12/06/2008

Controlar deseo y cuerpo de las mujeres, vano intento del Estado

Foro Internacional de poesía “La mujer rota”
Controlar deseo y cuerpo de las mujeres, vano intento del Estado

Por Aurora Sansores Serrano/enviada

Guadalajara, Jal., 5 dic 08 (CIMAC).- “Me quiebro, me rejunto pedazo a pedazo, pero no me quedo en víctima, parirme a cada instante, levantar mi corazón y conciencia, yo lucho por otro modo de ser en y con todos”…

Son las palabras de Edna Ochoa, desnudando el alma y dando voz a las millones de mujeres del mundo. Es una de las y los 48 poetas que hoy dieron vida al Foro Internacional de poesía “La mujer rota”, convocada por Literaria Editores y que se desarrolla en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

350 Mujeres y hombres hispanoparlantes, de diferentes países como Guatemala, Venezuela, Argentina, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Chile, España, Ecuador, Cuba, Estados Unidos, Canadá y Francia, unieron su talento poético y dieron su sentimiento en el centenario del natalicio de Simone de Beauvoir, quien nació el 8 de enero de 1908, para recordar a todas las mujeres rotas del mundo, en el libro “La mujer rota”

“La violencia contra las mujeres está basada en las construcciones de poder que se derivan de las relaciones intergenéricas, cuyos roles se conciben como naturales, asignando funciones propias a cada género. Arraigada en la cultura esta violencia opera como un mecanismo social clave para perpetuar la inferiorización y subordinación de las mujeres, afirmó en su ponencia “Mujeres, movimientos sociales y violencia de estado” la poeta mexicana radicada en Texas, Edna Ochoa.

JUÁREZ, ZONGOLICA, OAXACA, ATENCO…

Ochoa dijo que para comprobar este dispositivo de control sistemático sobre el deseo y los cuerpos de las mujeres, solo basta remitirse a los feminicidios en Ciudad Juárez, Chihuahua, o el caso de la señora indígena de Zongolica, Veracruz, Ernestina Ascencio, quien murió como consecuencia de una violación tumultuaria por militares, o a las comunicadoras desaparecidas en Oaxaca, o las mujeres de Atenco.

Pero aclaró que estos no son casos aislados, pero como hay tal menosprecio contra ellas, que no se castiga a los culpables como evidencia no solo del sexismo sino del racismo de los grupos de poder, sus entretejes y manejes cómplices que posibilitan la impunidad.

“Pero, a decir verdad, la impunidad no respeta clases ni etnias, dijo, si pensamos el caso de Lydia Cacho. Y no es que seamos malpensados, solo que la burla fue tan descarada que una se pregunta si el derecho es derecho, si la ley es ley o leyenda y si a la impartición de justicia es una frase antediluviana. Si México es México. ¿O si la República Mexicana está secuestrada?”.

Remarcó que un Estado que permite y alienta la violencia contra la mujer es un Estado que no representa a la otra mitad, y subrayó que un Estado que se precie de democrático no puede tener la desfachatez de utilizar las fuerzas represivas en contra de poblaciones indefensas e ir directamente contra las mujeres que participan en los movimientos sociales e infringirles el abuso sexual, reduciéndolas a objetos sexuales, botín de guerra, o desparecerlas

Y cuestionó ¿Por qué cuando las mujeres participan el Estado las quiere, a través del castigo, disciplinar para que regrese a su roles de mujeres sumisas y dependiente del hombre, tal y como también lo propagan las jerarquías eclesiásticas, como si ellas no tuvieran capacidad de organizar, de luchar, de cuestionar y de participar junto con los hombres?”.

Y acusó que la impunidad y violencias es la cara del mal gobierno que, lejos de castigar los abusos de sus cuerpos del orden, los justifican, apoyando y propagando el delito, el crimen de los que precisamente deberían combatirlo y garantizar la seguridad y los derechos de los ciudadanos en su conjunto.

La poeta denunció que el Gobierno (mexicano) utiliza la fuerza, ya no únicamente de las instituciones encargadas de la seguridad pública, sino que ha arrojado a las calles al aparato militar poniendo en riesgo a la ciudadanía en aras de luchar contra el crimen organizado. Sin embargo, lejos de que la población se sienta protegida, la inseguridad se ha propagado y, por si fuera poco, la protesta popular se reprime y se criminaliza.

CONDICIÓN DE LAS MUJERES, BOTÍN POLÍTICO

Dijo que se ha vuelto una repetición continua de represión, se ha desatado la fiesta perpetua del tolete, la golpiza, los disparos, las violaciones sexuales y la tortura, bajo la el beneplácito de los partidos políticos, que a la hora de necesitar votos salmodian y piden el voto femenino y prometen equidad para las mujeres, la defensa de los derechos de las mujeres.

