Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Una calcomanía –con la leyenda
bienvenidos al infierno(hell en inglés)– en contra de la petrolera Shell fue pegada en un carro de la ciudad de Slaviansk, al este de Ucrania Foto Reuters
Uno de los tres ejes de la reciente presentación de mi libro Muerte de Pemex y suicidio de México versa justamente sobre la burbuja del gas shale
(esquisto bituminoso/grisú/pizarra/lutita), al unísono del verdadero
tesoro en las profundidades del Golfo de México –genuina apoteosis
geopolítica de Estados Unidos– y el cadáver de la producción de
hidrocarburos en tierra firme/aguas someras del agónico Pemex.
Mientras el zar geoenergético global Vlady Putin descolgaba el acuerdo gasero histórico con el mandarín Xi Jinping, la Administración de Información de Energía de EU (EIA, por sus siglas en ingles) filtraba la debacle del gas/petróleo shale en su principal yacimiento en Monterey (California), que supuestamente constituía las dos terceras partes de todo el “petróleo shale” de las fuentes técnicamente recuperables de EU.
La dramática revisión de la EIA ahora calcula tales reservas
californianas en solamente 4 por ciento de las estimaciones originales:
¡96 por ciento menos (así, con dos dígitos)!
El demoledor hallazgo de la EIA pospone a las calendas griegas la muy cantada
independencia energética de EUensalzada por los turiferarios bursátiles como la
nueva Arabia Saudita del siglo XXI.
Le llueve sobre mojado a Barack Obama cuando pierde la batalla
energética global frente a Rusia en Eurasia, Ucrania/Crimea y ahora en
el propio EU, con la excepción notable del
México neoliberal itamita, donde como nuevo Hernán Cortés se apodera del Golfo de México –cuyo nombre desean cambiar a
Golfo de EU– gracias al entreguista
espíritu de Toluca. Como reza el apotegma penal, a confesión de partes relevo de pruebas.
Chris Martenson, de Peak Prosperity, expone que “el milagro (¡supersic!) del petróleo shale desaparece: la formación Monterey fue degradada en 96 por ciento” .
En forma increíble, el shale de Monterey es degradado de 13
mil 700 millones de barriles (mdb) –proyecciones de 2012– a unos magros
600 mdb de petróleo recuperable.
Siempre advertimos sobre las cuentas alegres del boom potencial del gas shale y Martenson se mofa de las matemáticas simplonas, cuyas cifras miríficas ahora hay que ajustar a la baja:
los ingresos por impuestos pasarán de 24 mil 600 millones de dólares a solamente 984 millones de dólares y los casi 3 millones de empleos se reducirán sustancialmente a solamente 112 mil empleos.
Ahora resulta que la
geología subterránea es compleja (sic), sin contar que el petróleo extraído del shale viene con
tremenda demanda de agua y daños ambientales, en infraestructura y en contaminación, según Martenson, a quien se le pasa por alto la producción de sismos, la exacerbación del calentamiento global por metano, la toxicidad de los escasos mantos freáticos y la inyección de sustancias químicas cancerígenas.
Lo mejor del sarcasmo de Martenson se centra en la razón por la cual
la EIA mostró cifras abultadamente ridículas: se basó en las
estimaciones de una infalible empresa privada (¡supersic!).
No tengo tiempo para hacer leña del bosque caído del neoliberalismo financierista que apadrinó aviesamente y sin juicio crítico la especulación de la burbuja del gas shale.
Según Martenson, el desastre de los activos del shale Monterey es
un tremendo golpe específicamente a Occidental Petroleum, más ampliamente a los sueños (sic) de energía y el empleo de California, y a nivel nacional a los sueños de la energía de EU.
En fechas recientes ya no se entendía cómo Rice Energy gastaba cuatro dólares para ganar solamente uno en la extracción del gas shale.
Ante la debacle del gas/petróleo shale del mayor yacimiento
en EU, ¿qué advendrá del noreste mexicano, en especial de la cuenca de
Burgos, prolongación de Eagle Ford (Texas)? ¿El controvertido gas shale mexicano es otro
mito genial(Pedro Aspe dixit) del
México neoliberal itamita?
Como último clavo en el féretro de la
revolución energética de EU, Nafeez Ahmed, del rotativo británico The Guardian, fustiga que “la devaluación de las dos terceras partes del petróleo shale de EU explota el mito del fracking: las estimaciones superinfladas de reservas de la industria se están desenmarañando con el sueño estadunidense de independencia petrolera”.
Ahmed considera que “la devaluación del yacimiento Monterey
constituye un severo golpe mortal a las ínfulas de la industria
petrolera sobre una nueva era dorada de independencia energética de EU
mediante el fracking no convencional de petróleo y gas”.
Ahmed menciona al connotado analista Jeremy Leggett, quien,
citando las estimaciones exageradas de la industria petrolera, comentó que
si la realidad de las reservas y la producción son significativamente menores a los pronósticos de la industria, podríamos estar en riesgo de un choque petrolero (¡supersic!) ya en los próximos cinco años¡Uf!
Hasta Ap
cita una investigación de la Oficina de Rendición de Cuentas del
Gobierno (GAO, por sus siglas en inglés) de que la oficina del
Departamento del Ministerio del Interior del Manejo Territorial
omitió inspeccionar adecuadamente miles (¡supersic!) de yacimientos de petróleo y gas que son potencialmente un alto riesgo para el daño acuífero y ambiental.
Quedan en indeleble ridículo en EU su principal think tank, Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) y su publicación propagandista Foreign Affairs,
así como el desinformativo Wilson Center –con su asociado neoliberal
ITAM, su repetidora carente de sindéresis con su bisagra, el pirata
británico Duncan Wood–, quienes apadrinaron el espejismo del gas shale.
El ridículo en México es inenarrable de parte del consuetudinariamente mendaz IMCO (
Nos cambiaron el mapa: México ante la revolución energética del siglo XXI) –que dirige el dueño del equipo Toluca de futbol, Valentín Diez Morodo, quien eludió pagar al fisco 7 mil millones de dólares y cuyo empleado, el pugnaz cuan locuaz publicista Juan Pardinas Carpizo, exigió el aplastamiento militar para aprobar la
reforma energética Peña/Videgaray/Aspe–, al unísono de la distópica CNH donde Edgar René Rangel Germán alucina, para beneficio de sus amos en Stanford, que el fracking no (¡supersic!) produce sismos.
Que conste que desde hace casi un año advertí: “El mítico gas shale de Norteamérica (EU/México/Canadá): ¿burbuja a punto de estallar?”.
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