Mireya G. Franco Pasos
Y estoy totalmente de acuerdo con él, vivimos una era de Justicia igualitaria, y no precisamente porque los hombres nos hayan hecho el favor, sino por la incansable lucha en obtener las libertades y derechos que nos amparan. Pero éstas son vanas si no exigimos su cumplimiento, sino respetan nuestros derechos, si seguimos siendo golpeadas, abusadas, difamadas y discriminadas. Muchas veces he oído “mejor me callo y llevo la fiesta en paz”, “no van hacer nada”, “¿para qué pretendo un puesto si ya se decidió a quién se lo van a dar?”, “¿para qué luchar en un mundo de hombres?”.
El día que entiendan que no somos débiles, que somos inteligentes, que merecemos más y que somos una parte más importantes del mundo, se darán cuenta que también somos triunfadoras. México, nuestro país, ha firmado Convenios Internacionales, se preocupa por el desarrollo de la mujer, exige en todo proceso y procedimiento la igualdad de equidad y género. Lo que permite nuestro avance en varios ámbitos de la sociedad, en particular, la política.
Recordemos que un 17 de febrero de 1947, en la ciudad de México, se publicó en el Diario Oficial la reforma al artículo 115 de la Constitución y de esta manera Miguel Alemán se presentó con una imagen de modernidad y democrática, porque con esta medida, se fortalecía el sistema federal y daba lugar a las mujeres en la vida política del país. México entraba al grupo de las naciones avanzadas y democráticas, en donde las mujeres ya eran ciudadanas. Sin embargo, se mostró tímido al no otorgar el voto en el ámbito federal.
El primer paso estaba dado y las mujeres comenzaron a participar activamente en la vida política y pública de los municipios. Una de ellas fue Amalia Castillo Ledón, quién destacó en el interior del país y el extranjero: Primero se convirtió en vicepresidenta y después en presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres, organismo que, entre otras cosas, luchaba por obtener el voto de las mujeres de América Latina.
Cuando Adolfo Ruiz Cortines fue elegido candidato por el PRI para el próximo periodo presidencial, las mujeres priístas, encabezadas por Margarita García Flores, dirigente femenina del partido, organizó una asamblea en la que le solicitaron la igualdad de derechos políticos para las mujeres. El parque deportivo 18 de Marzo, contó con la asistencia de más de veinte mil mujeres. Su objeto: solicitar el derecho a votar y ser votadas para cargos de elección popular.
Adolfo Ruiz Cortines marcó su posición con respecto a las mujeres, consideró que debían participar en política, no por un sentido de justicia, sino porque desde su hogar ayudarían a los hombres, resolverían con abnegación, trabajo, fuerza espiritual y moral, problemáticas tales como la educación y la asistencia social. Participarían en las campañas de alfabetización, contra la carestía de la vida, por el incremento de la producción y la resolución de problemas como habitación, alimentación, vestido, medicinas, es decir, todo lo que solucionaban cotidianamente las madres, las esposas y las amas de casa mexicanas.
El 1 de diciembre de 1952 tomó posesión de la presidencia Adolfo Ruiz Cortines, y consideró importante estar a la altura de las naciones modernas, donde las mujeres tenían ya los derechos políticos. Obviamente, la presión internacional influyó para que decidiera dar el derecho al voto a las mujeres. Al reconocer los derechos políticos a las mujeres, se atrajo a un mayor número de votantes y, de esta manera, el gobierno creó una plataforma de apoyo para la consolidación del sistema y la legitimación de su poder. Las mujeres, agradecidas, podían convertirse en incondicionales del régimen, lo cual era importante, porque en las elecciones de 1952, la oposición había alcanzado un porcentaje alto en las votaciones.
En 1954, de los 3.5 millones de militantes, el 35 % eran mujeres. Yucatán fue el primer Estado donde se reconoció el derecho a votar de la mujer, con un decreto promulgado por el gobernador de entonces, Felipe Carrillo Puerto, en 1922. Elvia Carrillo Puerto, Beatriz Peniche de Ponce y Raquel Dzib Cícero fueron las tres primeras diputadas locales de la historia de México. Ese mismo año el voto de la mujer se reconoció posteriormente en la legislación de San Luis Potosí en 1923, y en Chiapas en 1925. A nivel nacional, el 17 de febrero de 1947 se reformó la fracción I del artículo 115 de la Constitución, para que las mujeres pudieran participar en elecciones municipales en igualdad de condición que los varones.
Pero fue el 17 de octubre de 1953 cuando se reformó el artículo 34 de la Constitución para iniciar el ingreso legal de las mujeres a la vida política de México, al reconocerse su derecho a votar. En 1974, se establece la igualdad de la mujer con el hombre en derechos y obligaciones, al reconocérsele personalidad jurídica contractual, capacidad para asumir la patria potestad de los hijos, la adquisición de derechos como concubina, la equidad en el proceso de divorcio y regulación de las relaciones laborales, protegiéndola en caso de maternidad.
Sin embargo, "falta mucho, para tener un trato equitativo en cuestión de espacios en los cargos de dirección y de elección popular, así como en la toma de decisiones", sobre todo si se considera que las mujeres representan el 52% de la población del País. Por eso, hoy, 58 años después seguimos levantando la voz para decir:
* Rechazamos la discriminación en el sector laboral
* Nos oponemos a que se solicite el certificado de ingravidez como requisito para dar empleo a la mujer
* La "feminización de la pobreza"
* El hecho de que en las áreas urbanas las mujeres obtengan el 25% menos de salario que los varones, a trabajo igual
* La violación a nuestros derechos humanos
* NO a una vida de violencia familiar
Las leyes que han sido decisivas en la normatividad nacional, han sido pensadas por y para los hombres. A pesar de ello, hemos logrado avances importantes en sus derechos políticos, lo que ha permitido tengamos senadoras, diputadas federales, en comparación de una legisladora federal hace 46 años.
No hay que permitir el retroceso de nuestros derechos, por el contrario hay que exigir el respeto a la equidad de género, pero sobre todo el respeto a nosotras mismas.
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