4/06/2009

Periodistas pal Café....



Acusarse recíprocamente de proteger el narcotráfico es una salida incómoda pero inofensiva para senadores y diputados priperrepánicos. Buena parte de la opinión pública les concede el empate. Sin embargo, es un pretexto que los salva de tratar asuntos de veras importantes. Uno es el préstamo del Fondo Monetario Internacional por 47 mil millones de dólares, del cual todavía no se dan los detalles. Cuando los tesobonos –el desastre económico de 1994 y el rescate clintoniano del gobierno del doctor Zedillo–, el préstamo fue de 50 mil millones, dato que sirve para establecer la semejanza con la crisis actual. Es urgente que pasando la Semana Mayor la secretaría de Hacienda aclare qué salida halló en la ley para instrumentar el financiamiento, porque, al parecer, se estaría violentando la Ley de Ingresos 2009, aprobada por la Cámara de Diputados. Hacienda solicitó autorización para pedir prestados al exterior solamente 5 mil millones de dólares en todo este año; el gobierno panista se ufanaba de que, al contrario de los priístas, había venido bajando la deuda externa. Sin embargo, el crédito del FMI rebasa considerablemente esa cifra. Posiblemente, como en el caso de Banamex, la Suprema Corte de Hacienda tenga una interpretación particular de la legislación. No sale sobrando que la comparta con los que vamos a pagar tamaña deuda.
El mito
Con mal disimulada picardía, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado –apéndice del CCE– hace una pregunta en su balance semanal: “es evidente que todos los sectores económicos siguen debilitándose –dice–, incluso a un ritmo más rápido que hace algunos meses, superando prácticamente todas las expectativas. La caída de la actividad industrial, el recorte de la plantilla laboral de las empresas, las menores ventas y más recientemente el freno en el sector servicios, son elementos que han obligado a seguir corrigiendo a la baja los pronósticos de crecimiento económico para 2009… Aun cuando se sigue diciendo que gozamos de cierta fortaleza… ¿qué tal si no hubiese esa fortaleza?” Es que no existe, ni existió, es otro mito. Es más, esta crisis nos tomó peor parados que otras. ¿O alguien recuerda que en las anteriores se hubiera empalmado el terrible problema de inseguridad de hoy?
Wikipedia acaba con Encarta
Tomen nota, profesoras y profesores, para que no hagan gastar dinero inútilmente a los padres de familia: Microsoft anuncia que a partir del próximo octubre cerrará el portal de su enciclopedia Encarta. A los usuarios que hayan pagado por una suscripción a Encarta Premium se les devolverá su dinero correspondiente al periodo comprendido entre el 30 de abril y el fin de año. Con esto se da fin a la primera enciclopedia multimedia, que comenzó su historia en 1993, con la Encyclopedia Britannica disponible en DVD y CD. Es que no puede seguir compitiendo con Wikipedia, la enciclopedia gratuita de Internet.
Banqueros en aprietos
El gobierno de Barack Obama ha recibido críticas porque ha mostrado una línea más dura con la industria automotriz que con la bancaria. El presidente de General Motors fue obligado a renunciar, inclusive, y en estos días se decidirá si la compañía, junto con Chrysler, se irá a la quiebra. Para atajar las críticas el zarandeado pero aún fuerte secretario del Tesoro, Timothy Geithner, advirtió que los banqueros que pidan más dinero para rescates podrían ser removidos de sus cargos. El mensaje tiene destinatarios con nombre y apellido: Vikram Pandit, de Citigroup; Jamie Dimon, de JPMorgan Chase; Lloyd Blankfein, de Goldman Sachs, y Kenneth Lewis, de Bank of America. Este último ya es investigado por el fiscal de Nueva York.
Miguel Ángel Rivera: Clase Política
Enrique Galván Ochoa: Dinero

Los senadores se fueron de vacaciones y junto con ellos el dictamen para regular las tasas de interés y las comisiones bancarias que ahogan a los usuarios de las instituciones financieras que operan en México. La prioridad, pues, queda más clara que el agua: más importante resulta el asueto legislativo que la solución del gravísimo problema del agio bancario, el cual, eventualmente y si descansaron lo suficiente, sería retomado por los inquilinos de Xicoténcatl una vez concluida la denominada semana santa”, tras un cúmulo de retrasos, “atorones”, pretextos dilatorios y mano negra panista.
Mientras ellos juegan al peloteo, las víctimas de los voraces banqueros siguen sometidas por el agio de los barones del dinero. Mientras los legisladores se doran la piel, los tarjetahabientes deben hacer frente al creciente pago de intereses, comisiones y conexos que indiscriminadamente les cobran los emisores de dinero plástico, que resultan hasta 10 veces superiores a las que cargan a su clientela en sus naciones de origen. A lo anterior se añade los feroces ataques de los perros (léase tinterillos) contratados por los bancos para que acosen a la clientela morosa.
En fin, mientras los legisladores, tirados en la playa, piensan qué van a hacer, si es que finalmente hacen algo, va la numeralia que sobre el asunto de la voraz banca que opera en México y sus tarjetas de crédito elaboró el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, cuyos inquilinos también se fueron a dorar la piel:
De entrada, advierte que la estructura del sistema bancario mexicano presenta rasgos de un oligopolio, debido a que existen múltiples competidores en este mercado, pero los servicios financieros están concentrados en pocas firmas bancarias. “Con el objetivo de maximizar sus utilidades, ha introducido dos factores que ponen en riesgo el sistema crediticio del país: el otorgamiento indiscriminado de esos plásticos y, como consecuencia, el incremento de la cartera vencida. El análisis del otorgamiento de crédito bancario del mercado de las tarjetas de crédito nos revela que las familias y las empresas del país no han gozado de los beneficios de una eficiente intermediación financiera, porque el diferencial entre la tasa de captación del ahorro y la tasa de colocación del crédito permanece en niveles altos, comparados con los observados internacionalmente, es decir, son incompetentes. El mercado de las tarjetas de crédito opera bajo una estructura de mercado oligopólico, que favorece la concentración de la colocación de este tipo de crédito en pocas instituciones de banca múltiple… Adicionalmente, por el factor riesgo, el mercado de las tarjetas de crédito mantiene tasas de interés altas, incompetentes internamente y en comparación con las existentes en el mercado internacional… La barrera a la entrada de nuevos competidores es un factor que también explica la razón por la cual el mercado de las tarjetas de crédito opera con tasas de interés altas e incompetentes, en comparación con las observadas en el mercado hipotecario… La banca es la única que puede emitirlas, porque goza de mucha protección. Si bien existen plásticos de cadenas comerciales, el ámbito de participación vis à vis las bancarias difiere. Esto ayuda a explicar por qué el margen de intermediación financiera de este servicio ha permanecido muy por arriba de los estándares internacionales”.
Así, en 2006 el sistema bancario que opera en el país obtuvo utilidades promedio en el mercado de las tarjetas de crédito, como producto de la intermediación financiera, estimadas en 46 mil 778 millones de pesos; en diciembre de 2008 se incrementaron a casi 59 mil millones. La estructura oligopólica del sistema bancario en México es un factor que explica la alta concentración de esta actividad en pocas firmas bancarias. El proceso de intermediación financiera es realizado mayoritariamente por siete bancos grandes, de los que Bancomer y Banamex son dominantes, al concentrar casi 40 por ciento de la captación total de la banca múltiple y más de 42 por ciento de la asignación del crédito total.
En materia de tasas de interés, en el periodo 2006-enero de 2009 los bancos obtuvieron una utilidad neta promedio de 28.5 por ciento por el proceso de intermediación financiera en el mercado de las tarjetas de crédito. Esta situación implica que los bancos cobran por el crédito al consumo vía tarjetas 470 por ciento más que lo que pagan por captar el ahorro de las familias y los hogares.
Asimismo la tasa de interés promedio cobrada por los bancos por las tarjetas de crédito es 23.7 por ciento superior al cobrado en el mercado hipotecario; esta situación implica que el crédito otorgado al consumo vía dinero de plástico es 290 por ciento más caro que el hipotecario.
En el periodo citado, el sistema bancario mexicano otorgó 277 mil millones de pesos anuales en promedio para el mercado hipotecario, y 212 mil 428 millones para el de tarjetas de crédito, lo que significa que por cada 100 pesos otorgados al segmento de esos plásticos, concedió 130 pesos para crédito hipotecario. En el análisis por institución bancaria se observa que cuatro bancos grandes concentraron 83.26 por ciento de la asignación total de este crédito (dinero de plástico) en febrero de 2009; de los cuales los dos bancos dominantes, Bancomer y Obamamex, concentraron más de 56 por ciento. Los dos bancos grandes no dominantes (Santander y HSBC) concentraron 27.11 por ciento.
Durante enero-marzo de 2006 circularon alrededor de 17 millones de dichas tarjetas; tres años después, casi 26 millones, 53 por ciento de incremento. El otorgamiento indiscriminado de dinero de plástico ha traído como consecuencia el crecimiento de la cartera vencida. Durante el periodo 2006 a enero de 2009, la cartera vencida en el mercado hipotecario fue de 7 mil 628 millones de pesos en promedio anual, mientras el mercado de las tarjetas de crédito prácticamente lo duplicó, al ascender a 16 mil millones. Por medio del índice de morosidad (Imor) en el mercado de las tarjetas mencionadas se concluye que en enero de 2009, por cada 100 pesos otorgados por la banca comercial para créditos al consumo vía tarjetas de crédito, 10 pesos eran incobrables.
Entonces, a ver qué sucede, si sucede, cuando regresen (ídem) de la playa.
Las rebanadas del pastel
Pues nada, que al pastel de México SA hoy le ponemos su octava velita. Un abrazo a la afición.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx
Carlos Fernández-Vega: México SA

