Entrevista al escritor David Bacon, autor de The Right to Stay Home [El derecho a permanecer en el país propio]
Truthout
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
The Right to Stay Home. Noam
Chomsky articula de modo sucinto la importancia del nuevo libro de
David Bacon sobre la migración mexicana (y centroamericana) hacia
EE.UU. a fin de sobrevivir económicamente: “Combinando evocativas
narraciones personales con un penetrante análisis geopolítico, este
convincente ensayo revela vívidamente los efectos devastadores sobre
México de la guerra de clases global de las últimas décadas y su
impacto sobre EE.UU. Tal vez la demanda más impactante de las víctimas
es “el derecho a no emigrar, el derecho a vivir con dignidad y
esperanza, amargamente atacado bajo la versión neoliberal de la
globalización”.
Truthout habló con David Bacon, autor de The Right to Stay Home [El
derecho a permanecer en el país propio], sobre qué parte de la
migración mexicana a EE.UU. tiene lugar como espantosa reacción ante
explotadoras estrategias económicas y de nación-Estado.
Mark
Karlin: Cuando las personas se convierten en peones de ajedrez en vez
de ser consideradas como seres humanos, a menudo pierden su “derecho a
permanecer en su país”, argumenta. En vista de las masivas fuerzas
gubernamentales, corporativas y del comercio global que crean horrendas
circunstancias económicas en México y Centroamérica –particularmente en
las poblaciones indígenas– ¿dónde comienza la resistencia como dice
usted en su último capítulo?
David Bacon:
Comienza en las comunidades locales de los propios migrantes. El libro
describe una de las organizaciones más importantes que llaman a la
resistencia y al derecho de permanecer en casa, el Frente Binacional de
Organizaciones Indígenas. Logró que el primer gobernador de Oaxaca, que
no es del PRI (partido político dominante), asumiera un compromiso por
el desarrollo que ofrecía a la gente una cierta alternativa a la
migración forzada. Pero esta demanda también es planteada por
organizaciones de migrantes, especialmente de migrantes indígenas, en
toda Latinoamérica, en las Filipinas, y ahora la oiremos en la reunión
alternativa Agenda Popular Global sobre Migración que tendrá lugar el
próximo mes en Nueva York durante el diálogo a alto nivel de las
Naciones Unidas sobre la migración.
Usted es
magistral e infatigable en el detalle de cómo diversas políticas
económicas neoliberales han devastado en particular a los pobres en
México que dependían de una existencia de subsistencia agraria. ¿Cómo
afectó el NAFTA a las economías rurales indígenas empobrecidas pero
sustentables, imponiendo esfuerzos para migrar a EE.UU.?
El NAFTA permitió el dumping
a bajos precios de maíz, carne y otros productos agrícolas en México
por inmensas corporaciones cuyos costes en EE.UU. son subvencionados
por la ley agrícola de EE.UU. Lo hicieron para apoderarse del mercado y
actualmente una compañía, por ejemplo Smithfield Foods, vende un 25% de
todo el cerdo en México. Eso hace que sea muy difícil para los
agricultores mexicanos tener cultivos o criar animales y venderlos a un
precio que compense el coste de su producción. Cuando no pudieron
sobrevivir como agricultores, tuvieron que irse de su país en busca de
trabajo.
Usted detalla que el programa de
trabajadores temporales, conocido ahora como visas H2A y H2B (para
continuar en la propuesta “reforma” de la inmigración en otra guisa
(antiguamente el programa bracero en gran escala) explota derechos
humanos básicos y formaliza la utilización de trabajadores con salarios
de miseria desde México. Yo supe que esa característica continua de la
“reforma de la inmigración” era mala cuando George W. Bush la apoyó
plenamente. Hablé un poco de las injusticias de los diversos programas
de trabajadores temporales y a quiénes ha beneficiado.
Existen
actualmente programas de visa de trabajo para trabajadores agrícolas
(H2A), trabajadores no-agrícolas menos cualificados (H2B) y
trabajadores altamente cualificados como enfermeras, maestros y
trabajadores de alta tecnología (H1B). Todas estas visas requieren que
alguien trabaje para quedarse, por lo tanto la pérdida de un puesto de
trabajo significa que hay que irse del país. Y todos se basan en que
los empleadores recluten trabajadores en otros países.
