Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Después de la exitosa desactivación de la crisis siria entre Obama y Putin (Bajo la Lupa, 22/9/13), se ha generado una vertiginosa dinámica sobre la tenencia de
armas de destrucción masiva (definición de la ONU: atómicas, biológicas, químicas y radiológicas)en todo el
gran Medio Oriente, lo cual ha sido aprovechado por el flamante equipo en el poder en Irán que ha lanzado una vigorosa ofensiva diplomática para resolver el contencioso nuclear, al unísono del levantamiento de las asfixiantes sanciones
occidentales.
El recién elegido democráticamente presidente Hassan Rohani, con el ostensible apoyo de la juventud iraní, llega a la Asamblea General de la ONU con las mejores credenciales de moderación, mientras su canciller, Javad Zarif (anterior embajador de Teherán en la ONU), se reúne espectacularmente con su homólogo estadunidense, John Kerry, lo cual señala que los múltiples canales subrepticios de negociación tras bambalinas ( back channels) han sido destapados a la luz del día y que, de la confesión del periódico israelí Haaretz (20/9/13), han colocado a la defensiva al primer ministro de Israel, Bibi Netanyahu, quien ahora sufrirá la prácticamente exigencia planetaria de exhumar todo su arsenal clandestino de armas de destrucción masiva, que naturalmente incluyen un máximo de 400 bombas nucleares, según el Boletín de Científicos Atómicos.
¿Cuándo se reunirán Obama y Rohani?
La azorante dinámica impresa en Siria, que apunta a un nuevo condominio regional de Estados Unidos (EU) y Rusia en Medio Oriente, reverbera en Irán, el cual catalizó la aceptación por el gobierno sirio de Bashar Assad para firmar la Convención de Prohibición de Armas Químicas, así como la subsecuente destrucción bajo la égida internacional.
El presidente Obama, muy débil domésticamente por el obstruccionismo sistemático de la mayoría del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, paradójicamente puede impulsar su gran objetivo de un Medio Oriente
libre de armas de destrucción masivay, sobre todo, pasar a la historia como un gran reconciliador con la teocracia jomeinista, después de 34 años de una querella que se antoja anacrónica y fuera de las nuevas tendencias globales, que apuntan a un mayor equilibrio entre EU/G-7/OTAN con el ascenso irresistible del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y el Grupo de Shanghai –a quienes, en un descuido, se puede agregar un buen número de los 120 países y 21 observadores que conforman el Movimiento de los No Alineados, como ha sido el caso notable de Indonesia, que se salió de la órbita de EU.
A mi juicio, a partir de la desactivación en Siria se gesta un nuevo orden mundial: un G-3 geoestratégico que no se atreve a pronunciar su nombre entre EU/Rusia/China, con sus respectivos corolarios regionales y sus nuevas coordenadas.
Uno de los principales confidentes de Obama en Medio Oriente, David Ignatius, avanza que el presidente de EU tiene una
doble oportunidad y peligroen la temática iraní ( The Washington Post, 20/9/13).
Ya Zbigniew Brzezinski, ex ase sor de Seguridad Nacional de Ji mmy Carter e íntimo de Obama, había adelantado lo imprescindible de que Irán colabore en el nuevo reacomodo medio oriental.
Ignatius comenta que los iraníes
están dispuestos a discutir un amplio marco de seguridad que limitaría su programa nuclear lejos de producir armas, pero que también reconozca sus intereses en Siria y en otras partes de Medio Oriente.
Juzga que
un marco integrales muy atractivo para los
prominentes estrategas de EU, pero que
preocupa profundamente a los jugadores regionales como Israel, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, que temen que sus intereses sean sacrificados en el gran diseño de un condominio (¡supersic!) de EU e Irán. Siendo de origen armenio, llama la atención que Ignatius deje sueltas otras dos potencias regionales, como Turquía y Egipto, con las cuales, por cierto, han conectado, ni tardos ni perezosos, los muy hábiles jomeinistas.
El presidente de Irán, Hassan Rohani, tras su participación en la 68 Asamblea General de la ONU, ayer en Nueva YorkFoto Reuters
Gracias a su información privilegiada, Ignatius exhibe la
evaluación por la Casa Blanca de las maniobras diplomáticasen curso. Ante todo, el presidente Rohani es muy bien visto como líder
moderado, elegido con un mandato explicito para
proseguir políticas externas más retenidas y para finiquitar las sanciones que asfixian la economía de Irán.
Por hoy el supremo líder, ayatola Ali Jamenei, ha dado el respaldo a su carismático presidente mediante la bendición chiíta de la
flexibilidad heroica (¡supersic!)durante las negociaciones por venir. No faltan escépticos que atizan las flamas de la discordia exagerando las reticencias de los omnipotentes Guardias Revolucionarios Islámicos.
Tanto la entrevista del presidente Rohani con NBC News (21/9/13) como su artículo en The Washington Post (19/9/13) han caído como anillo al dedo a la opinión pública de EU. El mismo Obama ha confesado haber intercambiado una correspondencia epistolar con su homólogo Rohani para llegar a un acuerdo sobre el contencioso nuclear.
Cabe recordar que Obama había aceptado ya la propuesta de la intermediación de Brasil y Turquía para limitar el arsenal nuclear de Irán a un máximo de 20 por ciento (con propósitos médicos y no de armamentismo), que en la práctica constituye la presente matriz operativa entre Washington y Teherán para conseguir un acuerdo muy factible (
Samba Nuclear con Choque Telúrico en Irán, Bajo la Lupa, 19/5/10). Por razones desconocidas –quizá de corte electorero y de fuerte presión del mesiánico Bibi Netanyahu–, Obama se retractó del arreglo que había concertado con Lula referente al contencioso atómico iraní.
Ignatius expone que “el asunto más urgente es Siria, donde Irán jugaría un importante papel en la Conferencia de Ginebra II
para negociar una transición política.
La madeja de Siria tiene delicadas ramificaciones tanto en Líbano (con Hezbolá, el cual, a mi juicio, está más vinculado a Teherán que a Damasco) como en Irak, que sufre de facto una balcanización de tres pedazos: el sunnismo kurdo no árabe, y el chiísmo y sunnismo árabes.
Considera que existe la
oportunidad para un gran avance con Irán después de 34 años de aislamientolo cual significaría un gran triunfo para Obama, algo así como
un Congreso de Viena en la Europa de 1815. Pero se pregunta si
Arabia Saudita y los países del Golfo cesarán de fulminar contra la amenaza de Irán.
A mi juicio, el muy bien informado Ignatius abulta el condominio entre EU e Irán, el cual es más bien un condominio entre EU y Rusia con apoyo de China en la retaguardia. Pero, como en cualquier condominio vertical, como es el caso, existen múltiples niveles que van desde el penthouse hasta el sótano.
Sin una imposición cupular del G-3, habrá que ver hasta dónde llega la legendaria habilidad del chiísmo iraní, que deberá buscar acuerdos con Arabia Saudita, jugador imprescindible hasta ahora debido a su pletórico petróleo, para la seguridad compartida del Golfo Pérsico. Éste representa el mayor escollo regional y se reflejará en los varios lugares donde cohabitan el chiísmo y el sunnismo árabes y no árabes.
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