Oaxaqueñas pierden cosechas y deben laborar como jornaleras

Por: Citlalli López, corresponsal
Cimacnoticias | Ejutla de Crespo, Oaxaca.-

Las manos de Francisca Pacheco se esmeran en deshojar la estropeada mazorca. La cosecha es de un vecino que poco rescató de su siembra luego de que una inusual granizada registrada en abril pasado acabara con los cultivos de temporal. A Francisca le pagan tres pesos por cada bote lleno de elote.

Ella había sembrado una hectárea de sandía. Nada quedó bajo el hielo desplomado a pedazos. Si no logra juntar lo suficiente para la siembra del siguiente temporal, partirá a los campos de cultivo en Sinaloa a trabajar en tierra ajena.

El Arrogante, Justo Benítez, es una agencia municipal perteneciente a Ejutla de Crespo, municipio de los Valles Centrales de Oaxaca.

La localidad está conformada por 366 habitantes, de los cuales el 85.15 por ciento se dedica a la agricultura y el 90.91 por ciento no percibe salario por su labor. El 51 por ciento de la población está conformada por mujeres, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Francisca es viuda. Tiene 56 años y es madre de un joven de 22 años. Para sembrar una hectárea con sandía invirtió 15 mil pesos los cuales consiguió prestados con familiares y conocidos. “No pudimos rescatar nada, todo quedó destruido”, afirma.

Al perderse la cosecha tuvo que emplearse en la limpieza de mazorca. La jornada podría extenderse máximo tres días y ganar no más de 150 pesos. En contraparte sus gastos son rebasados debido al abono mensual que tiene que dar para pagar su deuda.

“Tal vez nos vamos a ir a Sinaloa, a otros lados. Si vemos que las otras cosechas se estropean nos tendremos que ir porque de qué modo vamos a pasar aquí para ver el billete”, expresa.

De acuerdo con Francisca, la granizada ocurrida el 4 de abril, en la que el tamaño del hielo era similar al de un limón, fue la peor vista en toda la historia de la comunidad.

Además de la pérdida de cultivos, hubo daños en las techumbres de las viviendas. La ayuda para reparar los daños nunca llegó.

Junto a Francisca, sus sobrinas Manuela y Margarita de 22 y 17 años, respectivamente, realizan la misma labor de limpieza. Ellas son jornaleras. Desde los ocho años de edad periódicamente viajan a Sinaloa a la siembra de diferentes productos.

“Sembrar aquí es un volado, estamos sujetos a la voluntad del tiempo; en ocasiones a la sequía, exceso de lluvias o heladas”, explica Francisca.

Cada año, decenas de niñas, niños y adolescentes que habitan en las localidades de Ejutla de Crespo dejan su comunidad para trabajar como jornaleros en otras partes del país.

Según los datos del Censo de Familias Jornaleras de 1996, el 50.6 por ciento de los jornaleros son mujeres. De acuerdo con la Cédula Familiar de Sinaloa de 1999, el 43.2 por ciento de la población jornalera que se encontraba durante ese año en los campos agrícolas eran menores de 14 años.

En 1996, en Oaxaca se levantó un Censo de Jornaleros Agrícolas que se aplicó en 129 comunidades y a 5 mil 462 familias jornaleras. Se recopilaron datos de un total de 30 mil 856 personas.

Una de las preguntas principales era el destino de migración. Se encontró que el 63 por ciento de las y los jornaleros migraban al noroeste (Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Baja California y Baja California Sur); 28 por ciento a Estados Unidos, y 9 por ciento al centro del país (Morelos, Hidalgo, Veracruz y el DF).

Desde los años 60 y antes, la mayoría de los jornaleros eran hombres. A partir de los 70 empieza la migración de mujeres, niñas y niños. Todos los datos confirman para la década de los 90 la gran presencia femenina, que es prácticamente similar a la de los hombres, y de la población infantil que representa una tercera parte de la población migrante.

13/CL/RMB