¿De qué nos sirve tener más información que un sabio del Renacimiento?
Es terrible pensar que tal vez usamos la Internet sólo para bajar pornografía, juegos, películas y canciones que serán polvo en unos años.
Recientemente escuché que otra de las bondades de la web es fomentar la lectura, que existen miles de libros on line y que prácticamente cualquiera puede consultarlos, al grado de que ven en esa posibilidad casi una política educativa. ¿Será? ¿En esa gran biblioteca virtual se encuentran los autores que debemos leer? ¿Y si no, y si encontramos básicamente autores de coyuntura y bestsellers?
Una mínima exploración en la red puede mostrar a cualquier lector medio, formado a la antigüita, que en las listas que ofrecen los buscadores como Google o Yahoo ni están todos los que son ni son todos los que están. Me encontré en una lista de escritores básicos mexicanos autores que no sé cómo llegaron y otros como Sor Juana Inés de la Cruz y Xavier Villaurrutia que sólo aparecen porque son el nombre de un premio que ganó fulano o mengano. ¿Qué nos garantiza la objetividad de la información en la web? El referente más serio como obra de consulta es la famosa Wikipedia, pero sus imprecisiones y falsedades a menudo erizan la piel.
Existen libros en la web a los que se les han incorporado juegos para interactuar con los jóvenes y obligarlos a leer. Para seguir jugando, los internautas deben contestar algunas preguntas cuyas respuestas se encuentran en las páginas del ebook, como les llaman a los libros digitales. Pero este buen propósito ha sido un fracaso, pues la mayoría de los jóvenes que quieren jugar sólo localizan con su buscador las palabras claves para copiar las respuestas y continuar su juego. Hay lectores cuyos plumajes cruzan ríos de tinta o caracteres digitales sin mancharse. Su plumaje es de ésos y muy similar al de los estudiantes que, para hacer una tarea, entran a la web buscando un tema, seleccionan tres párrafos, los cortan y los pegan en la hoja que habrán de imprimir para cumplir con su investigación sin haber leído, claro, salvo el título de la página a la que accedieron.
La Internet llegó a revolucionar el mundo, pero tal vez no como lo imaginamos. Cada vez estamos más conectados por la web y cada día vivimos más aislados, comunicándonos con una especie de ciberlenguaje tartamudo. Hasta ahora, por lo demás, sigo dudando de su efectividad como instrumento promotor de la lectura, básicamente por el lenguaje fragmentario que ha impulsado, por la incomodidad de leer en pantalla un libro, por lo caro que resultaría imprimirlo si lo comparamos con su semejante que se vende en una librería y porque resulta más práctico cargar con un volumen de papel que con una laptop más susceptible al agua, al sol, a las caídas involuntarias que un libro común que no necesita alimentación eléctrica. Un libro es como el café con leche o la silla: la fórmula perfecta a la que sólo podemos ponerle más o menos azúcar, una pata más o una menos, pero sólo eso.
Destituciones a destiempo
Con la salida de Luis Téllez Kuenzler de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), y en menor medida la de Sergio Vela del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la actual administración emprende una política de control de daños que no necesariamente rendirá los frutos deseados.
Ambas remociones eran indispensables porque el segundo exhibió, desde sus primeras semanas en el cargo, ineficiencia y frivolidad que causaron una severa afectación al manejo oficial de la cultura, y porque la credibilidad del primero estaba gravemente dañada, tanto por su inopinado y desafortunado desempeño como vocero gubernamental tras el avionazo en el que murieron el ex secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos y otras 11 personas, como por el escándalo que se desató cuando se hizo pública una conversación en la que afirmaba que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari se robó la mitad de la llamada partida secreta asignada a Presidencia.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué se esperó tanto tiempo para destituir a ambos. Si la impericia y la insensibilidad de Vela fueron palpables desde un inicio, en el caso de Téllez el nombramiento mismo constituyó un paso en falso que hizo pensar en una vinculación entre la actual administración y el salinismo que pudiese ir más allá de las coincidencias en un proyecto económico neoliberal y antipopular.
Posteriormente, la SCT dirigida por el ahora ex funcionario no fue capaz (como no lo han sido tampoco las comisiones federales del ramo) de arbitrar en forma adecuada los choques de intereses entre los conglomerados empresariales que se disputan el mercado de las telecomunicaciones.