Recordó que en el 2004 en Guadalajara, durante la Tercera Cumbre de América Latina y del Caribe y la Unión Europea, las fuerzas estatales como las municipales incurrieron en una serie de abusos, (documentados por Amnistía Internacional) contra hombres y mujeres que se manifestaban pacíficamente. “Las mujeres detenidas fueron separadas de los hombres en la Dirección General de Seguridad Pública de la ciudad de Guadalajara y fueron obligadas a desnudarse y hacer sentadillas”.

Y también puso en la mesa el caso de Atenco, en el que, lejos de sancionar a los policías, se manifestó cínicamente el comisionado de la policía, Wilfrido Robledo, en el Estado de México, diciendo que el fin justificaba los medios. Y además a las mujeres se les tachó de mentirosas, cuando se atrevieron a denunciar que hubo tortura, violación sexual, intimidación tocamientos y otros abusos hechos por elementos de las fuerzas de seguridad pública.

Puntualizó que este tipo de agresiones, violaciones, torturas y la descalificación de las denuncias de las víctimas, son una muestra de la misoginia estructural que caracteriza a los hombres que ejercen el poder en México, sea del partido que sea, donde se observa el evidente menosprecio y rechazo a los derechos de las mujeres agredidas.

“Que se puede decir también de las violaciones tumultuarias de los 20 militares sobre trece mujeres de Castaños en Coahuila, de las violaciones de a mujeres tzeltales en un reten en Altamirano, Chiapas, en 1994. En 1997 fueron violadas 12 mujeres indígenas en Loxichas, Oaxaca, por militares. Impunidad nuevamente”.

Y sostuvo la violencia sexual se utiliza como arma para desmovilizar a los movimientos políticos, como una forma de imprimir terror a las mujeres que se organizan y participan.

Reiteró que esa es la manera en que el Estado y los cuerpos policíacos reproducen esquemas patriarcales tradicionales allanando los cuerpos de las mujeres para infligir moralmente a los hombres una derrota por ser incapaces de proteger a sus mujeres, las cuales, bajo la lógica masculina, son las depositarias del ‘honor’ de los hombres.

Indicó que no es casual que la violencia sexual de los cuerpos represivos del Estado se centre en los movimientos sociales donde la participación de las mujeres ha sido crucial y a subvertido lo roles de género, amenazando la política del Estado que las ve como una fuerza desestabilizadora y revolucionaria, una amenaza a los poderes locales y federales masculinos y patriarcales; “la violación sexual constituye un castigo para las mujeres que se organizan y participan”.

Apuntó que se preguntaba si el Gobierno mexicano firmó a ciegas los convenios internacionales contra la violencia hacia las mujeres, por qué no se han castigado los abusos sexuales y las torturas inflingidas a las mujeres de Atenco y Oaxaca, y por qué aun siguen encarceladas activistas de estos movimientos.

Y para concluir dijo: “Gobierno Calderoniano, yo te pregunto, ¿por qué esa doble cara política? Partidos políticos, ¿por qué esa ceguera ante la pobreza y la violencia de las mujeres?”, “Gobierno Calderoniano, la vida no es un sueño, que para eso ya tenemos un Calderón de la Barca” y exigió “queremos hechos, diálogo, no militarización ni abusos”.

08/AS/GG


Poetas se reconocen ante la palabra y recuerdan a sus hermanas


Por Aurora Sansores Serrano/enviada

Guadalajara, Jal., 5 dic 08 (CIMAC).- En la segunda mesa del Foro Internacional de Poesía “La mujer rota” resurgieron los recuerdos y las grandes luchas de las mujeres en un mundo inequitativo, en un entorno en el que, sin importar el país, la mujer ha tenido que crecer venciendo los arquetipos masculinos, a través del arte.

“De niña me recuerdo silenciada y con miedo”, afirmó en su ponencia la poeta Guadalupe Zubieta Valenzuela, al rememorar una niñez en el que su madre, “envuelta en sus demonios”, le decía que para lo que para los hombres era un placer, para las mujeres era un sacrificio. Recuerda también a un padre que la acusó de ser una vergüenza y de mancillar el apellido corriéndola de casa. “Mis padres y yo nunca llegamos a conocernos”, dijo.

Hizo un recuento de su juventud, en donde fue taciturna y se sentía perdida, sin reconocer su sexualidad y las veces que intentó decirle a sus amores fallidos que no le hicieran un poema que hablara de seducción: “mejor dime que aceptas el meteorito incrustado en mi pecho donde bullen el estudio y la escritura, acicates que me han mantenido de pie”.

