Un escenario “natural” y afortunado: Una madre acerca a su bebé a su pecho. Lo amamanta, tiene el apoyo emocional y las circunstancias materiales indispensables para concentrarse en las demandas e intensidades del comienzo de una maternidad. Tan exacta es la leche materna en términos de cumplir las necesidades de un bebé, que el cuerpo femenino la produce al llamado de un hijo. No sólo son los beneficios del amamantamiento en términos de salud física; amamantar es –también- una manera de prolongar la simbiosis madre/hijo.
El
seno y el abrazo materno arropan a un bebé que transitó del vientre
materno, a un exterior desconocido. El bebé es un recién llegado al
aire, a la luz, al ruido. Va hacia los otros. El seno de su madre, su
leche, su piel, le dan la bienvenida y le explican “las bondades” del
mundo.
“Aquí estoy, te hemos estado esperando. Fuimos uno
adentro de la otra, es tan extravagante saber que ahora estás afuera.
Nos tenemos que acostumbrar, los dos, a esta nuestra nueva manera de
ser. Eres otro, pegadito a mí y fuera de mí. ¿Cómo le hacemos para
aceptar cada uno este primer momento de separación? Dicen que amamantar
es lo mejor para los dos, y así lo siento. Dicen que en el
amamantamiento es muy importante la manera en la que se va dando el
destete. No de un día para otro, evitemos la sensación de pérdida.
Despacito, comenzar a mezclar el amamantamiento y el biberón.
Vincularnos en toda intensidad, para ir aprendiendo a seguirnos
separando”.
Amamantar es hermoso y sano, para la madre y para el
hijo, ¿Alguien podría negarlo? Cuando amamantar es posible. Podríamos
afirmar que esa manera de encuentro madre/hijo es lo más “natural”,
sólo que –para los seres humanos- hay cantidad de condiciones que
tienen que darse, para que “lo natural” tenga lugar. Las realidades de
muchísimas mujeres mexicanas son muy distintas a esos escenarios
afortunados que cada una desearía. Un inmenso país inscrito en la
diversidad, los abismos en el acceso a los derechos y a las
oportunidades, a la información. Las madres se angustian, se sienten
solas. Trabajan en la casa y afuera, con horarios fijos que las
colocan a kilómetros de distancia del lugar en donde otras personas
cuidan a sus bebés. Corren de un lado al otro en sus dobles jornadas.
Es cierto que las cifras del amamantamiento en México son muy bajas.
¿Cuáles son las razones de fondo? Las verdaderas, las que importan.
¿Qué apoyos materiales y emocionales reciben las mujeres que son
madres? ¿Cuáles son las responsabilidades del Estado en el apoyo de esa
función social que es –también- la maternidad?
¿Qué se juega en
ese momento en que una mujer abraza a su hijo y lo lleva a su pecho por
primera vez? Una entera historia de vida consciente e inconsciente. Hay
un ideal del “amor materno incondicional”, y está la realidad de las
mujeres que son madres. Winnicott trabajó por años como pediatra y
psicoanalista infantil, atendió y escuchó a miles de niños, y a sus
madres. Madres deseosas de relacionarse con sus hijos en los términos
más amorosos, y sin embargo –con frecuencia- llenas de dudas,
angustias, desamparos, sentimientos de insuficiencia. “Las madres de la
realidad”, solía decir. Winnicott acuñó entonces una frase solidaria y
desculpabilizante: “La manera de ser una buena madre, es ser una madre
lo suficientemente buena”.
En la maternidad, como en casi toda
experiencia humana, los ideales existen: La Madre. La madre perfecta,
la que siempre puede, la que ya sabe cómo, la heroica, la infalible.
Las mayúsculas no ayudan; tenderían más bien a paralizarnos. ¿Quién
está a la altura de los seres y los haceres ideales? Somos nosotras,
abrazando a nuestros hijos, deseosas de hacerlo bien y temerosas de no
lograrlo. Somos nosotras, cada una. Tan fuertes a veces, y tan cuchitas
a veces, en resumen: tan humanas.