También fue deplorable el manejo de Téllez como responsable de facto de la comunicación gubernamental y la investigación de la caída del jet en el que viajaban Mouriño, Vasconcelos y otras personas: en ese episodio, el funcionario ahora defenestrado se apresuró a presentar conclusiones que no tenían fundamento, repartió con ligereza responsabilidades a controladores aéreos y a pilotos, se empeñó en descartar antes de tiempo hipótesis que no fueran las de una caída accidental, y con ello, en vez de dar certidumbre y tranquilidad a la opinión pública, alborotó los rumores de que el desastre ocurrido cerca de Reforma y Periférico, en esta capital, había sido consecuencia de un atentado.
Pero la mancha más grave en el expediente de Téllez fue su señalamiento –en el curso de una plática por teléfono celular, cuya grabación salió posteriormente a la luz– de que su ex jefe Salinas se había apropiado indebidamente de dineros públicos. Tal revelación era, como se señaló en su oportunidad en este espacio, indicativa de una obligada deslealtad: hacia el propio Salinas, si se trata de una mentira, o hacia el país, si es cierta, pues en ese caso el ex secretario de Comunicaciones y Transportes habría tenido que poner a las instancias correspondientes en aviso de un hecho delictivo; por lo demás, no haber dimitido de inmediato tras conocerse la grabación fue una conducta lesiva para Felipe Calderón, pues éste quedaba, irremediablemente, en la posición de reclutador de personas sin escrúpulos.
En tales circunstancias, los 19 días en los que Téllez permaneció en el cargo desde que se inició el escándalo hasta ayer, que fue removido, fueron suficientes para causar desprestigio al gabinete en su conjunto, y resulta incomprensible que cuando el titular del Ejecutivo federal finalmente se decidió a prescindir del colaborador indiscreto, lo haya nombrado asesor, práctica que evoca los vicios del priísmo gobernante, que conservaba dentro del presupuesto, contra viento y marea, a funcionarios impresentables.
Por lo demás, la tardanza de las remociones referidas da lugar a que se les señale como acciones dirigidas a fortalecer las alicaídas preferencias electorales del partido gobernante y a pensar, con preocupación, en el gravísimo desgaste de un equipo de gobierno que enfrenta, antes de la mitad de su periodo, y en un contexto económico, político y de seguridad ciertamente adverso, una notoria escasez de cuadros y de relevos.
Lorenzo Córdova Vianello
Con la salida de Luis Téllez Kuenzler de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), y en menor medida la de Sergio Vela del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la actual administración emprende una política de control de daños que no necesariamente rendirá los frutos deseados.
Ambas remociones eran indispensables porque el segundo exhibió, desde sus primeras semanas en el cargo, ineficiencia y frivolidad que causaron una severa afectación al manejo oficial de la cultura, y porque la credibilidad del primero estaba gravemente dañada, tanto por su inopinado y desafortunado desempeño como vocero gubernamental tras el avionazo en el que murieron el ex secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos y otras 11 personas, como por el escándalo que se desató cuando se hizo pública una conversación en la que afirmaba que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari se robó la mitad de la llamada partida secreta asignada a Presidencia.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué se esperó tanto tiempo para destituir a ambos. Si la impericia y la insensibilidad de Vela fueron palpables desde un inicio, en el caso de Téllez el nombramiento mismo constituyó un paso en falso que hizo pensar en una vinculación entre la actual administración y el salinismo que pudiese ir más allá de las coincidencias en un proyecto económico neoliberal y antipopular.
Posteriormente, la SCT dirigida por el ahora ex funcionario no fue capaz (como no lo han sido tampoco las comisiones federales del ramo) de arbitrar en forma adecuada los choques de intereses entre los conglomerados empresariales que se disputan el mercado de las telecomunicaciones.
También fue deplorable el manejo de Téllez como responsable de facto de la comunicación gubernamental y la investigación de la caída del jet en el que viajaban Mouriño, Vasconcelos y otras personas: en ese episodio, el funcionario ahora defenestrado se apresuró a presentar conclusiones que no tenían fundamento, repartió con ligereza responsabilidades a controladores aéreos y a pilotos, se empeñó en descartar antes de tiempo hipótesis que no fueran las de una caída accidental, y con ello, en vez de dar certidumbre y tranquilidad a la opinión pública, alborotó los rumores de que el desastre ocurrido cerca de Reforma y Periférico, en esta capital, había sido consecuencia de un atentado.