Su vida de casada: esa esposa insegura y extraña de sí misma, que nunca pidió al esposo que en lugar de dejar su huella de silencios en los pliegues de la sábana, le escribiera una carta sobre la elegancia de su alma que aprendió a presentir; que durante las noches de matrimonio yermo se zambulló en la imaginación y vació en papel, con ira y avidez, las voces que traía adentro.

Habló de ese cariño que guardó en el ropero, con la desconfianza y el temor de ser usurpados, y el dolor de que su hijo se fuera de casa a los 18 años, dejándola sola, sin nadie, solo con su metáfora y su prosa “¿Cómo saber amarte, hijo, si yo continuaba ciega y extraviada?”

Detalló como, a través de las letras, tomó sentido su existencia y evitó que perdiera contacto con ella misma “en el aislamiento me reconozco ante la palabra, y es ella quien me invita a desnudarme, libre de prejuicios para escribir lo que nunca pude decir en voz alta”.

Y los sustantivos y, sobretodo, el verbo interior, empezaron a cobrar valor, porque a través de ese arte encuentra un lugar donde no tiene prisa, ni miedo de ser juzgada, rechazada o ser presa de la rutina.

Afirmó que en esa escritura encontró una vida donde lo asombroso y sorprendente coexisten con lo banal y cotidiano, en donde se siente libre, no tiene que andar a la defensiva, es más tolerante y supera la soledad y la ausencia del ser amado.

“Me salva de morir en un planeta donde los índices bursátiles y el sexo rápido se han convertido en los nuevos valores morales y el desempleo y dependencia de los fármacos son sucesos diarios”.

Reconoció que este siglo cibernético la aleja del lenguaje humano, que este siglo de alta tecnología la lleva al lugar de los inadaptados, porque en esta era moderna se hizo vieja antes de tiempo, y más sola, más seria y más callada, por eso ejerce la caligrafía del siglo XIX, sin el website y los megabites del siglo XXI.

“Y entonces regreso a mí y me quedo sola con el papel, único refugio de mis nostalgias. El miedo me atenaza en las noches, el que me induce al ansiolítico y el que me impide amar, es una especie de añoranza por la niña que no fui y por el dolor de la mujer que ahora soy, pero no importa cuántas heridas tenga, sí, después de todo, hay un pedazo azul claro en la palabra”.

MARÍA Y SUS HERMANAS QUE SUFREN

Por su parte, María Gourley, de Vancuover, Canadá, a pesar de su juventud reconoce los importantes avances logrados por los movimientos feministas durante las últimas décadas, pero lamenta que aun en la actualidad el patriarcado continúa tan arraigado en el colectivo, y que en la cohesión estructural en la que se ha desenvuelto la historia contemporánea les parezca normal y conveniente.

“Es así como hemos reducido las mujeres, sistemas de poder que nos han vuelto resistentes al dolor humano, tolerantes frente a la injusticia de nuestros modelos organizacionales, condescendientes con los métodos gubernamentales corruptos, y conformistas ante la destrucción de nuestros econsistemas”. Y recalcó “De estos arquetipos es donde han surgido los órdenes jerárquicos y el papel femenino de subordinación”.

Su corta edad no evitó que su preocupación cruzara fronteras y llegara a esas mujeres rotas del mundo que visualiza “mujeres de Sudán, del Congo, de Afganistán. Mujeres de Arabia Saudita, de Guatemala, el Salvador. Mujeres de Irán, de Yemen, hermanas de Ciudad Juárez.

Y elevó su voz por todas las mujeres que sufren y han sufrido los embates de la guerra, la injusticia y de los abusos instaurados por sistemas económicos y religiosos arbitrarios, donde todo tiene cabida menos el afecto y la igualdad.

Subrayó que millones de mujeres diariamente son víctimas del despotismo y tiranía que se vive en las sociedades donde les tocó nacer y existir, por lo que es trascendental desligitimar a los sistemas de autoridad patriarcal y luchar por la creación de estructuras pluralistas e inclusivas, basadas en el respeto hacia la diferencia.

Finalmente recalcó que ante un mundo donde la supremacía y la fuerza son el lenguaje común, falta la importancia de comprender el desarrollo emocional y creativo, la educación para la transformación “el arte nos posibilita la expresión de la imaginación, así como la universalización y difusión de la conciencia. Nuestra manifestación artística traza caminos de evolución hacia un proceso de liberación cognitiva”.

08/AS/GG

No hay comentarios.:

Publicar un comentario