Amamanté seis meses a cada uno
de mis hijos, ni siquiera se me ocurrió otra opción, esos encuentros
que calificaría –en mi caso- de indispensables, fueron posibles porque
no salía a trabajar con un horario, porque tuve –cada vez- el apoyo del
padre de mi hijo, y me parece fundamental: en mi primer embarazo recibí
el acompañamiento y la contención de las parteras y de los grupos de
mujeres embarazadas que nos reuníamos en la maternidad pública en la
que nació mi primer hijo en París. Para cuando llegaron mi segundo y mi
tercer hijo, yo ya había aprendido que nuestro íntimo diálogo de fusión
y de amor traía consigo lo que el bebé necesitaba para nutrirse. En
términos físicos y emocionales. Narro lo que los servicios de la
seguridad pública pueden y deben ofrecer a las mujeres: confianza en
ellas mismas, información y contención. ¿Qué sucede con esa sensación
de insuficiencia que vive una madre cuando le repiten: "Tiene hambre,
no tienes leche suficiente, dale un biberón para "compensar"? "No gana
peso, no lo estás haciendo bien", según me han contado mamás que no
siguieron amamantando a sus bebés porque sentían que no tenían "con
que".
Una mujer necesita confiar en que su leche es buena, sana,
y suficiente. En ese sentido, las campañas para promover la lactancia
son indispensables; como es indispensable el apoyo emocional para las
madres en los hospitales en donde nacen sus hijos, y llevar a la
realidad los derechos de las madres a contar con una guardería en su
centro de trabajo y a que se respeten sus horarios para el
amamantamiento. Y cambiar ciertos mapas mentales: si un bebé tiene
hambre cada tres o cuatro horas, su madre tiene una subida de leche en
esos exactos momentos, sería bueno –entonces- que como sociedad,
aprendiéramos a considerar el amamantamiento en espacios públicos, no
como un acto “impúdico”, sino como lo que es: un bebé alimentándose y
conversando con su madre.
La
primera fase de la campaña para promover la lactancia lanzada por la
Secretaría de Salud generó una oleada de molestias. El slogan: “No
le des la espalda, dale el pecho”, es casi un juicio sumario.
¿Culpabilizar a una mujer le ayudaría en el proceso de amamantar? Las
mujeres que amamantan necesitan apoyos que sucedan en la realidad. La
campaña ofendió a una parte de la población que cuenta ahora con vías
para manifestar su descontento. ¿A quién está dirigida esa campaña? La
respuesta de su creador ya está más que discutida: “A las mujeres que
temen perder la forma de sus senos”. De un reduccionismo alarmante.
Leí
la columna de mi amigo Joel Hernández, en estas páginas. Un muy buen
texto en pro del amamantamiento, hasta que en algún momento de la
lectura ya no entendí bien. Retomo algunas frases, que creo, podrían
llamar al malentendido. ¿Quizá no nos hemos explicado bien quienes
rechazamos los modos de la campaña? Escribe Joel: “Spots mostrando
madres famosas… el mundo se vino encima a sus promotores porque ellas
exhiben allí sus potestades. Sus pechos. Sus recónditas zonas
alimentarias”. ¿El problema de la campaña – para quienes no la
apreciamos- es que las mujeres muestren sus senos? ¿O más bien que las
imágenes no tienen nada que ver con la lactancia y con la diversidad de
las mujeres mexicanas que la viven y/o quisieran vivirla? No hay ni
bebés, ni amamantamientos en escena.
Los senos existen en tanto
que objeto erótico y en tanto que objeto materno, la campaña eligió
mostrarlos en su función erótica. ¿Es un atentado a las “buenas
costumbres”? No, es bastante inadecuado y muestra que la campaña está
dirigida a una porción muy reducida de la población: las mujeres que
temen “estropear” sus senos; de allí que los publicistas sintieran la
necesidad de “probarnos” que semejante cosa no sucede y si sucede
“tiene remedio”. Ah, ¿y ese será el punto? De paso ¿no están
reforzando la idea- para quien la tiene- de que sería una catástrofe el
cambio en la forma de los senos?