Pero la mancha más grave en el expediente de Téllez fue su señalamiento –en el curso de una plática por teléfono celular, cuya grabación salió posteriormente a la luz– de que su ex jefe Salinas se había apropiado indebidamente de dineros públicos. Tal revelación era, como se señaló en su oportunidad en este espacio, indicativa de una obligada deslealtad: hacia el propio Salinas, si se trata de una mentira, o hacia el país, si es cierta, pues en ese caso el ex secretario de Comunicaciones y Transportes habría tenido que poner a las instancias correspondientes en aviso de un hecho delictivo; por lo demás, no haber dimitido de inmediato tras conocerse la grabación fue una conducta lesiva para Felipe Calderón, pues éste quedaba, irremediablemente, en la posición de reclutador de personas sin escrúpulos.
En tales circunstancias, los 19 días en los que Téllez permaneció en el cargo desde que se inició el escándalo hasta ayer, que fue removido, fueron suficientes para causar desprestigio al gabinete en su conjunto, y resulta incomprensible que cuando el titular del Ejecutivo federal finalmente se decidió a prescindir del colaborador indiscreto, lo haya nombrado asesor, práctica que evoca los vicios del priísmo gobernante, que conservaba dentro del presupuesto, contra viento y marea, a funcionarios impresentables.
Por lo demás, la tardanza de las remociones referidas da lugar a que se les señale como acciones dirigidas a fortalecer las alicaídas preferencias electorales del partido gobernante y a pensar, con preocupación, en el gravísimo desgaste de un equipo de gobierno que enfrenta, antes de la mitad de su periodo, y en un contexto económico, político y de seguridad ciertamente adverso, una notoria escasez de cuadros y de relevos.
Lorenzo Córdova Vianello
Sueldos ominosos
El pasado viernes el IFE publicó en el Diario Oficial su manual de percepciones y salarios sin incorporar las adecuaciones que reflejaran la decisión de dar marcha atrás a la intentona de aumentar los salarios de los consejeros electorales en más de 90% (no de 46%, como equivocadamente difundió el propio instituto).
Eso, en estricto derecho, deja abierta la puerta a que en el futuro inmediato los consejeros efectivamente se aumenten sus sueldos. Queda sólo el compromiso público manifestado por ellos en una rueda de prensa de que esos incrementos salariales no serán aplicados, compromisos que, vale la pena subrayarlo, no generan, hasta ahora, ningún vínculo jurídico. Más allá de lo escandaloso del caso, una buena noticia es que, a pesar de todo, sí existe todavía una opinión pública con capacidad de indignación como se evidenció a lo largo de los días siguientes.
Estoy consciente de que mucho se ha dicho sobre el punto, pero la sorprendente publicación en el Diario Oficial del acuerdo original supone la obligación moral de no quitar el dedo del renglón hasta que no se publique una fe de erratas que cierre definitivamente ese capítulo.
En efecto, no se trata, como lo han repetido hasta el cansancio algunos consejeros, de un asunto de legalidad. Desde 1996, el artículo 41 de la Constitución prevé que la remuneración de los consejeros será igual a la de los ministros de la SCJN. Se trata, en cambio, de un asunto de inmoralidad (contrario a lo dicho por el consejero presidente), de falta de oportunidad, sensibilidad política y social, y también de incomprensión del sentido del servicio público y de la situación por la que pasa el IFE.
Que un funcionario del Estado gane más de 200 veces el salario mínimo es, por donde quiera verse inmoral, y no se vale escudarse, como en el caso concreto, en la inmoralidad de otros —los ministros de la Suprema Corte.
Además, por más de una década prevaleció en el IFE una decisión política de no homologar los sueldos de los consejeros a los exorbitantes ingresos de los ministros, misma que respondía una estrategia elemental: por las delicadas funciones que el IFE desarrolla, el tema de los sueldos es un flanco débil que siempre se procuró proteger, pues la manera más fácil de descalificar la tarea de un funcionario y, por ende, la autoridad que representa, viene del plano del dinero.
Pero la decisión del aumento salarial también fue desafortunada e incluso irresponsable si se piensan los frentes que se abrieron para el IFE.
Por un lado, se les dio parque a los detractores del instituto (que hoy son muchos y muy poderosos); basta ver el regocijo y el ensañamiento de Javier Alatorre, en Canal 13, el día en que se dio a conocer la noticia.
Por otro lado, se volvió a minar la percepción pública del IFE, justo cuando el instituto se encontraba en un proceso lento y complejo para reconstruir la confianza ciudadana gravemente erosionada luego de 2006.
