POBLACIÓN Y DESARROLLO
CRISTAL DE ROCA
Foto: Paco Hurtado
Por: Cecilia Lavalle*
Cimacnoticias | México, DF.- Imagine que está frente a dos personas que nunca ha visto. Qué me respondería si le preguntara: ¿Quién es bueno? ¿Con quién no se quedaría? Probablemente me contestaría: No lo sé, no les conozco. Ahora imagine que una de esas personas es blanca y la otra negra. ¿Me respondería igual?
El viernes pasado escuché una conferencia de Ricardo Bucio, presidente de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), en el Primer Congreso Por una Sinaloa Libre de Violencia contra las Mujeres, organizado por el Instituto Sinaloense de las Mujeres.
Inició su disertación con un video en el que se muestra a niñas y niños mexicanos frente a dos muñecos asexuados, uno blanco y otro negro.
Se les pregunta: ¿Quién es bueno? ¿Quién es malo? ¿Quién no te da confianza? Entre otras preguntas similares. Y ante nuestros ojos se despliega el racismo en blanco y negro.
La mayoría responde sin titubear que el malo y el que les atemoriza es el muñeco negro. Cuándo se les pregunta porqué, las respuestas van desde “no sé” hasta “porque es negro”.
De 110 menores de edad que participaron en este ejercicio, sólo 6 por ciento emitió respuestas neutras, como “no sé”. El 94 por ciento restante calificó a los muñecos en función de su color. Y el 100 por ciento de la calificación positiva recayó en el muñeco blanco.
Y cuando se les preguntó a cuál de esos muñecos se parecían más, titubearon, pero dijeron que al muñeco blanco. A un niño se le preguntó en qué, y con angustia en la cara dijo: “En las orejas”.
El video es tan desgarrador como revelador. Porque muestra en la niñez lo que distintas encuestas realizadas por Conapred han mostrado: México es un país profundamente discriminador.
La discriminación, dijo Bucio citando al filósofo Jesús Rodríguez Zepeda, es una relación asimétrica de dominio, carente de justificación constitucional y democrática, fundada en prejuicios y estigmas sufridos por colectivos completos de personas.
Estos prejuicios parecen normales y hasta naturales, tienen el peso que les da la costumbre y se afianzan en la familia, la escuela, las normas legales, los medios de comunicación y hasta por las políticas públicas.
Y todas las discriminaciones atraviesan y agravan la discriminación por sexo; es decir, se discrimina a las mujeres, pero más a las mujeres indígenas, a las pobres, a las afrodescendientes, discapacitadas, lesbianas.
La discriminación provoca desigualdad porque limita o anula derechos fundamentales, señaló Bucio.
Por ejemplo, dijo, 2.3 millones de mujeres realizan trabajo doméstico remunerado en México y la mayoría carece de seguridad social. Pero regularizar su situación laboral se ha topado con enormes resistencias.
Y es que regularizar su situación implica hablar de salarios mínimos, jornadas de ocho horas, seguridad social. Me he topado con más resistencias en este tema, me comentó, que con el tema de la adopción por parte de personas del mismo sexo.
Atrás de cada discriminación, puntualizó el presidente del Conapred, hay privilegios a los que no se quiere renunciar. La discriminación, afirmó Bucio, es un cáncer de la democracia.
No me cabía duda, claro. Pero tras mirar ese video tengo la certeza de que a mi país le urge entrar a terapia intensiva.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
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