Entre la marginación y la resistencia
Los campesinos, la migración y el Estado
La migración contemporánea de campesinos mexicanos que, sin documentos
migratorios y a través de sus propios medios y redes y mediante enormes
esfuerzos, se desplazan a Estados Unidos (EU) en búsqueda de mejorar su
situación de vida es un vasto proceso social que no sólo tiene que ver
con asuntos de carácter económico y de la falta de desarrollo social y
material en gran parte de las zonas rurales del territorio de México.
Hay otro marco contextual que no se puede olvidar al leer este complejo
fenómeno social, estas migraciones, en su génesis y realización, tienen
un carácter histórico-político que se hace poco visible: las
condiciones de vida y los niveles de bienestar del campo mexicano
(particularmente de los campesinos y de algunos pequeños y medianos
propietarios) que estimulan la migración se explican también desde el
tipo de relaciones de desigualdad que el Estado y sus instituciones han
tenido las últimas décadas para con estos grupos del sector rural.
El
Estado mexicano no trata igual a todos sus ciudadanos. Si bien a nivel
de los marcos jurídicos y de la Constitución mexicana no hay diferencia
entre ciudadanos y todos tendrían “hipotéticamente” los mismos derechos
y obligaciones (y no debería de haber diferencia ante la ley entre un
acaudalado empresario y un campesino de la sierra), en la práctica y el
ejercicio efectivo de la política oficial lo que priva y es moneda
corriente es la parcialidad y el trato diferenciado; en los hechos, ni
todos son iguales, ni valen lo mismo.
Esto permite entender porque las
zonas rurales, especialmente aquellas con una alta población indígena y
con economías de auto-producción campesina con muy poca o escasa
tecnología agrícola moderna-occidental (comunidades indígenas de
Puebla, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Chiapas), han sido estructuralmente
“olvidadas” y poco atendidas por el Estado, concentrándose en dichas
regiones la pobreza extrema, bajísimos niveles de ingreso, salarios
ínfimos y la parcial o total carencia de servicios de salud y
educación. El escenario previamente descrito lleva a la consideración
de que, haciendo un balance de los precarios niveles de vida, los
campesinos son ciudadanos de segunda y, de facto, están selectiva o
totalmente relegados de los beneficios y derechos sociales que, de
acuerdo al marco jurídico constitucional, el Estado mexicano debería
proveerles.
La migración, los arduos caminos entre el terruño, la frontera y el norte
Esta relación de desigualdad (entre los campesinos, el Estado y otros
grupos) no se limita a los escenarios de precariedad material que
privan en las comunidades de origen y que estimulan y posibilitan el
proceso migratorio; no se agota en las posibles “causas materiales” y
en lo que los diversos estudiosos de la migración han denominado como
los factores o condiciones económico-materiales que generan la
expulsión de los migrantes. La migración tampoco se acota únicamente a
los migrantes como actores fundamentales del proceso migratorio,
también toca a los familiares, amigos y conocidos de los campesinos
“temporalmente ausentes”, así como a otros grupos sociales de México y
EU. Además, esta desigualdad a su vez está presente en las diversas
dinámicas sociales que están vinculadas o implicadas en la migración y
que remite a las diversas etapas y vivencias que experimenta el
migrante en su experiencia migratoria.
(1) Primero la salida de los
lugares de origen y el tránsito a través de México, mediante las redes
familiares y sociales con que cuenta el migrante campesino.
(2)
Después, el arduo y riesgoso proceso de cruce por la frontera que,
además de considerables costos económicos, representa un peligro físico
real y efectivo para el migrante. Por lo general y a últimas fechas,
los migrantes tienen que hacer varios intentos antes de lograr cruzar
la frontera y continuar con su trayectoria y experiencia migratoria.
Desde que se cerró la frontera internacional a mediados de la década de
1990 y a la fecha, miles de mexicanos han muerto en su intento por
cruzar la frontera.
(3) Posteriormente, el proceso de inserción social
y laboral en los lugares de destino en un país extranjero, primero
mediante la llegada con los parientes y conocidos que ya residen en EU
y reciben al migrante, acto seguido con la búsqueda e incorporación a
los trabajos (por lo general “no calificados”) a los que tienen acceso
el recién llegado. (4) Luego, el envío de dinero a las comunidades de
origen y la comunicación a través de diversos medios tecnológicos
(principalmente teléfono y recientemente redes sociales como facebook y
otras plataformas de internet) entre el migrante y sus familiares y
conocidos. (5) Finalmente, el regreso del migrante al lugar de origen;
o, como en muchos casos acontece, la permanencia del migrante en el
país vecino.
Marginación y exclusión en los lugares de origen, en el tránsito y destino
En el transcurso de las diversas etapas de su experiencia migratoria y
de trabajo en EU, los campesinos migrantes experimentan diversos
procesos de marginación y exclusión de parte de los gobiernos de México
y Estados Unidos, así como por parte de organizaciones delictivas y
otros grupos sociales.
