Primera llamada
En la antigua Grecia, Platón y Aristóteles pensaban que la música servía para forjar el carácter de los jóvenes. Al igual que los griegos, los chinos identificaron ese arte con lo moral. Era símbolo de lo bueno que hay en el ser humano y los instrumentos musicales se consideraban vínculo con lo divino y lo eterno.
En el México antiguo, de la cuna a la tumba la música de flautas y tambores repercutieron en la vida de todos. Se les concedían poderes mágicos. Los cuicacalli (casas de canto) eran centros de enseñanza importantes y, al igual que siglos más tarde Napoleón declaraba que una buena marcha valía por mil cañones, los ejércitos mexicas sabían de esos efectos, pues al ritmo de los huehuetl, teponaztle y caracoles, aunado a los gritos aterradores de los guerreros subyugaron a la mayoría de los pueblos de Mesoamérica.
No es extraño que una de las primeras labores evangelizadoras haya sido la enseñanza del canto para la propagación de la doctrina cristiana, para lo cual se creó una escuela de artes y oficios para indios por los rumbos de Texcoco en 1523, tiempo después (1527) en el Convento de San Francisco se estableció la que habría de ser la primera escuela de música del continente cuyo primer maestro fue fray Pedro de Gante. Se les instruía en el canto llano, en el órgano, en la ejecución instrumental y la laudería.
Segunda llamada
En el presente, la creación musical y en especial la relacionada directamente con la industria del espectáculo se han convertido en una factoría que genera éxitos inmediatos, alimentando a esa industria con la venta millonaria de discos adquiridos por los seguidores de los intérpretes, que encuentran en esos iconos a los nuevos ministros de un culto gregario en el que participan principalmente jóvenes.
En este entorno, las actividades artísticas y culturales, de entretenimiento, así como de algo que no existía en el pasado: el uso del tiempo libre o sea la recreación considerada por la ONU la sexta necesidad básica, asistimos a todo tipo de conciertos, de música sinfónica o popular, al teatro o a los los cada vez más escasos salones de baile y, por supuesto, al cine.
Tercera llamada
Se dice que en esta zona metropolitana hay público para todo, pero no es cierto, el buen teatro apenas sobrevive con los pocos asistentes, y, por lo general, gran cantidad de grupos, digamos alternativos, no tiene foros, apoyos ni recursos para promoverse, existe una enorme cantidad de talento y pocas oportunidades.
Es importante destacar la propuesta alternativa de El Plaza Condesa llamada Latidos del Mundo con artistas y músicos que, aunque importantes, no son muy conocidos para el gran público y gracias a esta propuesta hemos disfrutado a músicos de la talla de Zakir Hussain, extraordinario percusionista de la India, o Adriana Varela, intérprete de tango con matices que le permiten abordar otros géneros, y próximamente Teresa Salgueiro.
Pero hoy viernes 20 se presenta Playing For Change. Lo insólito es que no es el nombre de un grupo, sino de un concepto que se convirtió en un fenómeno mundial. Aclaro, en las calles de Santa Mónica, California un músico callejero Roger Ridley cantaba con gran sentimiento la conocida pieza Stand By Me a cambio de monedas, el productor Mark Johnson lo grabó y posteriormente viajó por todo el mundo en busca de músicos, algunos callejeros también, y cada quién hizo su versión de esta canción que originalmente era un gospel.
Esta noche El Plaza Condesa se inundará con los sonidos que van desde el reggae al jazz y al blues, con un insólito y maravilloso grupo multiétnico. Como invitado estará Noel Schajris, ex Sin Bandera. Sin duda, será una extraordinaria ocasión para escuchar esta propuesta musical de paz y esperanza. Ojalá El Plaza Condesa siga apostando por esa maravillosa corriente alternativa con músicos y géneros que son necesarios.
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