El cuerpo nuestro de cada día
Por Hena Carolina Velázquez Vargas*
México, DF, 6 sep 11 (CIMAC).- Desde su larga lucha por lograr la ciudadanía de las mujeres, el feminismo ha contribuido de manera importante al análisis y reflexión del papel de los hombres en la reproducción de la cultura de género y en los costos que tienen para ellos la dominación masculina.
Al ofrecer otra forma de mirar la realidad y buscar eliminar la desigualdad entre mujeres y hombres, el feminismo sembró un terreno favorable para que los hombres exploraran sus especificidades y su forma de estar en esta sociedad.
Así, desde hace casi dos décadas surgieron diversas propuestas, modelos y estudios novedosos acerca de lo que hoy conocemos como el movimiento de la masculinidad.
Desde la teoría de género, en 2010 fue publicada la investigación “La caracterización de las redes de amistad de varones jóvenes: su impacto sobre la violencia”, que aborda la homosociabilidad.
Un tema que se refiere a la forma en la que los hombres interactúan entre sí a través de las relaciones de amistad y cómo este escenario favorece la aparición o el reforzamiento de conductas que no siempre resultan saludables, como es el caso de la violencia.
La investigación la realizaron Melissa Fernández, Ignacio Lozano Verduzco y Mauro Antonio Vargas Urías, y fue publicada por la asociación civil Gendes, Género y Desarrollo, con sede en la Ciudad de México.
Para Tania Esmeralda Rocha Sánchez, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la contribución más importante de este trabajo es que ayuda a clarificar cómo es que los procesos sociales y culturales permean las relaciones de amistad entre los hombres.
Se trata de un tema nodal en la configuración de la masculinidad dominante actual, según Salvador Cruz Sierra, investigador del Colegio de la Frontera Norte y autor del prefacio del libro, pues “obliga a realizar un análisis de la relación entre prácticas e identidades masculinas, formas de cohesión y complicidad entre hombres, ejercicios de poder y violencia”.
Después de dos décadas de trabajo político, académico y de reflexión personal sobre el papel de los hombres en la reproducción de la cultura de género y en los costos que tienen para ellos la llamada dominación masculina, en opinión de Cruz la situación actual que la equidad de género enfrenta no parece del todo alentadora.
La experiencia concreta de mujeres y hombres muestra más continuidades de los modelos tradicionales que rupturas, dice.
Y abunda: “Sin menospreciar cambios cualitativos importantes en diversas esferas de la vida social, éstos no son suficientes para señalar que ya está superada la condición de inequidad de las mujeres, según lo muestran los datos duros, por ejemplo de la violencia contra ellas, que hablan de otra realidad”.
De ahí la importancia de esta investigación pues permite observar cambios heterogéneos y no siempre coherentes, avances importantes, pero también resistencias y mantenimiento de formas tradicionales de relación intra e intergénero, además de la reproducción de estereotipos tradicionales del ser hombre, apunta Cruz.
Sin embargo, “estos cambios no son consistentes ni abarcan todos los aspectos y ámbitos de la vida personal y social de los varones. Por lo tanto, los cambios han sido, al parecer, más de forma que de fondo”.
Conocer este otro lado de la moneda ayuda sin duda al objetivo que ha motivado la lucha de las mujeres: lograr la igualdad entre los sexos y con ello contribuir a un mundo libre de violencia.
* Periodista mexicana, narradora oral, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt e instructora asociada del Sistema Tao Curativo.
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