Axel Didriksson
Análisis
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Un incipiente desencanto invade a quienes vieron en el
retorno del PRI una garantía de experiencia y certidumbre para afrontar
el desastre del panismo, los dislates de Vicente Fox y la incapacidad
de Felipe Calderón en su pretensión de imponer un esquema de “violencia
controlada” y realizar reformas que impactaran el desarrollo del país.
Para
los más pobres y la clase media no hay desencanto porque la tragedia
lleva rato y no ven ninguna salida en lo que se propone y alardea desde
el gobierno. En cambio, el desencanto de los integrantes de la
burguesía se deriva de que no perciben la recuperación de lo invertido
durante la campaña presidencial (miles de millones de pesos), ante un
engallado y pedante secretario de Hacienda que se ufana de los
beneficios invisibles de la reforma hacendaria y trata de ocultar el
nivel de recesión que se vive este año y se refleja en el desempleo (la
tasa más alta de los países denominados emergentes) y en los bajos
niveles de ingreso y de las ventas, como consecuencia de la inflación y
la subida de los impuestos. Por el contrario, ahora se reclama al
gobierno tener mayor coherencia para afrontar esta realidad, como se lo
han echado en cara directivos de empresas, del Banco de México,
exfuncionarios, periodistas especializados y hasta el INEGI. Tampoco es
nada promisorio para los ricos lo que se destila con las reformas
energética, de telecomunicaciones, de seguridad o de educación.
En
el sector educativo, un grupo de empresarios, apoyados por las
televisoras y algunos periodistas, se la han pasado reclamando al
gobierno que mantenga la mano dura contra el magisterio disidente, que
no ceda a las presiones de los gobernadores y siga, sin que medie
ninguna negociación, con la reforma laboral en el sector docente,
pactada en la nueva Ley de Coordinación Fiscal, que busca sustituir el
muy cuestionado fondo de distribución con el que antes se operaba (el
Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal, el FAEB) por
el Fondo de Aportaciones para la Nómina y el Gasto Educativo (Fone).
Para demostrar que aquí se le hace más caso a un pequeño pero muy
vociferante grupo de presión, la SEP ha avanzado en el control del
sindicato magisterial oficial (el SNTE), logrando su total
subordinación, al tiempo que se aprietan las tuercas contra los
maestros del país.
La medida más directa que la
dependencia ha impuesto es la de los denominados “convenios de
automaticidad”, que concentran en la SEP la distribución de las
partidas federales en prestaciones y salarios. Es muy estrecho el
margen de negociación que ha dejado a los gobiernos de los estados que
tienen sindicatos por fuera del SNTE, con los que desde 1992 se han
venido negociando estímulos y recursos especiales. Con ello se avanza
en el control de las plazas, movimientos y recursos del magisterio, por
encima del SNTE, pero se abre una puerta más al conflicto magisterial
en los estados y en el DF, que empezará a sentirse desde esta semana
con movilizaciones multitudinarias a escala nacional contra el ridículo
aumento salarial de 3.5% (ni para comprar una botellita de agua
diaria), del recorte a las prestaciones locales y de la mal llamada
reforma educativa, que no existe.
Para los más pobres
y la clase media depauperada, todas las medidas tomadas por el gobierno
(en medio de las cuales se produjo la vergonzosa pifia de Rosario
Robles en una comunidad indígena) son pura demagogia. A ver quién le
cree al secretario de Educación que concentrando la nómina y provocando
conflictos sin ton ni son, se va a mejorar la educación en las zonas
más necesitadas y más afectadas del territorio mexicano, cuando
precisamente allí se están rechazando dichas imposiciones.
En
algunos lugares el fracaso del actual gobierno para dar respuesta a las
demandas de la población ha conducido al borde de la desesperación,
como ocurre en Cuernavaca, donde la Universidad Autónoma del Estado de
Morelos ha sufrido en carne propia amenazas, acciones directas del
crimen organizado y el asesinato de miembros de su comunidad, como
ocurrió recientemente con el profesor Alejandro Chao y su esposa Sara
Rebolledo. La misma incertidumbre enfrentan los universitarios en
Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Oaxaca,
Chiapas, así como en muchos otros lugares de estudio, escuelas y
tecnológicos.
Tragedia y desencanto por todos lados,
menos en las oficinas del gobierno federal, que todo lo ve de manera
candorosa y exitosa, según la grandilocuencia de su discurso. Cuando un
gobierno no puede apreciar el valor de la inteligencia colectiva, de
los conocimientos, y no puede aprender de sus errores ni de su propia
acción retardataria, la tendencia de su irracionalidad se va
concentrando en el impulso a un escenario de desastre colectivo.
Ya
se está avanzando en éste, cuando se sustituyen gobiernos fallidos con
representantes federales doblemente fallidos, de modo que si se sigue
por allí, los dos casos de este tipo (Michoacán y Tamaulipas) se
multiplicarán hasta que, al fin del presente año, tengamos a la mitad
del territorio en un estado de excepción e ingobernabilidad.
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