Asa Cristina Laurell
Mi razón de retomar la discusión sobre la(s) vacuna(s) contra el virus del papiloma humano (La Jornada,
20/8/14) fue una carta que recibí sobre el caso de una niña mexicana de
12 años. La madre habla sobre el deterioro de la adolescente, la larga
búsqueda de una explicación a su condición y los múltiples estudios que
le han hecho para terminar con el diagnóstico
probablede reacción adversa a la vacuna del papiloma humano.
A raíz del artículo he recibido una carta de dos funcionarios del
Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia,
responsable de la vacunación en México, para conversar conmigo. Mi
respuesta es una serie de preguntas que formulo a la Secretaría de
Salud (Ssa) después de revisar la NOM -036-SSA2-2012, los lineamientos
generales del programa de vacunación universal 2013, así como las
fichas técnicas de Gardasil y Cervarix publicadas por la Comisión
Federal contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Se supone que antes de realizar una intervención médica como la
vacunación, la persona debe dar su consentimiento después de haber
recibido la información completa sobre efectos y riesgos. Pregunto a la
Ssa: ¿cuál es la rutina de información para las vacunadas y sus
familias? Ninguno de los documentos revisados da una visión clara sobre
qué debe informar el personal y qué estudios médicos realizar. En
particular ¿qué se informa sobre las posibles reacciones adversas? Los
documentos sólo advierten como contraindicación “hipersensibilidad a cualquier componente (énfasis mío) de la vacuna”.
Las ficha de los laboratorios sobre las vacunas son más claras al
explicitar hipersensibilidad al principio activo de la vacuna y al
excipiente (ASO4), sustancia que puede ser la causa de las reacciones
adversas. Los laboratorios recomiendan, además, una revisión de la
historia clínica y un examen clínico de la persona. ¿Se hace
regularmente esto a las niñas por vacunar? O es que los laboratorios se
cubren contra eventuales demandas. En este contexto es de señalar que
tanto Glaxo como Merck hacen referencia a los estudios limitados que
han sido criticados por los investigadores.
Por otra parte, ¿se informa explícitamente a los interesados que
la(s) vacuna(s) no son contra el cáncer cervicouterino y que la
niña-mujer debe hacerse el Papanicolau o una prueba serológica en el
futuro para detectar lesiones precancerosas o cancerosas?
Después
de buscar infructuosamente en el sistema de fármacovigilancia de
Cofepris, sin encontrar casos de reacciones adversas a la(s) vacuna(s)
contra VPH, pregunto a la Ssa: ¿cuántos reportes de reacciones
secundarias tiene?, ¿cuáles son? y ¿qué se ha hecho en cada caso?
También me parece importante conocer cuántas niñas han interrumpido su
vacunación. Sería sumamente útil saber por qué no han regresado a
recibir la segunda o tercera dosis, ya que conocerlo puede revelar
datos interesantes precisamente sobre las reacciones adversas.
Las indicaciones de aplicación de la vacuna, dadas por los
laboratorios, son tres dosis con el calendario de 0-1-6 meses o 0-2-6
meses. Aunque estos intervalos están señalados en algunos documentos de
la Ssa, los lineamientos generales del programa de vacunación universal
2013 determinan que la segunda dosis se aplica a los seis meses y la
tercera después de 60 meses (5 años) de la dosis inicial. Mi pregunta
es: ¿con base en qué investigación se cambiaron los intervalos de
aplicación? y ¿se está haciendo el seguimiento sistemático de una
muestra de las vacunadas para verificar los resultados?
Por último. La Ssa fundamenta explícitamente la inclusión o
exclusión de intervenciones del CAUSES del Seguro Popular en el cálculo
de costo/beneficio. Aunque no estoy de acuerdo con este procedimiento,
pregunto: ¿cómo justificó la inclusión de una vacuna VPH cuando sólo se
puede afirmar que protege contra dos o cuatro cepas del virus de las
más de 100 existentes y sin poder afirmar que sea la causa del cáncer
cervicouterino?
Por otra parte, es una vacuna comparativamente costosacuyo precio,
según el tabulador de 2012 del CAUSES, es de 220 pesos, por dosis y en
el mercado de 2 mil 500 a 4 mil pesos. En comparación, por ejemplo, la
vacuna antipoliomielítica, Sabin, tiene un costo de 4 pesos en el
tabulador del CAUSES. La diferencia indudablemente se debe al precio
monopólico de las dos vacunas contra el VPH, debido a sus patentes.
Recuerden que el doctor Sabin, que fue decisivo para la erradicación
de la polio en el mundo, nunca quiso patentar su vacuna. Su convicción
era que la ciencia debería beneficiar a la humanidad, no a los negocios.
La vacuna del VPH demuestra que el motivo de lucro introduce
problemas éticos y científicos que la autoridad sanitaria tiene que
resolver.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario