Las batallas venideras
En
el año 2010, cuando aún permanecían en el penal de máxima seguridad del
Altiplano Felipe Álvarez e Ignacio Del Valle, dos de los integrantes
más representativos del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra
(FPDT), se concretó el despojo de tierras en la comunidad de San
Cristóbal Nexquipayac; esos terrenos, como los de Santa Isabel Ixtapa y
otros pueblos, forman parte del municipio de Atenco. La Comisión
Nacional del Agua (CONAGUA) empleó mecanismos similares a los que hoy
pretenden aplicarse en San Salvador Atenco, cabecera del municipio,
para que “legalmente” las tierras comunales cambien de uso y puedan ser
vendidas con la finalidad de dar paso al proyecto aeroportuario
derrotado ya en una ocasión hace poco más de diez años. En Nexquipayac,
lo mismo que hoy en San Salvador Atenco, la convocatoria a la Asamblea
ejidal se realizó en condiciones más que irregulares. Violando
tradiciones y leyes agrarias, la sede fue afín a los priistas, se
ofrecieron miles de pesos a los ejidatarios que lograran convencer a
otros para votar por el cambio de uso de suelo; se maiceó
–porfirianamente hablando-, a quienes, en teoría, como representantes
populares deben defender los ejidos; se llevó a cabo una sola Asamblea
de modo fast track, sin importar que un tema como la venta de la tierra
requiere una profusa discusión entre los directamente afectados;
finalmente, la presencia de los funcionarios de CONAGUA sirvió como
acicate para concretar el trato. Vale decir, además, que al terminar la
Asamblea, de manera inmediata, se firmó el convenio con la CONAGUA.
Algunos ejidatarios, encantados con la oferta, recibieron hasta un
millón quinientos mil pesos, pero a cuatro años de distancia el dinero
se ha esfumado. Ahora se encuentran a la deriva: sin dinero y sin
tierra.
El FPDT ha insistido, no sin razón, en que las condiciones
actuales para la resistencia no son las mismas que en el año 2001. Sin
embargo, existe una sola que desde el decreto emitido por Vicente Fox
no ha variado: las tierras de San Salvador Atenco son indispensables
para concretar el proyecto de aeropuerto. Por más que, con la venta de
tierras en otros poblados, exista un cerco hacia San Salvador Atenco
encabezado por la CONAGUA, es necesario el arrebato de los ejidos en
esa comunidad que, con los años, se convirtió en el centro de la lucha
campesina atenquense. Mientras en las tierras comunales de ese pueblo
no exista un cambio en el uso de suelo, mientras continúe la
resistencia pertinaz del FPDT, y la porfía de los campesinos y
ejidatarios que le dan vida, la amenaza de despojo no cesará.
El pasado 18 de mayo, el priismo de viejo cuño pretendió llevar a cabo
una Asamblea cuyo objetivo principal era votar el cambio de uso de
suelo y el dominio pleno de las tierras ejidales. Las irregularidades,
como ocurrió en Nexquipayac, fueron el caballo de batalla para quienes
buscan la entrega de los terrenos. La Asamblea fue convocada en un
espacio vinculado, por cierto, a priistas del pueblo. La sesión intentó
llevarse a puerta cerrada, sin posibilidad siquiera de que los
pobladores pudieran escuchar las discusiones como tradicionalmente
ocurre. Quienes pretenden legalizar la venta de la tierra no son sino
los mismos que desde el 2001 creyeron en las bondades del aeropuerto;
son los mismos que en 2006 sirvieron de quinta columna para señalar las
casas que fueron allanadas en el brutal operativo del mayo rojo; son
los mismos que, una y otra vez, apostaron por el dinero y las migajas
del poder antes que por la historia y el amor a su pueblo.
Finalmente, la Asamblea no tuvo el quórum necesario para llevarse a cabo. Erróneamente, algunos medios como La Jornada
reseñaron que el Cordón de Paz, convocado por el FPDT para ese día ante
el riesgo latente de violencia, fue el que impidió su realización. La
versión, además de confusa e ingenua, cuando no mal intencionada, está
muy alejada de lo sucedido. Vale la pena señalar, por un lado, que era
necesario –incluso con todas las irregularidades ya sabidas-, reunir a
más de 500 ejidatarios para una decisión de tal envergadura. De esa
cantidad, poco más de 300 debían votar por el cambio de uso de suelo y
dominio pleno de la tierra. Los priistas, luego de toda su maquinaria
empleada, congregaron a menos 200 personas. Quienes, siendo o no del
FPDT, asistieron a la Asamblea pero sin firmar lista de asistencia y,
por tanto, sin reconocerla también fueron alrededor de 200. Los
números, en uno y otro caso, llaman la atención. Hay, sin duda, y por
el momento, una especie de empate.
Los participantes en el
Cordón de Paz y Dignidad no impidieron la realización de la Asamblea
pero fueron, en cambio, testigos del operativo montado por el PRI en la
intentona de avalar el despojo. Los medios de comunicación alternativos
jugaron, sin duda, un papel trascendente al dar a conocer qué ocurría
en la comunidad atenquense. Si, por el momento, los priistas fracasaron
en su cometido, incluso a pesar de sus consabidos deseos y esfuerzos,
nada señala que desistirán en éste, bien a mediato o a largo plazo. El
PRI que desgobierna nuestro país ha impuesto, se reconozca o no, un
cerco mediático hacia la incansable lucha del FPDT. Ha cumplido, al pie
de la letra, la agenda de los magnates empresariales que, con Peña
Nieto y detrás de él, hunden a México en el más bochornoso de sus
presentes.
Atenco es un dique a derribar. Pero el FPDT y la
solidaridad más genuina que lo identifica, bien sabe de la dignidad de
“asumir al enemigo”. Por lo pronto, esta organización tan hija de
Zapata, convoca a que quienes con ellos caminan participen, este 1 de
junio, en el segundo Cordón de Paz y Dignidad. Asumamos, como el FPDT
lo mandate, dignamente al enemigo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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