A
los empleadores les gustan estos programas porque les permiten
contratar trabajadores a bajos salarios, más bajos de lo que tendrían
que pagar si contrataran a personas que ya viven en EE.UU., sean
ciudadanos o inmigrantes. Y al pagar bajos salarios y mantener la
inseguridad de sus empleos, también los colocan en competencia con los
trabajadores que ya están presentes. Para los trabajadores temporales
hay una larga historia de abuso de los empleadores, incluso en el
engaño de los términos que prometen a los trabajadores cuando los
contratan y al no pagarles salarios legales o suministrar las
condiciones legalmente requeridas. El Centro Legal de Pobreza del Sur
los califica de próximos a la esclavitud.
¿Cómo
explotan a los trabajadores dentro de México las industrias de
extracción agrícola y de procesamiento de alimentos y además contaminan
las tierras indígenas (ejidos), haciendo más difícil ejercer el derecho
de permanecer en el país?
El libro comienza con
uno de los mayores ejemplos, el inmenso complejo de granjas porcinas en
el Valle Perote construido por Smithfield Foods. Los desechos del
millón de animales criados cada año hacen que el valle sea casi
inhabitable por el hedor, las moscas, la contaminación del agua potable
y las enfermedades. Muchos residentes creen que la gripe porcina de
hace pocos años comenzó por la inmensa concentración de cerdos. Grandes
compañías mineras canadienses, también descritas en el libro, han
tenido un impacto igualmente devastador sobre el medioambiente en otras
comunidades indígenas rurales. La contaminación en sí es un factor que
impulsa a la gente a partir. Pero la manera en que se ha reformado la
economía con el fin de “dar la bienvenida” a compañías extranjeras
mediante la violación de los derechos a la tierra, el pago de salarios
bajos y la lucha contra los sindicatos ha profundizado la pobreza y ha
desplazado a mucha gente.
Comenzando por el
corrupto presidente mexicanos Carlos Salinas durante la presidencia de
George Herbert Walker Bush, justo antes de la ratificación del NAFTA
bajo Clinton, México comenzó a moverse hacia su participación en la
fuerza arrolladora neoliberal global. Defino el neoliberalismo como la
creación de un mundo formado por cuatro grupos de gente: consumidores,
trabajadores de bajos salarios, los ultra ricos y los descartables. Los
descritos en su libro parecen caer en la segunda y la cuarta
categorías, ¿es así?
Se desplaza a la gente en
México y el libro describe este proceso, luego se convierte en
migrantes. Tienen que trabajar y la pobreza de sus familias los obliga
a aceptar bajos salarios, en México como en EE.UU. El libro luego
describe la forma en que la ley inmigratoria de EE.UU. se utiliza
contra ellos. En muchos casos, como en la campaña sindical en
Smithfield Foods en Tarheel, Carolina del Norte, cuando los inmigrantes
hicieron causa común con los trabajadores locales y trataron de
organizar sindicatos o protestar contra los malos salarios y las
condiciones, los empleadores los despidieron con la cooperación, y a
veces por orden, del gobierno de EE.UU. Por lo tanto así se convierten
en descartables, por lo menos para sus empleadores.
No puedo dejar de pensar al leer The Right to Stay Home y el último libro suyo que reseñamos, Illegal People,
la forma en que la esclavitud trató a los seres humanos como
mercancías, y aunque ya no existe la propiedad de personas, de algunas
manera sigue existiendo mediante el control estratégicamente
planificado de las circunstancias económicas de los que carecen de
poder.
Sí, Illegal People, y ahora The Right to Stay Home,
describen el desarrollo de la idea de ilegalidad, cómo llegamos a la
idea de que un ser humano puede ser “ilegal”. Las raíces se encuentran
evidentemente en la esclavitud, porque el estatus de esclavo, la
propiedad de otra persona, hace que el esclavo sea ilegal, la forma más
terrible y brutal de ilegalidad. Pero después de que se aboliera
formalmente la esclavitud esas mismas ideas de desigualdad e ilegalidad
se aplicaron a otros, chinos, japoneses, filipinos y mexicanos. La ley
de inmigración se ha convertido en una forma importante de imponer el
estatus de ilegalidad a las personas.
¿No va a
la par la dependencia económica de EE.UU. de la mano de obra mexicana
de bajos salarios con el movimiento antisindical en EE.UU.?
