11/11/2013

México: Cuando el Estado de excepción se vuelve la regla Destacado


por Desinformémonos

La ciudad de México consolidó conquistas de libertades ciudadanas gracias a la movilización de la sociedad, que están amenazadas “por un clima gubernamental que, reactivando los discursos del priismo, observa en cualquier expresión de disenso o de protesta, una amenaza”.

México, Distrito Federal. Es claro el mensaje a la sociedad civil movilizada, lanzado a través de la represión contra la marcha del 2 de octubre de 2013: las autoridades no permitirán que la inconformidad social se manifieste en la plaza pública más importante de México, valora el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh).
En un informe realizado a propósito de las violaciones a derechos humanos cometidas por la policía en la marcha conmemorativa de la masacre de 1968, los defensores de derechos humanos documentaron agresiones al derecho a la vida, la libertad, la seguridad jurídica, entre otros, y advierten: “La criminalización de la protestas no es una expresión del estado de derecho, hay una racionalidad política y la intención de eliminar los conflictos de la esfera política para llevarlos al campo penal”.
En el informe “45 años de impunidad conmemorados bajo represión estatal”, el centro de derechos humanos remarca que “El castigo ejemplar, la represión disuasiva y sistemática y la construcción de un discurso de justificación del estado de excepción, son elementos para atajar al pensamiento crítico y disciplinar a la sociedad”, y advierte que es una estrategia deliberadas de las autoridades, que exhiben un fuerte tinte autoritario.
Al parejo, la protesta y la represión
El centro de derechos humanos señala que la protesta social es un derecho vinculado a la acción y participación política de las sociedades, y “posibilita la deliberación, consenso y resolución sobre cuestiones de interés público”, y sin ella, los sectores sociales en desventaja no pueden llevar al espacio público sus demandas para que sean atendidas.
En un recorrido histórico, donde destaca los movimientos obreros de fines de los años cincuenta y el movimiento estudiantil de 1968, el Prodh señala que “la protesta social y las expresiones de construcción política de derechos han tenido momentos álgidos en la historia del país, siempre acompañados de grandes movilizaciones, de represión y de lucha que han desembocado en avances sustantivos en términos de libertades democráticas”. El recuento señala que golpes, detenciones arbitrarias y tortura, uso selectivo del derecho penal y estigmatización de masas desde los órganos del poder, fueron los métodos empleados para acabar con estas expresiones sociales.
A partir de la década de 1980, recuenta el informe, se mantuvo una presencia constante de manifestantes en las calles antes la falta de cauces institucionales para solucionar las demandas sociales y la falta de espacios en los grandes medios de comunicación.
A las acciones sociales “festivas o solemnes, silenciosas o estruendosas, masivas o apenas visibles”, indican los defensores, la respuesta recurrente desde entonces es la descalificación a los opositores y el deslinde del Estado de las causas que originan los movimientos políticos.  La estigmatización a quienes protestan generaliza la descalificación y conduce a la ruptura de los vínculos de solidaridad social: “Los medios y las autoridades que actúan de esta forma evidencian una vocación profundamente autoritaria”, acusa el texto.
El Distrito Federal, particularmente, vio la proliferación de las manifestaciones de toda índole a partir de la organización civil debida al sismo de 1985 y el fraude electoral de 1988. “Empieza a ser escenario tanto de las luchas nacionales como de los avances democráticos más sustantivos, con origen en demandas locales”, abunda el informe.
El Prodh considera que en la ciudad de México consolidó un capital social y de conquistas de libertades ciudadanas como consecuencia de la movilización de la sociedad, que recientemente se ve amenazado “por un clima gubernamental que, reactivando los discursos del priismo, observa en cualquier expresión de disenso o de protesta, una amenaza”.
