La cúpula uribista está descontrolada, ha perdido la brújula. Todavía no entiende qué pasó. Para salir del paso elaboran la teoría del “coletazo de los paramilitares, la guerrilla y el narcotráfico”.
Fernando Dorado Para Kaos en la Red
Aprendiendo en “cuerpo ajeno”…
Popayán, diciembre 2 de 2008
El “populismo autoritario y clientelista” de Uribe viene en picada. Pareciera ir en caída libre. Su proceso tiene grandes similitudes con el de Fujimori, aunque éste duró 10 años en el poder. Intentemos aprender en “cuerpo ajeno” y ayudar a evitar que nuestros líderes puedan caer en ese tipo de prácticas.
Uribe ejercía su liderazgo mediático en los prefabricados “consejos comunitarios”. Allí se daba el lujo de regañar a todo el mundo - incluyendo a ministros y funcionarios -, ordenaba encarcelar a quien se le viniera en gana, posaba de compasivo con los “pobres y humildes de mi patria” entregando cheques de exiguo valor, y aplastaba verbalmente a uno que otro “colado” que se atreviera a enfrentársele. También comprometía recursos para construir infinidad de proyectos que en un alto porcentaje no ha podido cumplir. Así construía - decía -, un “Estado comunitario”.
Durante los cuatro años de su primer gobierno ese comportamiento fue la regla general. Gradualmente se fue “comiendo su cuento”. Se creyó invencible e indispensable. Pasó a ensayar “debates” con auditorios no escogidos. Uno de los primeros “rounds” de ese tipo fue cuando retó en la Plaza de Bolívar al profesor Moncayo, y aunque no fue muy bien vista la forma como humilló al “caminante de la paz”, en términos generales el balance para el “endiosado” Uribe fue positivo. Incluso anunció triunfalmente seguir en esa línea.
Después se le vio “debatiendo” con un estudiante en Cartagena, asumiendo el papel de “padre regañón”. Allí ya no le fue tan bien. El auditorio compuesto por educadores latinoamericanos no entendió como un presidente tenía que jugarse a fondo para demostrar, ante un tranquilo y sereno universitario, que él no era autoritario. Los medios salieron en su auxilio tratando de relacionar al joven estudiante con la insurgencia.
Otro episodio más reciente ocurrió frente a los trabajadores “corteros de caña”, su parcialidad en favor de los empresarios quedó en evidencia. Luego se presenta uno de los incidentes más lamentables para la investidura presidencial. Ocurrió en Cali. Con megáfono en mano y sobre un puente peatonal intentó confrontar con los marchantes indígenas. No le hicieron caso. El encuentro se concretó finalmente en La María (Piendamó-Cauca) sin llegar a acuerdos. En la parte final del debate se observó a un Uribe perturbado e inseguro, y a su séquito asustado ante la firmeza e intrepidez de los pueblos indios. Al anochecer salieron apurados y mal librados de ese trance.
El último suceso ocurre el pasado domingo 30 de noviembre en Pasto con los “ahorristas” de las “parafinancieras”. Uribe se ve cansado, vacilante, dubitativo, no logra mantener el control de la concurrencia, y termina rechazado y chiflado por los “inversionistas” estafados.
A todo esto se suma el fracaso de la marcha del 28 de noviembre convocada por Ingrid Betancurt y los medios de comunicación, que fue apoyada totalmente por el establecimiento oficial. Es sintomática esa respuesta negativa y la masiva ausencia de la población colombiana.
Víctima de su propio invento
Mientras tenía el aura de ser el “primer combatiente por la democracia” en contra de la “amenaza terrorista”, la mayoría del pueblo colombiano lo apoyaba. Las FARC le ayudaban al dejarse convertir en el principal “enemigo público de la nación”. Acudiendo al miedo y al terror se anestesió a amplios sectores de la población que aceptaron como “males menores” los peores crímenes de los paramilitares y las prácticas mafiosas en los más altos niveles del gobierno. Todo valía en nombre de la “seguridad democrática”.
Una vez el problema de la guerrilla ha venido pasando a un segundo plano (sin que se haya resuelto), la gente del común empieza a plantearse temas cotidianos como la situación económica, el empleo, la salud, las obras de infraestructura y demás necesidades. El pueblo empieza a percibir que la política de la “confianza inversionista” sólo le ha servido a los grupos monopólicos y a las empresas transnacionales. Lo demuestran las pingües ganancias del sistema financiero (8,6 billones de pesos acumulados hasta agosto del 2008). La cohesión social, otra bandera gobiernista, se ha convertido en una “gran conmoción y emergencia social”.
Paralelamente la ciudadanía ha empezado a reaccionar frente a la comprobada corrupción que se da al interior de las fuerzas militares y del gobierno. Los “falsos positivos”, la violación sistemática de los derechos humanos, la falta de reparación a las víctimas, los intentos de elaborar artificialmente la “farc-política”, todo lo que antes le daba resultado al régimen, ahora queda expuesto ante la sociedad. El “embrujo autoritario” ya no funciona con la misma eficacia.