Finalmente, debe considerarse el desgaste interno que la decisión supuso para el propio IFE. No debemos olvidar que estamos hablando de un órgano cuyo tejido institucional está muy lastimado desde hace algunos años. En ese sentido, para el personal del servicio profesional del instituto (los técnicos en cuyas manos recae la operación y realización de la elección) no debe haber sido una grata noticia el incremento salarial de los nueve consejeros ni el escarnio público que se suscitó a raíz de ello.
Al IFE hay que cuidarlo todos, es un patrimonio colectivo; pero esa es una responsabilidad que recae, en primera instancia, en quienes lo encabezan, de ahí lo inexplicable de su decisión.
Investigador y profesor de la UNAM
Alejandro Gertz Manero
Tacos de lengua
Es evidente que nadie está pudiendo resolver en serio y a fondo los problemas de seguridad y justicia en el país, y que el tsunami económico avanza lenta pero inexorablemente para aplastar la economía de todos los mexicanos, después de haber sangrado sin misericordia a nuestros magnates vernáculos, a los que ha dejado gravemente heridos en sus fortunas y en su inmensa soberbia.
Frente a esta debacle en los dos aspectos fundamentales de la vida pública del país, se ha magnificado el síndrome de las gallinitas degolladas, que al arrancarles la cabeza empiezan a aletear y a patalear levantando polvo y estrellándose a diestra y siniestra en su trágica agonía, al igual que nuestros liderazgos políticos, económicos y sociales, que después de magnificar sus aspavientos han quedado atrapados en las viejas fórmulas de la dictadura perfecta, que evidentemente ya no les funcionan ni al país ni a sus dueños.
En razón de lo anterior, y gracias a la explosión mediática que ha invadido al mundo, nuestras “clases dirigentes”, públicas y privadas, han encontrado el refugio a su ineficacia y a su fracaso en el griterío, el escándalo y la estridencia, que se han convertido en el nuevo circo romano, ya que la economía y la paz se les fueron de las manos.
En esta competencia descarnada de ver quién dice más barbaridades, es más bravero, enseña sus vergüenzas con más impudicia o ventanea más cínicamente a sus contrincantes, el espectáculo de esos perritos histéricos de casa rica y su striptease han llegado a extremos verdaderamente grotescos, superando las exhibiciones impúdicas de cualquier table dance.
Mientras, nuestra oligofrénica “comunidad de inteligencia” continúa con su espionaje telefónico, hurgando la basura, fotografiando todo género de “faltas a la moral”, inventando tarjetazos de información chismosa, tendenciosa, facciosa y a veces hasta graciosa, y corriendo como ardillitas enjauladas para llevar y traer chismes, intrigas, calumnias y cuanta mugre puedan encontrar en este “mercado de lágrimas” que sonrojaría a los guionistas de las telenovelas más truculentas, que ya han quedado atrás frente al grotesco espectáculo que vivimos a diario.
México ya no es sólo el mal ejemplo de la corrupción y del doble lenguaje en la vida pública; ahora se está abriendo paso con un enorme éxito en el mundo del escándalo grotesco, del vodevil, de la desvergüenza y del desnudismo procaz en nuestra vida pública.
editorial2003@terra.com.mx
Doctor en Derecho
Frente a esta debacle en los dos aspectos fundamentales de la vida pública del país, se ha magnificado el síndrome de las gallinitas degolladas, que al arrancarles la cabeza empiezan a aletear y a patalear levantando polvo y estrellándose a diestra y siniestra en su trágica agonía, al igual que nuestros liderazgos políticos, económicos y sociales, que después de magnificar sus aspavientos han quedado atrapados en las viejas fórmulas de la dictadura perfecta, que evidentemente ya no les funcionan ni al país ni a sus dueños.
En razón de lo anterior, y gracias a la explosión mediática que ha invadido al mundo, nuestras “clases dirigentes”, públicas y privadas, han encontrado el refugio a su ineficacia y a su fracaso en el griterío, el escándalo y la estridencia, que se han convertido en el nuevo circo romano, ya que la economía y la paz se les fueron de las manos.
En esta competencia descarnada de ver quién dice más barbaridades, es más bravero, enseña sus vergüenzas con más impudicia o ventanea más cínicamente a sus contrincantes, el espectáculo de esos perritos histéricos de casa rica y su striptease han llegado a extremos verdaderamente grotescos, superando las exhibiciones impúdicas de cualquier table dance.