Los
empleadores quieren pagar bajos salarios y buscan los instrumentos que
mantengan la vulnerabilidad de los trabajadores y los obliguen a
aceptar esas condiciones. El desplazamiento de mexicanos por reformas y
acuerdos comerciales produce una inmensa cantidad de personas que no
tienen otra alternativa que la migración, y entonces tienen que aceptar
el trabajo bajo cualesquiera términos que ofrezca un empleador. Hay
tantos migrantes de México que la agricultura, las plantas procesadoras
de carne y otras industrias dependen de esos trabajadores y los
empleadores obtienen altos beneficios por los bajos salarios que pagan.
Cuando esos trabajadores organizan sindicatos para aumentar sus
salarios, los empleadores combaten esos esfuerzos por el simple deseo
de mantener los altos beneficios y controlar su fuerza de trabajo. La
política antisindical es utilizada por los empleadores contra los
trabajadores en general, no solo los inmigrantes, y parte de esa
política es el esfuerzo para mantener a los inmigrantes y a los que ya
se encuentran aquí inseguros y opuestos los unos a los otros. El libro
describe este proceso, pero también describe algunas de las ocasiones
en las cuales la gente ha logrado resistirse con éxito.
En
vista del impacto financiero de los miles de millones de dólares
enviados a familias mexicanas por parientes que trabajan en puestos
inseguros y de baja paga en EE.UU., ¿no tiene un incentivo el Gobierno
mexicano para no mejorar la economía para los pobres?
Sí,
lo tiene. Y más que eso, utiliza las transferencias de dinero enviadas
a casa para compensar los recortes en el presupuesto de servicios
sociales a fin de hacer pagos de la deuda, que van en su abrumadora
mayoría a bancos estadounidenses. Se podría decir que las remesas de
dinero también subvencionan indirectamente a los bancos de EE.UU. Es
una política de exportación de mano de obra, y otros países también lo
hacen.
No parece que Obama haya mejorado la
probabilidad del “derecho a permanecer en el país propio” en términos
de crear puestos de trabajo con salarios que permitan vivir; su papel
al hacer que los mexicanos vuelvan a casa ha sido el de
deportador-en-jefe, y está batiendo récords en las medidas contra los
migrantes indocumentados. En vista de que Obama es un propugnador del
neoliberalismo, ¿existen muchas esperanzas de que haga algo para
devolver dignidad y viabilidad económica al suministro de un incentivo
económico para que los migrantes permanezcan en sus comunidades?
Pienso
que el impulso para hacer eso tendrá que provenir de la propia gente.
Obama es partidario de acuerdos comerciales y ha negociado varios
durante su Gobierno. Es una política bipartidista. Por lo tanto para
cambiarla, necesitamos un movimiento popular lo bastante fuerte para
imponer otras prioridades como renegociar o simplemente eliminar el
NAFTA. El hecho de que el Gobierno deporte a 400.000 personas al año,
despida a miles de sus puestos de trabajo y luego negocie acuerdos
comerciales que desplazan a las personas, las obliga a migrar, no tiene
sentido a menos que se trate deliberadamente de producir una inmensa
cantidad de trabajadores muy vulnerables, de bajos salarios. Es una
política inhumana, brutal.
¿Son la política y el
“debate” político de EE.UU. sobre los trabajadores indocumentados
representativos de una mayor injusticia: la explotación de trabajadores
migrantes a escala global?
The Right to Stay Home
se refiere a México y a EE.UU. no porque los dos países sean
excepcionales, sino porque al estudiarlos de cerca podemos comprender
un proceso que tiene lugar en todo el mundo. Hay más de 213 millones de
personas que viven en países en los que no nacieron, 58 millones más
que hace 20 años. Aunque unos 45 millones viven en EE.UU., se puede ver
que se trata de algo que ocurre a escala global. Por lo tanto las
fuerzas que lo impulsan son globales, y desgraciadamente los tipos de
políticas impulsadas en el debate estadounidense –especialmente la
criminalización y los programas de trabajadores temporales– también se
han convertido en globales.
David Bacon es escritor y
periodista gráfico en Oakland y Berkeley, California. Editor asociado
de Pacific News Service escribe en TruthOut, The Nation, The American Prospect, The Progressive y San Francisco Chronicle. ss autor de los libros The Children of NAFTA, Communities Without Borders e Illegal People, entre otros.
Mark
Karlin es editor de BuzzFlash en Truthout. Trabajó de redactor y editor
de BuzzFlash durante diez años antes de unirse a Truthout en 2010.
BuzzFlash ha obtenido cuatro Project Censored Awards.
rCR
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