En informe destaca que, en la capital de México, persisten los discursos políticos que justifican las políticas de mano dura, basadas en la restricción de los derechos humanos y mayores facultades discrecionales para los cuerpos de seguridad, y señala que entre los modos de criminalizar a los movimientos sociales –además de la represión, persecución penal de grupos y la descalificación-, se encuentra la creación de sanciones administrativas y delitos (disolución social, ataques contra la paz pública o ultrajes) que posibilitan la persecución penal de grupos y personas, que ahora alcanza a medios de comunicación y defensores de derechos humanos.
En un análisis de las estadísticas presentadas por el gobierno de la ciudad, el Prodh evidencia la “policialización” de las manifestaciones públicas, tanto en cantidad de elementos como en las formas de intervención estatal, al mismo tiempo que detecta una efervescencia social visible en el número de personas que participan en los actos masivos. Mientras que durante todo el año 201 la policía intervino en 5 mil 823 eventos, en siete meses de 2013 llegó a 5 mil 464.
El Protocolo de Actuación Policial de la Secretaría de Seguridad Pública para el Control de Multitudes, aprobado por vía administrativa en marzo de 2013, amparó una mayor intervención policial en las manifestaciones “para contener a multitudes, conducirlas, aislar a grupos de manifestantes, deshacer bloqueos, liberar calles y espacios públicos y restablecer el orden público”, valora en informe.
La nueva forma de presencia policiaca consta de “una presencia disuasiva y provocativa, encapsulamientos, detenciones arbitrarias, uso desproporcionado de la fuerza, utilización de armamento y equipo no sólo con el propósito de detener personas, sino de imponer una lógica de terror hacia la población”.
La represión en la conmemoración
Durante la marcha conmemorativa del 2 de octubre, el centro de derechos humanos envió una Misión de Observación que, debido a la violencia policial de la que fue objeto, no pudo completar el recorrido pero sí documentó diversos abusos de la fuerza pública que, consideran, es increíble que se puedan achacar a una desobediencia masiva de los policías, como argumentó el gobierno local.
Desde el inicio del recorrido, evidencia el Prodh por medio de la observación y las fotografías, se vivió un despliegue desproporcionado, intimidador y provocador de los cuerpos policiacos, tanto uniformados como vestidos de civil, quienes no llevaron insignias que permitieran su identificación personal. Los observadores de derechos humanos denuncian las revisiones generalizadas “bajos criterios inconstitucionales, como el del ‘actitud sospechosa’”. Estas actitudes, acusa el centro de derechos humanos, causaron tensión entre manifestantes y policía.
Las primeras acciones represivas, informa el texto, se dieron con el uso de gases lacrimógenos para encausar la marcha por donde deseaba la policía, y no en la ruta marcada por los manifestantes, que se bloqueó con centenares de elementos policiacos.  A lo largo de la ruta de la marcha, acusa el Prodh, se desplegó una formación policiaca que hostilizó a los manifestantes y la realización de un cerco que posibilitó la agresión a manifestantes y las detenciones arbitrarias.
El informe destaca que cuando un manifestante era agredido, a su alrededor se formaban dos círculos de policías, el que lo agredía y el exterior, que imposibilitaba que otras personas pudieran ver lo que sucedía.
Entre otros elementos violatorios de derechos humanos, el informe expone el uso de policía investigadora vestida de civil para hacer detenciones, supuestos monitores de derechos humanos que fotografiaron a manifestantes, uso diverso de armas no letales y uso desproporcionado de la fuerza.
Finalmente, el informe señala que los observadores no pudieron terminar su recorrido pues fueron víctimas de agresión por parte de la policía, en un claro intento de obstaculizar la documentación de la represión.
La fuerza por la fuerza
En sus conclusiones, el informe del Prodh denuncia el uso de la fuerza sin respetar ni siquiera los estándares que el propio gobierno se impone, y mucho menos los límites a los que obliga la legalidad internacional.
En centro de derechos humanos, que recientemente cumplió 25 años de servicio, exige que las autoridades se hagan responsables de las violaciones a los derechos humanos y cambien su concepto de seguridad pública por uno de seguridad ciudadano.

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