Los senadores se fueron de vacaciones y junto con ellos el dictamen para regular las tasas de interés y las comisiones bancarias que ahogan a los usuarios de las instituciones financieras que operan en México. La prioridad, pues, queda más clara que el agua: más importante resulta el asueto legislativo que la solución del gravísimo problema del agio bancario, el cual, eventualmente y si descansaron lo suficiente, sería retomado por los inquilinos de Xicoténcatl una vez concluida la denominada semana santa”, tras un cúmulo de retrasos, “atorones”, pretextos dilatorios y mano negra panista.
Mientras ellos juegan al peloteo, las víctimas de los voraces banqueros siguen sometidas por el agio de los barones del dinero. Mientras los legisladores se doran la piel, los tarjetahabientes deben hacer frente al creciente pago de intereses, comisiones y conexos que indiscriminadamente les cobran los emisores de dinero plástico, que resultan hasta 10 veces superiores a las que cargan a su clientela en sus naciones de origen. A lo anterior se añade los feroces ataques de los perros (léase tinterillos) contratados por los bancos para que acosen a la clientela morosa.
En fin, mientras los legisladores, tirados en la playa, piensan qué van a hacer, si es que finalmente hacen algo, va la numeralia que sobre el asunto de la voraz banca que opera en México y sus tarjetas de crédito elaboró el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, cuyos inquilinos también se fueron a dorar la piel:
De entrada, advierte que la estructura del sistema bancario mexicano presenta rasgos de un oligopolio, debido a que existen múltiples competidores en este mercado, pero los servicios financieros están concentrados en pocas firmas bancarias. “Con el objetivo de maximizar sus utilidades, ha introducido dos factores que ponen en riesgo el sistema crediticio del país: el otorgamiento indiscriminado de esos plásticos y, como consecuencia, el incremento de la cartera vencida. El análisis del otorgamiento de crédito bancario del mercado de las tarjetas de crédito nos revela que las familias y las empresas del país no han gozado de los beneficios de una eficiente intermediación financiera, porque el diferencial entre la tasa de captación del ahorro y la tasa de colocación del crédito permanece en niveles altos, comparados con los observados internacionalmente, es decir, son incompetentes. El mercado de las tarjetas de crédito opera bajo una estructura de mercado oligopólico, que favorece la concentración de la colocación de este tipo de crédito en pocas instituciones de banca múltiple… Adicionalmente, por el factor riesgo, el mercado de las tarjetas de crédito mantiene tasas de interés altas, incompetentes internamente y en comparación con las existentes en el mercado internacional… La barrera a la entrada de nuevos competidores es un factor que también explica la razón por la cual el mercado de las tarjetas de crédito opera con tasas de interés altas e incompetentes, en comparación con las observadas en el mercado hipotecario… La banca es la única que puede emitirlas, porque goza de mucha protección. Si bien existen plásticos de cadenas comerciales, el ámbito de participación vis à vis las bancarias difiere. Esto ayuda a explicar por qué el margen de intermediación financiera de este servicio ha permanecido muy por arriba de los estándares internacionales”.
Así, en 2006 el sistema bancario que opera en el país obtuvo utilidades promedio en el mercado de las tarjetas de crédito, como producto de la intermediación financiera, estimadas en 46 mil 778 millones de pesos; en diciembre de 2008 se incrementaron a casi 59 mil millones. La estructura oligopólica del sistema bancario en México es un factor que explica la alta concentración de esta actividad en pocas firmas bancarias. El proceso de intermediación financiera es realizado mayoritariamente por siete bancos grandes, de los que Bancomer y Banamex son dominantes, al concentrar casi 40 por ciento de la captación total de la banca múltiple y más de 42 por ciento de la asignación del crédito total.
En materia de tasas de interés, en el periodo 2006-enero de 2009 los bancos obtuvieron una utilidad neta promedio de 28.5 por ciento por el proceso de intermediación financiera en el mercado de las tarjetas de crédito. Esta situación implica que los bancos cobran por el crédito al consumo vía tarjetas 470 por ciento más que lo que pagan por captar el ahorro de las familias y los hogares.
Asimismo la tasa de interés promedio cobrada por los bancos por las tarjetas de crédito es 23.7 por ciento superior al cobrado en el mercado hipotecario; esta situación implica que el crédito otorgado al consumo vía dinero de plástico es 290 por ciento más caro que el hipotecario.
En el periodo citado, el sistema bancario mexicano otorgó 277 mil millones de pesos anuales en promedio para el mercado hipotecario, y 212 mil 428 millones para el de tarjetas de crédito, lo que significa que por cada 100 pesos otorgados al segmento de esos plásticos, concedió 130 pesos para crédito hipotecario. En el análisis por institución bancaria se observa que cuatro bancos grandes concentraron 83.26 por ciento de la asignación total de este crédito (dinero de plástico) en febrero de 2009; de los cuales los dos bancos dominantes, Bancomer y Obamamex, concentraron más de 56 por ciento. Los dos bancos grandes no dominantes (Santander y HSBC) concentraron 27.11 por ciento.
Durante enero-marzo de 2006 circularon alrededor de 17 millones de dichas tarjetas; tres años después, casi 26 millones, 53 por ciento de incremento. El otorgamiento indiscriminado de dinero de plástico ha traído como consecuencia el crecimiento de la cartera vencida. Durante el periodo 2006 a enero de 2009, la cartera vencida en el mercado hipotecario fue de 7 mil 628 millones de pesos en promedio anual, mientras el mercado de las tarjetas de crédito prácticamente lo duplicó, al ascender a 16 mil millones. Por medio del índice de morosidad (Imor) en el mercado de las tarjetas mencionadas se concluye que en enero de 2009, por cada 100 pesos otorgados por la banca comercial para créditos al consumo vía tarjetas de crédito, 10 pesos eran incobrables.
Entonces, a ver qué sucede, si sucede, cuando regresen (ídem) de la playa.
Las rebanadas del pastel
Pues nada, que al pastel de México SA hoy le ponemos su octava velita. Un abrazo a la afición.
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Desarme nuclear: sí, pero de todos
Ayer, en un discurso pronunciado ante una multitud reunida en Praga, el presidente estadunidense, Barack Obama, reintrodujo en las prioridades de la agenda internacional el tema del desarme atómico mundial, asunto que ha permanecido en segundo plano desde la disolución del bloque oriental y de la propia Unión Soviética, pese a que los arsenales de bombas nucleares subsisten y constituyen una amenaza latente, pero grave, para la paz mundial, para la sobrevivencia de la especie y para el medio ambiente.
Tales consideraciones bastarían para calificar de positivo, en principio, el exhorto de Obama a pugnar por un mundo libre de armas atómicas. A ellas debe agregarse que, por primera vez en muchos años, se escuchó la disposición de un mandatario estadunidense a predicar con el ejemplo, así como el condicionamiento del “escudo antimisiles” en curso de instalación en Europa oriental –cuyo desarrollo se daba como un hecho inamovible por el gobierno de George W. Bush– a la obtención de garantías por parte de Irán de que no fabricará un arsenal nuclear.
Con todo, la iniciativa de Obama omite el mismo punto que eludía su antecesor cuando hablaba de desarme: la existencia de gobiernos que han construido arsenales atómicos con la aceptación implícita de Washington y de Europa occidental y que no han sido hostigados ni amenazados por ello: India, Israel y Pakistán. Si se acepta que esos tres países se han convertido en potencias nucleares al margen de la legalidad internacional, la condena a los presuntos afanes armamentistas de Corea del Norte e Irán se convierte, de manera inexorable, en un acto de doble moral.
Por otra parte, resulta poco escrupuloso omitir el hecho de que los programas de desarrollo de armas nucleares de Teherán y Pyongyang tendrían, en caso de ser algo más que una imputación paranoica por parte de Occidente, su motivación más importante en el propio proceder de Washington contra países a los que ha incluido en una lista de enemigos. Para ilustrar este punto es pertinente mencionar la paradoja de que Irak no fue destruido por las fuerzas estadunidenses porque poseyera armas de destrucción masiva, sino, por el contrario, porque carecía de ellas. En esta perspectiva, parece lógico suponer que el desatado belicismo del anterior huésped de la Casa Blanca y el pavoroso espectáculo de la destrucción humana y material causada en Irak hayan llevado a diversos gobernantes –como los de Irán y Corea del Norte, incluidos por Bush en un supuesto “eje del mal”– al menos a considerar la posesión de tal clase de armas como única defensa posible ante una superpotencia decidida a arrasar a los gobiernos que no se sometieran a sus proyectos geopolíticos y de saqueo corporativo.
Hoy en día, cuando el gobierno de Obama se esfuerza por sacar a la política exterior de su país de la lógica de ilegalidad, destrucción y rapiña imperial que la rigió durante ocho años, un exhorto creíble al desarme atómico mundial tendría que empezar por la construcción de un consenso entre los poseedores legitimados de armas nucleares: el propio Estados Unidos y sus aliados Francia e Inglaterra, más Rusia y China, es decir, por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, para deshacerse de sus arsenales nucleares; posteriormente, esos cinco gobiernos tendrían que emprender acciones convincentes y enérgicas para llevar a Tel Aviv, Nueva Delhi e Islamabad a la destrucción de sus respectivas bombas atómicas; sólo entonces podría disponerse de la autoridad moral para exigir que Teherán y Pyongyang se comprometieran de manera tajante y definitiva a no fabricar esa clase de armamento.
Cabe esperar, por último, que en un ejercicio de buena fe, el nuevo gobierno estadunidense comprenda que el desarme nuclear mundial, objetivo por sí mismo plausible y deseable, no puede tener éxito si se pretende realizarlo como un mero ejercicio de poder imperial, como consigna facciosa dirigida únicamente a los adversarios o como un reconocimiento de hechos consumados que congele la lista de miembros del llamado “club nuclear” en sus actuales ocho integrantes.


