“Vamos a hacer las cosas militarmente”, dijo el presidente
estadounidense Donald Trump al anunciar que enviaría militares a la
frontera con México.
Lo hizo el martes tras una serie de tuits en los que comentó sobre los inmigrantes indocumentados que intentan ingresar al país.
Se refirió a la “gran caravana de personas de Honduras, que están
cruzando México y se dirigen hacia nuestra frontera de ‘Leyes Débiles'”.
Y habló de “grandes flujos de personas” procedentes de Centroamérica
que están llegando a Estados Unidos.
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“Debemos aprobar leyes más duras y construir el MURO”, escribió.
Luego declaró la “necesidad urgente” de enviar a las fuerzas militares a
la frontera para hacer frente a la “creciente amenaza” de inmigrantes,
drogas y crímenes mientras se construye el muro que prometió en su
campaña para reforzar la seguridad.
Y este jueves dijo que el despliegue de guardias nacionales será de
entre 2.000 y 4.000 soldados, y “probablemente mantendrá” al personal en
la frontera “hasta que el muro sea construido o una gran porción”.
“Punto de crisis”
El miércoles firmó una orden ejecutiva para tales efectos indicando
que la situación en la frontera mexicana había alcanzado “un punto de
crisis”.
México respondió de inmediato. El secretario de Relaciones
Exteriores, Luis Videgaray, declaró que cualquier militarización de la
frontera “dañaría gravemente” la relación bilateral.
Esta no sería, sin embargo, la primera vez que la Casa Blanca
despliega a la Guardia Nacional, la fuerza de reserva de las Fuerzas
Armadas, a su frontera con México.
En la historia reciente, tanto Barack Obama como George W. Bush, sus predecesores, enviaron a miembros de la fuerza a asegurar la zona durante sus administraciones.
Y a lo largo de la historia ha habido una presencia de las fuerzas
militares cuya misión ha sido desde evitar la huida de los esclavos,
hasta suprimir las revueltas mexicano-estadounidenses.
Tal como cuenta el diario de las Fuerzas Armadas de EE.UU., Stars and Stripes,
“a fines de los 1800 y principios de los 1900, se envió a vigilantes
montados a patrullar desde El Paso, Texas, hasta California, para evitar que inmigrantes chinos trataran de entrar ilegalmente a Estados Unidos“.
“Según el historiador James David Nichols, los dueños de esclavos en
Texas tomaron cartas en el asunto y enviaron milicias armadas a la
frontera y a México para buscar a esclavos fugitivos”, cuenta Stars and Stripes.
“A menudo México se rehusó a entregar a los esclavos y el conflicto a veces resultó en violentos enfrentamientos”, agrega.
En esa época Estados Unidos no ponía restricciones a los inmigrantes
mexicanos, al contrario. Los agricultores estadounidenses continuamente
necesitaban un flujo de trabajadores del país vecino para sus cosechas.
Las tensiones entre ambos países se incrementaron cuando comenzó la
Revolución Mexicana, en 1910, y varios incidentes armados en la
frontera, en algunos de los cuales estuvo involucrado Pancho Villa y sus
unidades, condujeron al envío de unos 100.000 miembros de la Guardia
Nacional.
Papel controvertido
La Patrulla Fronteriza fue creada en 1924 y sus funciones han ido cambiando a lo largo del tiempo.
Desde entonces ha habido algunos capítulos de militarización en la zona.
Quizás el más controvertido fue en 1997, una década después de que
Ronald Reagan ordenó la creación de una patrulla militar antidrogas que
involucraba la participación de Marines camuflados desplegados en
supuestos corredores de narcotráfico en la frontera.
Para lograr la aprobación del operativo, Reagan había asegurado en el
Congreso una interpretación más benévola de una ley establecida en el
siglo XIX que prohibía el uso de fuerzas militares en operaciones
domésticas de seguridad.
La controversia estalló cuando una de las unidades de los Marines
mató a tiros a un adolescente en Texas, que estaba cuidando a sus
ovejas. Las autoridades indicaron después que el joven no tenía vínculos
con el narcotráfico, y “era un estudiante de honor”.
El Pentágono entonces suspendió abruptamente todas sus operaciones antidrogas a lo largo de la frontera mexicana.
En los años que siguieron hubo algunos capítulos de militarización,
pero no fue hasta los ataques del 11 de septiembre de 2001 cuando el
gobierno ordenó una escalada sin precedentes en la seguridad fronteriza.
En 2006, George W. Bush envió unos 6.000 miembros desarmados de la Guardia Nacional a ofrecer apoyo a la Patrulla Fronteriza.
Y en 2010, Barack Obama apostó 1.200 agentes en la frontera por los temores de un incremento en la violencia del narcotráfico.
Hoy hay más de 20.000 agentes de la Patrulla Fronteriza y varias otras agencias federales mantienen una presencia en el área.
“Visible”
Aunque aún no es claro cuál es el plan del presidente Trump, cuántas
tropas enviará, cuándo y cuál será su función en la frontera, los
críticos ya calificaron el plan de “irracional” e “irresponsable”.
Tal como informa The New York Times, “varios
funcionarios del Pentágono expresaron en privado temores porque puede
considerarse que (Estados Unidos) está provocando una pelea con un
aliado en momentos en que los militares tienen bastantes adversarios”.
Y Trump podría no sentirse satisfecho con el papel de apoyo que la
Guardia Nacional desempeñó bajo las administraciones de Obama y Bush.
Podría, tal como lo hizo Reagan, asegurarse de que no tenga efecto la
ley que prohíbe a las Fuerzas Armadas llevar a cabo funciones de
seguridad nacional, como realizar arrestos.
Dov Zakheim, funcionario del Pentágono durante la administración de George W. Bush, le dijo al Times que es probable que Trump “prefiera que los soldados, literalmente, patrullen la frontera“.
“El presidente” —dice— “deseará que la Guardia Nacional sea visible”.
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