Jazz
Antonio Malacara
Por
voluntad propia, por convencimiento… por comodidad tal vez, Tony
Cárdenas se mantenía alejado de los reflectores; no le atraían ni las
pompas ni los abalorios; no obstante, y a pesar del bajo perfil con que
deambulaba por el planeta, su pulso y sus trazos en la batería son
referencias indispensables para arribar a muchos de los mejores
momentos del jazz en México.
Baterista de excepción, no sólo poseía aquel toque mágico y riguroso
de los elegidos; no sólo conjugaba a la perfección intensidad y
delicadeza; el maestro buscaba (y encontraba) en sus tambores una
inagotable fuente de recursos melódicos, con los que igual silbaba una
balada que detonaba en medio del hard bop. Era el jazz su leitmotiv; lo mismo le servía de voz que de percutor.
La muerte lo encontró la tarde del pasado 6 se septiembre en su casa
de la colonia Escandón. Al parecer, un ataque fulminante al corazón
hizo que todo fuera rápido y sin mayores complicaciones.
José Antonio Cárdenas Jaime nació el 25 de abril de 1963, en la
ciudad de México, en medio de una familia de artistas. Era nieto del
célebre compositor Guty Cárdenas; su padre, Guty también, además de
piloto aviador, había estudiado clarinete en el Conservatorio Nacional;
su hermano mayor, también Guty, es guitarrista y cantante, aunque se
dedica esencialmente a la pintura; Daniel fue director del Hard Rock
Café; Fernando estudió ballet clásico y ahora escribe para cine. Tony
fue el cuarto.
Egresado del Conservatorio Nacional de Música en la carrera de
percusiones, estuvo un tiempo en la Sinfónica Nacional; durante cinco
años trabajó con Armando Manzanero, después recorrió las filas de
Eugenia León, Francisco Céspedes, Ricardo Arjona y otros tantos
etcéteras alimenticios.
Porque la pasión y el corazón y las entrañas estaban en el jazz.
Tony fue parte esencial de varias de las bandas más importantes y
determinantes en la historia de nuestra síncopa.
Habría que empezar hablando de Antropóleo, grupo de culto, trío de
leyenda que no alcanzó a grabar un solo disco, y que de no ser por dos
temas –Antropoleo (Ch. Parker/ S. Rollins) y Nexus, plexus, sexus (T.
Montoliú)–, incluidos en los elepés acoplados del Festijazz de LUCC
(1989), su historial fonográfico estaría en ceros. Héctor Infanzón se
encargaba del piano y Agustín Bernal del contrabajo.
En ese mismo 89 Antropóleo llegó al Arcano, y Francisco Galindo,
propietario de aquel legendario club de jazz (1988-1996), nos cuenta:
Para el segundo año se volvió el grupo base, tocaban diario y eso les dio una gran calidad como trío. Tocaba el último turno a partir de la una de la madrugada y había un enorme respeto y atención para el trío. Tocaron cuando menos año y medio diariamente, o casi. Puedo decir sin temor a equivocarme que Antropóleo fue considerado por los músicos de esa época el mejor trío de jazz que había existido hasta esas fechas.
Aunque
Antropóleo se perfilaba en grande –abrió el concierto de Cecil Taylor
en la Sala Nezahualcóyotl, fue un éxito en el Festival Jazz Plaza de
Cuba–, de buenas a primeras dejan de tocar. Era 1993. Cárdenas y Bernal
siguieron tocando juntos, primero, con el grupo Viva Fidel, con Miguel
Salas al piano (otro de los grandes a los que tendremos que regresar) y
Ricardo Benítez en la flauta.
Posteriormente, llegó un trío con Enrique Nery en el piano, y aunque nunca sacaron disco, por ahí hay una grabación en la Sala Neza, cuando
abrieron para Eddie Palmieri. Después aterrizaron un asombroso proyecto
con el contrabajo de Bernal, los bajos de seis y siete cuerdas de
Rodrigo Castelán (otro virtuoso de bajo perfil, quien además tomaba la
guitarra) y la batería de Cárdenas. Este trío dejó un disco para la
historia: Niño.
Esta lista de bandas se extendería más allá de la columna, pero no
podríamos omitir una alineación de lujo que pisó los principales
escenarios en 2004, con Rey David Alexandre, Tony, Aarón Cruz, Diego
Maroto, Enrique Nery e Iraida Noriega. O los discos que grabó nuestro
baterista con Chucho López, Eduardo Piastro, Elizabeth Meza, Héctor
Infanzón… los de Iraida, por supuesto, y con los grupos Jazztlán y
Criketh Band.
En los últimos tiempos salía poco de su casa; ahí daba algunas
clases y eventualmente iba a tocar con la Manzana Jazz Band, de Chacho
Gaytán. Muchas voces han despedido al maestro, pero sólo tenemos
espacio para unas cuantas:
Tony nunca le tiró a estos que llamamos fama. Siempre estuvo enfocado en ser un mejor músico, todo el tiempo: Agustín Bernal.
“Fue un clic instantáneo, éramos muy afines. Era explosivo, muy
intenso en su forma de tocar, en su forma de ser; era muy auténtico… se
me estrujó el alma en este ratito”: Diego Maroto.
“Es uno de los mejores bateristas que ha dado el país, con una
fineza como pocos. Era muy cálido… a mí me pegó fuertísimo esto…
siempre tenía una sonrisa; aun dentro de su autodestrucción, era muy
sensible, siempre hablaba bien de todo mundo”: Elizabeth Meza.
“…Tony nos quedaba a deber aunque lo diera todo. Desde luego una
deuda no musical. Tony cumplía y más que cumplía. ¿Qué era entonces ese
sentimiento de agua pura que corre y no lleva a germinar la potencial
simiente? ¿Qué era? Me gustaría conversarlo con él ahora, mañana. Es
muy triste que por ahora ya no podré hacerlo”: Alain Derbez.
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