Pedro Echeverría V.
1. El artículo de Guillermo Almeyra me trae recuerdos. No me olvido que las luchas en Argelia por su independencia -presente en la cinta La Batalla de Argel (película italiana-argelina dirigida por Pontecorvo en 1965, que causó revuelo entre la izquierda en la ciudad de México) fue un despertar juvenil. Cuando la vimos en un cine de San Cosme un año después por su prohibición, ya el principal líder de la lucha independista, Amed Ben Bella, había sido derrocado y Fidel Castro (líder prestigiado de la revolución cubana) había condenado el golpe de Estado del militar de Bumediam. Su caída provocó muchas protestas en México y en el mundo porque Ben Bela fue, en los hechos, el líder de la independencia argelina, respecto a Francia. Sin embargo, desde entonces, se comenzó la extender la idea de la autogestión directa opuesta a las burocracias “socialistas”, –muy distinta de la que se hablaba en Yugoslavia de Tito.
2. En México, por la influencia de Ben Bela, sobre todo del griego Michel Raptis (que en su época de líder internacional trotkista se llamó Michel Pablo) comenzamos a publicar la revista Autogestión en septiembre de 1976 sustituyendo a la revista Acción Proletaria que publicó 35 números y que veníamos difundiendo desde noviembre de 1970. La realidad es que comenzamos siendo una organización marxista-leninista y a partir de 1975 –con base en estudios marxistas, de la situación internacional y prácticas políticas- rompimos con el leninismo y adoptamos la posición autogestionaria. En este giro tuvo mucha influencia Raptis y su Tendencia Revolucionaria Internacional, así como Guillermo Rousset y su “marxismo no leninismo”, la polémica chino-soviética y los materiales teóricos del trotkismo y del anarquismo. Nuestro “no leninismo” causó críticas, anatemas, excomuniones, de la izquierda mexicana.
3. Los maoístas y los trotkistas eran leninista (lo siguen siendo) es decir, veían al partido y al comité central como la dirección natural del proceso revolucionario; como lo más avanzado de la clase. Aceptaban plenamente el modelo jerárquico de dirigentes, cuadros medios y bases; además el orden y la disciplina, el centralismo democrático, los cuadros superiores e inferiores, seguían vigentes. No se les atravesaba en la cabeza lo que era muy común en la autogestión: que las bases decidan acerca de sus luchas; que las dirigencia sean horizontales, además de rotativas; que ningún dirigente o teórico (ni Marx) era sagrado y que todo se tenía que revisar, reestudiar como camino hacia la reeducación. En muchas cuestiones teóricas como el destino de la revolución rusa, la burocracia, la revolución mundial, el feminismo, coincidíamos con los trotskistas y en muchas prácticas en el movimiento de masas con los maoístas.
4. Recuerdo a Raptis en julio-agosto de 1976 en una reunión de citada en un café en la ciudad Luz hablándonos de Argelia, de Ben Bela y de la autogestión; un mes después anunciábamos en México la aparición de nuestro primer número de la Revista Autogestión con un profundo ensayo de Francisco Soto sobre las elecciones en México, otro “Por un feminismo autogestionario”, elaborado en París y un tercero sobre La crisis política en Uruguay. Fueron solamente ocho números de la revista, pero en ellos veíamos venir, no nos sorprendió, lo que sucedió 12 años después en el llamado “socialismo” de la URSS, los países del Este, de Vietnam y de China. Ya en enero de 1977, en su tercer número, escribí un ensayo que titulé: “Elementos para una crítica del comunismo oficial” en el que hice un bosquejo que va del marxismo al leninismo y el conflicto chino-soviético, y en el número 6 de julio escribí otros ensayo: ¿Qué es la dictadura del Proletariado?, en respuesta a los eurocomunistas de Italia, Francia y España.
5. En los setenta -la década de mayor participación obrera y de nuestros grupos marxistas, leninistas, “obreristas”- la UNAM, el Poli, las prepas populares y luego el Colegio de Ciencias y Humanidades, nos sirvió de refugio izquierdista después de la represión gubernamental de 1968. Paralelo al surgimiento de muchos grupos de jóvenes guerrilleros, de grupos represivos paramilitares al servicio del gobierno, los salones y auditorios de la UNAM fueron nuestro centro de aglutinamiento. Se formó con sus trabajadores en 1972 un sindicato (STEUNAM) y dos años después los académicos formamos el SPAUNAM; quienes integramos la directiva y la negociadora de este sindicato siempre tuvimos al frente a los funcionarios del rector Soberón: abogado Jorge Carpizo (recién fallecido), al ingeniero Jiménez Espriú (hoy lopezobradorista) y a los abogados asesores. Paralizamos a la UNAM varias semanas en 1976.
6. En la UNAM se concentraban por su línea internacional, al menos tres corrientes del trotkismo: los mandelianos, los lambertistas y los posadistas. Fueron los primeros quienes más se desarrollaron en el movimiento estudiantil y quienes participarían en procesos electorales. Estaban también los maoístas que venían esencialmente de la Liga Comunista Espartaco, así como grupos anarquistas que se dedicaban esencialmente a denunciar el oportunismo de partidos, entre ellos del Partido Comunista Mexicano que se le trataba como si fuera el PRI dentro del movimiento estudiantil. Los priístas y los panistas nunca abrían la boca en la UNAM porque los estudiantes los sacaban con mentadas de madres y no era para menos dado que el PRI era la dictadura de gobierno y el PAN representaba a los derechistas empresarios y clérigos. Nunca las campañas políticas –y los políticos abiertos- del PRI y del PAN fueron aceptados en la UNAM.
7. El pensamiento autogestionario no avanzó en México; el marxismo-leninismo siguió predominando entre la izquierda radical y oficial. A partir de que en 1977 la burguesía mexicana –ante su profunda crisis electoral, le abrió las puertas a la derecha y a la izquierda ofreciéndoles subsidios, diputaciones, TV- hábilmente transformó parte del izquierdismo en una pacífica socialdemocracia. La autogestión se unió o confundió con el anarquismo que hoy es el grito de millones de jóvenes que luchan en las calles que han visto a los partidos como “los condones de la libertad”. Por eso la muerte de Ben Bela, sucedida hace unos días –por encima de todo sus ideales autogestivos analizados y discutidos con Raptis, quien falleció en 1996 a los 84 años- traen muchos recuerdos de nuestro tránsito de leninistas centralistas a autogestionarios libertarios. Nunca supimos ni nadie podrá decir que fue un error o un acierto, pero desde 1975 me sentí más libre para pensar, actuar y escribir.
http://pedroecheverriav.wordpress.com
pedroe@cablered.net.mx
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