Un “falso positivo” que se les volvió negativo
El agotamiento de esa clase de liderazgo unipersonal, omnipresente y autoritario lleva a la cúpula presidencial a diseñar nuevas operaciones “jaque”. Esa ha sido la forma de ganar tiempo y obtener oxígeno cada vez que se ven contra las cuerdas. Necesitaban un gran falso positivo. Aprovechan entonces el derrumbe de las pirámides menos sofisticadas (DRFE y otras) y decretan la “emergencia social” intentando convertir al dueño de DMG en el nuevo enemigo de la sociedad colombiana.
Hay muchos indicios que llevan a concluir que el principal objetivo era político. Tres días antes de declarar la improvisada emergencia, el Fiscal General afirmó tajantemente que no había pruebas en contra de la “comercializadora” DMG. La renuncia forzada del superintendente financiero demuestra que el gobierno tenía las herramientas jurídicas para haber actuado antes. La falta de consistencia normativa en los decretos, las dudas en las ruedas de prensa, la espectacularidad inoficiosa del operativo en Panamá, y los palos de ciego que ha venido dando el gobierno, dejan ver que el propósito nunca fue “defender a los ahorradores”, como se ha querido presentar.
Los “ahorristas” en forma instintiva desconfiaron del comportamiento gubernamental. No le creen a Uribe. Respaldan ingenuamente a “sus empresas” (pirámides) como acto reflejo de defensa de sus “ahorros”. Asimismo, colocan en la mira de su frustración y rabia al sistema financiero y a los medios de comunicación. Poco a poco se conoce el tamaño de la defraudación y de los negocios que se movían a la sombra. Va apareciendo la verdadera crisis económica y social que se venía incubando en los departamentos del suroccidente colombiano, que es la verdadera causa del “fenómeno”. El drama evoluciona, nuevos elementos van brotando y el desenlace está por darse.
La cúpula uribista está descontrolada, ha perdido la brújula. Todavía no entiende qué pasó. No han dimensionado el problema social y cultural en el trasfondo. Para salir del paso elaboran la teoría del “coletazo de los paramilitares, la guerrilla y el narcotráfico”. Se hace visible que los afanes del momento los atosigan. No han podido procesar un hecho evidente que explica la reacción popular: Al perseguir y encarcelar al “nuevo mesías” (DMG), una especie de émulo de Uribe pero mucho más populista, al presentarlo públicamente con grilletes y demás formas humillantes, y al insistir en hacerlo ver como un temible antisocial, Uribe parece haber lastimado a mucha gente sencilla, a un pueblo necesitado de un nuevo “vendedor de ilusiones”. Es todo un drama griego.
Algunas lecciones por asimilar
El efecto “derrumbe de pirámide” que ha empezado a sufrir Uribe nos debe llevar a reflexionar. Podemos aprender en “cuerpo ajeno”. No podemos negar que ese tipo de “populismo clientelista autoritario” pueda ser también una tentación para algunos sectores de izquierda. Tenemos todavía bastante “mesianismo” entre nosotros. Por ello hay que reafirmar que los liderazgos mediáticos y gaseosos no dejan nada, se diluyen de un momento a otro, son “ídolos con pies de barro”. En Colombia el pueblo tiene un refrán muy diciente: “Todo lo que sube como palma... cae como coco”. Esta es una importante lección que no debemos echar en saco roto.
En ese sentido hay que reafirmar criterios éticos y políticos que son verdaderos legados de la humanidad. No creernos omnipotentes e infalibles: ser profundamente autocríticos, es el antídoto. No necesitamos hombres “orquesta” que “a la vez que dan la misa... tocan la campana”: hay que fortalecer la organización, trabajar en equipo, delegar responsabilidades, construir y validar las direcciones colectivas. No sólo hay que “trabajar, trabajar y trabajar” (pragmatismo): debemos elaborar un proyecto con visión estratégica construido con los sectores populares. Además de pensar en llegar al gobierno con X o Y candidato, hay que elaborar un verdadero mandato, pensando en poder popular de largo plazo, en donde nuestra gente sepa con claridad qué es lo que ofrecemos y qué debe esperar. Sin falsas ilusiones pero sí con sueños viables y realizables.
Por último, a diferencia de lo que pasó en Perú, en nuestro país existe una izquierda democrática constituida como el principal partido de oposición al régimen autoritario.
1 Pareciera que el gobierno a última hora intentara cambiar la estrategia. Han venido insistiendo en aplicarle a DMG el “principio de oportunidad”, negociar con él si entrega el dinero. Sin embargo, el mal ya está hecho.
2 En Perú tanto el régimen fascista de Fujimori como el mismo Sendero Luminoso aniquilaron a la izquierda legal.
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