os días 17, 18 y 19 de abril tendrá lugar en Puerto España, Trinidad y Tobago, una nueva Cumbre de las Américas. Será la presentación oficial de Barack Obama ante sus pares de América Latina y el Caribe. Y aunque Washington ha querido evitarlo, el único país ausente en la reunión, Cuba, dominará uno de los puntos centrales de la agenda. Diez sucesivas administraciones de la Casa Blanca, desde Dwight Eisenhower hasta George W. Bush, pasando por Kennedy, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre y Clinton, ensayaron todo tipo de presiones, agresiones desde el éter, acciones terroristas y encubiertas contra la mayor de las Antillas –incluidos más de 600 intentos de asesinato contra el líder de la Revolución, Fidel Castro–, sometiendo además a la isla a un ilegal y criminal bloqueo económico, comercial y financiero.
La resistencia de Cuba, pequeño país subdesarrollado, contra la implacable agresión y hostilidad de la superpotencia militar mundial ha sido ejemplar. Sobrevivió, inclusive, al colapso de la ex Unión Soviética de finales de los años 80, periodo en que arreciaron las políticas desestabilizadoras de Washington contra la isla, en el contexto de la imposición de la dictadura del pensamiento único y la ideología neoliberal a escala planetaria. Eran tiempos de deserciones y de gran confusión ideológica en las filas revolucionarias y el campo popular. Pero la firme actitud de Cuba alentó levantamientos populares como el Caracazo (1989) y la irrupción de movimientos antisistémicos de nuevo tipo como la insurrección neozapatista en Chiapas (1994), a los que se sumaron con gran protagonismo el Movimiento de los Sin Tierra, de Brasil, y la emergencia del campesinado indígena de la cordillera de los Andes (en Chile, Bolivia y Ecuador), impulsores todos de cambios radicales, donde la acción directa en unos casos, combinada con nuevas formas de democracia participativa, horizontal y asamblearia, abrieron camino a procesos electorales que instalaron gobiernos de corte nacionalista, reformista y progresista en la subregión.
Mientras tenía lugar ese rico proceso de cambio, Washington siguió aplicando contra Cuba sus anacrónicas políticas de la guerra fría, potenciadas por los halcones republicanos prosionistas de la administración Bush Jr. En ese escenario heredado, salpicado de “campos minados” en varias partes del orbe, que han erosionado la hegemonía imperial, Obama tiene la gran oportunidad histórica de modificar la relación con la isla. Lo paradójico hoy es que Estados Unidos quedó aislado en el hemisferio. En breve, tras la reanudación de relaciones diplomáticas de Costa Rica y El Salvador con el gobierno de La Habana, será el único país del área que mantiene sus vínculos rotos con Cuba. Inclusive el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Manuel Insulza, manifestó en Montevideo, el 5 de marzo que es partidario de revocar, por “obsoleta”, la resolución que expulsó a la isla del organismo en 1962. Asimismo, planteó que fue recogido en una carta personal a Obama, por el senador republicano por Indiana, Richard Lugar, quien además propuso al mandatario que designe un enviado especial a La Habana para preparar el terreno del diálogo. Un diálogo abierto y honesto que es, también, la misión de siete congresistas demócratas afroestadunidenses que llegaron a Cuba el pasado fin de semana.
Obama y el vicepresidente Joseph Biden han dicho que están dispuestos a tender una mano a Cuba. Pero las señales han sido equívocas. Y por momentos parecen estar regidas por las viejas formas. La antigua retórica imperial basada en “democracia” y “derechos humanos” volvió a ser recuperada por Biden hace pocos días en Costa Rica. Pero no parece estar a tono con los vientos de fronda en la región, además de que se trata de una política fracasada. Es cierto que Obama se ha querido desmarcar del unilateralismo de los neoconservadores bushianos. Pero debe dar pasos concretos. Como dijo Lula a empresarios estadunidenses en Nueva York, el pasado 16 de marzo, “desde el punto de vista político, sociológico y de racionalidad humana no existe nada que impida el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba”. En el mismo sentido se pronunciaron 33 países de la región en una multicumbre celebrada en Brasil en diciembre, donde Cuba fue acogida como miembro del Grupo de Río.
Abierto un nuevo frente en Pakistán, empantanado en Afganistán e Irak, en un mundo signado por la depresión económica y la quiebra financiera, Obama llegará a Puerto España en una posición de debilidad. Estados Unidos no tiene el peso ni la influencia de antaño. Prueba de ello son la fundación de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y Petrocaribe, así como el surgimiento de la Unión de Naciones Sudamericanas, integrada por 12 países, que cuenta ya con un Consejo de Defensa como respuesta autonómica regional ante las amenazas intervencionistas del Pentágono vía el Plan Colombia, la Cuarta Flota y las acciones separatistas encubiertas.
En ese contexto, el “cambio” de Obama en las relaciones de Estados Unidos con América Latina debe pasar de manera obligatoria por el levantamiento del bloqueo a Cuba, sin condiciones. Como imperativo ético e histórico. Mientras da pequeños pasos para un acercamiento con el “talibán moderado”, Irán y Rusia, y sobre todo en estos tiempos de crisis global, cuando el “comunismo chino” es el principal sostén del capitalismo estadunidense, el trío Obama-Biden-Hillary Clinton carece de argumentos creíbles para mantener un bloqueo motivado por razones ideológicas.
El reloj político avanza de manera acelerada. Aislado en el concierto interhemisférico, Obama se acerca a la hora de la verdad respecto a Cuba. Pero aunque parecen tiempos de negociación y no de imposición, sería un error pensar que el jefe de la oficina oval pueda cambiar la esencia imperial, expansionista, del actual hegemón del sistema de dominación capitalista.

