Escrito por Jenaro Villamil
El martes 24 de septiembre, cuando el
gobernador Eruviel Avila rendía su segundo “Teleinforme” de gobierno,
en un set televisivo, en formato de reality, ignorando a la clase política y obligando a los alumnos de primaria y secundaria a observar el evento a las 20 horas, en las redes sociales el apoyo de su administración a Laura Bozzo, la polémica conductora de talk shows de Televisa, ya se había convertido en un escándalo.
El apoyo del gobierno mexiquense a Bozzo parecería una especie de “intercambio en especie”: le pusieron a su disposición uno de los 4 helicópteros del Rescate Aéreo Relámpago
mexiquenses durante dos días para que pudiera hacer los telemontajes
que acostumbra con la desgracia ajena, al tiempo que los responsables
de imagen de Eruviel Avila le copiaron el estilo a la conductora
peruana para producir un show montado para que el político luciera como si fuera una especie de televangelista.
El
escándalo de Laura Bozzo y las fórmulas de Eruviel Ávila para
comunicarse con sus gobernados exhiben el rostro de dos telemontajes
que, a su manera, se convierten en telementiras.
En el caso de Eruviel Ávila se trata
del maquillaje de consenso y de popularidad a través de recursos
telegénicos que pueden ser muy útiles para educar o para difundir la
cultura, pero que en el Estado de México se han usado desde la época de
Arturo Montiel y especialmente con Enrique Peña Nieto y con Eruviel
Ávila para un grosero culto a la personalidad del gobernante a costa
del erario.
En el caso de Laura Bozzo, el montaje
de la falsa “rescatista” ha sido más escandoloso. La reportera Marcela
Turatti y el fotógrafo Eduardo Miranda, ambos de Proceso, documentaron
que el viaje de la conductora peruana a la comunidad de Coyuca de
Benítez fue un show a costa de la ayuda de emergencia que necesitaban
los pobladores. Ellos señalaron que uno de los helicópteros “Relámpago”
del Estado de México trasladó a la señora disfrazada de rojo y dejaron
suspendido el envío de víveres.
El propio alcalde de Coyuca de Benítez,
Ramiro Avila Morales, denunció en su cuenta personal de Facebook que el
helicóptero “Relámpago” y Laura Bozzo se negaron a transportar víveres en la aeronave para llevarlos a las personas que lo necesitan.
Por haber registrado este hecho periodístico en su programa de MVS Radio, Carmen Aristegui fue objeto de un stand up de
Laura Bozzo, el miércoles 25 pasado, en la transmisión de su programa
en Canal 2 de Televisa. La peruana utilizó todos sus recursos de
mentira y de chantaje para atacar a Aristegui por “mentir” y la retó a ir a Coyuca de Benítez o al territorio de Televisa para ver quién realmente ayudaba a los damnificados.
En paralelo, en Twitter el repudio de
las audiencias a Bozzo se incrementó. La frase #LauraBozzoFueraDeMexico
fue el Trending Topic de toda una jornada. La razón fue clara: la
señora que vive del escándalo, de la gritería y del morbo por la vida
ajena descalificó a sus críticos como “asalariados”. El brote de
xenofobia no se hizo esperar.
Aristegui respondió este jueves en su noticiario matutino que la provocación de Laura Bozzo se trataba de un “distractor morboso” frente
al problema fundamental denunciado en la nota de Turatti y en las fotos
de Miranda: el uso de los recursos públicos y de la infraestructura,
como los helicópteros Relámpago, para subordinarlos a su espectáculo y
a su lucimiento personal.
Por fin, el gobierno del Estado de
México acusó el golpe. Emitió un escueto boletín para explicar los
sucesos sin mencionar por su nombre a Laura Bozzo. Según el comunicado,
se enviaron 4 helicópteros del Grupo de Rescate Aéreo Relámpago para
salvar y trasladar a sitios seguros a “cientos de personas”.
El gobierno de Eruviel admitió que
atendió 15 solicitudes de diversos medios de comunicación para ser
trasladados a las zonas de desastre. Mencionó entre esos medios a TV
Mexiquense, Televisa, Milenio, Reforma, La Jornada, El Universal, UnoTV
y Cablecom.
En otras palabras, admitió que dieron
servicios de manera informal como aerotaxis a medios de comunicación.
¿Por qué lo hicieron? ¿Bajo qué criterios? ¿Formó parte de una
estrategia de relaciones públicas para favorecer la cobertura del
gobierno de Eruviel Avila? Esto nunca lo aclara el gobierno mexiquense.
El problema fundamental no está en la
anécdota grotesca de una comunicadora que en Perú (2007) y en México
(2013) acostumbra utilizar la desgracia de los más humildes y los más
afectados para alimentar la telebasura que acostumbra en sus programas.
La cuestión es que tanto un gobierno
estatal –como el del Estado de México– como la conductora de Televisa
consideran los telemontajes como algo natural, lógico y hasta necesario
para hacer del engaño a las audiencias un método de gobierno y una
fórmula del rating.
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