Mientras, nuestra oligofrénica “comunidad de inteligencia” continúa con su espionaje telefónico, hurgando la basura, fotografiando todo género de “faltas a la moral”, inventando tarjetazos de información chismosa, tendenciosa, facciosa y a veces hasta graciosa, y corriendo como ardillitas enjauladas para llevar y traer chismes, intrigas, calumnias y cuanta mugre puedan encontrar en este “mercado de lágrimas” que sonrojaría a los guionistas de las telenovelas más truculentas, que ya han quedado atrás frente al grotesco espectáculo que vivimos a diario.
México ya no es sólo el mal ejemplo de la corrupción y del doble lenguaje en la vida pública; ahora se está abriendo paso con un enorme éxito en el mundo del escándalo grotesco, del vodevil, de la desvergüenza y del desnudismo procaz en nuestra vida pública.
editorial2003@terra.com.mx
Doctor en Derecho
Francisco Suárez Dávila
Recuperemos Banamex
En los últimos días se ha provocado una polémica nacional sobre si se vende o no Banamex. Es un tema de gran trascendencia nacional. ¿Qué es lo que provocó este debate?
Hechos
1. Citibank, el histórico gigante bancario estadounidense, ha sido una notoria víctima de la crisis financiera. El gobierno de Estados Unidos llevaba dos intervenciones quirúrgicas —sólo en los últimos meses— por 45 mil millones de dólares para salvarlo. En la tercera, el apoyo se convierte en acciones ordinarias con voto: adquiere 36% del capital de la institución, anuncia la intención de cambiar al Consejo. Se hace del control. Sin eufemismos, se tata de una nacionalización. Este Citibank es dueño de Banamex.
2. La Ley Bancaria Mexicana, en su artículo 13, dice: “No podrán participar en forma alguna en el capital social de las instituciones de banca múltiple personas morales que ejerzan funciones de autoridad”.
3. Este artículo no deja ninguna ambigüedad jurídica. Citigroup legalmente no puede seguir siendo dueño de Banamex.
Algunos acuden a subterfugios, como que el TLC permite que un gobierno extranjero pueda temporalmente intervenir un banco. Sin embargo, el propio TLC, en su Anexo VII, entre las reservas establecidas por el gobierno de México, ratifica en términos más firmes que la ley: “Las entidades extranjeras que ejerzan funciones de autoridad gubernamental no pueden intervenir, directa o indirectamente, en una institución de crédito (banco comercial)”. En otra reserva dice: “Los gobiernos extranjeros y las empresas estatales no pueden intervenir directa o indirectamente en sociedades controladoras”.
Agrega, en ambos casos: “La eliminación gradual de estas disposiciones es nula”.
4. Este texto legal es de sentido común. El gobierno de EU sería acreedor de los deudores mexicanos de Banamex, tendría acceso directo a la información de sus clientes o usaría al banco como instrumento para cualquiera de sus fines. Las autoridades mexicanas resultarían limitadas para fijarle políticas, inspeccionarlo, regularlo o entablar juicios.
5. No parece que Citigroup tenga un problema temporal. Los analistas coinciden que el banco está esencialmente quebrado, que este rescate no será el último; tendrá que desmembrarse.
Soluciones
6. La mejor forma de ver el problema es: ¿qué objetivo podemos perseguir como país?
Me parece que es una oportunidad de oro para recuperar una parte del sistema financiero que se perdió con la crisis de 1994. México requiere instituciones bancarias en manos de mexicanos, que contribuyan al desarrollo del país y a la superación de la crisis. Citi-Banamex otorgaba más créditos leoninos al consumo que a las empresas productivas nacionales.
7. Recuperar Banamex requiere una intervención decidida de nuestro gobierno; es una decisión política. Expresar, con firmeza, que se viola la ley mexicana. Negociar con Citigroup y el gobierno estadounidense. Éste recuperaría varios miles de millones de dólares para sus causantes.
8. Después viene la ingeniería financiera. La decisión tiene que tomarse pronto. Los mercados rechazan la incertidumbre. Es evidente que se requiere cuidar el mercado cambiario. Si no hay suficientes inversionistas, el gobierno puede y debe dar un financiamiento puente. Se puede crear para ello un fondo soberano, con una parte modesta de las reservas del Banco de México, como lo ha hecho Brasil para apoyar sus empresas.
En estos momentos en que todos los países avanzados nacionalizan bancos, las opciones son amplias. Esta operación no sería una expropiación ni una estatización. Un profesional como Manuel Medina Mora puede manejar este banco en cualquier transición y como solución permanente. No sería aceptable que lo comprara un banco brasileño o uno español.