Gustavo Esteva: El tabú de la tribu

a etiqueta Estado fallido” es una noción vaga e inasible que Estados Unidos emplea para dar apariencia de legitimidad a sus injerencias en otros países. Pegarla sobre México revelaría la intención de intervenir en el país para rescatar a Calderón de su desastre.
La noción es espuria, pero no el hecho. Una larga gestión fallida ha producido un fracaso rotundo. Botones de muestra:
● Una quinta parte de los mexicanos ha tenido que emigrar.
● La desnutrición se extiende, junto al hambre absoluta y el número de pobres.
● La violencia caracteriza la vida cotidiana –con decapitados, fosas comunes y cadáveres colgados de puentes. La peor es la del Estado, que acumula muertos, heridos y desaparecidos. La Suprema Corte certifica formal y pomposamente las violaciones a leyes, garantías individuales y derechos humanos… así como la impunidad de quienes las cometen. Los ministros, bien forrados los bolsillos, contribuyen al desmantelamiento sistemático del estado de derecho y visten al despotismo con el manto de simulacros de tribunales.
● Tras el feminicidio, en Ciudad Juárez se entregaron funciones civiles al Ejército sin declarar el estado de excepción. Celebrar esta violación abierta de la ley sirve para acreditar tal política ante ciudadanos intimidados por la violencia y el uso arbitrario, general e insensato de la fuerza pública, que constituye ya la fuente principal de inseguridad.
● Mientras desaparecen los empleos, las formas autónomas de trabajo digno sufren persecución feroz.
● La representación ciudadana se rinde al juego de las mafias y los “poderes fácticos”…
● Los funcionarios electos, empezando por el Presidente, llegaron a sus posiciones en elecciones cuestionadas, basadas en la manipulación, la compra de votos y el fraude electoral, rasgos que también caracterizan la vida interna de los partidos.
● El fracaso generalizado del Estado incluye el del mercado, abandonado irresponsablemente a su propia dinámica, bajo el prejuicio interesado de su supuesta capacidad de autorregulación.
Aunque la situación en México es particularmente grave, estos fracasos son bastante generales y exigen preguntarse por el sistema mismo –no sólo por sus operadores o rasgos. En el mejor de los casos, el régimen democrático opera como una oligarquía benevolente y en el peor –Oaxaca, digamos– es el manto que cubre a una tiranía corrupta y sicopática.
En vez de ocuparse del fondo del asunto, empero, para hacer frente a la crisis profunda que apenas empieza, funcionarios y políticos de todo el espectro ideológico se aferran a esas instituciones fracasadas, como si fueran todavía tablas de salvación: sólo las próximas elecciones y el 2012 concentran su atención, sólo la lógica del poder por el poder.
“En el punto en que la democracia se afirma como tabú de la tribu empieza a negarse a sí misma, a instituirse como manera desnuda de dominio, como bruta sinrazón sin otro objeto que perpetuar el para tantos insoslayable estado de cosas… ¿No será ésta nuestra peculiar variante de fundamentalismo? ¿No se tiene a sí mismo por el único camino verdadero en vez de uno más entre los posibles o deseables? ¿No comparte con otros fundamentalismos análoga pretensión de verdad definitiva y conquista irrenunciable? ¿No le animan idénticas aspiraciones de universalidad y criminal celo expansivo? ¿No se adorna de una misma ceguera respecto a sí mismo? ¿No se estará creyendo en la Democracia bajo la misma ilusión con que se cree en el Corán o en el carácter divino del imperio?”
Archipiélago (núm.9) lanzó esta advertencia en plena transición española. Le pareció que el cinismo, la corrupción y el desarreglo de gobiernos y partidos, así como la continua inyección de miedo, miseria y frustración que aplican a sus súbditos exigían rehacer los fundamentos de las instituciones en que se ampara el presente estado de cosas, sin ceder al chantaje de la mentirosa dicotomía Democracia/Dictadura…
Los mexicanos lo sabemos bien. Probamos ya todo. No bastan reformas del sistema o recambio de dirigentes o partidos. El sistema mismo está podrido.
Encerrados en el cuarto de máquinas rodeado de policías, disputando interminablemente sobre el camino a tomar ante la tormenta perfecta, políticos y expertos no se dan cuenta que el barco en que vamos todos se hunde. Pero la gente, en cubierta, se ha dado cuenta y comienza a tomar medidas. Arman botes y balsas, en pequeños grupos, y se lanzan al agua.
Esta imagen, eficaz para describir lo que ocurre arriba y abajo, exige un complemento: las iniciativas que la gente está tomando, por mera supervivencia o porque sienten llegada la oportunidad de alcanzar antiguos ideales, necesitan articularse. Sólo así podrán llegar al archipiélago de la convivialidad y observar desde ahí cómo el barco termina de hundirse, con todos sus “dirigentes” adentro.
gustavoesteva@gmail.com
John M. Ackerman: El fin de los paraísos fiscales

i Felipe Calderón y Agustín Carstens realmente estuvieran preocupados por reactivar la economía nacional, utilizarían el acuerdo del G-20 del jueves pasado respecto de los paraísos fiscales para emprender una investigación masiva a escala global para enfrentar la evasión fiscal en México.
El diario londinense The Guardian estima que más de 11 trillones de dólares se encuentran depositados en países como Suiza, Leichtenstein, Andorra, Mónaco y una diversidad de islas del Caribe que ofrecen total “discreción” en el manejo de cuentas bancarias. Esto implica una pérdida de aproximadamente 250 mil millones de dólares de ingresos fiscales para los gobiernos del mundo.
Nadie sabe cuánto de este dinero pertenece a mexicanos y exactamente qué cantidad el gobierno mexicano deja de recaudar cada año por esta causa. Pero no hay duda de que la existencia de estos paraísos implica una fuerte sangría al erario.
Raúl Salinas de Gortari y Paulina Castañon tenían cuentas en Suiza que sumaban 105 millones de dólares. Personajes como Carlos Cabal Peniche, Roberto Hernández, Carlos Slim y El Chapo Guzmán no deben quedar muy atrás. Los bancos que operan en México cuentan con miles de empresas subsidiarias, muchas ubicadas en paraísos fiscales, donde fácilmente pueden canalizar importantes sumas de dinero con el propósito de evadir al fisco.
El banco HSBC tiene nada menos que 2 mil 8 filiales en el mundo, incluyendo empresas en Liechtenstein, las Bahamas y la isla de Jersey. La recuperación de una pequeña fracción de los impuestos evadidos por esta vía bastaría para dar un fuerte estímulo a la economía nacional en estos momentos de crisis. Los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra y Francia ya han dado inicio a una cruzada internacional para abrir las cuentas bancarias del mundo al escrutinio de sus autoridades hacendarias. Actualmente, el banco y casa de bolsa suizo UBS está bajo investigación del gobierno de Barack Obama porque supuestamente auxilió a miles de estadunidenses para evadir el pago de sus impuestos.
El gobierno estadunidense ha solicitado información a Suiza sobre las cuentas de casi 52 mil de sus ciudadanos. Ésta y otras investigaciones similares han preocupado tanto a los bancos suizos que sus directivos ya empiezan a cancelar sus viajes al extranjero para no arriesgarse a ser aprehendidos por fraude fiscal durante sus paseos.
El acuerdo de la más reciente reunión del G-20 en la materia obliga a todos los países del mundo a cumplir con estándares mínimos de transparencia financiera y a cooperar con investigaciones de las autoridades hacendarias extranjeras. Los países que se rebelen recibirán sanciones importantes. Los banqueros que no cumplan serán enjuiciados penalmente.
En anticipación a este acuerdo, durante las más recientes semanas muchos de los países señalados como paraísos fiscales han empezado a firmar convenios bilaterales con las superpotencias para transparentar sus cuentas bancarias.
México no puede permitirse el lujo de quedarse al margen de este proceso. Como miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, integrante del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y una de las economías más grandes del mundo, nuestro país cuenta con la presencia internacional para exigir que también tenga acceso a la información bancaria de los paraísos fiscales.
La ley mexicana ya obliga a las personas físicas y morales a pagar impuestos en México por las cuentas e inversiones que tengan en países con una carga tributaria reducida. El año pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ratificó la constitucionalidad de estas disposiciones al obligar a Cemex a regresar millones de pesos al fisco por este concepto. Lo único que falta es la voluntad política del gobierno de Felipe Calderón para hacer valer este tipo de disposiciones. Evidentemente, es poco probable que la actual administración federal se atreva a aprovechar la nueva coyuntura internacional para endilgar en las cuentas extranjeras de los mexicanos, ya que implicaría enfrentarse con los mismos empresarios y empresas que sostienen a Calderón en su cargo.
De todas formas, habría que exigir al gobierno federal que utilice todas las medidas a su alcance para gravar y repatriar los millones de dólares que se escapan al extranjero cada año. Los narcotraficantes no son los únicos que le apuestan al fracaso del Estado mexicano. También lo hacen los empresarios que esconden sus riquezas del fisco y así roban valiosos recursos públicos que nos pertenecen a todos lo mexicanos y podrían ser de gran utilidad para enfrentar la crisis económica actual.
http://www.johnackerman.blogspot.com
León Bendesky: Comprobando la realidad

