Sesión en la Cámara de Diputados. Foto: Benjamin Flores |
Por
Gloria Leticia Díaz (apro).- Defensores de los pueblos indígenas y del
medio ambiente, así como académicos, alertaron sobre la privatización de
los recursos naturales en México, a través de aprobación de la Ley
General de Biodiversidad, promovida por diputados del Verde y del PRI.
En conferencia de prensa, integrantes de la Coalición Ciudadana ante
la Ley General de Biodiversidad (LGB) demandaron una consulta pública
antes de aprobar en el pleno de la Cámara de Diputados la minuta, misma
que fue avalada el 22 de marzo.
Adelita San Vicente, de la organización Semillas de Vida, denunció
que la aprobación del proyecto “no cumplió con el quórum necesario, se
realizó a puerta cerrada, sin grabación de la misma y pasando por alto
el tiempo reglamentario de 30 minutos para integrar el mencionado
quórum”.
Más aún, acotó, a la reunión sólo llegaron 15 legisladores de 30 que
integran la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara
de Diputados (Comarnat), cuando por normatividad se requiere la
presencia de 16 integrantes.
San Vicente advirtió que, tras este proyecto de ley, habría intereses
económicos muy fuertes de las industrias de generación de energía,
extractiva, farmacéutica, cosmética y de alimentos.
La activista identificó como uno de los conglomerados implicados al
“Grupo Salinas Pliego, que tiene intereses no sólo en televisoras sino
en la generación de energía, en las mineras; la minera de Baja
California la están explotando ellos encima de la defensa que se ha
hecho por parte de la población, y ahora presumen intereses en el acceso
a los recursos genéticos”.
Igual agregó que los intereses económicos por sectores son
millonarios, y enlistó algunos de ellos: “La farmacéutica está en un
mercado que asciende a 955 mil 500 millones de dólares; la cosmética,
426 mil millones; alimentos y bebidas, 11.6 billones de dólares, estamos
hablando del futuro de la alimentación del planeta”.
Carlos Ávila Bello, de la Universidad Veracruzana (UV), apuntó que
quien impulsó originalmente la LGB fue la senadora Ninfa Salinas, “quien
representa intereses particulares de industrias como la farmacéutica,
de alimentos y bebidas, cosmética y de biotecnología industrial”.
El académico apuntó que los integrantes de la Coalición Ciudadana
ante la LGB están convencidos de que esos grupos empresariales “se
quieren apropiar, a través de esta ley, de los recursos energéticos que
no sólo son de los pueblos originarios, sino del país; si ya hemos
perdido soberanía con Pemex, con esto vamos a perder prácticamente
todo”.
Ávila puntualizó que la ley es inconstitucional porque “desde su
fundamentación permite el patentamiento de genes, plantas alimenticias y
medicinales, cosméticos y del conocimiento indígena que las ha
preservado por siglos”, y a quienes “se les paga 700 pesos por hectárea
de área protegida al año, y ahora las transnacionales harían un gran
negocio”.
Óscar Vélez, de Revive México, comentó que la redacción de la
iniciativa de LGB permite que incluso especies que estaban protegidas,
como la tortuga marina, puedan ser objeto de caza, por lo que “se trata
de una ley regresiva, pues abroga la Ley General de Vida Silvestre”.
Luego reprobó que con la LGB se pretendan echar atrás “décadas de
esfuerzos para proteger especies como las tortugas marinas, dejando a
discreción privada el aprovechamiento de especies en riesgo y
permitiendo la legal posesión de especies silvestres como mascotas, lo
que contraviene la conservación de la biodiversidad”.
Gustavo Sánchez, de la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas
Forestales, recordó que el procedimiento inconstitucional que se está
siguiendo para el caso de la LGB es similar al de Ley General de
Desarrollo Forestal Sustentable, pues “ambas tienen como común
denominador que fueron promovidas por el PVEM, misma que se encuentra en
revisión por parte del Senado de la República”.
También destacó que, en ambos casos, los legisladores “se han negado
sistemáticamente a abrir un proceso amplio de participación social y a
convocar a una consulta dirigida a pueblos y comunidades indígenas y
comunidades equiparables, a pesar de en México la mayoría de los bosques
se encuentran en las tierras de este sector de la población. Se han
negado pese a que en los dos casos se cumple con los requisitos del
Convenio 169 de la OIT, y a que se hizo la solicitud de consulta”.
Danaé Espinosa, del Movimiento de Jóvenes de América Latina y el
Caribe, insistió en que la LGB es regresiva, toda vez que es
incompatible con los parámetros internacionales impulsados por México.
“México ha sido pionero en impulsar convenios internacionales contra
el cambio climático, por lo que es indispensable que se deseche esta ley
para que haya coherencia legislativa”, dijo la defensora.
Espinosa recordó que, hasta el momento, 175 países han ratificado el
Acuerdo de París, que prevé la biodiversidad, en tanto que, en México,
“en la agenda 2030 a nivel nacional, se incluye la participación de la
sociedad civil para revisar las propuestas de la parte ambiental”.
David Ruiz, de la Red Nacional Indígena, puntualizó que la LGB pasa
por alto el artículo segundo constitucional, sobre los derechos de los
pueblos y comunidades indígenas y comunidades equiparables, además de
que “viola derechos humanos básicos, entre ellos al uso y disfrute de la
biodiversidad, al medio ambiente sano, a la participación y a la
alimentación”.
Además, insistió en que la consulta debe realizarse en “los
territorios de los pueblos indígenas y las comunidades rurales, con una
convocatoria amplia, incluyente, en sus lenguas y abierta a toda la
sociedad”.
También consideró que, una legislación “sin claridad en las
propuestas recogidas ni el criterio con el que las observaciones son
incorporadas o dejadas fuera, no puede considerarse un ejercicio
válido”.
El investigador Octavio Klimek denunció que “los legisladores del
PVEM y el PRI han despreciado la oposición fundamentada y legítima de
organizaciones sociales, académicos, expertos y agencias
gubernamentales” en un afán de responder a intereses económicos.
El consultor ambiental recordó que, la Comisión Nacional para el
Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), que dirige el exrector
José Sarukhán, y la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), se han
pronunciado en contra de la iniciativa, sin que los legisladores del
Verde y el PRI hayan atendido las observaciones.
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