Guadalupe Lizárraga
Es profundamente indignante la tolerancia de los mexicanos a los criminales. Carlos Salinas de Gortari no es un ex funcionario común de expediente limpio y trayectoria política ejemplar como para retar a debate sobre el mejor camino para el país. Da vergüenza la indolencia mexicana ante tanto asesinato y saqueo que encabezó su gobierno, por cualquier distracción mediática. Da vergüenza que los mexicanos de todos los estratos acepten y escuchen sus palabras como si no fuera quien es. Da vergüenza que los medios hagan eco de la arrogancia y cinismo de Salinas de Gortari, cuando debería de estar en completo silencio dentro de una cárcel, ignorado por todos.
¿Cómo puede ser posible que México no tenga memoria? Sobre Salinas pesan peculado, complicidad con su hermano Raúl en narcotráfico y lavado de dinero, tráfico de influencias, represión a opositores, magnicidios, desaparición de activistas, tortura y muerte de más de 300 miembros del PRD de entonces. Pesan las alianzas de ex gobernadores que cometieron los mismos crímenes, quizá a menor escala, como fue el exgobernador de Morelos, Jorge carrillo Olea, quien hoy vuelve a la palestra pública con la aspiración de ser nuevamente gobernador, ahora del Distrito Federal.
Foto: Mario Armas |
Pesa sobre Salinas de Gortari la privatización y saqueo de nuestros recursos naturales, la privatización y saqueo de las empresas paraestatales, como la simulación de compra venta de Telmex con su prestanombre Carlos Slim. ¿Cómo es posible que se olvide que Salinas de Gortari encabezó el grupo de multimillonarios que crearon sus fortunas con el saqueo sistemático del erario, la evasión de impuestos, la explotación de trabajadores y la privatización de empresas públicas?
No se trata de un solo hombrecito que prometió el primer mundo para México con un grupo de cómplices. Se trata de un criminal que abusó del poder público emanado de un fraude electoral. Ya el ex jefe de la CIA para América Latina, Bryan Latell, declaró en entrevista a la revista Proceso, que estaba convencido de que Salinas había perdido las elecciones de 1988 ante Cuauhtémoc Cárdenas. Así mismo, Latell habló sobre los presuntos nexos del gobierno de Salinas con el narcotráfico y las concesiones que otorgó a Washington para lograr el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
¿Cómo es posible que se ignore que la guerra contra el narcotráfico no empezó con el presidente Calderón? Fue una política internacional creada en 1989, cuando el Congreso estadounidense designó al Pentágono como agente directriz para la prohibición de las drogas fuera del territorio de EEUU. ¿Quiénes eran los protagonistas de entonces? George Bush padre y Carlos Salinas de Gortari.
Esta política de prohibición de narcóticos fuera de EEUU sería fortalecida con los programas de ayuda a América Latina y el Caribe en 1991. Y a quien le tocó recibir este financiamiento fue a Salinas. Se trataba de un presupuesto para una guerra que no existía en nuestro país, al menos no como problema público nacional. Salinas de Gortari creó alianzas y controles con los diferentes cárteles de narcotraficantes.
Esta misma información, a detalle, la publica el periodista Eduardo Valle Espinoza (El Búho) en su investigación El segundo disparo, de Editorial Océano, 1995. En ella, señala los hechos que llevaron a estrechas relaciones de Joaquín Chapo Guzmán con Salinas de Gortari, y de cómo el tráfico de heroína por Tamaulipas fue una de las empresas más exitosas liderada por su hermano Raúl, y custodiada por instrucciones presidenciales.
¿Cómo es posible que México olvide de todo esto? ¿Cómo es posible que se olvide que Salinas de Gortari, sometió y corrompió a los otros poderes públicos con dinero del erario, para modificar a su discreción y conveniencia la Constitución Política Mexicana que representaba el mayor símbolo moral de nuestra nación?
¿Y los periodistas? ¿Cómo pueden olvidar que a lo largo del gobierno de Salinas de Gortari hayan registrado ellos mismos poco más de 500 casos de colegas agredidos y 41 colegas ultimados? Los periodistas mayormente agredidos, de acuerdo al análisis publicado por la Fundación Manuel Buendía, fueron los que cubrían la fuentes política (36%), policiaca (19%) y educativa (16%). Y aquí en esta última, es ineludible el nombre de Elba Esther Gordillo Morales.
Así vemos que entre 1988 y 1994, hubo asesinatos sistemáticos de opositores, censura, represión y violencia contra periodistas y medios específicos. La forma más burda de presión para los medios era la del veto publicitario.
Hoy, llama la atención que todo esto sea un recuerdo vago en la mente colectiva de los mexicanos, mientras son espectadores de la jocosidad cínica del criminal que los llevó a la miseria y a la violencia. El mismo criminal que hoy ante la sumisión absoluta de los medios y poderes públicos, reta a debate sobre el futuro del país, que él mismo hundió.
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