El año 2015 concluyó
con un tipo de cambio peso-dólar estadounidense, que superó los niveles
de depreciación real de 2008-2009 (asociados a la crisis económica
internacional) y de 1998 (asociado a la crisis asiática), además,
presentó niveles de depreciación muy similares a los de la segunda mitad
de 1995 (asociados a la crisis mexicana). Efectivamente, el tipo de
cambio real del peso mexicano con respecto al dólar, se depreció en un
25% en diciembre de 2015, comparado con igual mes de 2013 (ver gráfico
1).
Diversos fenómenos de orden externo han contribuido al debilitamiento
de la moneda mexicana con respecto al dólar: la caída de los precios
internacionales del petróleo, asociada a un exceso de oferta mundial; el
aumento en las tasas de interés en los Estados Unidos de América y la
reducción en los ritmos de expansión de la Economía de China dentro de
su denominada “nueva normalidad”. Todo lo cual ha generado una demanda
especulativa de dólares en el mercado nacional y ha debilitado al peso
mexicano.
Para frenar el proceso de depreciación, el Banco
Central primero recurrió a la subasta de dólares y luego optó por
detenerlas y elevar la tasa de interés de referencia a 3.75, mientras la
Secretaría de Hacienda efectuó un ajuste al gasto para este año que
equivale al 0.7 por ciento del PIB. Ambas medidas tienen el propósito de
salvaguardar la “estabilidad macroeconómica” en precios y en déficit
fiscal, aunque ello profundice el semi-estancamiento de la economía
mexicana, vía v.gr., el encarecimiento del crédito destinado
tanto a inversión como a consumo duradero; y la caída de la de por si
baja inversión pública en infraestructura. No obstante que tras los
anuncios, el peso ganó cierto terreno frente al dólar, lo cierto es que
la inestabilidad internacional continuará (entre otras cosas, por la
reducción en las expectativas de crecimiento en los Estados Unidos para
2016 y el riesgo de un nuevo ajuste al alza en la tasa de interés de
referencia por parte de la Reserva Federal), por lo cual, seguramente el
dólar rebasará nuevamente la barrera de los 19 pesos.
La
apreciación internacional del dólar ha golpeado con particular fuerza al
peso mexicano, de hecho, de las economías emergentes, la moneda
mexicana ha sido la tercera más afectada, sólo después del rublo ruso y
el peso colombiano (La Jornada 16.02.2016 dixit). ¿Por qué la
economía mexicana enfrenta dificultades para responder a los embates
internacionales? En nuestra opinión la respuesta se localiza en el
proceso de liberalización económica y en el abandono del estado de su
participación en la esfera productiva, desde mediados de la década de
los ochenta. Tales aspectos han impactado adversamente sobre la
industria mexicana, en particular, porque han contribuido a la
emergencia de una inserción comercial débil, pues las industrias
mexicanas son crecientemente dependientes de importaciones de insumos y
bienes de capital. Grosso modo, buena parte de la industria
mexicana (en particular el grupo selecto de manufacturas exportadoras)
se especializan en proceso de ensamble de partes y componentes
importados, con débil apropiación de valor agregado y débiles vínculos
con el aparato productivo nacional.
Tal organización industrial
ha contribuido al achicamiento de la industria mexicana y la vuelve
endeble a los vaivenes internacionales. Con ello, un dólar caro impacta
negativamente sobre el aparato productivo nacional, vía las
importaciones. Considerando la asociación negativa que se establece
entre importaciones y tipo de cambio real, algunas estimaciones apuntan a
que por cada aumento en un uno por ciento de las compras de insumos
importados (y permitiendo que el tipo de cambio varíe), se reduce en un
0.23 por ciento la inversión fija bruta en las manufacturas mexicanas
(Ortiz Velásquez 2015). Ello es relevante si se considera que de un
total de 240 tipos de industrias, 43 presentaron entre 2009-2014 una
alta y creciente dependencia a los insumos importados, destacando
industrias de textiles, envases de cartón, pañales, fibras químicas,
tintas para impresión, llantas, maquinaria y equipo industrial, motores
de gasolina, autopartes, camiones/tracto-camiones, bicicletas. Mientras,
75 clases se tipificaron como de baja pero creciente dependencia a las
importaciones, destacando manufacturas de alimentos como: harina de
maíz, cereales, panificación, galletas, café instantáneo, bebidas
alcohólicas, cigarros, ropa, calzado, madera, joyería; e industrias
productoras típicas de bienes intermedios.
Dado el carácter
tradicional de muchas de estas manufacturas altamente dependientes de
importaciones, iniciar con un proceso de sustitución de importaciones
prescindibles, sería una necesaria política gubernamental de rescate de
la economía real y de defensa de los niveles de ingreso y ocupación. En
el mediano plazo, dotaría a la economía de una mayor capacidad de
respuesta contra los choques internacionales.
Blog del autor: http://economiamexicanaennumeros.blogspot.mx/
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