3/03/2009

El hambre que nos habita


Dentro del mercado y de la sociedad de consumo capitalista, la lógica de producción no se mide por la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad


En el sistema capitalista (nivelado como "civilización única") la producción y comercialización de bienes y servicios (esenciales para la supervivencia humana) se encuentran en manos de corporaciones empresariales privadas que controlan desde recursos naturales hasta sistemas económicos productivos por encima de la voluntad de gobiernos y países.

Quien se interese en la investigación de sistemas y procesos económicos productivos (tanto de las potencias centrales como de los países periféricos) podrá comprobar que tanto los recursos naturales como los sistemas de producción y de comercialización a escala global están hegemonizados por no más de 200 bancos y corporaciones empresarias transnacionales cuyas casas centrales se encuentran en EEUU o en Europa.

Estos gigantes "diversificados" e interactivos (ligados a través de infinitos vasos comunicantes accionarios comunes) de la producción, el comercio y las finanzas mundiales, están liderados por los 30 primeros primeros consorcios trasnacionales que cotizan en el índice Dow Jones de Wall Street, el centro financiero del capitalismo a nivel mundial.

En el actual diseño de "economía mundial trasnacionalizada" no son (en forma práctica) los gobiernos ni los países quienes deciden cuánto se produce y para quién se produce a escala mundial, sino las corporaciones y los bancos trasnacionales que tienen el dominio sobre las tres estructuras económicas básicas del sistema capitalista: La estructura de producción, la estructura de comercialización y la estructura financiera.Dentro de esta lógica económica funcional del capitalismo, los Estados capitalistas (tanto del mundo imperial como del mundo dependiente) solo cumplen una función reguladora y ordenadora (elaboración de leyes, cobros de impuestos, gobernabilidad política y jurídica, etc) sobre la actividad económica desarrollada por las corporaciones privadas que hegemonizan las decisiones y el control sobre los recursos naturales, la producción y la comercialización de los bienes y servicios que consume la genéricamente llamada "humanidad".

En otras palabras, en el modelo de economía capitalista globalizada, no son los gobiernos los que gerencian el proceso económico productivo, los que forman los precios y deciden sobre los volúmenes y el destino de la producción mundial (posibilitada por el trabajo social), sino que esta tarea la desarrollan los pool de corporaciones capitalistas que tienen la propiedad privada (o la capacidad de gerenciamiento efectivo) tanto del sistema económico productivo, como del mercado interno y del comercio exterior de los países a escala global.

El objetivo estratégico central del sistema capitalista (su lógica y esencia funcional) está motorizado, en primer término, por la búsqueda de la rentabilidad capitalista para sus empresas y bancos transnacionales, su columna vertebral ejecutora de sistema económico dominante a escala planetaria.

Las apelaciones a un capitalismo de "rostro humanizado", las falsas matrices culturales del discurso "solidario, o la manipulación discursiva con la búsqueda del "bien social" que esgrimen las empresas y bancos para legitimarse ante la sociedad, estallan y muestran su verdadero rostro a la hora de cosechar rentabilidad capitalista.

La producción de bienes y servicios (esenciales para la supervivencia) controlada por el capitalismo está socializada, pero su utilización está privatizada: No responde a fines sociales de distribución equitativa de la riqueza producida por el trabajo social sino a objetivos de búsqueda de rentabilidad capitalista privada.

Como señalara Milton Friedman, uno de los principales ideólogos del capitalismo: "Como ente artificial, la empresa no tiene responsabilidades naturales. La única responsabilidad empresarial es aumentar las ganancias; respetando, claro está, la ética".

Claramente, dentro del diseño de economía capitalista la producción (por medio del trabajo humano) de bienes y recursos es social, pero los niveles de decisión y el uso o apropiación de esos recursos son privados y están sujetos a la ley de la oferta y la demanda capitalista.Esta dinámica funcional arroja la primera contradicción histórica del sistema: El capitalismo sólo produce para quien quien puede pagar por los bienes y servicios producidos. La producción (controlada por las corporaciones transnacionales) no está orientada por la búsqueda del "bien" social sino por la búsqueda de la rentabilidad empresarial capitalista.

Dentro del mercado y de la sociedad de consumo capitalista, la lógica de producción no se mide por la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad (comida, vivienda salud, educación etc.) sino por los parámetros de optimización de la rentabilidad capitalista privada.La prueba más contundente de la prevalencia de la "rentabilidad" capitalista por encima del discurso solidario lo tenemos en Europa, donde los bancos de las potencias centrales de la Unión Europea se niegan a prestar "ayuda financiera" a los países más "insolventes", sobre todo del Este, que a raíz del colapso recesivo se encuentran en cesación de pagos y no pueden devolver el capital ni los abonar los intereses a los bancos que hacen negocios con la crisis.

En suma, y como ya sucede en la UE, el capitalismo financiero "segmenta" la ayuda entre los que pueden pagar el capital y los intereses (la rentabilidad), condenando a los "insolventes" a padecer la crisis recesiva con desocupación quiebras de empresas, sin ayuda exterior.Esta dinámica irracional (generada por la rentabilidad capitalista predominando sobre la solidaridad humana) ya generó un proceso de desocupación masiva con huelgas y estallidos sociales que surgen de los países más pobres afectados por la crisis que ya se expande a las potencias centrales del euro.

En lo social, esta asimetría funcional (del trabajo social y la apropiación individual) es la clave determinante de la existencia de ricos y pobres, de incluidos y excluidos, de empleados y desocupados, dentro de la pirámide histórico funcional del sistema capitalista nivelado como "civilización única".




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