No, los senos no tienen nada de
“recóndito”, (entiendo que es una ironía) y la mayoría de las mujeres
andamos por el mundo muy encantadas y agradecidas por ellos y bien
contentas de mostrarlos/medio mostrarlos/velarlos/develarlos, en donde
así lo elegimos. No veo por qué una mujer no posaría desnuda anunciando
lo que quiera, si esa es su elección. Lo femenino erótico “llama y
vende”, es un hecho, sólo que acá era una campaña para abrazar la
lactancia. La campaña crea –entre otras cosas- una confusión de
lenguajes: hay momentos para el erotismo (en su sentido de sexualidad),
y momentos para el vínculo madre/hijo (con una carga “erótica” en tanto
que aliento de vida, que también está) Un ejemplo de la confusión de
lenguaje, es la prohibición no escrita de amamantar en los espacios
públicos que todas las mujeres que hemos sido madres conocemos: “Nos
parece obsceno, porque no somos capaces de separar la función erótica,
y la función materna de los senos”, quienes crearon la campaña, tampoco
supieron hacerlo.
Joel escribe: “Mujeres organizadas en defensa
de mujeres…pusieron el grito en el cielo: la crítica férrea comenzó
porque la exhibición de las famosas no tenía que ver con las mujeres de
a pie y se les mostraba como ‘objeto sexual’”. ¿No sería necesario que
una campaña dirigida a millones de mexicanas, muestre la diversidad de
mujeres que conforman la población mexicana? Distintas edades,
estructuras físicas, colores de piel, clases sociales. ¿O tenemos que
recibir desde las instituciones públicas los mismos estereotipos
femeninos que nos ofrecen las televisoras privadas? ¿Se pueden
promocionar con los mismos principios las cremas -con mercados muy
específicos- que la lactancia?
Joel: “Están en su derecho de
inconformarse públicamente y de decir que ‘ellas no son objeto de
deseo’. Vamos por partes. La expresión “objeto sexual” tiene dos
significados: “objeto”, en tanto que espacio de inversión del deseo
sexual, y “objeto” en el sentido de cosa. Casi todos los seres humanos
deseamos ser “objeto sexual”, en donde elegimos y anhelamos serlo. Lo
que casi ningún ser humano quisiera, es ser cosificado. Un ejemplo: una
mujer acaricia el pene de un hombre en una relación consensuada, o: una
mujer jalonea el pene de un desconocido aprovechando la hora pico del
metro, son escenarios muy distintos. En cuando a que grupos de mujeres
hayan dicho: “que ellas no son objeto de deseo”, me parece un
inquietante deslizamiento en la interpretación de los términos. ¿Qué
hombre o mujer podría hacerse semejante Harakiri? ¿Quién no quiere ser
objeto de deseo de su a la vez, objeto de deseo?
Los
senos con implantes en las imágenes también han sido motivo de
controversia. ¿Es un ataque a las mujeres que deciden operarse? Cada
ser humano tiene derecho a transformar y re-crear su cuerpo a como
quiera, lo que no se entiende, es ¿por qué los implantes estarían
presentes en modelos de una campaña que llama a
las madres recientes a identificarse con ellas? Muy confuso. Y
concentrándome ya en la función erótica de los senos: ¿La Secretaría de
Salud del Distrito Federal anuncia que pagará los implantes para las
mujeres impactadas por la campaña? ¿O cuál es el mensaje? ¿Y si después
de amamantar mis senos no se ven a como me los muestran, corro el
riesgo de no ser ya “objeto de deseo”? ¿Nuestros senos sólo son
deseables si tienen esa forma exactita y definida? ¿Qué se supone que
son el amor y el deseo? ¿La Secretaría de Salud promueve – de manera
involuntaria, claro está- una operación para mantener nuestros senos
inscritos en su función erótica (de una manera estereotipada), a pesar
de que los implantes en la mayoría de los casos, llevan a las mujeres a
una pérdida de sensibilidad en una de sus más importantes zonas
eróticas?
Amamantar es "natural", sí y no, dado que los seres
hablantes estamos atravesados por la subjetividad y por nuestras
circunstancias bien concretas. Una madre que abraza a su hija/o,
también necesita ser abrazada. Para dar amor, necesitamos recibirlo.
Para proteger, necesitamos sentirnos protegidas. Lo “natural”,
necesita ser humanizado.
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