Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
La crisis económica de 2008 dejó una estela de pobreza en las mujeres, reduciendo aún más sus ingresos.
Para 2014 su participación en los niveles altos de ingreso (más de cinco salarios mínimos) bajó de 8.3 a 5.2 por ciento; mientras que el porcentaje de mujeres que ganan de uno hasta dos salarios mínimos (SM) aumentó en 19.2 por ciento; en 2008 eran 7.3 millones y para el segundo trimestre de 2014 llegaron a 8.7 millones de mujeres, según datos de ENOE-Inegi.
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Quiere decir que hoy, de un universo de 18.8 millones de trabajadoras, sólo 972 mil 505 perciben el ingreso de más de cinco SM. En relación a 2008 este rango cayó 46.6 por ciento; en ese año eran un millón 425 mil 976; una caída de esta magnitud implica necesariamente un nivel de empobrecimiento muy importante.
De hecho, a partir del rango de más de dos SM hasta tres empieza el proceso de descenso o de empobrecimiento, ya que sólo creció la participación de las mujeres en los ingresos más bajos (uno a dos SM).
En la población masculina su participación en los niveles altos de ingreso es superior, de 7.7 por ciento, pero también disminuyó: en 2008 era de 13.4 puntos porcentuales.
Con estos datos quienes afirman que la crisis de 2008 está superada no viven de un salario, sino de ganancias del capital. El nivel de empleo se recupera hasta 2012. Han crecido la productividad y la inflación, menos los salarios y el mercado interno.
Esta disminución de los ingresos de las y los trabajadores y su respectivo empobrecimiento, como una nueva oleada de precarización del trabajo es analizada en el documento “Política de recuperación del salario mínimo en México y en el Distrito Federal. Propuesta para un acuerdo”.
El análisis fue elaborado por destacados expertos como Graciela Bensunsán, Gerardo Esquivel y Jaime Ross, entre otros. Así como por el Gabinete Económico del Gobierno del Distrito Federal (GDF). Fue presentada por el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, el pasado 24 de octubre.
Concretamente se propone incrementar para el próximo año el salario mínimo a 82.86 pesos (implica un incremento de más del 20 por ciento respecto al actual SM de la Zona A). El aumento permitiría que el ingreso mínimo pueda cubrir la canasta básica definida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
También se plantea una Ley General de Unidad de Cuentas del Estado mexicano, que desvincule al SM del cobro de multas, impuestos, infracciones y derechos, entre otros conceptos. En una palabra, desindexar el salario mínimo, dejar de usarlo como unidad de medida.
Al respecto, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en su comparecencia ante la Cámara de Diputados con motivo de la presentación del Paquete Económico 2015, anunció que el Presidente de la República emitiría próximamente un decreto para desindexar el SM. Un paso esencial e indispensable para que sus aumentos no provoquen inflación.
La propuesta del GDF demuestra que aumentar el SM no sólo es posible, sino que es indispensable, bajo las siguientes consideraciones:
1. De 1976 a 2014 los salarios se han reducido en 71 por ciento a nivel nacional y en 77 por ciento en el DF.
2. Según el “Informe México: cómo vamos”, la población que no puede adquirir la canasta alimentaria con su salario pasó del 54 por ciento en 2013 al 59.4 por ciento en 2014 en el DF.
3. ¿Por qué el Salario Mínimo? Por mandato constitucional, porque el SM forma parte de las obligaciones del Estado, del pacto social y del tipo de convivencia de los mexicanos.
Porque se trata de intervenir en la situación económica de quienes menos ganan y menos tienen. Por su papel de “faro”. Al elevar el piso del ingreso laboral, el mercado laboral ajustará, con sus propios ritmos y condiciones, una mejora paulatina de conjunto.
Por resarcimiento histórico, porque los salarios mínimos (a la par de los salarios contractuales) fueron las variables más castigadas a lo largo de los últimos 30 años y el ámbito donde se instrumentó “el ancla” de la estrategia contra la inflación.
Es decir, ese grupo de trabajadoras y trabajadores ha cargado con los costos del ajuste estructural y de las decisiones económicas anticrisis, en el marco del nuevo arreglo económico.
4. El SM en México no es un precio de mercado sino un derecho constitucional cuyo nivel se ha fijado históricamente por decreto a través de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).
Por ende, se tiene que reconocer que, como parte del derecho al trabajo que consagra el artículo 123 constitucional, es obligatoria la regla establecida en su fracción sexta: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.
5. El SM es un reconocimiento de toda la sociedad para las y los trabajadores, una regla de convivencia, un instrumento de inclusión social y una herramienta para la cohesión social. Por el contrario, el deterioro del mismo también refleja el deterioro del pacto social, de la convivencia, la inclusión y la cohesión social.
El SM es, pues, una respuesta común a las siguientes interrogantes: ¿qué sociedad queremos? y ¿cuánto es lo menos que vale el trabajo de cualquier persona?
6. Los salarios mínimos en México no se han ligado a la productividad y ésa, precisamente, es una de las razones de su continuo deterioro. La productividad ha avanzado en el sector formal –con ritmos modestos–, pero los salarios no.
Este reconocimiento es muy importante para ordenar el debate y reconocer que esa distancia entre productividad media y salarios mínimos es una de las circunstancias que permiten aumentar los salarios mínimos sin efectos inflacionarios.
7. Además, como lo ha reiterado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), “México es el único país al final de la década (anterior) donde el valor del salario mínimo es inferior al del umbral de pobreza per cápita”.
En suma, es muy pertinente la pregunta que contiene este valioso documento: ¿Puede la economía mexicana crecer sobre la base de salarios mínimos tan castigados?; ¿no será que la economía mexicana no crece porque el nivel de ingreso de las y los trabajadores es muy bajo?
La respuesta es muy simple pero contundente: la economía no puede crecer con salarios tan castigados, y si en verdad se quiere combatir la pobreza y la enorme polarización social es indispensable incrementar en forma sustantiva y gradual los salarios. Son insostenibles las condiciones de empobrecimiento de las mujeres y de buena parte de la sociedad mexicana.
¡Vivos de los llevaron, vivos los queremos!
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.
Cimacnoticias | México, DF.-
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