Se encrudece trato con Trump
Las
mujeres migrantes de todo el mundo envían 60.1 billones de dólares a
sus lugares de origen*. Una súper fuerza económica que, sin embargo,
recibe salarios inferiores a los de los hombres y que, peor aún, es
víctima de múltiples formas de violencia.
Esa enorme fuerza productora de riqueza está constituida por más de
244 millones de mujeres, se informó durante la mesa que realizó
ONU-Mujeres el pasado 21 de marzo, para hablar sobre los obstáculos y
adversidades que enfrentan las migrantes, en el marco de la CSW 62
Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
La directora de ONU-Mujeres Phumzile Mlambo-Ngcuka, recordó que las
migrantes son quienes velan por sus familias e intervienen en sus
comunidades, al trabajar y enviar sus remesas. Sin embargo, cuando
migran sufren porque muchas veces son vendidas, traficadas como esclavas
o como trabajadoras del hogar.
Además, son las peor pagadas, con salarios precarios. En el caso de
las trabajadoras del hogar, se quedan en su lugar empleo porque no
tienen a dónde ir, y ahí mismo sufren violencia y abuso, ya que en
muchas ocasiones les secuestran sus documentos. Esto las coloca en
riesgo de ser repatriadas más facilmente e incluso deportadas, lo que
también puede poner en riesgo su vida, denunció Mlambo-Ngcuka.
Y lo más negativo, sostuvo, es que sufren abuso psíquico y físico,
tanto en su país de origen como en el de destino. Y también en ambos
países sufren de falta de servicios básicos y de justicia. Por eso es
urgente que ellas tengan acceso a la justicia, "ser líderesas más no
víctimas y contar con todas sus compensaciones y beneficios".
La integrante del Comité de Protección de Derechos Humanos de la ONU,
María Landdazuri de Mora, dijo que ante la violencia que enfrentan las
mujeres migrantes, los países miembros de Naciones Unidas deben poner
atención en sus Derechos Humanos, ya que la migración es un movimiento
humano regular.
En la mesa de análisis, que tuvo lugar durante una tormenta de nieve,
las y los participantes -entre ellos Juan Carlos Mendoza García,
representante permanente de Costa Rica ante la ONU; Louise Blais,
representante permanente del Canadá ante la ONU; Carla Mucavi, directora
de la FAO; Paola Cyment, de Argentina y, Jenna Hennebry- coincidieron
en que faltan políticas para proteger a las mujeres migrantes.
Recordaron también que los motivos de la migración tienen que ver con
las condiciones de pobreza, falta de trabajo, por la inseguridad, la
violencia y, por supuesto, por hambre. Se les tiene que dar un trato
equitativo, de cooperación y sin discriminación, porque hacen una
contribución muy importante, que requiere de ser reconocida a nivel
global. Se deben de adoptar políticas de participación para mujeres
lideresas porque, contrario a lo que dicen políticos y medios de
comunicación, una migrante no se convierte en criminal por no tener
visa.
Una mujer llamada María, me narró cómo, desde antes de iniciar su
trayecto, muchas migrantes (como ella lo hizo) tienen que tomar
anticonceptivos al momento de iniciar su recorrido por temor a ser
violentadas sexualmente durante su trayectoria.
En el estudio de ONU Mujeres "Woman workers journey trough the
margins, labour migrantion and trafficking" (2014) se habla también de
cómo muchas mujeres migrantes pasan como hombres, se cortan el cabello,
se ponen cinta adhesiva (tape) en sus pechos para cubrirlos o pretenden
parecer lesbianas, para que los agresores no se les acerquen.
Ya en el lugar de destino, las mujeres migrantes no reciben mejores
salarios, ya que les pagan menos que a los hombres por el mismo trabajo o
se les relega a los servicios de cuidado de la salud y de menores de
edad, limpieza, empleadas de fábricas o del campo.
Sin embargo, pese a todos los obstáculos que enfrentan, son ellas
quienes envían más dinero a sus lugares de origen, en donde es casi
siempre otra mujer quien recibe el recurso, para invertirlo en
educación, salud y desarrollo de la comunidad. Aún más, al enviar sus
remesas, pagan más por el envío, pues no cuentan con cuentas bancarias.
Es urgente voltear a verlas, reconocer su trabajo, insistieron,
porque gracias a ellas se dan grandes cambios en sus familias, en sus
comunidades y en sus países. Urge también reconocerlas porque con el
actual gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, la injusticia contra
ellas se duplica, ya que no denuncian violencia familiar por temor a que
las deporten o deporten a sus esposos o compañeros.
En materia salarial, con Trump el abuso se recrudece ya que si ganan
10 dólares la hora y no pueden exigir más, también ante el temor de ser
deportadas. Por eso, las mujeres migrantes llevan implícita la exigencia
de justicia, dijeron las y los participantes.
Y ahora, con la frontera México-Estados Unidos militarizada, por
órdenes de Trump, el cruce para las mujeres migrantes será mucho más
tortuoso. No podemos permanecer indiferentes, porque quien dice no saber
de sus sufrimientos miente.
CIMACFoto: Itandehui Reyes Díaz
Por: Leticia Puente Beresford
Cimacnoticias | Nueva York.-
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