ondres reunió la semana pasada a los líderes –aunque la expresión parece sobrevaluada– del llamado G-20, que intentaron comprobar lo que pasa en la realidad de la economía y la sociedad globales.
Los comunicados emitidos de la reunión londinense dejan ver que no es fácil para esos líderes escapar del pensamiento convencional que ha dominado el orden económico en las dos últimas décadas.
Una de las decisiones relevantes fue reforzar, mediante multimillonarios recursos, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a los bancos regionales de carácter mundial, como el Interamericano de Desarrollo. Pero hay quienes sostienen que las enormes estructuras burocráticas y los compromisos políticos no garantizan el flujo suficiente, oportuno y bien asignado de esos fondos para provocar la mejoría de las condiciones de la crisis económica.
Las medidas monetarias de los bancos centrales convergen hacia la reducción de las tasas de interés para tratar de impulsar el crédito y la demanda para inversión y consumo.
Los límites por ese camino son estrechos, las tasas ya no pueden bajar prácticamente más y las políticas de gestión del dinero y del crédito son cada vez más ineficaces. Aún no se elimina la posibilidad de una deflación, o bien, que la enorme deuda pública que se está acumulando lleve más adelante a un alto nivel de inflación en las economías más ricas. Ése es uno de los dilemas de la crisis.
El otro dilema es todavía más complejo. Hay una aceptación explícita, aunque no compartida por los gobiernos y los ideólogos más conservadores, de que se requiere de la intervención fiscal y el gasto público para frenar la fuerte recesión en curso y sustentar una eventual recuperación. Así se planteó en Londres. No obstante, la coordinación entre los gobiernos en este terreno es muy débil. La resistencia alemana y el protagonismo francés, así como la posición checa son claros ejemplos.
En la Unión Europea, la discrepancia al respecto es fuerte, y en muchos análisis de la situación política prevaleciente no se descarta por completo que puedan surgir conflictos que fracturen el pacto de integración en esa región.
A eso hay que añadir que puede resurgir el proteccionismo y sigue la parálisis de los acuerdos comerciales de Doha y esto puede llevar a un resurgimiento del nacionalismo y de fuertes fricciones sociales en Europa y otras zonas del mundo.
En Japón la recesión ha vuelto después de la década perdida de los años 1990. En India el crecimiento se ha frenado al igual que en China. Este país tiene ahora un problema financiero de grandes dimensiones. Sus enormes exportaciones a Estados Unidos en el último decenio y la política de mantener barato el yuan –su moneda– con respecto al dólar significó que acumularon miles de millones de dólares que están colocados en bonos del Tesoro de Estados Unidos que ahora tienen un rendimiento por debajo de la inflación.
Los chinos no pueden ahora hacer básicamente nada al respecto puesto que si se deshacen de esos bonos van a precipitar la devaluación del dólar y generar cuantiosísimas pérdidas financieras. Están atados por el cuello a las condiciones de la crisis y con un crecimiento menor de su economía, que puede provocar grandes presiones sociales en ese país y un mayor autoritarismo del gobierno.
En Londres tampoco hubo acuerdos explícitos y aplicables en torno de la necesaria reorganización del sector financiero en cuanto a sus operaciones, alcances y a su normatividad y regulación. Y éste es un asunto clave para recomponer las condiciones económicas a escala global y que no puede dejarse de lado. Las diferencias en este campo son muy grandes entre los gobiernos del G-20.
Entre tanto, en Estados Unidos la situación económica y financiera está aún lejos de estabilizarse siquiera. El desempleo sigue creciendo y se estima que aumentará en los meses que vienen; con ello tardará en recuperarse el gasto de consumo, parte muy relevante de la actividad económica y también la inversión.
La fragilidad bancaria y de otras instituciones de crédito no se ha resuelto y el gobierno seguirá interviniendo con recursos públicos. La otrora poderosa General Motors está al borde de la quiebra, las familias siguen viendo caer el precio de sus casas y muchos las pierden, a pesar de los programas gubernamentales de apoyo.
Las expectativas de que hacia el segundo semestre del año se llegaría a una relativa estabilidad que haría posible el inicio, aunque fuera de una débil recuperación en ese país, se han abandonando. El escenario es el de una recesión más profunda y larga que puede extenderse al 2010.
Las declaraciones del secretario de Hacienda Carstens sobre la participación de México en la reunión del G-20 no ofrece más que la aceptación prácticamente dócil de lo acordado en Londres. Este gobierno no tiene ninguna capacidad propositiva que exponga de manera clara la posición y las necesidades del país. Los recursos de la línea de crédito con la Reserva Federal y el FMI se usan para apoyar el tipo de cambio. Esto contrasta de modo muy notorio con la diplomacia económica de un gobierno como el de Brasil.
leon@jornada.com.mx
José María Pérez Gay/I: Un absurdo: el Estado fallido

