Joven zapatista habla de su participación política
“Los
zapatistas no dependen del gobierno. En las elecciones no nos metemos.
No recibimos proyectos, nada del gobierno, somos independientes de
ellos, hacemos nuestros trabajos, tenemos clínicas, escuelas autónomas,
radios comunitarias”, explica una joven zapatista.
Ella viste jeans y playera y cubre su rostro con pasamontañas. Habla
con timidez, pero cuando se le pregunta sobre la política que profesa se
desenvuelve y para ejemplificar sus dichos, con su dedo índice va
trazando dibujos imaginarios sobre la mesa de madera.
La charla con Cimacnoticias se dio durante el “Primer Encuentro
Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que
Luchan” que desarrolló en el Caracol de Morelia, uno de los cinco
centros de reunión zapatista que se encuentran en el estado de Chiapas.
Yoali es una de las jóvenes zapatistas que estuvo apoyando a las
cinco mil mujeres de todo el mundo que se dieron cita del 8 al 10 de
marzo en territorio zapatista, en las inmediaciones de los municipios de
Altamirano y Las Margaritas, en el sureste mexicano.
La joven es parte de esas semillas revolucionarias que se sembraron
con el levantamiento armado de 1994, cuando los pueblos indígenas
declararon la guerra al gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Los
frutos de esa siembra son mujeres como Yoali.
La joven tiene 20 años de edad y no habla ninguna lengua indígena. En
el rancho donde creció muy poca gente habla tzeltal, tzotzil o
tojolabal. Son pocas las abuelas y abuelos que mantienen una tradición
que está por extinguirse, las nuevas generaciones hablan español.
Después de 24 años de la insurrección del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) muchas cosas han cambiado y muchas otras
siguen igual y ella es un ejemplo de esas transformaciones y de lo que
sigue firme: la desconfianza en la política y quienes hacen política.
Si bien estas comunidades están alejadas de los partidos políticos y
no tienen interés en las instituciones electorales, muchas jóvenes
hacen su parte política al participar en las Juntas de Buen Gobierno
donde resuelven sus necesidades primordiales como colectivos.
Desde hace cinco años, en 2013, las comunidades zapatistas
cristalizaron su forma de hacer autonomía. En ese año crearon los cinco
Caracoles: Oventik, La Realidad, Morelia, La Garrucha y Roberto Barrios.
Yoali pertenece al Caracol de La Realidad, un centro de reunión que
alberga a la zona tojolabal, tzeltal y mam de Montes Azules y la zona
fronteriza entre México y Guatemala.
Cuando la joven explica el funcionamiento lo hace en medio del
bullicio de una de las grandes habitaciones de piso de tierra que sirvió
de auditorio y dormitorio para las mujeres que llegaron a Morelia.
En la mesa, Yoali dibuja con su dedo un círculo pequeño que se
convierte en espiral y se va expandiendo. “El caracol es un centro de
reunión, en cada comunidad hay uno, allí se planean trabajos. Entramos
por acá –dice mientras señala con su dedo– y volvimos a salir”.
Esos lugares son para encontrarse, para verse y escucharse, por eso,
aclara, están hechos con todo lo necesario para las reuniones:
regaderas, baños, amplios cuartos para albergar a la gente y templetes
para escuchar a sus oradores.
Allí, en estos centros de reunión, ella ha aprendido la filosofía
zapatista, cada año hay un encuentro de mujeres zapatistas, cada región
se reúne en el Caracol que le toca, allí debaten, reflexionan, planean
trabajos y proyectos conjuntos.
Este año la novedad es que se trató de un encuentro donde dos mil
zapatistas de los cinco Caracoles se reunieron para hablar del ser
mujer, para hacer arte, jugar, reír, cantar y bailar de la mano de
mestizas y extranjeras, de mujeres de otras naciones y de todo el mundo.
Pero también porque fue un encuentro que reunió a mujeres que
denuncian el acoso sexual, el feminicidio, la violencia de género y que
buscan la igualdad; y porque se desarrolló en un contexto electoral
donde la organización zapatista fue señalada por lanzar una candidatura
independiente contraviniendo sus principios.
Cuando a Yoali se le pregunta por la candidatura de María de Jesús
Patricio Martínez, Marichuy, es enfática en su respuesta. “Eso es del
CNI”. Aunque ella es muy joven está enterada de todo lo que sucede,
conoce sus leyes, sabe de qué se trató esta postulación y por qué la
insistencia de luchar por la autonomía.
Marichuy -quien aspiraba a competir por la Presidencia de la
República a través de la vía independiente- explica, fue respaldada por
el Congreso Nacional Indígena (CNI) –y por el Concejo Indígena de
Gobierno (CIG)– y aunque ellos son indígenas no son lo mismo que los
zapatistas.
Aunque se dice que María de Jesús Patricio fue la candidata
zapatista, lo cierto es que fue la vocera de las comunidades indígenas,
más allá de Chiapas, que decidieron hacer ruido una vez más pero a
través de las vías institucionales, de una candidatura en el proceso
electoral.
Durante cuatro meses Marichuy recorrió los rincones indígenas del
país para escuchar a los pueblos, su mensaje fue claro: la organización
ante la clase política que los ignora. La idea de obtener una
candidatura independiente era llevar más lejos y a más personas este
mensaje.
Sin embargo, la vocera, como se le conoce, no logró su objetivo al no
lograr la cantidad de firmas suficientes para que el Instituto Nacional
Electoral le otorgara la posibilidad de ser candidata y hacer campaña,
una campaña que no servía para ganar sino para ser mensajera.
Esa es la política que hacen las comunidades zapatistas, la de
mensajeros y no candidatos, aquella donde propagar la idea de libertad e
igualdad vale más.
“Las actas de nacimiento son autónomas, nosotras tenemos nuestras
propias leyes, nosotros nos gobernamos, para nosotros como si no
existiera (el gobierno) porque nosotros vivimos en comunidades”.
Por eso, ahora que se renovará Presidencia de la República, Senado,
Cámara de Diputados y 17 mil 682 cargos locales, para estas comunidades
no importa, porque ellos van a trabajar para vivir sin necesidad del
gobierno.
“Nosotros no votamos, a nosotros no nos sirve”, dice Yoali y explica
que para su autogobierno tienen sus propias leyes como la Ley
Revolucionaria de Mujeres creada en 1993 y los siete principios
zapatistas, donde guardan su visión de la autonomía.
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Por: Anayeli García Martínez
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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