OPINIÓN
Cristal de Roca
Por: Cecilia Lavalle*
Marcelina
es una mujer bajita, que habla quedito, sonríe fuerte y mira profundo.
Supe de ella como se sabe de las personas que hacen que nuestro país sea
mejor: se cruzan en nuestro camino y traen vientos frescos de justicia.
Ni en sueños imaginó ser activista social. Claro que tampoco imaginó
que viajaría por medio mundo para aprender, reflexionar, compartir
experiencias y hacer alianzas con otras que, como ella, trabajan por un
mundo donde todas y todos quepan bien.
Y no pudo soñarlo ni imaginarlo porque quienes nacen en lugares donde
todo es precario, los sueños y la imaginación suelen tener poco espacio
y corto aliento.
Pero a veces las injusticias suelen ser un acicate poderoso para
remontar lo precario y soñar e imaginar lo deseable, y luego trabajar
para hacerlo posible.
Marcelina Bautista Bautista nació en Nochtixtlán, Oaxaca. Ese estado
que no ha dejado de doler desde hace mucho. A los 14 años se trasladó a
la Ciudad de México en busca de sustento. Y ahí laboró como trabajadora
del hogar durante 21 años. Tiempo suficiente para vivir un rosario de
injusticias, abusos y violencias.
Pero también, tiempo suficiente para tomar conciencia, conocer a
otras mujeres en la misma situación y emprender acciones para cambiar
esa realidad.
Así, fundó primero el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas
del Hogar (CACEH) y luego, el 30 de agosto de 2015, el Sindicato
Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO).
¿Por qué? Pues porque las condiciones en las que trabajan son
absolutamente injustas. En general, carecen de un contrato laboral;
muchas ni siquiera tienen horario establecido, de manera que trabajan
12, 18 horas o más. Algunas tampoco tienen establecido días de descanso.
Otras no tienen salario, porque les dicen que les pagan con techo y
comida. Y ya ni hablamos de aguinaldo y otras prestaciones.
Acaso usted me diga, “yo le pago más que el salario mínimo”, “claro
que pago vacaciones, e incluso le pago el día si no viene porque está
enferma”. El punto es que todo eso es discrecional.
Usted puede pagar eso si quiere y si no, no. Y no hay ninguna ley
–hasta hoy- que regule las condiciones de ese trabajo. Por eso son
invisibles los abusos.
El SINACTRAHO es una organización sin fines de lucro que trabaja
precisamente por los Derechos Humanos laborales de sus integrantes. Su
lema es “Por un trabajo digno”.
Y han emitido una serie de documentos. Uno de ellos señala los
derechos y obligaciones laborales. Y otro se titula “Nombre digno”, que
busca erradicar los términos ofensivos y discriminatorios.
El término “servidumbre”, explican, tiene su origen en la Edad Media y
aquellas características ya no corresponden a las que debe tener una
persona sujeta de derechos. Asimismo, tampoco aceptan el término
“domésticas”, porque alude a creer que son propiedad de las personas
para las que trabajan. Lo correcto es llamarles trabajadoras del hogar.
El 30 de marzo fue el Día Internacional de las Trabajadoras del
Hogar. Y eso nos da oportunidad de mirar si somos parte del problema o
parte de una nueva sociedad dispuesta a exigir y respetar los derechos
de todas y todos.
Si quiere ser parte de la solución puede escribir a: sinactraho18@gmail.com, visitar su página web: www.caceh.org.mx, o su página en Facebook: Sinactraho. O llamar al teléfono (0155) 52075466.
*Periodista de Quintana Roo, feminista e integrante de la Red Internacional de periodistas con visión de género.
Apreciaría sus comentarios: cecilavalle@gmail.com
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Quintana Roo, Che.-
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