a primera mención de un Estado fallido la hallé en un discurso de Madeleine Albright, secretaria de Estado del presidente Bill Clinton, que, en 1999, habla de estados fallidos y adelanta dos ejemplos conocidos: Somalia y Pakistán, carentes de un poder central y del dominio íntegro de su territorio y, al mismo tiempo, capaces de tolerar la privatización de la violencia. Madeleine Albright añadía “un grupo de estados africanos que nunca aprendieron nada sobre la soberanía en un sentido moderno –el incuestionable control militar sobre sus fronteras, una administración vigente en todo su territorio y la confianza de los ciudadanos en el Estado”.
Según Albright, al Estado fallido lo caracteriza sobre todo la pérdida del control del proceso de integración geográfica. Si los estados modernos surgen gracias a un proceso de integración, un Estado que ya no domina su territorio pierde una gran parte de la ayuda de su población, disminuye la recaudación de impuestos y ve cerrarse la llave de los principales ingresos. A veces, el poder central no garantiza formas confiables de los ingresos fiscales y entonces contrata agencias privadas, que retienen una parte de recaudación y el ejemplo es la Europa del siglo XVIII.
En New & Old Wars: organized violence in a global era (Nuevas y viejas guerras: la violencia organizada en la época de la globalización), Mary Kaldor señala: “En lugar de los obedientes secretarios del Partido Comunista de Uzbekistán o de la república de Ucrania, ahora surgen estados fallidos como la Federación de Yugoslavia, que después de muchos años de una guerra sangrienta desapareció del mapa, o, sin duda, los territorios dominados por los señores de la guerra africanos o asiáticos que hunden a sus países en el terror.
El Estado, indica Max Weber, detenta el monopolio de la violencia legítima y “además se preocupa siempre por la seguridad de sus miembros, la gobernabilidad de sus instituciones y su crecimiento económico y social”. Así, algunos estados fallan al rendirse a la privatización de la violencia y, por eso, aunque las rebeliones terminan con frecuencia en múltiples ocasiones en baños de sangre, los historiadores rehabilitan a los desheredados y les hacen justicia.
Los mercaderes de la violencia de nuestros días no son los habitantes del siglo XVI, ni mucho menos los miembros de las guerrillas clásicas de la década de 1960 del siglo XX. La privatización de la violencia no necesita del aval del Estado y por eso, en octubre de 2002, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, le indica a Hu Jintao, presidente de China: “No podemos darnos el lujo de otro Estado fallido como Afganistán”. De esta manera Annan se refiere al periodo durante el cual ese país era la guarida del terrorismo internacional.
Los estados fallidos, escribe Chomsky, son aquellos que carecen de capacidad o voluntad “para proteger a sus ciudadanos de la violencia y quizás incluso la destrucción” y “se consideran más allá del alcance del derecho nacional o internacional”. Y su grave “déficit democrático” priva a sus instituciones de auténtica sustancia.
El 18 de mayo de 2004, Mary Kaldor publica un mapa donde divide en dos categorías los estados al sur del Sahara. La primera abarca los estados que funcionan y son todavía gobernables. Entre ellos: la República de Sudáfrica, Botsuana y Nambia y Zimbabue. Al incluir también a Zimbabue, la cartografía de sus estados no fallidos, la señora Kaldor no es muy estricta. Robert Mugabe, el presidente de Zimbabue, emprende la privatización de la violencia “desde arriba” en Timor Oriental o en la Serbia de Slodovan Milosevic. Sus veteranos de guerra, la mayoría soldados niños, no mayores de 12 años, son asesinos implacables y se deleitan con la violencia de una manera no ejercida siquiera por la policía o el ejército. Ghana y Gabón –cuyo presidente desde 1967, El Hadj Omar Bongo Ondimba (antes se llamó Albert-Bernard Bongo), es el gobernante más longevo de África.
“En Somalia, Sudan, Burundi, Angola, Chad, Liberia, Sierra Leona, así como en la República de África Central o los dos Congos, el poder del Estado ha desaparecido –escribe Kaldor en 2004, y en esas sociedades no existe ningún derecho o ley; ningún ciudadano paga impuestos fiscales, ni cuenta con un sistema de salud, ni mucho menos con uno educativo. La seguridad de los habitantes de estos países dejó de existir desde hace mucho tiempo. Se trata de entidades caóticas e ingobernables”.
Si el fracaso de un Estado se prolonga durante largo tiempo –y además de un modo irreversible–, vale la pena preguntarse por las causas del desastre. En la mayoría de los casos el denominador común es la pobreza. En la Privatización de la política internacional (2006), Bernd Ludermann ve en las fragilidades de los estados fallidos la causa y, al mismo tiempo, la consecuencia de su miseria económica. “Hace más de cincuenta años sabíamos que en un Estado débil y en quiebra, el desarrollo económico no tiene la menor oportunidad”.
Liberia, el mayor de los estados fallidos, se aproxima a su desaparición: “En Liberia se constituyó el primer apartheid de África, y a lo largo de toda su historia la opresión, exclusión, represión, gobiernos dictatoriales, conflictos armados, revoluciones y magnicidios fueron moneda corriente”, escribe Mary Kaldor. Los señores de la guerra liberianos se dedicaron a financiar grupos armados para mantener el poder y la riqueza personal, profundizando así los conflictos, en lugar de establecerse como gobernantes en pos del bien común. Liberia es un país en la costa oeste de África ubicado junto a Sierra Leona y Costa de Marfil, y se ha visto inmerso en dos guerras civiles recientes (1989-1996) y (1999-2003) que han costado la vida a más de 200 mil personas, desplazando a cientos de miles de sus ciudadanos y devastando su economía. México no es, desde luego, Liberia. El Estado mexicano no es un estado fallido, tiene otra historia y ha sobrevivido a innumerables obstáculos que atentaron contra su propia existencia.

Hermann Bellinghausen: Atenco: venganza de Estado

elipe Álvarez Hernández, Héctor Galindo Gochicoa, Ignacio del Valle Medina. Tres nombres que, contra todo cálculo del poder, en vez de sepultarse bajo el olvido, cada día que pasa crecen y se graban más hondo en la conciencia colectiva, resistente pese a todo a la impúdica manipulación noticiera-telenovelera de gobiernos como el del estado de México. La brutalidad jurídica con que han sido tratados estos tres hombres no desmerece ante la brutalidad policiaca con la que fueron detenidos, ni la brutalidad mediática de las televisoras y la prensa desde antes de su aprehensión.
Hoy, cuando pasan tantas cosas feas y vergonzosas, ciuando hay grandes zonas del país en proceso agudo de descomposición social y la dictadura del consumo impone carretadas de “famosos” a modo de identidad colectiva con cero calorías, los tres presos a perpetuidad de Atenco son famosos en nuestros corazones, y mientras más permanezcan en prisión, más lo serán: su mera existencia desenmascara una miseria de México que en el extranjero llama poderosamente la atención.
En mayo de 2006, la sociedad permitió que los vejara el Estado, convertido en vengador vulgar y cínico, omiso de los mínimos derechos humanos. Las pambas, patizas, madrizas colectivas que practicaron las policías federal y mexiquense en las personas de los más de 200 detenidos pusieron en alto la “hombría” y eficacia de nuestras fuerzas del orden, que se comportaron como pandillas sin control y con permiso, como hordas montoneras protegidas, si no por la ley, por quienes la administran. Y así consumaron delitos tipificables en la legislación nacional e internacional, pero típicamente impunes.
Asesinaron niños, violaron (famosamente) mujeres y hombres, “desgüevaron” a líderes esposados y ya con el rostro reventado a puñetazos y toletazos, amenazaron de muerte a decenas de personas, realizaron actos de exhibicionismo patológico con las armas que el gobierno les dio y emplearon su miembro “viril” como otro instrumento de tortura. Al cabo, y qué.
El gobernador priísta Enrique Peña Nieto y sus jerarcas policiales y judiciales dieron una lección a los revoltosos (al gobierno federal panista, ya con sus pininos a cuestas contra los altermundistas en Guadalajara): “Así se hacen las cosas, y salen bien”. Y las encuestas (oh-sí-populares) siguen premiando al gobernador de marras. Tal vez eso sea lo más alarmante del caso Atenco.
Castigando a escala estratosférica a los líderes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, a su abogado Héctor Galindo como “autor intelectual” y a los 13 últimos chivos expiatorios que tienen en común ser originarios del lugar de los hechos, el Estado usa las policías, los tribunales y las cárceles como instrumentos de venganza y escarmiento contra ciudadanos que se atrevieron a desafiarlo, no con intenciones criminales, sino por defender sus fertilísimas tierras de ser cubiertas bajo la plancha kilométrica de un aeropuerto que pudo ser el más grande de América Latina. Y eso calienta: pregúntenles si no a los Fox, los Bribiesca, los Montiel, los Peña Nieto y sus socios.
Los tres de Atenco coinciden en el horrendo penal del Altiplano con Jacobo Silva Nogales, a quien las autoridades no pudieron colgarle 67 ni más de 100 años de condena, pero sí le han hecho un infierno (calculadamente) su estadía en las instalaciones federales de alta seguridad, donde lleva más de una década. Ya debía estar libre, pero la justicia mexicana se las arregla para prolongar su cautiverio y el de Gloria Arenas Agis, en Chiconautla, confirmando su vengativa parcialidad. La tortura intracarcelaria contra Silva Nogales ha sido salvaje: 23 horas al día sin salir ni moverse; aislamiento absoluto; humillación continua de carceleros y autoridades; la prohibición formal (oficio mediante) de que pinte (que es su actividad más saludable), lea, duerma o coma dignamente.
Los “delitos” que purgan los dirigentes de Atenco (como esa aberración jurídica, aprobada por el Congreso, del “secuestro equiparado”) ni siquiera hay evidencia de que los hayan cometido Felipe Álvarez, Ignacio del Valle ni Héctor Galindo. Pero, como bien enseñan los sherifes allá del norte con el caso del líder lakota Leonard Peltier, “alguien tiene que pagar”. La justicia mexicana se exhibe así como revanchista, y solapa un rosario de ilegalidades y crímenes que forman parte del modus operandi del Estado.
Mientras estos prisioneros políticos sigan tras las rejas, torturados y condenados con saña (esa medida de la “justicia” neoliberal), y los traten peor que a los narcos y secuestradores con quienes se les “equipara”, los mexicanos seguiremos muy avergonzados de los actuales gobernantes, los futuros candidatos y los tribunales de justicia.

