La decisión por escoger esta temática no es gratuita ya que ante las constantes y recientes catástrofes medioambientales que han sacudido al mundo y el hecho de que las instituciones gubernamentales se han interesado últimamente por las mujeres, por juzgarlo políticamente correcto dentro de lo que marcan las directrices internacionales, los temas ecológicos y de género se han vuelto muy atractivos.
Fundamentándose en el ecofeminismo crítico, de la filósofa española Alicia Puleo, que busca reivindicar la igualdad, la autonomía de las mujeres y la universalización del cuidado hacia los humanos, los animales y el resto de la naturaleza, los organizadores invitan a reflexionar sobre la crisis ecológica y el impacto que esta tiene sobre los grupos más vulnerables de la sociedad, como lo son las mujeres, especialmente las de países tercermundistas como el nuestro.
Pareciese para algunos un extraño collage, este el del feminismo y la ecología, sin embargo ya viene gestándose desde hace varias décadas, teniendo la década de los 90 del siglo XX como uno de sus momentos álgidos con teóricas como la feminista hindú Vandana Shiva y la crítica social alemana Maria Mies, quienes desde diferentes trincheras, han defendido a la naturaleza por encima de los valores de dominación de la modernidad patriarcal.
Es así que los conceptos de ecología y feminismo se unen para hacer una crítica profunda de la depredación de las sociedades contemporáneas al medio ambiente que les rodea. Es una crítica de la dominación del binomio hombre/cultura, por encima de la dupla mujer/naturaleza, siendo esta última la más afectada en la jerarquización.
El término ecofeminismo retoma la lucha por la igualdad de las mujeres en las sociedades patriarcales y el compromiso por una mejora en la calidad de vida de las personas ante las crisis ecológicas, partiendo de diferentes ángulos, ya que existen diferentes tipos de ecofeminismos, tal y como mencionaba Adán Salinas, director de MICGénero, en entrevista en el programa por internet de Luchadoras en Rompeviento TV, al hablar sobre la muestra de cine.
Se pueden diferenciar dos grandes ramificaciones: el ecofeminismo clásico, vinculado con el esencialismo en donde las mujeres estarían biológicamente más vinculadas con la naturaleza y el constructivista que enfatiza las condiciones históricas y económicas.
La visión clásica retoma la idea de la identificación de la mujer con la naturaleza por sus funciones biológicas tales como la fertilidad, maternidad, flujo menstrual, pero les da un nuevo significado, quitándole el revestimiento de inferioridad que atribuían las nociones tradicionales a las mujeres y dándoles un escalafón de poder al enunciar que las aptitudes maternales de las mujeres las vinculan con el pacifismo y preservación de la naturaleza.
Este primer enfoque ha tenido muchas críticas por parte del ecofeminismo constructivista que rechaza el esencialismo, al cuestionar si acaso la utilización de los estereotipos femeninos como el considerar que las mujeres son más dulces, pacificas y protectoras de la naturaleza favorece a las mujeres, o acaso no encierra meramente a las mujeres en las funciones reproductivas el considerar que la capacidad materna las vincula más con la naturaleza.
Es interesante ver que el festival abre, el martes 20, con la proyección del documental Madre: cuidando a 7 mil millones del cineasta Christophe Fauchere, título que inmediatamente nos remite a esa postura esencialista que ha sido ampliamente criticada desde el constructivismo.
Esto nos lleva a cuestionar ¿por qué iniciar con este documental? Si la propuesta del festival pretende ser crítica tal y como aparece en la página oficial de MICGénero, me parece contradictorio que si buscaban a partir del uso del concepto ecofeminismo crítico de Puleo, apostar porque la mujer sea una creadora de vida, desde el punto de vista intelectual, se contradigan, al ubicarla, precisamente con esta película de Fauchere, como mujer creadora de vida pero desde un enfoque biologicista.
Empero este tipo de eventos nos permiten reflexionar con una mirada constructiva sobre las posibilidades de seguir la tendencia que nuestra cultura nos ofrece o darle una vuelta de tuerca y tratar de tener una visión más abierta, más flexible y hacernos preguntas tal y como cuando éramos niños.
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