Pedro Echeverría V.
1. Esto de andar en campañas debe ser muy fastidioso, repetitivo, cansado y parece no cambiar las cosas. Seis años de López Obrador recorriendo municipio tras municipio, ciudad tras ciudad, pueblo tras pueblo, siendo reconocido nacionalmente como el político más honesto, parecen no haber cambiado nada en beneficio de su candidatura. Ni el candidato del PRI, ni la candidata panista, habían recorrido nunca el país, ni haber hecho nunca nada por él; sin embargo todas la encuestas y los medios de información colocan a estos últimos en primero y segundo lugar; AMLO que fue candidato presidencial en 2006 y fue despojado de la Presidencia, desde que aparecieron las encuestas fue arrinconado en tercer lugar. ¿Son tramposas las encuesta?, sí, son tramposas porque sirven de propaganda; pero lo más importante es el silenciamiento y la campaña de calumnias que ha sufrido en seis años López Obrador y esto parece valer mucho más para la derecha.
2. Si López Obrador no fuera un optimista empedernido o empecinado, que diario estuviera repitiendo que va a ganar, hace mucho que se hubiese retirado de la contienda. Sabe que por cada minuto de propaganda televisiva y de radio, Peña Nieto del PRI tiene cinco y la panista tres o cuatro. Sabe AMLO que cuando pronuncian los locutores o conductores su nombre en la tele o la radio –contrario a los halagos al priísta y la panista- es para burlarse de él con cualquier pretexto. Cuando AMLO sale a la calle ve que por cada barda con su nombre, hay más de 10 del PRI y ocho del PAN. Sabe López Obrador que la competencia es absolutamente desigual, sin embargo allí va confiando en que “de la noche a la mañana” la gente lo recordará y votará por él. A pesar de que nunca he creído en los procesos electorales ni he votado nunca, siendo activista del movimiento social he visto que López Obrador es el único político del sistema que vale un poco; lo demás es basura.
3. No participo en lo electoral pero diario reflexiono, y de ser posible escribo, sobre el problema. Veamos: aunque López Obrador con su “nueva” línea de “República amorosa” haya perdonado al defraudador Calderón, éste sigue odiando a AMLO porque en parte le descompuso su sexenio. Aunque los grandes empresarios escuchen el “nuevo” discurso de AMLO no olvidan que deben asegurar sus capitales y ganancias con el PRI o el PAN. Aunque el alto clero vea que AMLO está dispuesto a perdonar, sabe que sólo es con el PAN y el PRI como pueden imponer en México la “libertad religiosa”. La embajada yanqui sabe que López Obrador puede hacer ligas con Chávez, Morales, Ortega, por tanto no puede confiar en él. ¿Qué le queda a AMLO?, pues el pueblo, los electores, que muy en su interior estarían con AMLO; pero los que traen las despensas, los regalos, la estructura de partido, los caciques, los expertos electorales, la plata, son otros: los del PRI y los del PAN.
4. López Obrador –como Cuauhtémoc Cárdenas en 1988- parece haber perdido en 2006 la oportunidad de la Presidencia; como dicen los religiosos: “dios no lo quiera”, pero no se les olvide que la burguesía gubernamental aprende, adquiere mayores experiencias que nosotros y tiene todos los medios para aprovechar las enseñanzas. El pueblo no sabe que AMLO es lo único confiable en lo electoral porque los funestos medios de información le han dicho lo contrario subrayando que es un déspota, un autoritario, un terco, que está contra todo. Al decir en 2006 que era “un peligro para México” se comenzó a plantear la campaña del miedo que los medios de información no han abandonado. Decir que “AMLO está contra todo”, que “todo critica”, que “no está de acuerdo con nada de los hecho”, es seguir con la campaña de que es un peligro para el país -tal como dijeron los empresarios- aunque AMLO erróneamente dé pasos atrás para demostrar que es “amoroso”.
5. Los falsos pleitos (como si fueran de “cantina o de lavadero”, según dicen) entre el PRI y el PAN de las últimas semanas, sobre todo los relacionados con “si cumple o miente Peña Nieto”, parecen ser la mejor táctica para hacer a un lado a AMLO. El público parece poner la atención en esos dos partidos porque ellos han ganado a la TV y a la radio, a pesar que AMLO demuestre decencia, seriedad y trabajo. ¿Cómo López Obrador pudo dejar de asistir a la cita con el vicepresidente yanqui, hacer a un lado la misa del Papa o a la invitación del presidente español, aunque las tres citas respondan a los intereses de la derecha y los empresarios? Son tan importantes las tres entrevistas o visitas como propaganda para los candidatos que se habla más de AMLO que de diez de sus giras en las distintas poblaciones. Por eso la derechista Vázquez Mota prefirió viajar a España a la toma de posesión de Rajoy y para tomarse la foto, que visitar diez poblaciones en México.
6. Por eso un amigo, viejo militante de izquierda, me decía: “Yo creo que los grandes cambios y las transformaciones vienen de arriba y no de abajo. Si López Obrador gana muchas cosas pueden cambiar, aunque las masas nunca intervengan”. Puede tener razón en parte el compañero después de observar durante 50 años que las masas reaccionan poco o nada; pero el problema es que los cambios que logra la socialdemocracia sólo son de “arribita”, muy superficiales, cambios que en el siguiente régimen de gobierno desparecen o simplemente sirven para mediatizar, tal como ha sucedido en Europa y algunos lugares. Esas esperanzas en López Obrador es lo que pone en movimiento a decenas de miles de mexicanos, pero sólo hasta ahí. Por otro lado está la posición de la izquierda radical que no confía en que los cambios puedan darse arriba y plantea que si los cambios no vienen de abajo todo seguirá igual.
7. Si sigue como va el proceso electoral, AMLO seguirá arrinconado en tercer lugar. ¿Por qué no aprovecha esta coyuntura de miseria, hambre, explotación, inseguridad, desempleo, para movilizar a la gente a pesar de los impedimentos del IFE? La denuncia contra el charrismo de Esther Gordillo debería estar acompañado de un llamamiento a su caída; ¿por qué no exige AMLO el desconocimiento de los altos funcionarios de electricidad implicados en fraude y la solución a los problemas de los obreros del SME?; ¿Por qué no apoyar la nacionalización argentina contra la empresa petrolera española? ¿Por qué no desconocer a quienes aprueben las reformas estructurales; privatizaciones y reforma de la ley laboral? ¿Qué hacer ante el gigantesco desempleo, la migración a EEUU y la temible inseguridad en todo el país? Lo más grave sería seguir confiando en los resultados electorales que claramente se ven negociados en beneficio del PRI, o del PAN en su caso.
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