Lydia Cacho

Plan B

Elba Esther en la SEP
Algún día sabremos con claridad si la salida de Josefina Vázquez Mota de la SEP fue una petición de Felipe Calderón, para que con sus habilidades de mediadora logre crear una bancada panista sólida y efectiva. Hasta ahora es sólo especulación. Lo que debe preocuparnos es quién quedará en su lugar. Las candidaturas son problemas de los partidos, la SEP en cambio nos debe preocupar a toda la sociedad.
Sabemos que desde las elecciones el Presidente quedó endeudado con Elba Esther Gordillo, y estar en deuda con esta mafiosa sindical, significa hacer sacrificios a nombre de la política, pero que en realidad acaba pagando la sociedad.
Josefina ha tenido dos enemigos que intentaron destruirla, sobajarla y desacreditarla, el primero fue Juan Camilo Mouriño, la segunda es la líder sindical que se niega a que se consoliden los planes del equipo cercano de Vázquez Mota en la SEP para erradicar la corrupción en la venta de plazas, para lograr la calificación efectiva de maestros y maestras, para erradicar la corrupción en el sistema educativo.
Mientras Calderón hacía sus enroques con el PAN, Elba Esther movió sus piezas en el tablero para seguir ganando espacios de incidencia; para tomar la SEP.
Sin embargo, la multimillonaria lideresa no es el único peligro para la educación en México, su contraparte son los grupos ultraconservadores del PAN que se han opuesto sistemáticamente a los planes del equipo de la ex secretaria, para asegurar la educación sexual en escuelas, para hablar de violencia en el noviazgo y pederastia en el magisterio y en las primaras; para implementar modelos de educación primaria para la paz.
Se mencionó a Juan Carlos Romero Hicks, ex gobernador de Guanajuato, como sucesor. Es un conservador vinculado a la derecha yunquista que se ha opuesto a reconocer los derechos de las mujeres, la educación laica y a fustigar la educación sexual.
Quede quien quede, Calderón no debería elegir ni a uno de sus amigos sin capacidad estratégica contra Gordillo, ni a un conservador intolerante. Sería un retroceso imperdonable. Además si Tuirán y Székely también salen, se derribarán los logros alcanzados.
Debilitar a la SEP en este momento histórico resulta absurdo y contraproducente; puede significar que los peones de Gordillo se meterán aún más al tejido operativo de la SEP. O que, además, la ultraderecha revertirá el camino andado.
Elba Esther sabe que recuperar el control estratégico de la SEP es afianzar su poder electoral, manipular los votos del magisterio no es cosa menor. Para ello necesita evitar la modernización de la educación y asegurar la corrupción. De cualquier manera, la maestra ya ganó la primera batalla: la desestabilización de la SEP es un golpe para la sociedad mexicana y un logro para las mafias que la controlan. Gana el PAN y perdemos las y los mexicanos. Qué vergüenza.
www.lydiacacho.net



Ricardo Raphael

El “Acting Out” de Josefina

“La decisión de Josefina Vázquez Mota requiere de mucho valor,” declaró el presidente Felipe Calderón, al tiempo en que a la ex secretaria de Educación le temblaban las extremidades inferiores.
“Las próximas semanas, meses y años serán cruciales para México,” continuó el jefe del Ejecutivo ya consciente —frente a todo un auditorio— que aquella mujer no podía seguir sosteniéndose en pié.
Rodolfo Tuirán, subsecretario de Educación Superior, fue rápido para reaccionar. Ofreció una silla. Ella no la rechazó: “También puedo oírlo sentada, señor Presidente,” aseguró mientras dejaba caer todo su peso sobre ese mágico asidero. “Eh … muy bien, sí … porque así no es posible, muy bien,” respondió forzado pero sonriente el aludido.
En las neurosis de la vida cotidiana pocas veces hay casualidades. Lo mismo sucede en lo privado que en lo público, y ese acto protocolario que ocurriera el viernes pasado en un lustroso salón de la residencia presidencial no fue la excepción.
“También puedo oírlo sentada, señor Presidente.” “En una curúl”, le faltó completar a Vázquez Mota. “Sí, porque así, (al frente de la Secretaría de Educación), no es posible”, hubiese entonces respondido el jefe del Ejecutivo mexicano.
¿Por qué a una mujer tan segura de sí misma —tan resuelta en otros momentos, aún más complicados que el acontecido— sufrió esa inoportuna traición de su cuerpo? Entre los seres humanos no hay verdadera separación que pueda trazarse; el cerebro y las extremidades son una y la misma cosa.
Quizá en ese momento pasaron por la mente de la ex secretaria las notas que varios de sus consejeros y otros especialistas en la cuestión educativa le hicieron llegar advirtiendo la equivocación que significaría abandonar la política bajo su responsabilidad.
Con ellos y también con Vázquez Mota, hoy muchos nos preguntamos: ¿quién será, de ahora en adelante, capaz de contener la ambición desmedida de la líder magisterial, Elba Esther Gordillo Morales?
También pudo haber surcado en ese instante por sus reflexiones otra preocupación: ¿la habrá removido Calderón de su cargo para apartarla del camino que lleva a la Presidencia de la República? No es lo mismo aspirar a una eventual candidatura por su partido desde una secretaría de Estado, que hacerlo a partir de una diputación.
Aún si Vázquez Mota llegara a convertirse en líder de su fracción parlamentaria —asunto que aún no tiene visos de certidumbre— no hay antecedente en la historia moderna de nuestro país donde un diputado haya satisfecho desde esa posición el deseo más grande de todo político mexicano.
Las dudas continúan: ¿tan poderosa es en nuestras tierras la señora Gordillo que el Presidente no pudo evitar el sacrificio de quien, en otros tiempos muy difíciles, no dudó en ofrecerle toda su lealtad?
Con tan abultadas interrogantes horadando en su conciencia pueden comprenderse mejor las razones de la temblorina. Ocurrió lo que en lengua inglesa llaman Acting Out. La representación ante la mirada externa de aquello que provoca sufrimientos íntimos. Dicen que la exhibición pública de los secretos propios suele ayudar a la administración de las angustias más filosas.
Sólo un gesto, un mínimo gesto —aunque fuera involuntariamente teatral— para manifestar su desacuerdo. Para hacer patente y sincero lo que no puede ser expresado de otra manera. Más vale un ridículo que dure diez segundos que semanas, meses y años de guardar secreto. El Presidente no podrá reclamarle por ese Acting Out, ni ella será plenamente responsable por lo sucedido.
Con todo, la experiencia de Josefina Vázquez Mota al frente de la SEP habría de revisarse con lupa. A esa mujer respetada por su honorabilidad y mesura, desde el principio se le entregó una misión imposible. Gobernar una institución secuestrada por la mafia más corrupta y desvergonzada del sistema político mexicano que ha contado con todo el respaldo y legitimación del Presidente.
Ella cometió, en 2006, el más grave de los errores que haya experimentado en su carrera política: creyó que con su voluntad e inteligencia bastaba para transparentar la relación entre el Estado y el SNTE.
De toda evidencia, a esta política mexicana la usaron y ahora le ofrecen una honrosa fuga hacia delante. No será fácil asimilar esta trágica experiencia. No lo será para ella, ni para el resto de nosotros que andamos alarmados por el estado que guarda la educación pública mexicana.
Analista político


