Día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe
En siete países de América Latina y el Caribe (Chile, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Haití, Surinam y República Dominicana), el aborto está totalmente prohibido y penalizado.
En la mayoría de los otros países de la región, donde la interrupción
del embarazo está permitida bajo algunas circunstancias, las
autoridades no garantizan su acceso de forma segura, gratuita y libre
de estigma.
Ya sea por la prohibición o por la falta de garantía de servicios adecuados, muchas mujeres se ven conminadas a recurrir a la interrupción del embarazo
en la clandestinidad, poniendo en riesgo su salud y sus vidas. El 95%
de los abortos que se realizan en América Latina y el Caribe son
inseguros[1] y
aproximadamente 11% de las muertes maternas ocurre como consecuencia de
abortos inseguros. Cabe destacar que más de un millón de mujeres y
niñas son hospitalizadas cada año para recibir tratamiento por
complicaciones que surgen como producto de aborto inseguro[2]. Estas
cifras parecen carecer de importancia para las autoridades que dejan de
lado o rechazan debatir y legislar sobre esta situación, en base a una falsa o doble moral sustentada en supuestos dogmas de fe.
La penalización del aborto afecta
especialmente a mujeres jóvenes, pobres y que viven en condiciones de
vulnerabilidad, pues son ellas quienes interrumpen sus embarazos bajo
condiciones de alto riesgo. En este sentido, la penalización constituye
un tema de injusticia social que fomenta y profundiza las raíces de la
discriminación por razones económicas, étnicas, de raza, de clase y
condición migratoria, entre otras.
También afecta a las y
los profesionales comprometidos con los derechos de las mujeres, al
restringirles obligaciones con relación al derecho a la sexual y salud
reproductiva de las mujeres..
En países y gobiernos que se
dicen democráticos, es inaudito que las mujeres no puedan ejercer el
derecho a decidir cuándo pueden o no ser madre, que tengan embarazos
forzados, muchas veces producto de violaciones sexuales y que eso no
sea lo condenable.
Las mujeres son ciudadanas
libres, ética y moralmente responsables, dueñas de sus decisiones y sus
vidas, por tanto, los Estados están en la obligación de garantizarles
el ejercicio de sus derechos y de cubrir sus necesidades sin
criminalización, persecución o negación de servicios de aborto seguro.
Este 28 de septiembre reafirmamos
de manera contundente que el aborto legal y seguro es una cuestión de
derechos y por tanto, una cuestión de democracia, y que, el aborto ilegal constituye una forma de violencia estatal, por lo que demandamos de los Estados:
· Despenalizar
el aborto, eliminando las barreras legales y de implementación para
garantizar el acceso a los servicios integrales de interrupción segura,
gratuita y de calidad, libre de requisitos, tutela o consentimiento
marital o parental.
· Tomar
medidas urgentes para evitar que la objeción de conciencia en
hospitales públicos y en otros contextos institucionales se convierta
en un obstáculo o ponga en peligro la salud y la vida de las mujeres.
· Garantizar
el acceso a métodos de anticoncepción, incluida la de emergencia, de
calidad, variados, amigables, de acuerdo a las necesidades de las
adolescentes, jóvenes y mujeres, y garantizando la confidencialidad.
· Eliminar
las barreras socio-culturales que refuerzan estereotipos de género con
respecto a la maternidad y que estigmatizan a las adolescentes, jóvenes
y mujeres, impidiéndoles tomar decisiones libres e informadas sobre su
sexualidad y su propio cuerpo. Garantizar, además, una educación
integral para la sexualidad.
· Cesar
el hostigamiento, la criminalización y las agresiones dirigidas a las
redes, organizaciones civiles, feministas y a las defensoras de los
derechos sexuales y derechos reproductivos, garantizando la seguridad e
integridad de las defensoras amenazadas por mecanismos represivos de
los Estados o por grupos civiles portadores del odio y el
fundamentalismo.
· Cumplir
sin más dilación las recomendaciones hechas a los países de la región
por los Comités de monitoreo de las Naciones Unidas y del Sistema
Interamericano, así como el consenso de Montevideo
asumido recientemente por los Estados, en orden a revisar la
legislación punitiva sobre el aborto y a garantizar su acceso seguro y
gratuito.
· Tomar
medidas para poner en libertad inmediata a las mujeres que se
encuentran prisioneras en cárceles de varios países de la región debido
a la criminalización del aborto.
· Reafirmar
y proteger el carácter laico y plural de la democracia evitando
injerencias indebidas de sectores religiosos que afecten el desarrollo
de reformas legales y/o la puesta en marcha de políticas públicas
tendientes a mejorar la salud las mujeres y el ejercicio de los
derechos sexuales y derechos reproductivos.
· Que
cese del hostigamiento, la criminalización y estigmatización al
personal de salud, en especial médicos y médicas que amparados en los
marcos legales vigentes en sus países, en el derecho a la vida de las
mujeres y en el apego a su ejercicio profesional, ofrecen servicios de
interrupción voluntaria y legal del embarazo.
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