Alberto Aziz Nassif
¿Qué tanta desigualdad soporta un sistema democrático antes de vaciarse completamente de contenido? Los datos duros en México son ilustrativos de la gravedad del problema: mientras que el país carga con una pesada masa de pobres, que según la cifras de Coneval fueron 52.8 millones en el año 2010 y 53.3 millones en 2012, la concentración de la riqueza de las élites es cada vez más contundente porque el 1.2% de la población tiene el 43% de la riqueza total (EL UNIVERSAL, 22/V/2014). América Latina es la región más desigual del mundo y nuestro país es el quinto más desigual en América Latina, según el Coeficiente de Gini.
El mundo en donde el Estado nacional gobernaba mediante equilibrios entre el trabajo y el capital, ha desaparecido por completo. Hoy el mecanismo del cobro de impuestos, como vía de redistribución, se complica sobre todo cuando el Estado mexicano no tiene transparencia en el destino de los recursos públicos y la corrupción por debajo de la mesa se generaliza, o el saqueo de la alta burocracia se institucionaliza en privilegios (bonos, prestaciones, pensiones, haberes de retiro, etcétera). La legitimidad electoral, es todavía un territorio en disputa, sobre todo porque en las últimas décadas no ha sido posible tener un proyecto diferente en el gobierno. Otra pieza importante de este cuadro es que la economía no crece, con lo cual se restringe la creación de empleos, baja el consumo y cae la inversión productiva. La reciente fiscal ha generado molestia e incertidumbre y la reforma energética convertirá al gobierno en un gestor de los intereses de las grandes empresas transnacionales.
Desde mediados de los años setenta ha empeorado la redistribución de la riqueza, por eso la pobreza sigue en cifras que están por encima del 50% de la población, cifra que ya existía hace más de 20 años. Los miles de millones de pesos que se han invertido en los programas sociales no han movido el muro de la pobreza. Lo que en realidad hacen esos programas es mantener la situación, es decir, se administra la pobreza, no se le combate. Con un mercado laboral que disminuye y no logra absorber a la mano de obra que se necesita, se tiene la salida de la informalidad, que llega al 58% PEA, según el INEGI. En estudios recientes sobre el comportamiento del salario mínimo se puede observar que el poder adquisitivo se ha desplomado un 77% en los últimos 25 años, como lo muestra un estudio de Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM (Excélsior, 18/V/2014). Esta ‘fábrica de pobres’ es el resultado del actual modelo económico.
Incluso los que aplaudieron con entusiasmo al gobierno de Peña Nieto y el regreso del PRI, tanto en México, como en el extranjero, ya han empezado a dudar. La prensa internacional ha sido particularmente crítica. El semanario inglés que creó esa versión del famoso “momento mexicano”, The Economist (24/V/2014), hizo un reporte de la caída en las expectativas de crecimiento: se menciona el escepticismo ante las promesas que anunciaron las reformas constitucionales; también la molestia que se acentúa en pequeños, medianos y grandes empresarios por la reforma fiscal. Diversos indicadores expresan que la economía mexicana ha bajado su ritmo, desde las ventas en los supermercados, hasta la caída en el mercado de autos. El gasto público primero se contrajo y ahora se expande, pero no logra detonar el crecimiento. Este rompecabezas abre signos de interrogación sobre el éxito del actual gobierno y su proyecto. De cualquier forma el discurso oficial no deja de ser “optimista”, a pesar de que ya se redujo la expectativa económica. En estos días hemos visto que los pronósticos iniciales de crecimiento del PIB de 3.9% ya se bajaron a 2.7%, de forma similar a lo que sucedió en 2013.
En suma, con estas piezas de alta concentración del ingreso y fuerte desigualdad, con una pobreza persistente, las reformas secundarias regresivas, un salario que genera un empobrecimiento sistemático y un contexto global de incertidumbre, ¿qué tan compatibles resulta una democracia, incapaz de moderar al capitalismo neoliberal, con una economía globalizada que produce cada día más desigualdad?
@AzizNassif
Investigador del CIESAS
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