Horizonte político
José A. Crespo
Pecados electorales
Aunque los clérigos pueden ya ejercer su voto, están legalmente impedidos de ocupar cargos de elección popular, lo que los hace ciudadanos de segunda.
En estos días de guardar no está por demás reflexionar sobre esos que la Iglesia católica considera “pecados electorales”. Es parte de la injerencia de la jerarquía católica en la actividad política, algo muy difícil de evitar aun en una República laica como la nuestra, dado el carácter de Iglesia de Estado que tuvo desde el siglo IV, cuando le dio rango de tal el emperador Constantino de la Cruz (a cambio de lo cual le exigió a la Iglesia nombrarlo el “décimo tercer apóstol de Cristo”). La Iglesia siempre ha insistido en emitir su opinión sobre asuntos seculares, para guiar la acción temporal de sus feligreses. Eso, en sí mismo, no me parece ilícito. Pero, dada la historia de tensiones y sangre que ha habido en México entre el Estado laico y la Iglesia católica, se ha considerado mejor que ésta no participe directamente en asuntos políticos, por la gran influencia que todavía ejerce sobre amplios segmentos sociales. En materia electoral, tal injerencia puede ser un factor de inequidad, aunque, sin duda, no el único, pues todos meten su cuchara (lícita o ilícitamente, que para eso vivimos en el país de la impunidad). Aun hoy, aunque los clérigos pueden ya ejercer su voto, están legalmente impedidos de ocupar cargos de elección popular, lo que los convierte en ciudadanos de segunda. Algo discutible en términos democráticos, sin duda. Pero las cosas no surgen por casualidad: hay razones históricas para ello, que por lo visto siguen siendo vigentes (irónicamente, Benito Juárez intentó reformar la Constitución para permitir a los clérigos ocupar cargos de elección popular, pero el Congreso lo rechazó).
Por eso mismo, la legislación electoral ha ratificado la prohibición de que los religiosos se pronuncien públicamente sobre partidos y candidatos. Claro que eso nunca ha sido un impedimento real para que los clérigos se pronuncien a favor o en contra de ciertos partidos, aunque lo hagan de manera indirecta (“no voten por los partidos que apoyen tal o cual tema”). El Cofipe estipula, en su artículo 353: “Constituyen infracciones al presente Código de los ministros de culto, asociaciones, iglesias o agrupaciones de cualquier religión: La inducción a la abstención, a votar por un candidato o partido político, o a no hacerlo por cualquier de ellos, en los lugares destinados al culto, en locales de uso público o en los medios de comunicación”. Pero el IFE, según el artículo 355 del Código, no puede establecer sanciones a dicha infracción, sino solamente “informar a la Secretaría de Gobernación para los efectos legales conducentes”. Es decir, ninguno.
Incluso, y para dar mayor fuerza a sus posturas, desde hace algunos años la jerarquía católica mexicana ha desarrollado una especie de “decálogo electoral”, una suerte de “tabla mosaica” que estipula lo que no debe hacerse en la jornada electoral, so pena de incurrir en un pecado (aunque nunca me ha quedado claro si es venial, mortal o sacrilegio). Me cuesta imaginar a Moisés o a Jesucristo preocupados por el sentido del voto de sus fieles y seguidores, cuando ni siquiera había democracia en su sociedad. Pero no podrá decirse que la Iglesia no se adapta a los cambios sociales (bueno, no a muchos). Como sea, los principales preceptos de dicho decálogo electoral son, palabras más o menos:
A) “No te abstendrás de votar”. Hay que ir a las urnas y participar electoralmente, como quien va a misa.
B) “No votarás por un partido o candidato que proponga iniciativas o ideas que vayan contra la doctrina y los preceptos de la Iglesia católica”. En tal categoría están aquellos partidos que proponen, por ejemplo, la despenalización del aborto, las sociedades de convivencia homosexual, la eutanasia, la liberalización de las drogas y otros anatemas. En alguna de tales propuestas incurren el PRD, el PT, el PC y el PSD. Con lo cual, la Iglesia deja ya pocas opciones a sus feligreses.
C) Recientemente se incluyó otra prohibición al índice de pecados electorales: “No votarás por cualquier partido que retrase o se oponga a la aprobación de las iniciativas que buscan combatir y perseguir a los cárteles de la droga”. Evidentemente, este último edicto tenía dedicatoria: el PRI, según el PAN, porque había retrasado la aprobación de la iniciativa enviada por Felipe Calderón para mejor combatir al crimen organizado. Había razones para ello: se buscaba evitar el abuso del poder y la violación de garantías individuales en que se podía incurrir a partir de la iniciativa del Ejecutivo. Lo cual no creo que preocupe demasiado a los prelados católicos (aunque sí a muchos sacerdotes que se toman en serio el Evangelio). Por otro lado, la Iglesia se ha opuesto a la pena de muerte, de lo cual puede inferirse que, quienes voten por el Partido Verde, promotor de dicha pena (en contrasentido con lo que, se supone, es su ideario esencial), también incurrirán en un pecado electoral.
Entonces, a los católicos que no quieran cometer pecado ni contravenir la voluntad del Cielo en materia electoral (de gran trascendencia espiritual, sin duda), quedarían tres opciones electorales; 1) votar por el PAN; 2) votar por el PANAL; 3) concurrir a las urnas, pero anular el voto. En este último caso no se incurriría en el pecado de abstención, pero tampoco en el de votar por algún partido que promueva posiciones distintas de las de la Iglesia, por la sencilla razón de que no se estaría sufragando por ningún partido en absoluto. Eso, desde luego, en tanto la Iglesia no incluya en su decálogo electoral el mandamiento: “No anularás tu voto”, lo que no extrañaría, dado que la diferencia entre la nulidad del voto y la abstención es sutil. Por lo cual, es de suponer que millones de mexicanos, católicos o no, incurrirán en alguno de estos pecados, pero esperemos que sean susceptibles de ser perdonados mediante la penitencia correspondiente.


Leonardo Curzio

Campañas celestiales


La indignación de los priístas demuestra que los dardos envenenados de Germán Martínez les han costado varios puntos en las encuestas y cuando pretendían pasar la aduana electoral como respetables hombres de Estado, el rijoso dirigente panista les ha recordado su pasado de contrabandistas y las múltiples trapacerías que salpican su biografía institucional.
Por supuesto que algo así calienta y no sorprende que los priístas, reconfortados por el IFE, pidan ahora no volver al estilo de las campañas negras. En este contexto resurge la pregunta tantas veces formulada: ¿cómo debe ser una campaña, agresiva o propositiva?
Es probable que las campañas de los ángeles para ganar el afecto de Dios sigan un modelo deliberativo puro y los argumentos sean consignados objetivamente y de la misma manera en que se mide la superficie de un terreno, se determina quién de ellos es el mejor.
Si tuviesen sustancia humana es probable que los ángeles, además de hechos involucren emociones para manipular los estados de ánimo al Creador. No sabemos cómo se discute en el cielo, pero sí sabemos cómo se hacen campañas aquí y no es cosa que entusiasme, pero las campañas de contraste funcionan. La pregunta es ¿por qué?
La democracia deliberativa es un ideal que supone ciudadanos libres, bien informados, quienes escuchan imparcialmente las propuestas de los distintos aspirantes y finalmente adoptan una decisión. El modelo deliberativo se basa en una superioridad intelectual y ética, pero su debilidad práctica estriba en que concede al ciudadano atributos que raramente se dan en la realidad.
Los ciudadanos tienen, de entrada, una carga valorativa o sesgo ideológico; tienen en general una información fragmentaria sobre la agenda legislativa y una limitada capacidad de conocer a todos los actores y sus biografías. Los ciudadanos se mueven, en una proporción importante, por estados de ánimo o impresiones generales, por eso las campañas negras pueden ser tremendamente eficaces. El modelo deliberativo tiene un doble valor: el racional y el ético.
Es en abstracto mejor elegir con la guía de argumentos racionales de la misma manera como se discute en los congresos de científicos. Lo importante son los hechos y no quién los diga o por qué los diga.
Sin embargo, el debate político no puede prescindir de la personalidad del emisor. En el campo electoral pesa más la personalidad de quien emite un juicio, que el propio juicio.
Un discurso sobre libertad sindical pronunciado por Romero Deschamps no puede prescindir de Romero Deschamps y discutir sus argumentos como si quien los emitiera fuese Néstor de Buen.
La descalificación del personaje adquiere, mal que nos pese, una razón de ser. No puedo, por supuesto, festinar el que se hagan campañas de lodo, pero tampoco puedo negar que funcionan. Es probable que la acusación de Germán Martínez no tenga fundamento, pero interpela a una franja de la población predispuesta a conceder verosimilitud a esta acusación. El PRI ha sido un partido que cobija corruptos y que ha postulado (en Baja California, por ejemplo) a personajes con una trayectoria cuando menos dudosa.
Las campañas negras son eficaces cuando el personaje que es objeto del ataque tiene un pasado que lo inculpa. La democracia electoral propende a campañas de contraste, algunas de ellas tremendamente agresivas, que no apelan a ciudadanos impecables, que cual sinodales de un examen de grado escuchan la argumentación de los examinados para después calificar, sino a ciudadanos cargados de filias y fobias.
Analista político

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