3/03/2009

Salarios y simulación


Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre

Los sueldos descomunales de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, comentados aquí el lunes 2, poseen ángulos de los que Utopía no se ocupó, pero la oportuna intervención de lectores agudos e informados plantea, por ejemplo, la interrelación con el sistema político, la ética y la República.

El sistema político, “esta llegando a su máximo. Es decir, al límite”, advierte Rafael Luviano Delgado y explica. “Una cosa es pertenecer a un poder aparentemente autónomo (como muchas cosas en este país que son apariencias) y determinar el feliz destino de sus integrantes, en bonancibles prestaciones económicas y otro es el recordatorio materno que les endilgan a todos los miserables de este país que subsisten con ese salario mínimo aunque sea multiplicado por tres”.

Ejemplifica con las afortunadamente fallidas pretensiones de incrementar en 40 por ciento el sueldo de los consejeros ciudadanos del Instituto de Fechorías Elegantes (Cábalas y Cábulas, Forum 186, III-09, p. 4) y los que perciben en el Poder Jumencial de Fecalización (Eduardo Macías Martínez dixit) y sentencia: “Por esas y muchas otras cosas los sistemas concluyen sus círculos y revientan. Es decir, se desploman y creo que en este ámbito de farsas y mentiras estamos en un tris de saltar en pedazos. Lástima de la falta de agallas, organización y de un cuerpo social despolitizado porque con mucho menos en otros países ya estaríamos la mayoría protestando en las calles…”

Para el periodista y poeta “otros pretenden hacernos creer en la austeridad de su ejercicio público, aunque también esto sea poco creíble, cuando mides sus acciones de gobierno, envueltas en la doble moral, todo con el fin de alcanzar el 2012”.

Rafael Luviano augura: Lo cierto es que mucho de lo que ocurre es parte de esta comedia de enredos y equivocaciones que empezará a enmendarse cuando todos, de manera colectiva, tomemos una medida extrema: derribar de su silla de sosiego a los cínicos, a los simuladores.”

Interrogantes que apuntan directo al centro del problema son las que aporta Ismael Orozco Guzmán sobre los 11 notables de la SCJN:

“¿De dónde salieron? ¿Qué madre los parió? ¿Acaso no una similar a la de todos los mexicanos? ¿Cuál es la diferencia sustantiva, de fondo, de naturaleza humana, que los distingue del resto? ¿No fueron acaso circunstancias del medio en el que se desarrollaron y de las oportunidades que les dio la nación, el pueblo, el Estado para prepararse en las universidades públicas y en el extranjero, generalmente mediante becas obtenidas gracias a los mismos mecanismos sociales surgidos de la propia sociedad, incluyendo influencias y recomendaciones de gente igualmente dotada tanto ella como ellos del mismo genoma humano? ¿Por qué entonces esta sinrazón de la locura insensible, deshumanizada de recibir esos cuantiosos caudales como sueldo, en un país que sufre, que se desgarra en medio de la pobreza, que expulsa de sus hogares a buenos y esforzados trabajadores mexicanos a trabajar en el extranjero en condiciones de humillación e incontables sufrimientos?”

Aclara el integrante del servicio exterior mexicano a los ministros: “Quiero que me den una razón que pueda entender, porque el que cumplan con una tarea, utilísima sí para la sociedad, no justifica desde ningún punto de vista el lucro desmedido que no va de acuerdo con una función republicana que exige sobriedad y decoro, no ambición insaciable”.

Una respuesta la facilita el colega yucateco Marcos Antonio Heredia Pérez, apoyándose en un hombre tan extraordinario como vituperado en su época. “En su obra El alma del hombre bajo el socialismo, de Oscar Wilde, el escritor irlandés llega al punto esencial, ontológico, podríamos decir de la cuestión humana cuando asegura la necesidad de abolir la propiedad privada con el fin de que el hombre sea a través de lo que es y no a través de lo que tiene. También supone que en el socialismo nadie perderá su vida en acumular cosas y los símbolos para las cosas. Se vivirá –dice--, pues vivir –agrega-- es la cosa menos frecuente en el mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo --escribe el genio nacido en Dublín a mediados del siglo XIX. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia, los presidentes de la República y hasta los alcaldes, sin omitir a los legisladores --hablo de la mayoría-- se 'realizan' por lo que tienen en la dinámica capitalista. No puede ser de otra forma. Creen ser por lo que tienen y no por lo que supuestamente son. Eso explica, creo, la actitud de esas personas (y de buena parte de la humanidad)”.

Estos enfoques muestran la afortunada situación de este espacio enriquecido por los lectores, como el abogado guerrerense Porfirio Barrera Jiménez quien solicita “se desglosen en pesos devaluados (¡44 por ciento en un año!, agrego yo) cada una de las prestaciones que reciben estos señores”, los millonarios de la Suprema Corta, como la denomina Alán en el número 45 del suplemento de crítica humorística Colibrí, a punto de circular.

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