9. El Congreso debe impulsar esta causa. Un grupo de senadores —entre ellos, Carlos Lozano y la senadora Moreno— tiene un proyecto de ley que va en la dirección correcta. Como se viola nuestra ley, debe rectificarse vendiéndose en un plazo perentorio.
10. Buena forma de celebrar los 125 años de la creación del banco. Pasar de “Citimex” al Banco Nacional de México, que tanto contribuyó al desarrollo del país, para que lo vuelva a hacer.
Ex subsecretario de Hacienda
Hechos
1. Citibank, el histórico gigante bancario estadounidense, ha sido una notoria víctima de la crisis financiera. El gobierno de Estados Unidos llevaba dos intervenciones quirúrgicas —sólo en los últimos meses— por 45 mil millones de dólares para salvarlo. En la tercera, el apoyo se convierte en acciones ordinarias con voto: adquiere 36% del capital de la institución, anuncia la intención de cambiar al Consejo. Se hace del control. Sin eufemismos, se tata de una nacionalización. Este Citibank es dueño de Banamex.
2. La Ley Bancaria Mexicana, en su artículo 13, dice: “No podrán participar en forma alguna en el capital social de las instituciones de banca múltiple personas morales que ejerzan funciones de autoridad”.
3. Este artículo no deja ninguna ambigüedad jurídica. Citigroup legalmente no puede seguir siendo dueño de Banamex.
Algunos acuden a subterfugios, como que el TLC permite que un gobierno extranjero pueda temporalmente intervenir un banco. Sin embargo, el propio TLC, en su Anexo VII, entre las reservas establecidas por el gobierno de México, ratifica en términos más firmes que la ley: “Las entidades extranjeras que ejerzan funciones de autoridad gubernamental no pueden intervenir, directa o indirectamente, en una institución de crédito (banco comercial)”. En otra reserva dice: “Los gobiernos extranjeros y las empresas estatales no pueden intervenir directa o indirectamente en sociedades controladoras”.
Agrega, en ambos casos: “La eliminación gradual de estas disposiciones es nula”.
4. Este texto legal es de sentido común. El gobierno de EU sería acreedor de los deudores mexicanos de Banamex, tendría acceso directo a la información de sus clientes o usaría al banco como instrumento para cualquiera de sus fines. Las autoridades mexicanas resultarían limitadas para fijarle políticas, inspeccionarlo, regularlo o entablar juicios.
5. No parece que Citigroup tenga un problema temporal. Los analistas coinciden que el banco está esencialmente quebrado, que este rescate no será el último; tendrá que desmembrarse.
Soluciones
6. La mejor forma de ver el problema es: ¿qué objetivo podemos perseguir como país?
Me parece que es una oportunidad de oro para recuperar una parte del sistema financiero que se perdió con la crisis de 1994. México requiere instituciones bancarias en manos de mexicanos, que contribuyan al desarrollo del país y a la superación de la crisis. Citi-Banamex otorgaba más créditos leoninos al consumo que a las empresas productivas nacionales.
7. Recuperar Banamex requiere una intervención decidida de nuestro gobierno; es una decisión política. Expresar, con firmeza, que se viola la ley mexicana. Negociar con Citigroup y el gobierno estadounidense. Éste recuperaría varios miles de millones de dólares para sus causantes.
8. Después viene la ingeniería financiera. La decisión tiene que tomarse pronto. Los mercados rechazan la incertidumbre. Es evidente que se requiere cuidar el mercado cambiario. Si no hay suficientes inversionistas, el gobierno puede y debe dar un financiamiento puente. Se puede crear para ello un fondo soberano, con una parte modesta de las reservas del Banco de México, como lo ha hecho Brasil para apoyar sus empresas.
En estos momentos en que todos los países avanzados nacionalizan bancos, las opciones son amplias. Esta operación no sería una expropiación ni una estatización. Un profesional como Manuel Medina Mora puede manejar este banco en cualquier transición y como solución permanente. No sería aceptable que lo comprara un banco brasileño o uno español.
9. El Congreso debe impulsar esta causa. Un grupo de senadores —entre ellos, Carlos Lozano y la senadora Moreno— tiene un proyecto de ley que va en la dirección correcta. Como se viola nuestra ley, debe rectificarse vendiéndose en un plazo perentorio.
10. Buena forma de celebrar los 125 años de la creación del banco. Pasar de “Citimex” al Banco Nacional de México, que tanto contribuyó al desarrollo del país, para que lo vuelva a hacer.
Ex subsecretario de Hacienda
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