(A) En los lugares de origen y procedencia
los campesinos están sujetos a una política de corte neoliberal que no
apoya a los productores orientados a la agricultura de autoconsumo. En
los hechos, y desde hace décadas, hay un abandono sistemático del campo
por parte del Estado mexicano, particularmente los regímenes
neoliberales. En términos generales, no hay tampoco oportunidades
laborales redituables y justas en los entornos rurales y las
actividades de producción agrícola de los ejidatarios, comuneros y
pequeños propietarios están muy mal remuneradas; si bien aún en ciertos
lugares todavía es viable el trabajo de la tierra para la
auto-subsistencia, la agricultura comercial campesina está en un severo
debacle. El contexto se complementa con los deficientes y escasos
servicios médicos y educativos. A lo anterior se suma también el hecho
de que, para las nuevas generaciones, hay problemas de acceso, uso y
tenencia de la tierra; dado el crecimiento de la población rural de las
últimas décadas es necesario incrementar la tierra para beneficio y
subsistencia de los campesinos jóvenes. En este escenario de clara
precariedad para los campesinos, la migración emerge como una
alternativa para la generación temporal de recursos económicos.
(B)
Después, cuando los campesinos salen y en el transcurso de la movilidad geográfica de tránsito a EU y el cruce de la frontera norte,
están sujetos a abusos de diversa índole por parte de instituciones (en
México y EU) y de otros grupos sociales: las autoridades mexicanas no
garantizan el derecho de libre tránsito de los migrantes por el
territorio nacional; por su parte, los grupos delictivos del crimen
organizado en México (a veces coludidos con las autoridades y con los
“coyotes” y/o “polleros”) extorsionan, roban y en ciertas ocasiones
privan de su libertad y asesinan a los migrantes en el intento por
cruzar la frontera; ya en EU son frecuentes los abusos y el ejercicio
de la violencia física y simbólica de algunos miembros de la boder
patrol y de grupos conservadores norteamericanos (como los minute-man).
(C) Una vez que, tras varios intentos infructuosos, llegan a EU a los lugares de destino
y se insertan en diversos trabajos manuales (la empresa de la
construcción, los servicios, la agricultura en las actividades de
pizca, riego, cosecha, etc.), una vez más los migrantes experimentan
nuevos procesos de marginación laboral, migratoria y socio-cultural. En
el ámbito laboral los campesinos migrantes mexicanos están sujetos a
diversos procesos de explotación:
1) el pago en dólares que reciben los
migrantes por hora trabajada es menor al que ganan los norteamericanos,
además, por lo regular, los mexicanos trabajan más de ocho horas de
manera cotidiana;
2) generalmente, cuando son contratados, los
migrantes no tienen las condiciones de seguridad e higiene adecuadas
para la realización de su trabajo;
3) tampoco tienen derecho a
servicios regulares de orden médico;
4) y, finalmente, la ausencia
parcial o total de derechos laborales se manifiesta en que las
condiciones de trabajo las impone el patrón y el empleador, quien puede
despedir a los migrantes cuando lo desea.
Esta situación de precariedad
laboral de los migrantes contrasta con los claros beneficios netos que
estos campesinos mexicanos aportan a la economía norteamericana: pagan
impuestos, compran diversos productos y producen una derrama económica
fuerte, al recibir un salario menor y carecer de derechos sociales y
laborales generan mayores ingresos a los empleadores norteamericanos.
En resumen, los campesinos mexicanos migrantes están sometidos a varios
niveles de exclusión:
1) Por no contar con documentos, estos migrantes
están en una situación migratoria irregular de la que se benefician
deliberadamente sus empleadores en el país de destino; así mismo, como
ciudadanos de un Estado nacional con una relación de poder desigual y
asimétrica con EU, son mexicanos sin derechos en el extranjero,
individuos a los que no defiende el Estado de su país de origen.
2)
Además, por su situación migratoria y su nacionalidad mexicana, los
migrantes están inmersos en relaciones laborales desiguales e
irregulares, fuera del marco de las leyes laborales norteamericanas,
son considerados “mano de obra barata y desechable”.
3) Finalmente,
debido al desconocimiento parcial o total de la lengua y los diversos
códigos de comportamiento de los individuos del país de origen, los
migrantes pueden estar expuestos a dinámicas de exclusión social y
cultural por parte de los ciudadanos norteamericanos.
Los migrantes, actores sociales que se organizan frente a la adversidad
No obstante, los campesinos migrantes no son sujetos pasivos que se
resignen ser “víctimas” y padecer estos procesos de exclusión y
discriminación. Por el contrario, las experiencias de los migrantes
muestran sus diversas capacidades de organización y acción colectiva en
diversos ámbitos y lugares del país de origen y del lugar de destino.
Gracias a las redes familiares y comunitarias, los migrantes que ya
residen en EU ayudan a sus congéneres que están en la comunidad a
realizar la travesía migratoria. También es cierto que frecuentemente
los migrantes que ya se encuentran en el norte, distribuyen y
socializan los recursos económicos y sociales que generan para ayudar a
sus parientes y amigos que se encuentran en sus lugares de origen, así
como contribuyen con la comunidad desde la lejanía. Así mismo, a los
migrantes el vivir conjuntamente en EU les permite construir redes de
apoyo y solidaridad entre ellos para sortear las diversas adversidades
que enfrentan en los lugares de destino y los sitios de trabajo.
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